La extraña desaparición del inspector Putain 1de3 (Inspector Arsène Putain II #5)
EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS
LA EXTRAÑA DESAPARICIÓN
DEL INSPECTOR PUTAIN
PRIMERA PARTE DE TRES
Apartamento del inspector Arsène Putain.
Lo último que se espera la inspectora Michelle Dupont, en el revuelto apartamento del adalid de la justicia parisina y desaparecido inspector Arsène Tiberius Putain, era encontrársela a ELLA.
Acuclillada, frente al armario ropero del dormitorio, remueve con un bolígrafo una montaña de bolsitas herméticas desparramadas. La comisaria Babette Fournier había hecho regresar a Michelle expresamente desde Dover, Inglaterra para ayudar en el caso. De igual modo le había puesto sobre aviso que tendría la ayuda de un activo externo, que dejase a un lado todas las posibles diferencias e hiciera lo imposible para resolver el caso.
—¿Tan desesperada está la comisaria Babette Fournier que tiene que echar mano de una retirada soplón de tres al cuarto? —saluda socarrona Michelle a Pauline Putova aka la criminal Nicole Moloko.
—Hombre, fíjate quién ha llegado; la mosquita muerta de Michelle Dupont. ¿Ya te has cansado del lluvioso clima de Gran Bretaña, Michelle? Has engordado, ¿verdad? No me extraña, la incompetencia da mucha ansiedad— responde Moloko incorporándose y sacudiéndose las manos sus pantalones vaqueros skinny fit.
Boina vasca roja, pelo rubio rizado, piruleta de cereza en mano, multitud de minúsculas cadenitas doradas con medallones de; "Haz el amor y no la guerra" y el aspecto de una niña buena que jamás se hubiese comido una buena polla. Nada indica que no hace tanto que la infame Nicole Moloko era, para la policía de Paris y más concretamente al bravo inspector Putain, un constante dolor de huevos.
—Querida, ¿te tengo que recordar quién fue parte activa en descubrirte y terminó con tu desastrosa carrera criminal de pacotilla? —desafía Michelle dando un paso al frente. Sus desproporcionados pechos respecto a su altura bambolean como dos paquetes de harina.
Michelle y Nicole entre gruñidos se aguantan la mirada una eternidad. Dupont con las extremidades cruzadas sobre su suéter de lana naranja mientras Nicole Moloko lo hace con los brazos en jarras. Levantan y bajan acompasadas el mentón como un carillón. Si a alguien se le hubiese ocurrido poner de fondo musical "Paquito, el chocolatero" habría triunfado.
—¡Puta comepollas! ¿Qué has encontrado? —pregunta Michelle con el hacha de guerra desenfundada.
—¡Paleta reprimida de los cojones! ¡Mosquita muerta! —responde al quite Moloko— ¿Aparte de medio centenar de bolsas herméticas desparramadas con ropa interior de mujer? Nada. Todas están pulcramente marcadas con los nombres de las féminas y la fecha. Hay bastantes tuyas. Casi más que mías. Vaya, vaya. Al final sí que te follaste al inspector. Enhorabuena —Moloko aplaude irónicamente mientas sorbe y chupa ruidosamente la piruleta. Sabe que Michelle aquejada de misofonía* eso le jode sobremanera—. ¿Qué tienes tú, tonta del bote?
—¡Mucho!¡Más que tú! No se forzó la puerta del apartamento. Arsène debió ser abrir la puerta voluntariamente o alguien que tenía llave, accedió libremente a la vivienda. El Porsche 911 de Putain también ha desaparecido. El buzón de voz de su móvil no acepta más mensajes. He hackeado su buzón, pero los mensajes tampoco arrojan pista alguna de su paradero.
» El apartamento está hecho una leonera, algo sumamente inusual en Putain; la cama deshecha, cajones abiertos, estanterías volcadas. También se ha encontrado un pasamontañas manchado de una sustancia viscosa en el cubo de basura del aseo. Tampoco se han encontrado huellas de pisadas por el piso. Por desgracia el edificio de Putain no dispone de cámaras de seguridad. Estamos a la espera del peritaje de las huellas dactilares y capilares. Alguien estuvo buscando algo en concreto. ¿El qué? No lo sé aún, pero lo sabré — enumera Dupont con los dedos de sus pequeñas manos.
—Mosquita muerta; estarás de acuerdo conmigo que a falta de más pistas -la comisaria Fournier ya estuvo aquí a primera hora de la mañana y tampoco encontró nada de interés-
y a la espera del perito, debemos empezar a interrogar a los amigos de Putain cuanto antes. Centrémonos en aquellos que pudieran tener acceso a su vivienda.
—¿Quién lo iba a sospechar? No eres tan gilipollas como pensaba. Empezaremos por su ex mujer, Monique. Por supuesto que iré sola. Sería muy raro que la antigua canguro de su hija fuera a interrogarla. La misma que luego resultó ser una ladrona enfundada en látex ajustado con máscara de gas. La misma con la que mantenía un affaire y le chupaba la polla a su ex marido, día sí, otro también. ¿No te parece?
—El precio de ser famosa no es barato, ardillita. Yo ya lo soy con 23 años ¿y tú? ¿Qué tienes? ¿75 años? ¿Mil? Se te ve bastante estropeada —provoca Moloko sumamente divertida. Se lo está pasando en grande.
—21. Quizás 75 años los tenga tu puta madre montada a caballo —responde envalentonada Michelle roja de ira.
—Además, te recuerdo que ya pagué mi deuda a la sociedad. El nombre de mi identidad real no trascendió a la prensa tras el trato con tu jefa y la fiscalía de Paris. ¿Algo más que tenga que aclarar, mosquita?
Michelle responde con un bufido y tras disculparse por el pisotón que le mete a Moloko, levanta la cinta elástica de "Escena de crimen. No cruzar" de la puerta del apartamento para franquearla y le indica: "Usted primero, señorita famosa".
Moloko sonríe, se agacha bajo la cinta amarilla y se disculpa igualmente después del codazo que le mete a las tetas a Michelle al salir.
Max, la tortuga de orejas rojas de Putain mastica curiosa a pocos metros desde el acuario. Desde luego, aquí uno no se aburre nunca. El día que decida escribir todo lo que ha visto, automáticamente será un bestseller.
* La misofonía que afecta hasta al 20% de la población, provoca una reacción anormal ante determinados ruidos, como comer, sorber o respirar fuerte. Este trastorno provoca un malestar insoportable por culpa de los ruiditos generados por otras personas.
Bufete de abogados "Avocats du loup sacré".
Por la tarde.
—¿Puedo ofrecerle un refrigerio, inspectora Dupont? —la recibe la menuda Monique, en su despacho tendiendo la mano.
La ex mujer de Putain respira clase por todos sus poros. Grandes ojos color cielo, media melena castaña, culito respingón y tetas encarceladas por una fina camisa de seda color pecado. No pocas veces Arsène la animaba entre bromas a ser portada de cualquier revista de temática MILF.
—Por favor sólo Michelle. He trabajado muchísimos años junto a Arsène y no por ser inspectora hace poco, vamos a dejar de tutearnos. Nos conocimos en el hospital tras el incidente de la sala Nenúfar** ¿Recuerdas? ¿Cómo está Camille? Estará ya grandísima.
—Pues sí y poniéndome de los nervios con las tonterías de la adolescencia y su nuevo novio que no para de meterla mano a todas horas. ¿Dónde se han quedado los modales de la gente joven? Perdón ¿En qué puedo ayudarte? ¿Decías que Arsène estaba en problemas?
—Arsène lleva desaparecido hace una semana. Tenemos fundadas sospechas que está retenido contra su voluntad por alguien conocido de su entorno.
—Oh, ¿Sospechas de mí?
—Todo el mundo es culpable hasta que se demuestre lo contrario —ríe Michele llevándose la mano a la boca— Es broma ¿o no lo es? ¿Recuerdas la última vez que lo viste?
—Sí, claro. Fue él sábado pasado, unos cinco días atrás. Me debía un regalo de cumpleaños y me acompañó a comprarme un vestido a las galerías Lafayette junto a mi hija y Claude. Claude es mi marido.
Michelle asiente. Sabe quién es Claude Archambeau, el prestigioso banquero del centro de París. Más divertido que escuchar una partida de ajedrez por la radio.
—¿Puedo serte 100% sincera? —pregunta Monique nerviosa—. Se sirve una café. ¿Quieres uno?
—Te lo ruego. No, no quiero café. Gracias —responde la inspectora Dupont.
—Arsène es un hombre encantador, gentil y un amigo excepcional. Un grandísimo padre —asevera Monique—. Que esté felizmente casada con Claude no quita ápice que Arsène y yo no tengamos ciertos "deslices" de dudosa moralidad. No lo puedo evitar. Arsène es un seductor nato y muy macho. Tiene encantos y una polla... —Monique se muerde los labios—. Me siento completamente indefensa en su presencia.
» ¡No pareces sorprendida! —exclama Monique entre enfadada y aliviada.
—Conozco muy bien a Arsène —certifica Michelle subiéndose el caballete de sus gruesas gafas al puente de su menuda nariz y omite que no pocas veces ha podido disfrutar del legendario arma del adalid de la justicia. Dónde pone el ojo, pone la polla.
—Mientras Claude esperaba paciente junto a mi hija en el local "Bellerose", Arsène ya se las había apañado para meterse conmigo en el probador. No habían pasado ni dos minutos y ya había apartado a un lado mi tanga y empezó a chuparme, lamerme como el campeón mundial come-almejas es. No sólo carga con una polla colosal sino además tiene un don; una lengua diabólica capaz de hacerme llegar al éxtasis en cuestión de minutos. Cuando estoy con Arsène estoy más acelerada que Supermán llegando tarde a un atraco. Y es que, al amigo, no hay nada que se la ponga más dura que follarse a las mujeres de otros.
La ex ayudante del intachable agente de la ley pone los ojos en blanco recordando como el desaparecido inspector, no hace tanto, la lamía hasta dejarla descoyuntada. Si no fuera imposible hasta diría que se desmayaba cada vez que sentía la ígnea lengua de fuego del sátiro acariciar, morder y chupar su pepitilla. Nadie folla ni lame como Putain. Con toda la tontería, está súper cachonda.
—Fuera, mi esposo no hacía más que preguntarme si me quedaba mucho, a lo que yo entre jadeos mal disimulados le gritaba que me quedaba poco, poquísimo. Decía Claude que notaba que tenía la voz algo tomada, que por favor no cogiese frío dentro del probador. Pobre Claude, le quiero muchísimo, pero es tan inocente. En cambio, Arsène no es de este mundo, es el diablo carnal personificado. Me hechiza con su polla.
—Por favor continúa —espeta Michelle a Monique deslizándose un dedo disimuladamente entre la falda y el tanga. Se pinza la pepitilla. La tiene gordísima y al rojo vivo.
—Claude, cansado de esperar ,se dirigía presto a ayudarme para agilizar la elección del vestido a lo que yo le ordené entre insultos que no diera un paso más bajo amenaza de divorcio. Que se quedase dónde estaba, joder.
» Me contestó que no me pusiera de tan mal talante. Que se marchaba junto a Camille en busca de Putain, cuya pista había perdidos hace media hora para tomarse una cerveza con él. Arsène saca la niña mala y muy traviesa que hay en mí.
Michelle conoce esa sensación muy bien. No pocas veces se ha masturbado delante de él vía telemática.
—Nada más darse la vuelta Claude, empujé extasiada, enfebrecida por el deseo a Arsène, para que se sentase de una puta vez en el banco del probador, le metí mis húmedas bragas en la boca y le monté sin pedir permiso. Acoger de una tacada 25 centímetros de gloriosa y durísima polla no es baladí. Me corrí en cuestión de segundos. Arsène tiene ese efecto en mí. Después agradecida le hice una felación procurando que no me pusiera perdido de masculinidad al eyacular. No tuve esa suerte. Me terminé comprando una blusa amarilla horrorosa que colgaba de un probador anexo. Escondí la que llevaba puesta al entrar en la galería, completamente arruinada con amplias salvas de grumoso esperma, tras unas cajas de material de devolución.
—¿Te volvió a ver tras el encontronazo sexual? — interroga Michell apartando sus dedos de su sexo. Le pone como una moto visualizar el troncho del inspector.
—No, quedó en llamarme unos días después, cosa que no hizo. No le di importancia. Arsène es un hombre muy ocupado. La vileza criminal no descansa en París.
—Una pregunta más, ¿Estabas al tanto de que coleccionaba la ropa interior de la mayoría de sus amantes y las tenía etiquetadas por fecha y nombre?
Monique asiente divertida justificando al inspector que cada uno tiene sus hobbies y que pondría su mano en el fuego que jamás intentaría chantajear a nadie con ellas.
—¿Dispones de un juego de llaves del apartamento de Arsène?
—No, pero Camille tiene uno. Se pasa dos días a la semana para dar de comer a su tortuga Max. ¿Quieres que llame a mi hija y os abra la puerta?
—No será necesario, gracias.
Michelle se despide dándole las gracias a Monique, convencida de que no hay motivo alguno para sospechar de la mujer. Está segura de que desconoce el estado del apartamento y, además, no hay ningún atisbo de rencor en ella hacía el bueno del inspector. Nadie confesaría una relación extramatrimonial si temiese que al hacerlo colocarse como principal sospechosa.
Al salir de bufete, Moloko la espera en la entrada jugando al Candy Crash. Anda que no lleva gastado dinero en el puto juego. Ella tampoco cree que su antigua empleadora tenga ninguna intención de lastimar a Putain. Monique le ama. Una mujer enamorada reconoce a otra.
Aprovechan que el trabajo de la siguiente sospechosa y amiguita de Putain, Ayana Deschamps, no queda lejos para brindarle una visita.
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¡La banda sonora!
The Rolling Stones - Mess it up (Purple Disco Machine Remix)
Deseando leer el final. ¿Cuándo se publica? ¿Y el libro? Me tienes en ascuas, seguro que la culpa es de Moloko. ¡Puta Moloko!
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