Arsène Putain y la daga de Salomé (Inspector Arsène Putain II #12)
EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS
ARSÈNE PUTAIN Y LA DAGA DE SALOMÉ
Rio Sena, Crucero "Marquis de Sade".
A la altura de la Plaza de la Concordia.
Cerca de las diez de la noche.
Aún no había empezado a correrse Putain entre las voluminosas tetas de la menuda camarera -no debía alcanzar la camarera más de un metro sesenta- cuando se oyeron los primeros disparos en la cubierta del exclusivo y lujoso crucero "Marquis de Sade".
A pesar de que todas los alarmas del bravo e intachable inspector se pusieron en alerta como la picha de un novio en la noche de bodas, un hombre de su experiencia y habilidades sabe posicionar en cuestión de segundos las prioridades de tan delicada situación.
Éstas pasaban por descargar en primer lugar, como un toro miura, su apreciada masculinidad en valle de los divinos pechos de la damisela arrodillada frente suya y oculta a la vista de los invitados tras la barra. ¡La ciudad de París no se puede permitir un agente de la ley mermado en sus facultades mentales!
Rebeca Serrano, la joven migrante española, que debía tener amplios conocimientos del noble arte de la pastelería amasaba, debajo de su abotonada blusa de algodón, entre sus generosos pechos, rítmicamente el colosal troncho de nuestro amado inspector.
El adalid de la justicia con los huevos a punto de entregar su crema pastelera -quedaba descartado hacer a la muchacha un feo de cojones y retirar su verga acompañaba la "cravate de notaire"* con musculosos movimientos de pétreo trasero.
Cuando la voz de cazalla de la terrorista internacional Dasha Fedorovich se abrió paso reclamando la atención de todos los presentes tras realizar otra andanada de disparos, el intachable inspector había llegado a las primeras conclusiones con su perspicacia habitual sin despejar las manos de la testa de Rebeca.
"Mujer. Francés precario con marcado acento ruso típico de la ex-república soviética de Laltavia. Impulsiva. Gatillo fácil. Dasha Fedorovich aka la conejo de hielo".
"¿Cómo ha conseguido entrar en el crucero en mitad del rio Sena sin ser vista? Seguramente con varias lanchas motoras por la popa y al amparo de la oscuridad".
Descarta el adalid de la justicia parisina que la infame criminal rusa haya venido sola, y da por seguro que la acompañará su hermano mellizo Dragan, un patán gay con mucha pluma de rostro afilado, cabello lacio y menos luces que un cementerio abandonado y su banda de asaltadores, feos como un como un camión por debajo.
A pesar de su ejemplar análisis digno de Aristóteles, Putain, multitasking como pocos hombres en este mundo, arranca la blusa (emulando a Aragorn abriendo las puertas dobles del Abismo de Helm en Rohan), libera su badajo de la celestial presión de los pechos de Rebeca y tras apretar su manga pastelera democráticamente en cada una de las oscuras y esponjosas aureolas de la madre soltera, orgasma con ganas repetidas veces.
La primera indómita eyaculación de la incomparable verga del inspector se sale del guion preestablecido, levanta rebelde el vuelo, esquiva en un hábil e inverosímil quiebro la barbilla de la camarera y la termina cegando del ojo derecho. Los defensores conspiranoicos de la bala mágica de Kennedy hubiesen estado más que impresionados.
Las subsiguientes salvas ametrallan sin piedad las tetas algo descolgadas por la reciente maternidad de dos churumbeles y tener un talla 105C para tan menudo cuerpo; pechos que rebotan con cada salva recibida como si estuvieran en un paredón de fusilamiento.
—Con todo este dulce vas a poder hacer dos kilos y medio de crème brûlée —sentencia el indómito inspector que se ha quedado más tranquilo que un neumático de repuesto.
Termina de restregar el cerúleo prepucio de su polla de 25 centímetros sobre la comisura de los carnosos labios entreabiertos de la camarera antes de atender sus obligaciones.
Rebeca con los ojos cerrados -al derecho no le queda otra- está en la gloria. Tiene el pulso a mil. No todos los días tiene una la suerte de que un varón complazca sus deseos y acepte correrse encima suya sin hacer preguntas estúpidas. Ya no quedan hombres de verdad como el inspector. En su Toledo natal, eran todos unos mierdas pinchados en un palo.
A ella lo que le vuelve loca, loca de verdad, es sentir el cálido esperma resbalando por su piel. El olor intenso del semen pegándose a su cuerpo, mezclándose con el delicado perfume canela de su sudor, envolviéndola con la prueba irrefutable de su victoria sobre ellos. Le gusta casi más que follar. ¿Correrse dentro? Eso lo saben todos y no hay que ser muy listo, pero correrse con ganas dejándole las tetas pringadas, eso está al alcance de pocos. Casi todo echan cuatro mierdas de esperma y chillan como si les dieran con un palo en los cojones.
—Nada de follar, solo te la voy a chupar y te corres sobre Pili y Mili— le dijo a Arsène, señalando sus pechos para excusarse con una mentira a continuación—. Estoy con la regla.
Aunque de lo cachonda que se había puesto la toledana teniendo entre las lolas la monstruosidad del cuarentón calvo, de buen grado, hubiese renegociado las condiciones a la baja (o a los bajos) e invitado a Putain a regar su ensortijada casita en Villa-Conejo del Toledo Alto.
Ahora que se lleve sus bragas si quiere. Por cierto, ¿dónde están? y ¿quién está gritando en un idioma tan tosco en la cubierta como una descosida?
Antes de que levante la voz y los terroristas los descubran, Putain le tapa con la polla la boca a Rebeca, miembro que -¡sorpresa!- está de nuevo dura como un pedernal.
*La corbata del notario en francés, paja cubana o paja entre las tetas en castellano.
Dos horas antes.
La verdad es que la presencia de Putain en el acto de introducción del infame objeto rebanacuellos a la sociedad era del todo fortuita.
Se trataba de la presentación en exclusiva y cerrada al público en general de la recién descubierta daga de la pérfida Salomé, pero -la verdad sea dicha- tampoco estaba en posición nuestro inspector de rechazar la firme invitación de la alcaldesa esa noche.
La verdad es que la presencia de Putain en el acto de introducción del infame objeto rebanacuellos a la sociedad era del todo fortuita.
Se trataba de la presentación en exclusiva y cerrada al público en general de la recién descubierta daga de la pérfida Salomé, pero -la verdad sea dicha- tampoco estaba en posición nuestro inspector de rechazar la firme invitación de la alcaldesa esa noche.
—Acompáñame esta noche, mi querido inspector —le rogó Morizet mientras se aseaba inútilmente con un tercer pañuelo húmedo.
Pañuelos entregados diligentemente por Fayna Duval, su joven secretaria y chófer de tetas puntiagudas como conos de tráfico, sentada al volante del coche oficial.
La salvaje corrida que le acababa de meter el bravo Arsène a la alcaldesa en la parte trasera del Renault Rafale no parecía tener fin y se deslizaba perezosa entre borbotones irregulares entre sus oliváceos y árabes muslos. Al menos la concejal había conseguido volver a adecentarse el hiyap.
—Fayna, llama a mi marido en la embajada y dile que esta noche llegaré tarde —ordena contrariada Morizet a su asistente como si acabara de acordarse de que tenía un esposo mientras descabalga del todo a Putain—. Invéntate algo, no sé, que tengo reuniones hasta pasada la medianoche con el preocupado colectivo del Parc des Buttes-Chaumont para definir un vital plan de contención para evitar la propagación del topo americano de cola corta.
La joven Duval asiente, toma nota mental y anticipándose a los deseos de su jefa, le da algo más de vidilla al coche oficial. Ya no hay necesidad de ir con el freno echado.
La salvaje corrida que le acababa de meter el bravo Arsène a la alcaldesa en la parte trasera del Renault Rafale no parecía tener fin y se deslizaba perezosa entre borbotones irregulares entre sus oliváceos y árabes muslos. Al menos la concejal había conseguido volver a adecentarse el hiyap.
—Fayna, llama a mi marido en la embajada y dile que esta noche llegaré tarde —ordena contrariada Morizet a su asistente como si acabara de acordarse de que tenía un esposo mientras descabalga del todo a Putain—. Invéntate algo, no sé, que tengo reuniones hasta pasada la medianoche con el preocupado colectivo del Parc des Buttes-Chaumont para definir un vital plan de contención para evitar la propagación del topo americano de cola corta.
La joven Duval asiente, toma nota mental y anticipándose a los deseos de su jefa, le da algo más de vidilla al coche oficial. Ya no hay necesidad de ir con el freno echado.
Antes de que la burgomaestre vuelva a abrir la boca, le entrega una botella de agua Evian a temperatura ambiente.
Son muchos meses ya a su servicio y sabe que tras cada polvo la amiga se queda seca. Acelera. Necesitan llegar al embarcadero del Vedettes du Pont Neuf antes de las nueve de la noche.
Morizet se gratifica por haber tenido buen ojo al elegir a una asistente tan capacitada y discreta. Se callará que la ha visto con el rabillo del ojo masturbarse mientras Putain la mandaba al epicentro de la tierra a pollazo limpio.
—Arsène, asegúrate que no haya polizontes ni periodistas metiches grabando a escondidas más que el que está apalabrado con el Museo de El Louvre. Los móviles están terminantemente prohibidos durante la travesía por el río, para no estropearle la exclusiva al museo, pero nunca se sabe si alguno se pasa de frenada.
» No se desea presencia policial ni guardaespaldas, pero a mí nadie me va a tocar el coño diciéndome quién me debe acompañar. Voy más segura contigo. Pórtate bien y... —le guiña un ojo y continúa—, tendrás tu premio, un buen premio, de los que te gustan. Lo que quieras, mi semental y no seas recatado, no es tu estilo. Estoy segura de que Fayna te echará una mano a encontrar algo de tu gusto.
Morizet se gratifica por haber tenido buen ojo al elegir a una asistente tan capacitada y discreta. Se callará que la ha visto con el rabillo del ojo masturbarse mientras Putain la mandaba al epicentro de la tierra a pollazo limpio.
—Arsène, asegúrate que no haya polizontes ni periodistas metiches grabando a escondidas más que el que está apalabrado con el Museo de El Louvre. Los móviles están terminantemente prohibidos durante la travesía por el río, para no estropearle la exclusiva al museo, pero nunca se sabe si alguno se pasa de frenada.
» No se desea presencia policial ni guardaespaldas, pero a mí nadie me va a tocar el coño diciéndome quién me debe acompañar. Voy más segura contigo. Pórtate bien y... —le guiña un ojo y continúa—, tendrás tu premio, un buen premio, de los que te gustan. Lo que quieras, mi semental y no seas recatado, no es tu estilo. Estoy segura de que Fayna te echará una mano a encontrar algo de tu gusto.
Putain esgrime una amplia sonrisa lobuna y confirma a la alcaldesa que la acompañará.
Fayna por su parte hace como si no prestara atención a la conversación y corrige el ángulo del espejo retrovisor para dejar de verle el pollón a Arsène. Un miembro venoso, duro y ancho.
La ha pasado muy cachonda ver como el pollón del agente desfondaba el conejo de su jefa. Ahora mismo, si lo pidiera Putain, dejaría que le metiese el brazo hasta el codo en el culo. Tiene la entrepierna tan caliente que podría fundir una barra de turrón de almendras caducado de "La casquivana" del año 1881.
Algo más tarde.
Tal como se temía, Putain, el evento es un soberbio coñazo -y no de los que gusta nuestro amigo- y a los veinte minutos Putain ya ha convencido a una camarera tetona española, tras mostrarle varias fotopollas suyas, para que se la chupara bajo la barra del bar y la nevera de los postres mientras él se hacía el despistado.
Cuando el diablo se aburre mata moscas o camareras solícitas con el rabo.
—Estimada alcaldesa Morizet, estimados invitados. Yo presentar formal, aunque yo triste ustedes no saber quién yo ser —se identifica la terrorista cruzando las piernas e inclinándose cual ballerina del ballet Bolshoi—. Yo, Dasha Fedorovich, este ser hermano Dragan y estos ocho tovarishchi malos como vodka Kerenki. Yo prometer todo solo sustito si todos portar bien.
La terrorista de largo cabello largo y blanco como la nieve viste un corsé de cuero marrón inundado de hebillas, correas doradas y elementos mecánicos al más puro estilo steampunk. Por debajo de su ajustado corsé asoma una camisa con volantes de toque victoriano. Remata su atuendo unas botas de cuero hasta la rodilla, de tacón alto, decoradas con hebillas y cordones y unas elegantes gafas con cristales de distintos colores.
—Yo coger este objeto -señala con su escopeta Krieghoff K-20 la vitrina con la daga expuesta—, ustedes dar hermano Dragan todos objetos brilli brilli y documentos identidad llevar encima para nosotros saber dónde viven y poder hacer chantaje. No colaborar, dos hostia mano abierta.
» Yo recomendar ninguno pasar de listo o intentar esconder brilli brilli. Hostia grande. Yo mecha corta, saber. ¿Parecer bien? Da? Aquí todos amigos. Net? Hostia dos manos. Ahora todos ponerse fila como patos.
Un envalentonado capitán se quiere hacer el machote y recibe las prometidas hostias sin necesidad de pedir recibo y vistiéndole de torero.
Una asustada Rebeca de mirada lastimosa termina de abrocharse la blusa. No le ha dado tiempo ni a limpiarse las tetas del susto. Nerviosa le ruega al inspector salir juntos y situarse junto a los demás rehenes para evitar represalias. Viendo como le han dejado la cara al capitán de aplausos, es desde luego, una opción a considerar.
—Tranquila —le susurra Arsène subiéndose la cremallera que con toda la tontería se la he puesto más tiesa que la barra en un futbolín—. No sospechan de mí presencia aquí, se piensan que soy un invitado más... craso error.
Sigilosamente ambos se incorporan a la fila de asustados invitados. Morizet es la única que se percata. Su mirada fulmina a Putain con un amoroso "¿¡dónde cojones te habías metido!?"
Una asustada Rebeca de mirada lastimosa termina de abrocharse la blusa. No le ha dado tiempo ni a limpiarse las tetas del susto. Nerviosa le ruega al inspector salir juntos y situarse junto a los demás rehenes para evitar represalias. Viendo como le han dejado la cara al capitán de aplausos, es desde luego, una opción a considerar.
—Tranquila —le susurra Arsène subiéndose la cremallera que con toda la tontería se la he puesto más tiesa que la barra en un futbolín—. No sospechan de mí presencia aquí, se piensan que soy un invitado más... craso error.
Sigilosamente ambos se incorporan a la fila de asustados invitados. Morizet es la única que se percata. Su mirada fulmina a Putain con un amoroso "¿¡dónde cojones te habías metido!?"
Al llegar Dragan a la representante del ayuntamiento y a su temblorosa ayudante, Fayna, una envalentonada Morizet da un paso al frente.
—¡No te saldrás con la tuya, puta ladrona! —vocifera la alcaldesa clavando tacón reconociendo este incidente como una oportunidad inigualable. Incluso puede ver los titulares de los periódicos nacionales destelleando frente suyas como si hubiese estallado la Navidad en Las Vegas.
"La alcaldesa de París, Shaina Morizet demuestra de qué pasta está hecha, planta cara y cojones a los terroristas arriesgando su vida".
Sin duda alguna, esto la va a sepultar en votos para su próxima candidatura a la alcaldía y levantar las pesimistas encuestas en contra suya de las últimas semanas. Y si la rusa, en un descuido, le pega una tostada, pues mejor. Alcaldesa de por vida. En esta vida, hay que coger los trenes cuando llegan. Cueste lo que cueste.
—En cuanto os bajéis del barco, la policía de París os dará caza, os detendrá a todos o con algo de suerte, os acribillará a tiros. Do svidaniya, vorovskaya shlyukha!
—Oh, detalle bonito tú tener, hablar ruso. Yo hablar francés para todos entender aquí. Eso ser problema mío —responde Dasha acercándose tras hacer un excelso cambre*.
Se para en seco frente suya, la mira de arriba a abajo como quién reconoce a una vieja amiga y sin premeditación le suelta una bofetada que resuena como si partiesen un puñado de ramas secas.
—¡No te saldrás con la tuya, puta ladrona! —vocifera la alcaldesa clavando tacón reconociendo este incidente como una oportunidad inigualable. Incluso puede ver los titulares de los periódicos nacionales destelleando frente suyas como si hubiese estallado la Navidad en Las Vegas.
"La alcaldesa de París, Shaina Morizet demuestra de qué pasta está hecha, planta cara y cojones a los terroristas arriesgando su vida".
Sin duda alguna, esto la va a sepultar en votos para su próxima candidatura a la alcaldía y levantar las pesimistas encuestas en contra suya de las últimas semanas. Y si la rusa, en un descuido, le pega una tostada, pues mejor. Alcaldesa de por vida. En esta vida, hay que coger los trenes cuando llegan. Cueste lo que cueste.
—En cuanto os bajéis del barco, la policía de París os dará caza, os detendrá a todos o con algo de suerte, os acribillará a tiros. Do svidaniya, vorovskaya shlyukha!
—Oh, detalle bonito tú tener, hablar ruso. Yo hablar francés para todos entender aquí. Eso ser problema mío —responde Dasha acercándose tras hacer un excelso cambre*.
Se para en seco frente suya, la mira de arriba a abajo como quién reconoce a una vieja amiga y sin premeditación le suelta una bofetada que resuena como si partiesen un puñado de ramas secas.
—Nadie avisar policía hasta horas después nosotros ir, nosotros saber dónde casa y poder visitar familia. Yo tener mano suelta. ¿Todos entender?
*Movimiento en el ballet clásico donde la bailarina flexiona el torso de forma tal, que deja su espalda arqueada.
*Movimiento en el ballet clásico donde la bailarina flexiona el torso de forma tal, que deja su espalda arqueada.
Dragan empieza la recolecta por el extremo más alejado de Putain.
El intachable adalid de la justicia parisina, azote de la villanía francesa, decide poner en marcha su plan y empieza a sonreír. Si sus conclusiones son ciertas, a la terrorista rusa no le gustará un pelo tal desafío a su autoridad.
—¿Y tú de qué reír? —pregunta una iracunda Fedorovic acercándose con paso decidido—. ¿Querer hostia? ¡Nombre!
—Inspector Arsène Tiberius Putain.
La terrorista rusa no puede evitar balbucear al repetir su nombre. ¿Putain? ¡Joder! ¡El puto Putain!
Mira que su madre, la espía Bogdana Fedorovich alias Osa negra, se lo dijo mil veces: "¡Opera dónde quieras en el Mundo, incluso en la maldita Francia, pero jamás, te lo repito jamás vayas a París dónde anida el inspector Putain! ¡Prométemelo!
Dasha no entendía por aquel entonces la fijación de su madre por el tal Putain y aunque sospechaba que habría tenido un sonoro affaire con él en sus años mozos, nada justificaba la sentida animadversión hacia el francés. Ni que tuviera un pollón de caballo.
—¡Hazme caso, Dasha! ¡Putain es un maldito íncubo, un Rusalka! ¡Un momento de debilidad y te acaba follando! ¿Me entiendes? —repetía la madre sin cesar como un disco rayado sin dejar de besar impulsivamente su amuleto con la bondadosa efigie de Serafín de Sarov—. ¡Te follará! ¡Te joderá como se folló a tu tía, a tu prima, como me folló a mí! ¡No se lo permitas! ¡No caigas bajo el hechizo de su endemoniada verga! Prométeme que si alguna vez le ves; ¡Huirás! ¡Te follaráááááááááááááááááááááá!
Hace unos años en la barra del bar de un hotel de Estambul.
—Terminemos de una vez con esta mera transacción —dice el apuesto francés a la espía secreta Bogdana—. Liberad a nuestro agente y nosotros os devolveremos el maletín incautado al vuestro. Sí, ese que contiene un componente que supuestamente no existe y que anula la voluntad de aquel que entra en contacto con él. ¿Cómo lo llamáis? ¿Rabonium?
Las instrucciones de Bogdana eran muy específicas. Hacerse con el maletín, cargarse al francés y volver con el volátil y peligrosísimo componente a la Madre Rusia.
—No sabemos de lo que habla —afirma la rusa dándole un pequeño sorbo a su vodka y preparando disimuladamente dentro de su bolso la inyección letal que finiquitaría este asunto con el gabacho.
Arsène, ajeno a su destino, posa el pequeño maletín sobre la barra, desbloquea los cerrojos y lo abre.
—¡Qué haces imbécil! ¡Nos matarás a todos! —chilla Bogdana incorporándose del taburete y cerrando con un golpe el maletín, sin poder evitar que un fino polvo rojizo salga del interior—. De acuerdo, tovarich, dame el maletín y yo haré una llamada para... Aquí hace mucho calor, ¿no?
Bogdana se encuentra bastante mareada y es incapaz de desviar la mirada del enorme paquetón del agente secreto. Es hipnótica. Debe tener una hermosa tranca, gorda, venosa y dura como un invierno en un gulag en Siberia. Nada parecida a la del inútil de su marido y padre de sus hijos, Dasha y Dragan.
Arsène, como el perfecto caballero que es, evita su caída sosteniendo su espalda con una mano y con la otra, introduciéndola por debajo de su falda. Esta mano casquivana encuentra oro enseguida tocando pelo comunista.
La rusa está a mil, está muy cachonda, tiene la voluntad anulada. Se descubre mordiéndose el labio, deseando que esa mano pícara juega con su pepitilla, que sus fuertes dedos se introduzcan en el interior de su húmedo coño soviético.
Sin duda, todo debe ser efecto del Rabonium. El puto francés, en cambio debe ser inmune a él.
—Pozhaluysta, lléveme a mi habitación, no me encuentro bien —ruega la agente.
Arsène asiente y, tras pagar la cuenta, la acompaña hasta el ascensor. El ascensor llega sin demora y ambos se introducen en él.
Bogdana ya no puede más y pulsa el botón de STOP. Se abalanza sobre el francés bajándole los pantalones, junto a los calzoncillos, de una tacada.
El gordo y blanco miembro la saluda sin un ápice de vergüenza. Tiene, que digo yo, debe lamerlo de inmediato, sentir su piel dentro de su boca, chuparlo, acariciarlo hasta que estalle dentro de su boca. Necesita sentir su poderosa lechada en su boca, es el único antídoto.
Hace unos meses, en la célebre Sala Carmesí, le afirmaron que para contrarrestar los efectos del Rabonium se debían elevar inmediatamente los niveles de dopamina del agente infectado.
Arsène se deja hacer mientras Bogdana saca matrícula de honor en el curso de "chupar pollas". Tras unos frenéticos minutos, la polla del francés estalla en su boca.
Corresponde con cada potente descarga, la rusa abriendo exageradamente los ojos como si expresara algo en código morse.
La leche del gabacho es espesa, ligeramente salada y deliciosa. No desperdiciará ni una gota. Todo para adentro.
Cuando el nabo ya empieza a deshincharse en su boca -menos mal ya que de seguir así, ella iba a morir asfixiada-, Bogdana se saca la morcillona herramienta y la examina. Tenía razón es muy hermosa y mucho mejor que la del mierda de su marido.
Sigue aun incomprensiblemente muy cachonda, no es posible, hay que pasar al plan B.
En la cama de su habitación, la agente exige a que se la folle como una perra capitalista, sin remordimientos. Nuestro aguerrido servidor de la patria, la eleva sobre sus piernas y la penetra de pie frente al ventanal.
Mientras le besa el cuello como un lobo estepario hambriento, sus potentes estocadas le arrancan fuertes gemidos de placer a la soviética.
El Rabonium debe hacer que tenga una resistencia extraordinaria, piensa la agente a cuatro patas, espalda arqueada y rostro besando en el suelo, mientras sigue siendo penetrada sin piedad. Él está descontrolado, enrabietado y yo he perdido el número de orgasmos que llevo. Y para rematar, el hijodeputa la sigue teniendo dura como una roca; por Lenin, que acabe pronto o me matará a polvos.
Como si la hubiera escuchado los pensamientos, Arsène se apiada de ella y descarga con un gruñido finalmente en su coño. Es tal la cantidad de virilidad expulsada, que se ve obligado a sacarla. Pero viendo que su miembro sigue eyaculando sin parar, la vuelve a introducir.
Para Bogdana eso ya es el remate final y sufre otro violento orgasmo que hace que, de sus gritos de puro placer, se caigan todos los cuadros de la habitación.
Satisfecha se duerme como un buen camarada tras leer "El capital" de Karl Marx sobre la cama.
Al día siguiente, al despertar, constata que el francés ya no está y el maletín está depositado sobre la mesilla. Hace la pertinente llamada a sus superiores para la liberación del agente y vuelve a dormirse con una sonrisa.
Días más tarde, en la Sala Carmesí en Moscú, al abrir con sumo cuidado el maletín, se darían cuenta que ese equipaje nunca albergó ningún componente, aparte de unas bolsas de colorante español para paellas, y que habían liberado a su rehén a cambio de nada. El verdadero maletín no llegó a salir nunca de la bella París.
Vuelta al presente.
La terrorista da un paso atrás, trastabilla abrumada por la certeza de que se encuentra, ahora mismo en presencia de Putain, en peligro folla-mortal. Pero ajena a los sabios consejos de su madre, se resiste a abortar la misión y hace de tripas corazón.
—¿Y? ¿Tener algo en cabeza chorlito para detener a mí? —se planta desafiante a escasos metros del rostro del inspector—. ¿O solo pollón? —le aprieta el paquete con violencia solo para descubrir horrorizada que ha cometido la mayor de las torpezas; Tener en sus manos la octava, novena y décima maravilla del mundo moderno sin tomar ninguna medida de protección.
—Pues sí, en cuestión de pocos minutos, toda la guardia fluvial estará aquí. ¿Ves esas lanchas acercándose a toda velocidad? Es la policía en busca de tu culito.
Dasha no acaba de entender cuando se fue todo a la mierda. Seguramente cuando desoyó a su madre y tuvo la malísima idea de tocarle el hechizante troncho al inspector. ¡No puede haber otra explicación!
—Ahora depende de ti, Tank Girl, salir por patas dejando todo el botín o arriesgarte a que te pillen— engatusa Putain a Fedorovich sabiendo que no son lanchas atiborradas de la policía la que se acercan a toda velocidad, si no mundanos particulares.
Encontrar el letrero luminiscente de BEBIDAS GRATIS de la despedida de soltera sin recoger de unos días atrás junto a la barra y encenderla mirando a una orilla fue todo un acierto. Si hay algo más francés que levantarse en armas, cortar cabezas monárquicas o montar una huelga, es beber por la cara.
Los demás miembros terroristas abrumados deponen las armas temiendo ser, como les amenazó Morizet, acribillados a balazos.
Solo Dragan y Dasha mantienen la mente fría y se dirigen raudos cada uno a las dos botes neumáticos amarrados en la popa sin llevarse más botín que la daga. Dasha más cabreada que una suegra con dos yernos y Dragan súper enamorado, a su pesar, de la virilidad de Putain.
Deciden tomar una zodiac cada uno para dividir las fuerzas policiales que pudieran seguirles y multiplicar sus opciones de huida. Un vez montados se despiden con un beso al aire. Dragan gira a la derecha y Dasha vira a la izquierda.
Y es precisamente en el bote de la joven de cabello albino donde aterriza con un grácil salto Putain. No se puede decir que fuera del todo casual conociendo las mañas de nuestro inspector.
Teniendo la opción de bregarse cuerpo a cuerpo con un portento de mujer como Dasha o hacerlo con su amanerado hermano Dragan... pues está claro ¿no?
Desgraciadamente para los intereses de Putain, tras magrearle las duras tetas como melocotones repetidas veces a la joven, restregarle la cebolleta por su culo respingón en dos ocasiones y tocar pelo una vez, el contrapeso de su cada vez más gorda polla, le hace perder equilibrio y cae en las frías aguas del Sena.
Contrariado por haberla dejado escapar con la daga de Salomé vuelve a nado al "Marquis de Sade" mientras observa alcanzar la terrorista la orilla y huye a pie perjurando en arameo.
Desde la cubierta, Morizet no puede estar más satisfecha por el devenir de los acontecimientos. Muy, pero que muy satisfecha.
Epílogo.
Un mes después.
Hotel InterContinental París Le Grand.
Dos mujeres conversan en ruso ajenas de miradas indiscretas en la lujuriosa suite presidencial.
—Todo ha salido a pedir de boca. Mi popularidad en las encuestas a pie de calle se ha disparado y hasta el más pesimista de los analistas me augura un éxito rotundo en los próximos comicios— resume eufórica la alcaldesa Morizet—. Brindemos por ello. Aunque la bofetada se la podía haber ahorrado.
—Un mal necesario. De buen grado le hubiese pegado dos más. Me estaba cargando el coño más que las piernas del cartero de los corintios —responde con semblante serio la terrorista Fedorovich terminándose a gollete la botella de vodka—. Tener un ojo morado durante unos días es un precio asequible que le venido de fábula ante sus votantes. ¿No le parece?
La alcalde Morizet asiente con sonrisa concupiscente.
—Lamento lo de su equipo, pero me consta que su hermano está sano y salvo en Laltavia. Moveré mis hilos ante el juez para que el resto de sus hombres tenga un castigo ligero. Para salvar a la reina hace falta sacrificar a los peones. Lo entiende ¿verdad?
—Perfectamente, pero hablemos de mis honorarios. Me quedo con la daga como se acordó, pero renuncio a la segunda parte del pago. Quiero que me entregue la cabeza del inspector Putain. Me ha dejado en ridículo como una puta estúpida e incompetente. No lo consiento.
—¿Putain? —responde sorprendida Morizet y tras sopesarlo algunos instantes conviene a la petición—. De acuerdo, así se hará y en bandeja de plata. Haga con él lo que estime. Ya no me es de valor. Sabe demasiado.
—¿No es irónico que Salomé de todas las cosas que pudiera pedirle al rey Herodes exigiese también una cabeza? ¿La de su odiado Juan Bautista? —se vanagloria Fedorovich—. La vida está llena de coincidencias.
La alcaldesa calla y se sirve un vaso de vodka. No será fácil hacer caer al amado inspector parisino. Arsène tiene ciertamente amigos poderosos.
Algunas veces no queda más remedio que sacrificar piezas valiosas por un bien mayor. La ciudad de la Luz necesita (aunque no lo sepa aún) más a Shaina Morizet que a la hermosa verga del inspector Putain.
Todos los derechos reservados.
¡La estupenda banda sonora!
t.A.T.u. - All the things she said.
t.A.T.u. - All about us.
Excelente relato como nos tiene acostumbrados Valentin@.
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