Arsène Putain y el negocio redondo (Inspector Arsène Putain II #15)
EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS
Las calientes aventuras en Niza del
Inspector Arsène Putain #3
Puerto marítimo Lympia de Niza a las orillas del Mar Mediterráneo.
Última hora de la tarde.
El indómito inspector Putain poco se podía imaginar, a bordo de su amarrado Bayliner Avanti Express al pintoresco puerto marítimo de la capital de la Riviera francesa -que le solucionaba la necesidad de buscar hotel estas primeras semanas de estancia en Niza-, el curso de las horas venideras.
Desplegando todo su repertorio, la mimo Claudette Pop, haciendo las delicias de los viandantes del paseo marítimo, finge avanzar con exagerados movimientos a cámara lenta contra una fuerte corriente de aire, luchando por mantener el equilibrio y tratando al mismo tiempo levantar repetidas veces un cartel con la leyenda "Sé quién eres" orientado, sin duda alguna, al yate del intachable azote de la justicia.
Viste Claudette el atuendo clásico de un mimo; falda con tirantes ajustables, camisa a rayas negras, medias del mismo color azabache, guantes blancos y una boina vasca.
"Pues no me va a quedar otra que invitarla al yate", decide Putain sabedor que retrasar la presencia de Pop sería avivar innecesariamente el interés de los peatones.
Desde la cubierta y con un inequívoco gesto de la mano, Arsène, la convida a subir a su modesto crucero de trece metros de eslora.
La mimo al percatarse de la invitación simula palpar una puerta sólida y lisa -que obviamente no existe- entre la pasarela de madera de los yates amarrados y tras usar las palmas de las manos con los dedos extendidos, gira el pomo de la puerta invisible. Se acerca dando pequeños saltos y repartiendo flores imaginarias a diestra y siniestra. Se marca hasta una voltereta.
Una vez dentro de la carlinga del capitán, Putain le sirve una copa de champagne invisible para seguirle el juego, cáliz que ella rechaza teatralmente.
—¿Y bien? —pregunta curioso— ¿Qué le trae por aquí señorita y quién se cree que soy?
Por supuesto, la mimo no responde a las preguntas de Putain de forma verbal, escenificando la figura de un criminal corriendo agachado, mirando sobre el hombro y termina simulando quitarse una inexistente máscara y peinarse diferente.
Arsène, sin poder ocultar una sonrisa, le responde que debe estar equivocada, que él es solo un turista más de paso por Niza.
Pop con el cuerpo inclinado hacia él, deshace su postura brazos en jarras y levantando un dedo índice en forma de reproche le señala que está siendo un chico malo y que ella no es tonta.
A continuación, dramatiza, sacando una imaginaria pluma del escote de sus menudas tetas duras como melocotones, disponer de un trato muy beneficioso para ambos y simula escribir -a Putain más bien le parece que ha pintado una polla- sobre un folio sin dejar de morderse la punta de la lengua.
Lo que sí es cierto, y está fuera de toda interpretación, es que nuestro héroe tiene una erección descomunal viendo el alegre bailoteo de los pechos de Pop. Y es que no son horas ya para andarse por las ramas y su nervudo nardo está sin cenar.
La mimo, conocedora de las colosales virtudes del enorme rabo de Putain, primero se hace la ofendidita descolgando dramáticamente la mandíbula, voltea los ojos después y termina arrojando su invisible contrato al aire sin dejar de aprovechar para restregar su culo por la entrepierna del inspector.
Se restriega tanto que, aunque solo hubiese tenido dos ardillas en un nevado bosque siberiano y las hubiese frotado igual, habría sacado fuego suficiente para una fogata.
Quedando bastante claro el peculiar matiz del trato propuesto, Putain como el irreprochable caballero que es -siempre al servicio de la ciudadanía-, levanta a Claudette en volandas y la asoma por un ventana del yate, mirando al puerto.
Acto seguido, se retira los pantalones chinos -bóxers no llevaba esta vez el amigo francés- y tras besarle y morderle los cachetes del culo a la mimo, le baja decidido el pantalón y el tanga de un hábil tirón. Tiene el nardo gordísimo, como la pata de un perro envenenado.
Pop levanta sugerente su pequeño culo en forma de corazón invertido. Lleva un plug anal en forma de cola de conejo, abre los ojos de modo exagerado y se lleva la palma de la mano a la boca como si estuviera sorprendida de tamaña osadía.
Tras contornear el trasero, recibe mayor premio del esperado al sentir en primera instancia como la boca de Arsène le retira el tapón conejil para después juguetear con su vivaz lengua el melocotoncito rasurado de la mimo sin descuidar con dos dedos el orificio anal y vaginal.
Muy húmeda por el buen quehacer de Putain, Claudette supedita romper su autoimpuesta ley del silencio -cuando va caracterizada- y rogarle que la penetre inmisericorde con ese pollón que maneja. Que elija la entrada, ya le da igual, todo confidente de que el calvo elegirá sabiamente.
En el último segundo consigue reprimir la necesidad de gritar de placer al eyacular como una recién casada en la boca del inspector. Ella que hubiese jurado que lo del squirting era una leyenda urbana de su prima Lolo, se descubre descargándose como una loca -del coño- en la boca de un extraño.
En el puerto, sentada en una mesa a la sombra y bebiéndose un Aperol Spritz, una intrigada Inés Bricoux no da crédito a sus ojos. La misma mimo, que hace apenas unos diez minutos entretenía a los viandantes con sus aspavientos, tiene ahora medio cuerpo asomada por una ventana de un yate, la boina medio caída, los ojos abiertos de par en par como un búho y la lengua desenrollada como un perro tras una travesía por el desierto de Tabernas en Almería. No se le ven las firmes tetas de milagro.
—Mira Mamá, es la chica graciosa de antes —señala su inocente hijo Thierry partido de la risa y tirándola de un pico de la falda—. ¿Qué quiere decir? No entiendo lo que hace con la cara y las manos... ¿Está metida y dando vueltas dentro de una lavadora? ¿Es eso, Mami?
Inés le da amorosas palmadas en la coronilla y le miente que eso es exactamente lo que es, que es el niño más inteligente del mundo, pero que se termine su croque-monsieur. A la pregunta de qué viene tanta prisa ahora, Inés le responde que "Mamá se está poniendo malísima" y omite que viendo cómo el dueño del yate está despachando a la mimo, ella lo está pasando peor que morirse a pellizcos.
Por su parte, Putain, ha decidido cerrar los últimos flecos del contrato con su pluma especial -sigue sin tener ni puta idea qué es lo que va a firmar, pero pollón en mano, qué más da- a pollazo limpio con inmisericordes y certeros golpes de cadera. Veinticinco centímetros de granítica gloria justiciera abrochada al culo hasta hacer tope con los huevos.
Con la exagerada tinta descargada del plumón de Putain que recibió Claudette diez minutos después en su interior, la mimo hubiese podido maquillarse dos días -mañana y tarde- de función circense. Hasta le entró el hipo. Otra fémina descoyuntada y es que, para el bueno del inspector, aniquilar a sus amantes de placer es para él tan fácil como tomarse un vaso de agua.
Ya caída la noche, la señorita Pop, maquillada a cachos como el pelaje de un dálmata arrabalero, fundida a polvos y muy mareada, descansa, cigarrillo en mano, sobre el hercúleo pecho de Arsène.
Se termina el pitillo y le teatraliza a su sublime amante agente infiltrado -para eso tiene ella muy buen ojo y le ha visto las intenciones desde el encontronazo días atrás- que el circo Lupanarelli está a punto de liarla gorda. En una próxima función exclusiva solo para mujeres acaudaladas. Reafirma este hecho mientras le chupa y le muerde los testículos a Arsène que puede ser una confidente excepcional. ¡Un negocio redondo! y, además, ¿Quién iba a sospechar de un mimo?
El libertino oficial de la ley le aprieta una teta -wup- en señal de trato hecho y tras voltearla la echa dos polvos más como muestra de buena voluntad y agradecimiento. Siempre le ha gustado el mundo circense. Desde chiquillo. Le parece divertidísimo.
En cuanto a la señorita Bricoux, está se llevaría su ansiada puñalada de carne enrollada días después con la excusa que se le había perdido por el puerto el niño y si Putain le hacía el favor de hacerle otro (o ya puestos media docena). Con lo que echó el vigoroso agente de la ley dentro del coño de la infiel casada, bien podría haber dado para montar un equipo de fútbol 11.
Circo Lupanarelli.
Al día siguiente. Función especial nocturna.
Escondido tras unos gruesos cortinajes el inspector Putain, disfrazado de Risotto, el payaso de mirada y sonrisa triste, para pasar desapercibido, observa curioso las exaltadas explicaciones de la maestra de ceremonias Coralina Papillon a una docena de mujeres acaudaladas de los más altos estratos sociales de Niza.
Reconoce, entre otras, a la actriz -madurita pero aún de muy buen ver- Brigitte Bardel, a Oksana Milton, la díscola hija del propietaria de la cadena de hoteles del mismo nombre e involucrada en un video robado íntimo porno años atrás y la presentadora de programas infantiles, María de Ilarie Suseghel alias Suksa caída en desgracia al descubrirse su exacerbada y viciosa ninfomanía.
—La créme de la créme de la Riviera francesa —susurra Arsène aseando su recién descargado miembro sobre las esponjosas aureolas y pezones de su mimo confidente—. ¡Hiciste muy bien en informarme Claudette y Putain nunca olvida a sus amigas!
La mimo asiente como si fuera un muñeco Funko de cabeza balanceante sin dejar de sorprenderse una y otra vez cómo es posible que el tamaño de los largos zapatones rojo chillón del payaso Risotto no desentonan para nada con las dimensiones de la verga de Putain.
—¡Amigas mías! ¿A quién no le gustaría disfrutar de una buena polla dura y tiesa horas y horas? —exclama Coralina Papillon haciendo malabares con su bastón y su sombrero de copa—. Ya lo sé, os leo las caras como un libro abierto, ¿Para qué conformarse con una sola verga pudiendo tenerlas todas?
El público aplaude y ríe divertido. La maestra de ceremonias sabe cómo captar la atención de las presentes.
—Lo que os propongo esta noche, en absoluta primicia, es una pastillita celeste que no solo hará crecer en tamaño y grosor al doble cualquier miembro de vuestros amantes, sino que además combinándola con otra pastillita dorada, tiene un ligerísimo efecto secundario que a buen seguro os resultará muy, pero que muy interesante a la mayoría de vosotras. ¿He despertado vuestra curiosidad?
"Desde luego", murmura Putain a escondidas, subiéndose los desfondados pantalones de parches coloridos y apretujándose el miembro.
—Una pastillita de Pimmel Power os garantiza la erección de vuestra pareja durante horas, muchísimo mejor que la picadura de la puta araña errante brasileña, pero esta segunda pastillita, —Papillon hace una pausa dramática para después mostrar orgullosa una pastilla ambarina sujeta entre el pulgar y el dedo índice -ingerida poco después y combinada con la primera le provocará un infarto indetectable y el amigo va directo al hoyo. ¡A criar malvas!
¡Eso sí con la polla tiesa como el mástil de un campamento militar!
Un sonoro Ohhh inunda la sala. Oksana Hilton se pone de pie junto a la actriz Brigitte Bardel y ambas se rompen las manos a aplaudir.
La madurita MILF de Bardel está más que harta a comerle la polla a los productores, directores, responsables de casting, a los cámaras, a los rotulistas, a los que traen el bocadillo al rodaje, a uno que pasaba por ahí y los que preparan el café para conseguir papelitos en películas de ínfima calidad donde siempre sale ligerita de ropa. No va a dejar pasar esta oportunidad para vengarse de alguno que otro. Está ciertamente resentida. ¡Las cosas que ha tenido que hacer y tragar para que la respetaran un poquito y pudiera asomarse, que no ir, a los festivales más prestigiosos del mundo!
—Seamos sinceras, no estamos en edad de que nos extorsionen niñatos de una noche con irse de la lengua o de maridos sebosos que no tienen el buen gusto de morirse y dejarnos lo que nos pertenece por derecho propio. ¿Tengo o no tengo razón?
—¡Las quiero todas! —grita al coso la mujer desesperada de un banquero haciéndose sitio desde la última fila a empujones y llamando zorras a las demás invitadas—. ¡Me da igual lo que cuesten!
Coralina Papillon tranquiliza al gallinero diciendo que hay para todas y qué tipo de anfitriona sería ella sin hacer una presentación adecuada del producto en vivo. Hace llamar al forzudo Rubén para que en mitad de la pista se despelote de cintura para abajo y muestre como un miembro masculino del montón puede rivalizar con el mítico garrote del semidiós Hércules. Papillon promete no darle la segunda pastilla después a no ser que la multitud así se lo exija. El forzudo sonríe bobaliconamente.
El gallinero vuelve a alborotarse y reírse. Rubén que no entiende ni una papa de francés -solo lleva cuatro días en Niza desde que se escapó de una prisión en Italia metido en los cestos de la ropa sucia-, sigue sonriendo como un mulo desdentado y, subido a un pedestal alto de vivos colores a franjas, se baja los pantalones de un tirón.
Entretanto, Putain -abrasadito de calor bajo el puto traje del payaso, demasiado ancho de hombros y corto de pernera que dejaba ver sus calcetines desparejados - se acerca sigilosamente para tomar nota y ponerle rostro a cada una de las potenciales viudas negras, criminales matamaridos y liquidaparejas.
Debe haber alguna regla no escrita en el universo que le coloca siempre en la responsabilidad de detener a un colectivo de mujeres aburridas y en busca de sensaciones fuertes. Ya le pasó con Sor Inés y su culto adorador del miembro erecto y en menor medida en París con las admiradoras traviesas.
En pocos pasos se coloca tras la jauría de féminas. Toca esperar acontecimientos. De reojo ve a Charlotte Pop hacer el gesto de la cremallera sobre sus labios.
La maestra de ceremonias le entrega una pastilla a Rubén y no han transcurrido ni treinta segundos, cuando la descomunal erección del italiano levanta de sus asientos al resto de invitadas.
— ¡Pero esto no es todo! —clama Papillon que se ha quitado el sombrero de copa como si rindiera homenaje a un amigo fallecido—. Confirmemos la dureza de esa hermosa polla. —¡Zazie, haz tus acrobacias sobre el miembro de Rubén! ¡No me mires así! ¡El programa completo!
Una obediente Zazie laFolle, serpentea por la espalda del italiano para terminar encaramándose a la tiesa barra vertical de carne del forzudo y empieza a hacer diferentes piruetas y saltitos sin que el pistolón se resienta ni un ápice.
Pero a un zorro viejo como es el bueno de nuestro inspector no se le engaña tan fácilmente.
Es cierto, que el forzudo musculado del centro de la pista calza ahora un buen trabuco pero que la trapecista Zazie laFolle pudiera hacer malabarismos sobre su miembro es puro show.
Invisibles cuerdas sustentan desde el techo a Zazie a no descargar todo su peso sobre el erecto miembro del forzudo.
—A quién no quiere ver, no hay linterna que lo alumbre —sonríe Putain sabedor que hay pocos hombres en este mundo que sí pudieran mostrar tal vigor pollaril -él está por supuesto entre ellos junto al infame Lucien Raboin, un excompañero de profesión suyo belga-.
—¿Cómo sabremos que no nos engañas, Papillon? —cuestiona Cassandra d'Amour, la hija de un reconocido viticultor que ya le había tocado con apenas treinta años lidiar con tres maridos muertos y un hermanastro bastante tocón—. Exijo hacerle la prueba de dureza a uno que no hayas elegido tú de antemano.
Las demás féminas aplauden la iniciativa muy a pesar de una desencajada Papillon que ve que se va a liar parda. Eso no se lo esperaba. La ha cagado. Hasta le parece oír una lastimera trompeta de fondo.
—Cojamos uno al azar, éste mismo; el payaso de mi derecha. Ese mismo valdrá —propone Oksana Milton bajándole los pantalones abombados a Putain, desconocedora del lío en que iba a meter en unos segundos—. ¡Dios santo! ¡El payaso Risotto no solo va sobrado de arroz! ¡Mirad, chicas, qué pedazo de polla! ¡Aquí hay para todas!
La maestra de ceremonias, con el ceño fruncido por la inoportuna presencia del picha floja del payaso y después aliviada al ver la hermosa verga del bufón esboza una amplia sonrisa. Temía que los apenas cinco centímetros mal contados de Risotto se quedaran en nada por mucha droga dobla(en)vergaduras.
¿Pues no le parece que por arte de magia hasta le ha cambiado la sonrisa caída pintada en el rostro al payaso a una sonrisa alegre? Eso es imposible y deshecha la idea.
Cinco x dos = diez, es decir una puta mierda y malo para el negocio, pero el rabo que está admirando ahora mismo supera en mucho los 20 centímetros a ojo de buen putero sin haber tomado nada. Se está poniendo súper cachonda solo pensando como un trabuco como aquel podía catapultarla de un pollazo a las Islas Canarias o vestirla torero.
¿Y por qué está tapando con su amplia chaqueta de color pollo limón el rostro de las invitadas cuando toca enseñar la polla al más puro estilo toalla del oso danzarín?
Lanza una pastilla a Putain -redoble de tambores- que la atrapa con la boca -¡tachán!- hace como si se la tomara -no gulp- y se la mete discretamente al bolsillo -¡tump!-. A Arsène nunca le han hecho falta pastillitas para desplegar todo su poderío.
Incluso la joven comadrona que asistió en el parto a Marisa Putain supo desde el primer momento que al recién nacido Arsenito jamás le iban a faltar novias y que las iba a hacer a todas muy felices. La confirmación de este hecho se produciría poco después, cuando Putain tras cumplir los dieciocho años y decidido a buscarse la vida fuera del pueblo, se pasó la noche anterior por la casa de la comadrona para despedirse con la sana intención de follarse a la primer mujer que le vio desnudo y así haría hasta el amanecer con el marido roncando al lado.
De vuelta al presente, Putain, muy metido en su papel, no desaprovecha la ocasión para confirmar la identidad de las hambrientas lobas, apuntarla mentalmente y pasear su verga tiesa por los rostros desencajados de admiración de las féminas. Animando a cada una de ellas a certificar la pétrea dureza de su nardo.
Suksa, la antaña moderadora infantil, más decidida que nadie se lleva el goloso rabo a los labios y empieza a lamerlo enloquecida sin dejar de clavar sus largas uñas en el culo del inspector. Putain descansa religiosamente sus manos sobre la coronilla de la presentadora como si estuviera leyendo los sagrados salmos en una misa. Intensos calambres de placer recorren la espalda del agente.
—Qué forma de chupar. Se la está metiendo en la boca hasta los huevos— piensa Arsène —Esta se va a llevar el premio gordo ya mismo.
Las demás invitadas se impacientan y entre acaloradas quejas empiezan a llamar a Suksa "puta desorejada" y exigiendo que deje algo a las demás.
Malhumorada, Suksa deja de chupar y le pasa la abrillantada polla con un hilo de saliva colgando a Didi, la mulata influencer de mascotas, que comprueba de primera mano la incontestable dureza del miembro apretándolo como el manillar de una moto varias veces. Satisfecha, le da un decoroso beso al enfurecido bálano y se lo pasa a la siguiente invitada.
Y así se fueron pasando repetidas veces el arma del crimen -cada vez más cargado de tanto sobeteo- las doce del patíbulo (o del prostíbulo ya puestos) hasta que convencidas pasaron por caja y se llevaron todas las existencias disponibles.
Entretanto, Rubén, que no sabrá mucho de la lengua de Víctor Hugo -pero sí de mujeres- le ha bajado las bragas a su compañera de fechorías Zazie con el rabo y se la está cepillando al más puro estilo siciliano; sin pasar por la casilla de salida y sin piedad. Zazie está encantada. Va de moderna y empoderada, pero al final siempre termina engolosinada de los tíos rudos.
A megghiu parola è chidda ca nun si dici. Pues eso.
—¿Cómo que no sabemos quién era el tío del disfraz del payaso Peniswise, digo Risotto? ¿Cómo que no tenemos ni zorra idea de dónde está? —grita indignada Coralina al núcleo duro de sus integrantes lanzando una patada a un fardo de heno. Más que suficiente para darle un efecto dramático a la escenita, no fuera que darle a un cajón de madera se fuera a joder un pie.
Zazie laFolle, Fifí BoumBoum, LouLou Bijou y, por supuesto, Charlotte Pop callan cabizbajas y sumamente avergonzadas.
—¿Me estáis diciendo que se fue tan pancho por la puerta y nadie tuvo la idea de detenerle? Y sí, me importa una mierda si el verdadero Risotto lleva desaparecido desde esta tarde como si se lo ha follado un unicornio borracho armado con una metralleta lanzaflores tras un seto y no, antes de que se le ocurra a una de vosotras, yo estaba a otra cosa como, por ejemplo, llevar un negocio ruinoso si lo dejara en manos de vosotras. Vergüenza os tendría que dar. ¡Mucha! ¡Muchísima!
—¿Qué hacemos ahora? —pregunta LouLou desmaquillándose con un pañuelo húmedo el rostro. Sólo ahora se acaba de acordar que no se había aseado desde que interceptó a Risotto al poco de abandonar la carpa y que le insistió en chuparle la polla. Además, Fifí, demandaba corrida generosa en la cara. Con tanto maquillaje aplicado durante horas una buena descarga de semen ayuda una hartá con las impurezas de la piel. El crimen se cometería salvaguardados de miradas curiosas en el interior del quiosco de las entradas.
—Tenemos que salir esta misma noche de aquí camino a.... a... —responde la maestra de ceremonias llevándose la mano a las sienes. Está muy nerviosa—, a tomar por culo. No podemos arriesgarnos que el polla gorda se vaya del pico y exponga a nuestros clientes a la policía. ¡Joder! Cómo se entere Kazalauskas me cae la del pulpo y a vosotras os mata.
—¡Eso! Nos vamos a tomar por culo de aquí y así nadie sospechará —remarca Fifí que apenas se tiene en pie. Tiene el trasero al rojo vivo. Ella sí que vio a la media hora de que finalizará la función al semental de Risotto salir de la taquilla de entradas subiéndose los pantalones abombados -el muy libertino seguro que estaba escondido hasta que descampara- y bajo la vil amenaza de empezar a gritar como una loca, le obligó a que le echara un señor polvo anal apoyada en la parte trasera de un coche caravana. Menos mal que una no se queda embarazada por el culo, de lo contrario estaría de trillizos.
—Que se quede la carpa del circo montada para despistar -total está hecha una mierda- y nosotras nos vamos en un máximo de una hora cada una en su coche caravana o roulotte en direcciones opuestas. Y quién venga, si es que viene alguien, que maten, si eso, al Rubén ése de los cojones. Nuestro punto de encuentro, dentro de una semana, será el lugar habitual en Montecarlo. Abriremos un circo con otro nombre para no levantar sospechas. Putelli o Zorelli es un buen nombre —ordena Coralina fuera de sí.
Zazie laFolle vitorea la decisión de su jefa como vitoreaba hace apenas una hora que le comiera el coño el payaso que salía ajustándose una interminable corbata de colores tras la caravana aparcado de BoumBoum. Seguro que estaba espiando, siempre espiando. Ella sabe que a los hombres les gusta mirarla y tocarse delante de ella. Pues se iba a joder y a chupar panocha.
El trato no se tardó en cerrar. Ella le cubría y le brindaba un camino seguro de huida al bosque y él se comprometía a cubrirla el monte de Venus de abundante esperma tras hacerla una limpieza antológica de los bajos. Dicho y hecho. Y con propina de leche.
A la hora exacta de la última reunión, Papillon y su banda huían de Niza con más miedo que Pinocho en las fallas de Valencia mientras que Putain dormía plácidamente ajeno a todo, con tres bragas más para su extensa colección, en su yate bien, pero que muy bien descargado. Es lo que tiene el trabajo bien hecho y siempre apuntar a la excelencia.
¡Continuará!
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Roxette - Sleeping in my car.
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Este Putain no puntada sin hilo :)
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