Lucía en "Academia de azafatas calientes"
EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS
La tarde es cálida en la Ciudad Condal. Lucía Cardoso como su mejor nueva amiga Manuela García no pueden estar más satisfechas de la muy acertada decisión de emprender el curso para tripulante de cabina meses atrás. Siguen disfrutado muchísimo de su estancia en Barcelona y de ver cómo poco a poco se van cumpliendo sus sueños de ser azafata de vuelo.
La academia de tripulantes de vuelo OpenAir Fly, es muy exclusiva, y no es de acceso público. Hay poquísimas plazas y sólo se entra por estricta recomendación. Apenas dos llamadas telefónicas le han bastado a la madre de Lucía, Ana Vergara, para que ellas puedan inscribirse en el curso.
—Ventajas que tiene una de ser influyente y de que algún que otro inversor, le deba al teatro algún favor —refuerza sílaba a sílaba, Ana al teléfono a su hija. Divertiros en Barcelona, pero no quiero barrigas a la vuelta. Aprobad y aquí todas tan contentas. Aunque será difícil que te quedes preñada, hija mía, si sólo se te corren en las tetas. Haced el gilipollas y yo misma iré a Barcelona para arrastraros por los pelos, de las Ramplas hasta el aeropuerto. Eres mi hija y tú, Manu, dulce mío, como si lo fueras. No me dejéis en mal sitio. Podéis hartaros a beber, bailar, follar... pero me aprobáis. Tengo una reputación y yo no mando a vagas a la academia.
Lucia y Manu asienten, y cuelgan el teléfono poco después. Están desde luego llevando a rajatabla las "exigentes" consignas de la madre de Lucía. El lujoso apartamento que les ha alquilado Ana a pocos metros del Parque Güell, ha visto muchos litros de alcohol verterse, muchos tacones bailar sobre el suelo y muchas pollas correrse entre sus paredes. Que Manu aún tenga como novio oficial a Johnny, en Madrid, no le preocupa. Hace ya tiempo que sólo son amigos más que otra cosa... algún polvo de rigor, pero malo. El sexo con su ex -ex obrero, ex taxista, ex empotrador, ex todo- es rutinario y aburrido. Tan rutinario como encender el microondas.
Lucía no se cansa de repetir que sólo se es joven una vez, que le mande a tomar por culo, se lo dice a todas horas, mientras comparten mesa, mantel y cama. Eso sí, si deja a Johnny, que la avise, para echarle un polvo al colega -tiene cierta fijación en follarse a las personas de otras amigas- antes que para eso estamos. Para echar una mano o un polvo...
De las aproximadas 320 horas que componen el curso de formación de tripulantes de cabina, más de 240 horas son teóricas y el resto prácticas. Hoy Benito Arias, un atractivo hombre musculado, de piel bronceada, cabello castaño y sienes plateadas a pesar de su juventud, continuará con su clase de conocimientos generales de la aviación, mercancía peligrosas y acciones a tomar en caso de incendios.
Lucía está como loca por volver a follárselo. Algunas semanas atrás, en un alarde de originalidad, se había desabrochado un botón adicional de su sufrida camisa. Cual diligente espartano al cargo de salvaguardar el paso de las termopilas resistía la camisa todo furibundo ataque del ejército de las beligerantes tetas de la Sra. Cardoso, con escaso éxito. Para completar su malévolo plan, se había sentado en primera fila y se había dibujado con carmín brillante en los párpados, las palabras FÓLLAME y LAS TETAS. Y Lucía no cejaba de abrir y cerrar los párpados…
Arias no deba crédito a lo que veían sus ojos al ver el explicito mensaje. Y aún seguía incrédulo, algunas horas después, mientras se corría entre sus colosales tetas de Lucía en su descapotable. Manu, le cubría las espaldas a su amiga a la entrada del garaje para evitar que los vieran. Arias tiene una reputación que mantener. En cambio, a Lucía la reputación se la traía al pairo, pero respetaba que él quisiera ocultar su desliz con una alumna.
Pero eso era antes, ahora toca fumar un cigarrillo y entrar a clase. Una atractiva pelirroja, de largo pelo rizado perfumado, las anima a entablar conversación. Es la oriunda de Castelldefels, Ximena Prado, blanquísima de cara, piernas kilométricas y una falda que se asemeja, más en su tamaño, a un cinturón ancho que a la susodicha prenda de vestir. Tras algunos momentos de cháchara, se tocan los temas realmente importantes del día.
—¿Tías, de verdad que no sabes lo qué es la técnica Andrea? Pues, no sé cómo vais a aprobar... —afirma la pizpireta Ximena mirando fijamente con sus ojos claros a Manu, mientras un triste cigarrillo languidece en sus finas manos. Bueno, podéis aprobar, claro, pero os será mucho más difícil... Sólo aprueba un 10% de las chicas. Somos 24 tías... pues haced las cuentas. Y está técnica funciona a las mil maravillas. Una buena mamada acompañada de paja y los profesores te aguantan entre menos y nada. Luego todo es "coser y cantar" , bueno en este caso "chupar y aprobar".
Tira la desfallecida colilla la suelo, la pisa con sus botines Louis Vuitton, la recoge con dos dedos y la introduce en la cajetilla semi vacía de Marlboro Light.
—¿Y, tú sabes cómo va? —preguntan al unísono unas sorprendidas Manu y Lucía.
—Pues claro que lo sé, joder, me las puedo dar de tonta, pero no lo soy… —se enciende otro cigarrillo y le da una larga calada mirando al cielo. Los tíos se corren enseguida. Requiere un poco de práctica, pero si sois aplicadas quizás... Entre nosotras existe un rumor que dice que la directora del centro, Andrea Recio, tiene tan perfeccionada esta técnica, su técnica, que cualquier polla que se traga rinde la plaza en menos de un minuto. Que es una tragasables de primera, una fiera. A ver, este rumor no está contrastado del todo, pero yo me lo creo a pies juntillas. ¿Os habéis fijado en la cara guarra que tiene la directora? ¡Se las debe comer dobladas! ¡Qué envidia! Bueno, ¿queréis aprender la técnica o no? Esto no será gratis, yo no soy una ONG. Me deberéis un favor que me cobraré más adelante... Si os animáis, y de verdad queréis pasar con nota, tengo un hueco en unos días. Vendrá un amigo mío. Tiene la polla de un caballo, dura como un peñón y tarda una eternidad en correrse. Ya lo creo, el muy mamón. Se prestaría gustoso a que fuera vuestra polla de prácticas. ¿Os hace o no?
—¡Ya estás tardando! —asiente Lucía de inmediato meneando la cabeza como el infame perro decorativo de cabeza basculante de los coches de nuestros padres.
Al rato, entran el aula, dónde Arias ya está escribiendo en la pizarra con su culo apretado en los vaqueros, capaz de partir nueces de dos en dos. Lucía se siente malhumorada al final del aula... le han birlado la opción de poder sentarse delante una alumna más veloz. Y más puta seguramente. Una Manu risueña se ríe con Ximena al mostrarle una foto enviada por su novio en un arrebato de amor y dotes seductivos. Un Whatsapp de su miembro erecto vestido con una pajarita y una capa. Johnny es tan tonto de hacerse la foto delante de un espejo, dejando a la vista unos pies femeninos y un sujetador en la parte inferior del encuadre. Manu ya sabe hace tiempo de sus deslices. Se los consiente, sabe perfectamente cómo son los tíos y de sus necesidades "ingobernables".
—¡En catalá, si us plau! —demanda una de las chicas sentadas en primera línea de estrafalario pelo corto rubio estilo pixie, al poco de empezar el comandante Arias su clase de mercancías peligrosas.
—¿Disculpe, Sra. Puig i Solans? —responde Arias enarcando las cejas y girándose a la clase. Sabe de sobra quién le ha interrumpido. La ha calado nada más entrar en el aula, con su senyera estampada en la raída chaqueta vaquera, y su afrancesado timbre catalán.
—Escolti, Sr. Arias. Estamos en Cataluña, y tenemos, es más... es nuestra obligación nacional, respetar ese idioma tan extraordinario que es el catalá. Fundamental para entender la idiosincrasia de esta grandísima nación que es Cataluña —responde enaltecida Marga Puig i Solans, golpeando con su lápiz la mesa repetidas veces hasta partirlo.
Denota con su altiva voz, lo mucho que le disgusta tener que cambiar al vil castellano para hacerse entender, mientras busca la aprobación de sus compañeras del aula con la mirada. Lucía la bufa, cual gato callejero y saca las uñas, mientras que Manu echa la cabeza hacía atrás, pone los ojos en blanco de incredulidad y dice en voz alta que ya estamos otra vez con las mismas polladas. Las demás compañeras callan y se reclinan curiosas hacia adelante para no perder detalle de la venidera tormenta.
—En primer lugar, Cataluña no es una nación... es una región maravillosa de un país llamado España. En segundo lugar, el catalán, Sra. Puig, le va a usted a servir en esta profesión para bien poco, y mucho menos, en vuelos intercontinentales. Aparte de que es una falta de respeto hacia los demás asistentes al curso hablar y exigir las clases en catalán. ¿Usted cree que, en un vuelo internacional a Buenos Aires, por poner un ejemplo, a una madre con un ataque de ansiedad, le va a servir que usted le intente tranquilizar en catalán? ¿En lugar del castellano, que lo hablan 580.000 millones de personas frente a... seamos generosos, 11 millones de catalanoparlantes? Es como hablar en sueco. Por simple matemática y optimización de recursos, deberíamos centrarnos en el castellano como vehículo lingüístico. Usted querrá optar seguramente a los mejores puestos que su formación le permita, ¿Por qué excluirse a sí misma, renunciando a un idioma que le puede abrir tantas puertas? Se puede ser muy orgulloso de ser catalán y hablarlo... yo fomento todo tipo de formación que nos haga ser más competitivos a la par de orgulloso de nuestras raíces, pero me desagrada profundamente ser excluyente. Excluir por ser diferente es de un trasnochado espantoso en este mundo global. Nuestras diferencias nos deben unir, jamás separar. ¿No le parece?
Margarita baja la vista, desciendo el dedo y se hunde en su silla, avergonzada de su estupidez. Escribe para disimular en su cuaderno palabras inconexas, cuando en realidad no deja de repetirse mentalmente: "Jo l'he cagat per gilipolles".
—Gracias, me lo parecía. —finaliza Benito Arias.
Margarita Puig i Solans, no es tan tonta como para no darse cuenta de que ha metido la pata y esa misma noche, tras la cena planeada de rigor con el cuerpo docente, intenta arreglar las cosas y disculparse con Arias. Le intercepta al salir del servicio tanto para damas como para caballeros del local.
A pesar de ser muy independentista, lesbiana -aunque no del todo-, muy convencida, muy amante de su tierra y de sus butifarras locales, no duda en proponerle al docente como tregua de paz, que se le meta por el culo. Está dispuesta a que la gorda y nervuda polla "salchichonera y charnega" estilo Pamplona penetre por primera vez en su virginal culo como muestra de buena voluntad.
Se baja los ajustados vaqueros, junto a su tanguita con los colores de la senyera y echa el culo hacia atrás mientras abre el ventanuco del lavabo de señoras. Saca la cabeza para cerciorarse de que no hay nadie en el jardín y se separa los cachetes de su culo invitando al docente a penetrarla. Ahora ya se la puede meter Arias. Le ruega que sea cariñoso. Arias le afirma que lo será mientras escupe en su polla.
Con la primera penetración no puede evitar morderse los labios de placer. Echaba tanto de menos una buena polla. Tras la primera estocada, Arias la tira al suelo como un animal desatado del collar choker para pasar después a estrujar sus menudas tetas en forma de pera como quién amasa pan. Sin piedad por la propiedad ajena, el docente magrea una y otra vez, con ambas manos los atravesados pezones atravesados con piercing de su díscola alumna, mientras su tranca se hunde en su culo como la lanza de Sant Jordi.
—Puta indepe de los cojons —susurra Arias a lo bajini con cada acometida de carne, mientras sus duros huevos golpean el culo de Marga. Zup, zup, zup. El diminuto lavabo, cerrado con un minúsculo pestillo, intensifica con su eco, los jadeos de ambos. Sus rítmicos golpeteos emulan al Tamborilero del Bruch en la famosa batalla de la que coge el nombre.
Marga, jamás confesaría que la mera situación de ser jodida por el autoritario Estado español, la está poniendo súper cachonda. Casi tanto como la puso el tontaina de Aurelio, el amigo de su hermano Jaume, cuando fue a pasar un finde a Girona y se la folló en la cama de sus padres, mil años antes de hacerse lesbiana. Qué polla tenía...
Sin poder evitarlo se corre como una colegiala con un grito apagado. Apenas llega a posar su mano para tapar su boca mientras Arias descarga no una, sino dos veces, una espectacular lechada, una en su, enrojecido y muy prieto, culo catalán y otra en su barcelonesa espalda. Y la vuelve a meter por el mismo sitio.
—Déu meu, em vaig desmaiar de plaer —se repite mentalmente la Srta. Puig, mientras echa atrás el culo con violencia para no echar a perder nada de la animalada de corrida que el ilustrado docente está bombeando rítmicamente en su culo. Ya le explicará a su novia Ángels que una buena polla nervuda, da mucho más juego que una puta mierda de verga de plástico al cinto. O quizá se calle… no hace falta lastimar sus sentimientos nacionalistas, ni su ego de lesbiana militante. Será su pequeño secreto.
Por su parte, a Benito, no hay cosa que se la ponga más dura que joder a los separatistas… y por supuesto que la Srta. Puig se diera cuenta de su error. Saca aun palpitando su enrojecida verga del culo de Marga y se la introduce en el húmedo conejo de para que ahí se acabe de deshinchar. Ella le aparta al rato la polla y se sienta de rodillas encima de su chaqueta de cuero al ras y termina de succionarle las últimas gotas de esperma a Benito. Arias le restriega agradecido entre jadeos, el ciruelo por sus orejas y comisura de los labios. Aquí paz y después gloria. Las tropas francesas han huido.
Margarita se ha quitado un peso de encima y por la voluminosa corrida de Arias... éste aún más. Las cosas bien hechas, bien parecen. Su padre, el afamado concejal del partido "Tot units sempre" ha pagado un buen dinero para que ella pudiera ser azafata. Y ella no lo va a echar a perder por una gilipollez dicha a destiempo. La pela es la pela. Suspender el curso es quedarse también sin su generosa paguita. Mira por el ventanuco del lavabo del restaurante "El conill feliç" la preciosa noche estrellada de Barcelona... mientras las últimas gotas perladas de grumoso semen se deslizan perezosas de su culo. Qué bonita es Barcelona de noche... con dinero —suspira Marga con el culo enrojecido a l'ast.
Unos días más tarde, casa de Ximena.
Manel aguarda desnudo encima de la cama en forma de corazón de Ximena. Tiene en verdad, tal como le prometió Ximena, una polla gordísima, parecida al pistón de un camión. Empuña su mejor pieza con la mano derecha, mientras acuna unos gordísimos depilados huevos con la izquierda. Ximena le da las gracias por venir, y le pide a su dispositivo Alexa que atenúe la luz y que ponga algo de música Chillout. Manel sabe muy bien que tiene una tranca "ilegal" y la agita de un lado a otro como un botafumeiro. Gruesas gotas preseminales manchan la colcha de la cama. Deja de acunarse los testículos y les indica a Lucía y Manu, que ya pueden empezar a chuparle la polla, que se está quedando frío. Y eso no es de recibo.
—Nos va a desencajar la mandíbula —atina a decir Lucía con los ojos abiertos mientras da involuntariamente un paso atrás. Eso no hay Dios que se lo meta una en la boca.
Manu se está echando el pelo para atrás para hacerse un moño y demostrarle a su amiga que no hay que tener miedo en la cárcel. Nada queda de la chica insegura con corrector dental de Madrid. En apenas un año tras la llamada telefónica, la vida le ha dado un vuelco de 180 grados. La vida hay que agarrarla por las pelotas, a dos manos, sin miedo. Termina de hacerse el moño, cuando es interrumpida por Ximena.
—¡Exacto! —responde Ximena a Lucía, vestida en ligueros negros, bata de seda transparente, escupiendo en su mano e inclinándose sobre la octava maravilla. La técnica Andrea no va de meterse torpemente la verga en la boca y chupar durante horas como una gilipollas. Va de lamer el glande, de envolverlo con tu lengua, de acompañar cada chupada con un movimiento duro de muñeca, de asistir cada latido de placer de la tranca, de entretenerse, de chasquear con la lengua el frenillo de esta imponente polla. Os lo enseñaré. Manel... ¿Está tu amigo preparado para dar una lección vital?
—Siempre—contesta Manel, ahuecando sus brazos en forma de almohada, mientras su polla acepta el envite y parece hincharse aún más, liberado de la prisión de su amplia mano. De algún extraño modo, todo es grande en Manel…
Ximena se inclina amorosamente sobre el enrojecido demonio hecho carne, y golpea el glande repetidas veces con el dedo anular. —¡Hora del espectáculo, cacho putas! —afirma locuaz. Nuevas gotas perladas abandonan el prepucio de Manel y se deslizan por su tranca para morir en el puño de Ximena. Aun, tras tantos años conociendo a Manel, le sigue sorprendiendo que, por mucho que lo intente, siempre le faltan algunos centímetros para poder acotar con una mano el diámetro de la polla de su amigo.
Empieza la lección. Manu y Lucía no pueden dejar de darse codazos boquiabiertas, sorprendidas de lo mucho que aún les queda por aprender. ¡Qué arte! Qué voluptuosidad lamiendo la verga de Manel, deteniéndose en cada gruesa vena palpitante. Mordiendo cada centímetro de polla para después acompañar cada mordisquito con una disculpa en forma de beso. Los labios de Ximena, a rebosar de dulce saliva disfrutan cada centímetro de la colosal verga de caballo de Manel. Los azulados labios pintados de carmesí acorralan, se funden, succionan el glande con inaudibles plops, mientras una diestra mano sacude al mismo el falo de Manel como quien intenta abrir un paraguas viejo. Manel gime de placer y no ceja de encoger cual poseso los dedos de los pies.
—Joder, tía—dice una maravillada Lucía a Manu. Pues anda que no tiene que bombear sangre para mantener tiesa esa pedazo tranca. No podrá ni pensar con claridad... y mira, mira... se va a correr ya mismo. Sus huevos están a punto de explotar...
Manel grita con voz entrecortada: "¡A cubierto!" y se corre como un miura en la mano de Ximena. Cual torre condenada a ser demolida, estalla su polla con una voluminosa salva de esperma que alcanza una considerable altura para caer a plomo sobre la mano de Ximena. Splash. Una, dos, tres, cuatro bestiales salvas más, sepultan la mano de semen de la anfitriona, mientras los huevos se deshinchan poco a poco. Parece ciertamente un helado de dos bolas derretido al sol en la mano de una joven. La Sra. Prado detiene el cronómetro con la única mano que le queda impoluta...
—6 minutos y 14 segundos —sentencia una orgullosa Ximena. Récord personal. Ahora os toca a vosotras aplicaros... yo ya he hecho mi magia. Y os prometo, que este chico malo, este Ramsés, tiene leche para toda la noche.
Manu se desprende de su chaqueta, se baja los pantalones de lycra ajustados negros, y aun con la tanguita puesto empieza a restregar su culo en la semi flácida polla de Manel. Tal como prometió Ximena, la polla de Manel presenta armas casi de inmediato, está lista para el servicio como buen soldado, y se vuelve a erguir sobre los cadáveres de sus enemigos. Los torneados cachetes del culo de Manuela atrapan la imponente verga de Manel en su valle. Al fauno, le está volviendo loco el roce de la seda del tanga empapado de excitación de Manuela. No puede creerse que esté tan cachondo de nuevo. Desbocado de placer. Manu le niega la entrada a la polla de Manel a su húmedo conejo, y empieza a lamer su tranca tal cómo Ximena le ha mostrada minutos antes. Al pobre Manel esta vez no le da tiempo ni avisar ni a Dios, y se corre en la almibarada boca de la Srta. García. Manu cómo estudiante aplicada, traga de un tirón toda su cálida simiente sin queja alguna. Al terminar muestra su limpia lengua a Lucía y Ximena, encoge ambas rodillas como si agarrara un imaginario vestido de volantes francés y exclama: "¡Lista!". Ximena detiene el cronómetro en 8 minutos y 42 segundos. Lucía aplaude ostentosamente pegando pequeños y nerviosos saltos.
Es el turno de Lucía. Manel está derrotado. Correrse dos veces en apenas quince minutos acaba con cualquiera. Y la tarea que le espera a Lucía es titánica. Pero a la Srta. Tetas atómicas de destrucción masiva será muchas cosas, pero nunca una perezosa, ni una mala estudiante. Ha prestado muchísima atención a las dos clases magistrales que acaba de recibir y va a hacer que se corra el "Ramsés de Castelldefels" en un santiamén. Le tiene cogida la polla, digo la medida. Copia y mejora cada una de las técnicas de Ximena añadiendo su toque personal. En primer lugar, libera sus colosales pero turgentes pechos que bambolean primero al ser liberadas de la prisión del sujetador negro, para volver a hacer frente a un desprevenido Manel. Con la vista también se come. Después Lucía arropa, la impresionante polla dura de nuevo como el acero y le hace una señora paja mientras succiona su glande. Manel se lleva las manos a la cabeza y no sabe qué hacer para no correrse. Lucía escupe sobre el por si ya humedecida glande y envuelve, acuna y restriega sus largos cabellos oscuros por el ya hipersensibilizado prepucio del muchacho. Al sentir los finos cabellos rozando su glande, Manel se descarga una última vez cual botella agitada de Coca-Cola. La más voluminosa de todas las corridas que recuerda de su vida y eso que ya se había corrido como un titán minutos antes. Fuegos artificiales como en las mejores fiestas de los pueblos. Las amplias tetas de Lucía quedan cubiertas de esperma casi en su totalidad. Largas estrías de tamaño irregular de pastosa pintura blanca. Como si a un pintor le hubiese dado por sacudir su brocha a lo loco al terminar la faena. A Lucía, le pone muy cachonda que se corran en sus tetas. Desde siempre.
Ximena detiene el cronómetro. Se muerde las uñas de envidia. Marca 4 minutos y 37 segundos. Bufa y voltea los ojos. Sin duda, la suerte de los principiantes. Al rato las acompaña a la puerta de su apartamento, demandando a Manel que no se mueva de la cama, que aún tiene tarea dentro de un rato. Responde éste un divertido, pero no exento de tristeza: "Déjame en paz por hoy, hija de puta".
Ya montadas en el taxi de vuelta a su apartamento, Manu le confiesa a Lucía, que no quiere aprobar chupando o haciéndoles pajas a nadie. Que le ha encantado tener el control total sobre Manel, ver cómo golpeaba frustrado los cachetes de su culo, cómo se deshacía su inmensa polla en su boca como un helado al sol, pero que ella no es de hacer trampas.
—Qué alivio, tía. Yo tampoco quiero pajear a nadie que no me guste para cumplir mi sueño de ser azafata. Bueno a Arias, sí... a ese me lo volvería a follar. Esta cómo un puto queso de rico. Aprobaremos por nuestra cuenta, sin trampas. Tengo un plan perfecto, para seguir centradas en los estudios, no renunciar a nada y aprobar con nota...—sentencia Lucía mientras le planta un morreo a Manu y le mete dos dedos bajo del pantalón, para desesperación del taxista desde la bajada de bandera y subida de pulsaciones. No sería la primera vez que Manu pondría cardíaco a un taxista... y sino que se lo cuenten a Mario algunos años más tarde.
Semanas después, apartamento de Lucía y Manuela.
—Seguridad a bordo. Indícame al menos cinco pasos a seguir para asegurar el bienestar de los pasajeros —demanda Lucía sentada desnuda en el balcón con una generosa copa de vino tinto en su mano. Una pamela color crema y unas exageradas gafas oscuras de espejo de único atuendo.
—Contacto visual: Si la persona no mira a los ojos a los tripulantes cuando entra en la aeronave puede tener un buen motivo; como miedo a volar, no sentirse bien, o quizás un problema personal... —recita una sudorosa Manuela con voz entrecortada a cuatro patas a pocos metros de ella. El bronceado estudiante de intercambio de pañuelo a la cabeza, que la está penetrando por detrás no se amedranta y sigue pegando pollazo tras pollazo a Manu. Modales: Si una persona responde al saludo, es una potencial ayuda en caso de emergencia —jadea Manuela cerrando los ojos. El amigo estudiante ya eyaculó hace rato encima suya y bajo la amenaza de no volver a invitarle a estudiar juntos, se está aplicando con esmero. Manuela siguen enumerando los criterios...
Lucía asiente complacida por las respuestas y le indica al musculado camarero del chiringuito de playa que conocieron ayer, que le siga lamiendo el depilado sexo. Le golpea la coronilla con la botella de vino, para después verterle todo el contenido sobre los rubios cabellos. El mesero no se inmuta y sigue lamiendo a Lucía ahora duchado en morapio. Nuestra amiga ya se ha corrido hace rato, pero no dice nada (como de costumbre). Vuelve a lanzar una retahíla de preguntas a Manuela, que responde bravamente todas y cada una de ellas correctamente. ¿El estudiante catalán? No ha podido evitar eyacular esta vez, dentro de Manu. Su pecho no deja de bombear como si hubiese estado corriendo un maratón. Qué pedazo hembra. Manuela también se ha corrido hace rato. Esto de estudiar mientras se folla funciona a las mil maravillas. Es una buena técnica de estudio. Por el rabillo del ojo, ve a su amiga del alma levantarse de su silla, tirar la pamela por el balcón y arrodillarse frente a mesero. Le pide, mejor dicho, le exige que se corra en sus tetas, previamente regadas igualmente de vino. Ella mientras espera la respuesta a sus demandas, se masturba con el cuello de la botella vacía. El camarero atiende la petición con gusto y la pone tibia de esperma. Ni las gafas de sol se salvan. Al rato los muchachos descargados y más felices que unas castañuelas, se marchan silbando.
Tanto Lucía como Manuela saben que aprobarán los exámenes prácticos sin dificultad alguna. Llevan estudiando, sin salir apenas de casa, desde semanas y no tienen duda alguna de que los exámenes serán como quitarle un dulce a un niño. Estudiantes aplicadas que son unas. Después ya sólo quedará enfrentarse a las clases prácticas, que se realizarán en Mallorca.
Más tarde, la madre de Lucía, Ana Vergara, ha prometido pasarse por el apartamento. Toca recoger un poco. Lucía recoge su consolador lila y lo lanza desde el comedor hacia su cama, dónde queda incrustado temblando entre almohada y colcha cual mísil defectuoso. Manu recoge botellas, vasos vacíos y ropa interior en cada rincón. Lo más importante ahora es que Ana después vea todo bien recogidito... Bien está lo que bien parece. Le encanta Barcelona.
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Me ha sorprendido el toque "político" del relato. Como siempre una muy excitante historia de Lucía y Manu. Espero con ansiedad la tercera parte y si finalmente sale una de mis favoritas... ¡Vane!
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