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Arsène Putain y las admiradoras traviesas (Inspector Arsène Putain II #13)

Tiempo estimado de lectura: 1 minutos
EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS



Las calientes aventuras en Niza del
Inspector Arsène Putain #1

Despacho de la comisario Babette Fournier.
Calle Pierre Marcel Allain-Souvestre.

—¿Trasladado? —responde sorprendido el indómito inspector Arsène Putain sirviéndose un café en el despacho de su explosiva jefa Babette Fournier—. ¿Por qué? Mi hoja de servicios y cuota de casos resueltos es intachable. No lo entiendo.

—Eso ya lo sé, joder. Pero hace meses que los actos vandálicos no paran de aumentar en París. El perfil es idéntico; Criminales femeninas disfrazadas -la última de payasa estilo Ronny McDowalds- y pintadas como los baños de una estación de autobús, amarradas a lo primero que se le haya ocurrido (árboles, hidratantes de incendio, buzones) reclamando voz en grito que solo detendrán sus fechorías si las apresas tú en persona. 

» Están como obsesionadas con tu... figura —Babette detiene su relato observando el marcado pollón del amigo. Es descomunal. Su hipnótica visión siempre la termina descolocando. Pareciese como si la hermosura del miembro del agente la hechizara con malas artes desde que entrase al despacho.

» Las detenemos, les quitamos sus diez kilos de maquillaje de putón, las pelucas de colorines de zorrones redomados, los botes de espray con las que "decoran" el objeto al cual se han esposado con tu nombre y las ponemos a la sombra.

» Y una hora después las tenemos que soltar por presiones políticas al ser todas ellas de familia acaudalada como tu amiguita zorrona Pauline Putova aka Nikole Moloko. Por cierto, ha vuelto a desaparecer del mapa. Puta Moloko.

Fournier no es tonta y entiende mejor que nadie la fascinación de esta nueva generación de criminales por Putain. Dejarse atrapar (y que lo vean las RRSS) por el afamado inspector, de moda y en boca de todos, debe dar cierto postín entre las niñas pijas de París. Seguro que se trata de algún tipo de apuesta entre la aburridas integrantes de la Generación Z parisina.

Al contrario que a su exaltada superior, a Arsène todo esto le parece sumamente divertido -y un poco morboso-, no todo va a ser en esta vida perseguir a maromos feos, ¿no? Anda que no disfruto deteniendo hace dos días a la traviesa hija del ministro Hidalgo de Medio Ambiente disfrazada de una versión femenina y muy casquivana del personaje Hamburglar también de la cadena de Fast Food McDowalds. Desde luego la franquicia no gana para disgustos.

Antes de que LouLou Hidalgo abandonara las dependencias policiales con apenas una amonestación verbal, la muchacha le rogaría a Arsène con voz meliflua que le hiciera entrega de su admirado milkshake recién batido -gentileza de la casa- para así no irse de vacío y complementar su extraordinaria vestimenta.

Por supuesto, nuestro intachable inspector no es ajeno al sincero arrepentimiento de la vileza y generosamente acoge la petición de la muchacha orgasmando repetidas veces sobre sus gordas tetas blancas y su negro antifaz. Y es que el arrepentimiento de la criminalidad siempre se la ha puesto más dura que el turrón de oferta. Bueno, el de la femenina, el de la masculina lo único que le pone es de mala hostia.

Pero volvamos a la escena de la inocente y apesadumbrada muchacha recibiendo el premio gordo de su pena.

Tras perdonarla sus pecados, el amigable inspector se aseó la manga pastelera con la corbata carmesí de motivos "hamburgueseriles" y el forro del interior de sombrero de la bandida.

Fournier detiene su speech y aterrorizada consulta su reloj de pulsera. Suspira aliviada al constatar la hora. Las doce del mediodía. Sabe mejor que nadie que el rabo de Putain tiene sus horas de comer muy medidas. Con algo de suerte, su hercúleo miembro de 25 centímetros habrá salido desayunado de casa o habrá pillado algo de camino a la comisaría. Según sus cálculos hasta dentro de una hora no le tocará volver a comer. Ella, Babette, está aún -relativamente- a salvo.

—Es frustrante —continúa la pelirroja comisario masturbando la oscura y fina corbata de su conjunto de chaqueta entre sus aldabas como ruedas de molino—. La ciudad de París no se puede permitir convertirse en un circo. Es mejor dar un paso al lado y dejar que esta deleznable "moda" pase. Estamos más atiborrados de gilipollas que el ropero de una discoteca. Lo tengo decidido; te marchas una temporadita fuera... a Niza. Unos novecientos kilómetros de París deberían bastar de momento.

—No acabo de entender cómo... 

—Esto no es un sórdido lupanar de esos que me consta que visitas, Arsène. ¡Aquí tenemos tolerancia cero a los de tu calaña! —brama exaltada la comisario mientras baja las persianas venecianas de su despacho de un tirón (se las carga)—. ¡Te crees que sacando a pasear la polla lo tienes todo hecho, ¿verdad? ¿Qué es lo siguiente? ¿Nutscaping?* Aquí se hace lo que YO digo cuando YO quiero. Y si YO digo que te vas a Niza, TÚ te callas y me obedeces, joder.

Arsène asiente recogiendo sus brazos tras su espalda. Ya se conoce el numerito de Mademoiselle Grititos. La comisaría es más previsible que un largometraje del Titanic.

—¡Payaso! ¡Eres sin duda alguna lo peor que le ha pasado a París! ¡Incompetente! —mientras le desabrocha el cinturón, mete la mano en el interior de su slip y agarra con violencia los gordos testículos a rebosar de justicia del agente— ¿Y ahora qué, gilipollas? ¿ahora esperarás que te la chupe o te haga una buena paja? Claro, nadie puede resistirse al badajo de Arsène Tiberius Putain ¡Pues te vas a joder! ¡Desaparece de mi vista "Rambo"! ¡Me tienes hasta el coño! Esta tarde te hago llegar los detalles de tu traslado.

Un atónito Putain no acaba de entender la virulencia del injustificado ataque de Babette Fournier. ¿Qué tendrá que ver ahora su indómito rabo con la ola de crímenes que asola su amada ciudad? ¿A qué vienen los insultos? Da la sensación de que Fournier estuviese haciendo el paripé delante de un imaginario público.

Afina su olfato -nuestro inspector padece un trastorno de la sensibilidad olfativa que se activa cuando reconoce el olor del sexo de una mujer que se haya follado- y en cuestión de segundos reconoce el perfume residual de la alcaldesa Morizet. La burgomaestre ha estado hace muy poco en el despacho y ahora una soliviantada Fournier le traslada súbitamente a Niza. Aquí está pasando algo raro. Le quieren fuera de París, pero ¿por qué?

Sale del despacho. Hoy es viernes, seguramente saldrá el próximo lunes dirección a Niza. Pero ahora toca comer. Se pasará por el apartamento de sus amigas -militantes lesbianas muy, muy convencidas de su orientación sexual- Minette Leduc y Shumei Guo. Tras resolver el caso del anillo de Salomón les prometió tomarse un café con ellas un día de estos.

*La moda de fotografiar bellos paisajes donde se intuye al menos un testículo colgando.


Apenas una hora después y tras degustar un zumo de brócoli, naranja y mango aderezado con pimienta Kambot orgánica de Vietnam preparado por Shumei entre una humareda de incienso -las hípsters le dan mucho valor a estar ahumados, como arenques noruegos, todo el día, a la ingesta de alimentos probióticos y estar alineados con la Madre Naturaleza-, Putain orgasma por segunda vez.

Esta vez sobre el rocoso culo asiático de Shumei Guo en tanto la pizpireta Minette le termina por alisar los huevos con la lengua.

El anterior orgasmo había de agradecérselo a la lustra-testículos Leduc.

Con tanta humareda en el minúsculo apartamento, la taiwanesa no se había dado cuenta que su novia arrodillada, a pocos metros de ella, rendía pleitesía al miembro del inspector.

Ésta sin mediar palabra le empezó a chupar la polla al adalid -sin renunciar la muchacha al chicle de fresa de su boca- de la rectitud mientras su novia Shumei preparaba el insípido brebaje sin parar de alardear de sus dotes de Smoothie Maker ajena al lío que se estaba cociendo a sus espaldas.

Empezaba Leduc envolviendo, recubriendo, embelleciendo -cual improvisado condón- el cipote de Arsène con su goma de mascar para una vez contemplada su magnífica obra terminar engullendo el pétreo miembro de Arsène con su ávida boquita de piñón. 

Después tras juguetear con su lengua algunos instantes con el lustroso rabo de Putain sus dientes retiraba Minette cuidadosamente el improvisado preservativo del nardo con la boca. Y vuelta a empezar.

Pues con estos mimbres no era de extrañar que la irremediable corrida del inspector minutos la afresada goma de mascar estallase en el rostro de Minette junto al denso y nutritivo esperma. Con la totalmente cubierta, Leduc parecía que hubiese atropellado un unicornio.

Después le tocaría a Shumei rendir la plaza tras la entrega del smoothie, la sorpresa y la indignación de que la muy zorra de su novia volvía a faltarle la palabra a su promesa que sólo se acostaría con hombres si ambas estaban de acuerdo.

—¡No seas tan estrecha Shumei! Arsène es casi de la familia. Poco te importa que le paguemos así al casero cada mes o que el mismo Putain te comiera la almeja no hace tanto ¿eh? Además, solo se la he chupado y si me la mete -eso espero, joder- se va a correr fuera como un caballero. ¿Ves cómo te respeto? ¿Como lo nuestro es incorruptible como el kéfir de la nevera? —responde Minette entre lamida y chupada. Ni la princesa Jasmine le hubiese sacado más brillo a la lámpara de Aladino.

—¡Putón desorejado! ¡Comepollas! ¡Esclava entregada del Patriarcado! Te morías por comerle el nardo desde que le abriste de la puerta. ¡Seguro que hasta llamó al timbre con la polla en la mano! Pues te vas a enterar que a este juego también se jugar yo —ruge Shumei—. Monsieur Putain, ¿le apetecería darme por culo? Ya sé que es muy atrevido por mi.... Aahhhhhhhhhhh. ¡Avise, joder! ¡Que no me ha dado tiempo ni a retirarme el tanga!

—¡Si no llevas! ¡A otro lobo Rufino con ese cuento, Caperucita! —corrige el inspector con la herramienta abrochada en el ojal de Guo hasta los gordos y depilados huevos. Ha volteado a la asiática con una rotación que haría palidecer de vergüenza a Ricardo Astrada, el famoso bailarín argentino—. Mira, si ha entrada casi sola. ¡Si parecía que hasta conocía el camino la muy lasciva!

Putain siempre supo que mucha Isla de Lesbos pero que, en presencia de unos argumentos como los suyos, todas las lesbianas se vuelven ciudadanas de la democrática República Putanesca del Rabo, donde él imparte justicia a golpe de indómito pollón.

Ajeno a todo, Pelusitas dormita a escasos metros en el sofá. Él también sabía que sus siervas son lesbianas de boquilla. Mientras que el hombre calvo no se vuelva a correr por error sobre su pelaje como aquella última vez, le vale. El gato vuelve a dormirse.

Una semana después.

—Joder con el perfil bajo —se lamenta la alcaldesa Morizet viendo por la TF1, la televisión pública francesa, como su tocayo del Ayuntamiento de la ciudad de Niza le hace entrega al intachable Inspector Arsène Putain de las llaves de la ciudad.

"En nombre de Niza y de todos sus ciudadanos, quiero expresar mi más sincero agradecimiento al inspector Putain de nuestra amada París por su dedicación y profesionalidad al resolver este espantoso caso sin resolver que nos apresaba el alma. Su eficiente e incansable labor en los pocos días que lleva en nuestra maravillosa ciudad nos ha brindado la ansiada justicia y merecida tranquilidad que anhelábamos hace tiempo. Inspector Putain, ¡Gracias por su invaluable apoyo!"

A la diestra del alcalde Le Blanc y partiéndose las manos a aplaudir está Fiona Locarelli, la ex-modelo de lencería de Valentina´s Secret y esposa del alcalde comiéndose con la vista al inspector. 

¿Quién la iba a decir a ella que apenas dos semanas después de contraer matrimonio con el maduro alcalde iba a ser testigo de un acontecimiento tan especial? Está súper emocionada. Sin embargo, una duda la corroe; Si le acaban de entregar al adalid de la justicia la inmensa llave de la capital de la Riviera francesa, entonces ¿qué es ese bulto del tamaño de dos latas de cerveza en su pernera? ¿Acaso posee una copia metida en los pantalones?

—Esta noche el inspector se la folla viva, si no lo ha hecho ya —musita Shaina Morizet mientras apaga iracunda su Smart TV—. Perfil bajo, Putain, perfil bajo, joder ¿que no entiende el polla gorda de esta frase?

La alcaldesa medita llamar a Fournier para... ¿para qué? ¿Echarle la bronca por enviar a su más destacado agente a la Riviera francesa y en cuatro días mal contados cerrar el caso de los atracadores de la Ópera? Todo está saliendo mal.

La criminal y terrorista Dasha Fedorovich no estará nada contenta al constatar que no solo el inspector no ha caído en desgracia, sino que además está más presente que nunca en la Haute société.

Si la criminal, enrabietada por el no cumplimiento de su parte del trato hace pública su participación en el robo de la daga de Salomé, su carrera política puede darse por finiquitada.

Suena su móvil. Es un escueto y sorprendente mensaje de Fedorovich. Ella también ha visto la rueda de prensa. ¿Y quién no? La habrán visto hasta en el Vaticano, joder.

"Alcaldesa, a pesar de su ineptitud, por razones que no merece discutir, tengo a Putain exactamente donde le quería".

Shaina suspira aliviada y se vuelve a adecentar el hiyap. Al final sí que podrá sacar algo en positivo en todo esto. Quizás incluso pueda venderle a la prensa que fue ella la que recomendó a Fournier trasladar a Putain para que echará una mano en Niza.

Desde que conociera al advenedizo Arsène, éste no ha hecho más que darle quebradores de cabeza y ponerle al conejo al rojo vivo. Ella, una respetuosa mujer casada de altos valores morales.

Puto Putain.

Continuará.

PS:
Morizet no anda muy desencaminada con Locarelli. En el guateque posterior, escondidos en el ropero del ayuntamiento, la emocionada mujer del alcalde abría sus kilométricas chocolateadas piernas al garante de la justicia francesa. 

Le repetía que se tomase todo el tiempo del mundo en cartografiar los secretos de la profunda África negra de su explosivo cuerpo. A un héroe de la Nación francesa había que atenderle como es debido y máxime estando tan bien dotado para doblegar a la criminalidad. Que ésta era su casa, que tenía el derecho de visitarla todas las veces que estimase necesarias y no se refería precisamente a Niza.

De la lechada que le metería el agente entre las petroleas piernas a la negra la cambió de golpe dos tonalidades de color de piel, cuatro décimas de PH y hasta la nacionalidad.

Entretanto su amado marido Le Blanc la buscaba afanoso y medio infartado entre los múltiples invitados del atiborrado patio del consistorio. No la encontraría hasta mucho después caminando como Bambi sobre el hielo, pálida hasta la sombra como un invierno copioso -por supuesto sin bragas bajo su floreado vestido- en busca de una vichyssoise fría. Estaba como medio desmayada, desorientada y con una bobalicona sonrisa en el rostro.

El calor y la emoción del momento, le diría al preocupado marido.

Él se lo creyó todo a pies juntillas.


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¡La incomparable banda sonora!

Amadeus Electric Quartet - Rock me Amadeus.


Karen O - I shall rise.


No te pierdas todas las aventuras del intachable inspector Arsène Tiberius Putain bajo el siguiente enlace o en su libro recopilatorio.


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Comentarios

  1. Buena historia con un necesario cambio de localización que augura nada más que muchas y excitantes aventuras. Deseando leer más.

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  2. Me río muchísimo con Monsieur Putain. Enhorabuena por otro gran relato. Echo de menos a Michelle Dupont ¿Volverá?

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