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Lola en "Turno de noche"

EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS 




Lola llega casi sin fuelle al vestuario del Hospital Sanitum de Madrid. Hoy toca turno doble, partido y además de noche. De nuevo le ha pillado el toro, o lo que es lo mismo, el de mantenimiento de su apartamento. Ni hay día, que no la eche un polvo que la desmadeje antes de dejar su hogar. Parece que se huele sus horarios. Esta vez, pensaba librarse de él, tomando el ascensor al garaje y evitar las más saludables escaleras. Dolores "Lola" Peña, es una chica soltera por decisión propia, con un buen trabajo y salario. Gaditana con mucha gracia al hablar y un encanto impresionante. Carita lisa de melocotón, mirada inocente y esa voz andaluza que es la perdición de muchísimos hombres casados y solteros. Vamos, un chollazo para todos los pacientes que la toca atender en el hospital. Más de una erección ha provocada tomándoles la tensión a algunos.

Y cuando ya pensaba que se había escapada, ahí estaba él. Arreglando no sé qué de unas tuberías de la calefacción al lado de su Mini Cooper FS5 rosa. Pero ni con esas, el de mantenimiento, al que llaman "El Banano" se la percute todos los días, una antes de entrar a trabajar y otra antes de entrar en su casa, no importa la hora. Ni sabe ni cómo lo hace, pero empiezan a hablar, se ríen, y al rato ya se la está follando. Suele correrse en sus lolas como un animal, pero ayer le echó una lechada en la cara que le impidió abrir un ojo durante diez minutos. Hoy ya metida en el coche, escuchando a los Cantores de Híspalis, el ojete le arde como si hubiese estado cenando tres días seguidos en un restaurante mejicano.

Tiene que hacer algo, pero es que, en realidad, le pone muchísimo el rubio. Se muerde los labios y se ríe alegremente. Vaya polla gasta.

Su amiga Candela Sánchez, exuberante mulata recién llegada, hace algunos meses, de Republica Dominicana, la espera en el vestuario con un café en la mano.

—Vamos, niña, que ya vas tarde. Te tengo que contar la última del doctor Olmo y de Tamayo.

—¿Ah sí? Cuenta —responde Lola mientras se termina de cambiar las bragas lilas. Están inservibles tras la colisión sexual. No gana para bragas. El Banano destroza un par al día. Si el polla gorda de Mantenimiento sigue a este ritmo, al final, ya verás, tendrá que exigirle que corra con la mitad de los gastos del "mantenimiento de su ropa interior". Lola se ríe ella sola de su ocurrencia. Al menos esta vez sí se pudo limpiar algo de la lechada antes de meterse en el coche. Pega un beso a la estampita de la Virgen de la Inmaculada pegada a la puerta de su taquilla y se empieza a vestir con la bata azul y las crocs.

—Pues, lo que sospechábamos todas de planta hace tiempo. Nika, la de limpieza ha encontrado una lista al limpiar el despacho de Tamayo. Los putos cerdos llevan una lista con los motes de todas las que se han cargado este año. Una apuesta. Qué vergüenza, yo estoy en ambas.

—¿Con qué mote? —ríe divertida Lola.

Pelo Polla Brownie —responde ofendida. Tú no estás en ninguna, por una parte, me alegra y por otra me cabrea ¿Cómo has conseguido escaparte viva hasta ahora?

—Porque soy menos putón que tú, no me convencen y me cepillan con cuatro frases cariñosas—responde Lola terminándose de abrochar la bata, sabiendo que, con menos chiu chiu su amigo en casa, le parte en dos cada día.

—Anda, Lola, que nos conocemos, anda págate unas porras y un café en la cafetería.  ¿O ya estás harta de porra por hoy, pedazo puta? —dice guiñándole un ojo.

—Lo que hay que oír a estas horas de la mañana. Vamos, que hoy viene el consejo de administración para el tema de la ampliación y debemos tenerlo todo al día.


Más tarde.
    
Lánguidos pitidos acompañan al paciente David Leal en su cama. Rompe el monótono pitido, la alarma de un coche desesperado de atención. El paciente está sedado y escayolado de pies a cabeza. Sentada, por llamarlo de algún modo civilizado, en un sofá anexo está su novia Mamen, que deja el juego del móvil Candy Crush, recoge las piernas y se levanta de inmediato al entrar el doctor.

El doctor Olmo es un hombre bien parecido de sienes plateadas, moreno de piel, fornida complexión tras años de esculpirse sin piedad en el gimnasio, barba incipiente de varios días y un atractivo casi animal. El yerno perfecto para cualquier madre. Juguetea con un juego de llaves dentro de su bata impoluta al entrar en la habitación. Al darle la mano a Mamen, ésta se percata al instante que no lleva anillo de casado en sus finos largos dedos de pianista.

Mamen, en cambio, es más joven que el doctor, acaba de cumplir 25 años la semana pasada. Viste unos desgarrados pantalones cortos celestes con algunas salpicaduras de sangre (del desgraciado de su novio), una camiseta ajustada ilustrada con un Pikachu en amarillo bastante desgastado y largo cabello castaño recogido en dos apresuradas coletas que le llegan hasta la cintura. Está descalza, la manicura de sus pies muy cuidada y sus uñas, pintadas de diferentes colores.

—Bueno, pues hemos podido remendar al final a su novio, Srta. Lozano. Ha tenido mucha suerte. Estará un buen tiempo escayolado y después en algunas, bastantes en realidad, sesiones de Rehabilitación, estará como nuevo. Saldrá bastante bien teniendo en cuenta la gravedad del accidente —explica un sonriente Doctor Olmo, mientras Mamen no puede evitar abrazarle y percatarse de que el estetoscopio no es lo único duro que tiene el facultativo.

—Muchas gracias, doctor, estaba asustadísima. No podía quitarme la idea de que todo fuera culpa mía. Mi novio tiene mucho genio y decirle que no... —confiesa Mamen abrazada a Manuel.

—¿Culpa suya? No diga tonterías. ¿Puedo llamarla Mamen? Los accidentes ocurren desgraciadamente al volante más a menudo de lo que pensamos. Un momento de descuido… y ¡zás!, ya tenemos el lío. Pero, me pica la curiosidad, ¿por qué dices que es culpa tuya?

—A David le pone mucho, ya sabe... —responde avergonzada Mamen— que se la chupen mientras quema rueda. Esta vez quería llegar a los 180 km con el coche nuevo de su Papá, mientras se grababa con el Iphone. Iba a hacerse un tiktok. Le dije que no se flipara tanto que eso es mucha velocidad. Al final me convenció. Lo único que le pedí es que no saliera mi cara en el video o al menos me metiera unos filtros de esos para que no se me reconociera. Me contestó que me juraba que ese video sólo era para él, una muestra de amor incondicional. Para tenerme siempre presente. Que me pondría de filtro una cara de gato mientras me llamaba continuamente Mamen. Pues le creí.

Mamen se revuelve nerviosa el cabello castaño con algunos mechones teñidos de verde neón. El Dr. Olmo escucha atentamente con ambas manos metidas en los bolsillos de su bata.

—Pero en cuando cogió velocidad el carro, ya con su polla en la boca, él no bajaba del pedal ni de magrearme las tetas bajo la camiseta. Él se reía mucho y hacía ruidos de velocidad con la boca. Brum brum. Le dije que parara, que se la iba a chupar la puta de su prima Lydia (y no sería la primera vez, ¿Qué se cree que soy tonta y no lo sé?) y ahí se empezó a rebotar como un loco —Mamen hace el inequívoco signo circular con el dedo índice en la sien y susurra con su boquita de piñón "locooooo". Se descuidó y ¡zás! contra un árbol. Menos mal que yo iba atada, David en cambio, no. Pues esa es la historia.

—Ya veo, Mamen, ¿alguien te ha hecho un chequeo rápido a ti? No me consta. Es fundamental comprobar que no tienes lesiones internas. Pasa un segundo a mi despacho por favor. No tardamos nada. Te voy a hacer uno rápido para ver que todo está en orden —dice muy serio el doctor sin desviar la mirada de las ricas tetas de la compungida novia situados en las encarnados mejillas risueñas de Pikachu.

—Sí, sí. Claro —responde al instante una avergonzada Mamen. Se hace un selfie con los dedos en V enseñando el ombligo con piercing, manda un emoji y apaga el móvil.

Veinte minutos después, Mamen está arrodillada frente a una silla de patas abombadas por el peso de infinidad de polvos furtivos, cerca de una mesa casi despejada a excepción de un lápiz luminoso, algunas notas sueltas y a escasos metros de la habitación del convaleciente.

Le está haciendo una señora paja con las dos manos a la gorda, y más que grande, polla del erudito Doctor. Un rabo más duro y grueso que el tronco del árbol de su apellido. Mientras la mano diestra enrosca a la izquierda, la siniestra lo hace a la derecha, en sentido contrario. Corona el puño derecho de Mamen, el perlado e hinchado glande del galeno. Espesas gotas resbalan por las manos de la jovenzuela libidinosa. No es la primera polla que pajea de rodillas, ni será la última. Pero esta es de primera división. Con gordas venas recorriendo su tronco. La tiene bastante más grande que el fitipaldi de su novio.

Echado para atrás, con la bata abierta, los calzoncillos bajados y el estetoscopio a un lado, el galeno está disfrutando de una señora paja. El doctor con los pantalones abandonados en una esquina del cuarto, le acaricia amorosamente el pelo con una mano, y con la otra, sujeta un expediente y simula revisar, las respuestas que ha tomado a las distintas preguntas que le ha formulado a Mamen hace un rato.

—¿Lo tengo todo en su sitio, doctor? —pregunta Mamen, mientras estruja de nuevo el mástil del ilustrado doctor y acurruca la polla del galeno entre sus tetas para que ésta no coja frío.

—Perfectamente, no pares ahora, joder —responde entrecortado—. No hay nada que temer, está todo en orden. Mi polla la tienes muy bien cuidada y, por otro lado, la mayoría de tus valores están con parámetros normales y algunos, pocos, algo disparados. 

El doctor Olmo sabe que los valores de Mamen, no serán la última cosa que se le va a disparar en breve. La niñata de los cojones hace unas pajas de campeonato. ¿Dónde aprenderán estas cosas? ¿En YouTube?

—Estoy a punto de recetarte un medicamento para aliviarte la tensión y bajar esos valores de ansiedad que tienes, me cagüen en Dios, ya casi estoy, puta niña. No pares zorrón—jadea curvando la espalda al mismo tiempo que clava las manos en la mesa. El doctor Olmo es muy educado pero una vez que su polla toma el control, su lengua se desboca y pierde toda rectitud.

La lechosa descarga pilla desprevenida a Mamen, que su mejilla y levanta de un latigazo una coleta. Mamen sorprendida intenta apartar la eyaculadora polla hacia un lado. La segunda descarga más voluminosa se eleva en el aire sin destino definido y cae, falta de más fuelle y cual cohete defectuoso ruso, avergonzada sobre el ombligo del buen doctor. Mamen ya sobre aviso, se mete la palpitante verga hasta la empuñadura en la boca para asegurarse de que al menos las siguientes eyaculaciones terminen en el fondo de su garganta y no dejen todo perdido. 

Tras tragar sin rechistar la masculinidad del doctor, se termina de limpiar los últimos estertores de la tranca con la camiseta del contrariado Pikachu. Le ha gustado chupársela. Le gusta tener el control y la polla de un hombre en su boca, le hace sentirse muy femenina y poderosa. Un hombre al que se la chupan es el más dócil de los animales. Le gusta más que subir de nivel en el Candy Crush. Sus blancas bragas estarían chorreando y sumamente pegajosas si no fuera por que cuelgan de una pequeña lámpara.


Candela no puede reprimir pegarle un codazo a Lola, cuando ve salir a Mamen del despacho del señor Doctor y cerrar la puerta tras suya delicadamente.

—Otra que se ha cargado… Éste no deja una viva…  el caso es ganar la maldita apuesta. A esta paso, una le va a denunciar y todo esto sale a la luz. Le da igual casadas, solteras, negras, blancas…

—Tienes, mucha razón, niña. Hay que ponerlo freno antes de que nos cambien el nombre del Hospital de "Sanitum" a "Prepucium". Al final nos cierren el chiringuito y todas al paro. Hay que hacer algo… y tengo una idea genial… ven aquí que te cuente —le indica Lola a Candela, insertando una moneda en la máquina del café. El ruidoso trajín de la máquina preparando el oro negro, oculta su conversación.

El doctor Olmo sale de su despacho y aún se está acabando de ajustar el paquete cuando ve cuchichear a las enfermeras de planta, Lola y Candela, cerca de la máquina de café. De buen gusto se volvía a follar a la mulata señorita Sánchez. Esta vez le prometerá otra cosa, no sabe aún qué, quizás revisar sus horarios para que no tenga tantos turnos de noche, o promocionarla, o los papeles de residencia… Recuerda cómo devoró con una devoción casi enfermiza sus pequeñas, duras y negras peras sabor piña. Cómo le repetía ella sin parar "ay, papito, mi doctorcito lindo" mientras le metía toda su herramienta, estocada tras estocada, hasta la empuñadura en su gracioso albaricoque encarnado de gruesos labios íntimos. Los repuestos sanitarios caían éstos al suelo con cada embestida para rodar a los rincones más oscuros.

—Vaya corrida buena le metí entre los muslos mulatos, casi la cambio de color como a un camaleón —se relame Manuel alias el Doctor Cachondo. Su tranca de despereza y asiente satisfecho recordando otra gloriosa entrada en su libreta.

Abre su carpeta, y después una arrugada libreta. Apunta en su lista un nuevo nombre y mote. Mamen, la Pikachu. Este mes va algo mejor que el mes pasado, aunque aún sigue muy por detrás del doctor Tamayo. El pediatra argentino alias Galeno Caliente, su contrincante ya se ha pasado por la piedra a 26, y él va muy retrasado... tan "sólo" ha podido apuntar 24 nombres en lo que lleva de año natural. Tanto él como su colega tenían un sexto sentido para saber cuándo podían follarse a una doctora, enfermera o paciente. Nunca metían la pata o la polla en falso. Una vocecilla interior les alertaba del objetivo. Ellos bromeaban con que la vocecilla era la del parlanchín rabo. 

Una joven paciente junto a la madre que pasó por su consulta del pasado viernes por unas manchas en los muslos aumentó de forma inesperada su famélica lista. La vocecilla aseguró la jugada. Se terminó follando a las dos. Le dijo a la joven el día anterior que viniese con la madre, que había que tomar decisiones que sólo una madre podía tomar, aunque la joven tuviera ya 26 tacos. Luego les bajó las bragas a las dos ayudándose con la polla. Un tratamiento experimental con muy buenos resultados. Las manchas iban a desaparecer en un pis pás. Y vaya si lo hicieron. Ocultas bajo blanca cremosa leche. Pero, el tratamiento, debía primero aplicarse un familiar con la piel algo más castigada. Preferiblemente una madre. Que se dejaran las máscaras faciales puestas, puesto que, en estos tiempos revueltos, hay que protegerse, les aseveró mientras le clavaba una estocada a la madre que le dejó con los ojos en blanco y chillando como una gata. La hija no perdió el tiempo y le empezó a chupar los huevos con la máscara bajada a la altura de la barbilla. A la hora, las dos se fueron con el tratamiento completo a casa. ¡Cháca! Dos nombres más anotados en su libreta. 

Para eso sí que ambos doctores son muy legales y no se engañan entre ellos. Dos requisitos mínimos existen para merecer apuntarse en el salón de la fama de sus listas. Una paja es lo mínimo de una de ellas. La segunda es que no pueden quitarse la bata blanca bajo ningún concepto. Cierto es que Tamayo, al ser pediatra y con su chiu chiu tiene una ventaja añadida con lo que Olmo, al hacer, la apuesta no contaba. Las madres con niños pequeños son las más fáciles de follar. Mujeres que no sienten poco deseables y queridas por maridos ausentes. Con cuatro frases amables consigues que te chupen hasta el culo. Mientras las monta, le gusta mucho por detrás al pediatra, les regala bonitas palabras y ellas se corren como adolescentes. Algunas veces, el familiar, esposo o novio suele estar sentado en la habitación contigua sin sospechar nada. Algunas veces, manda al familiar que vaya yendo a por el coche para poder "atacar a la gacela con garantías". Cosas de la vida, mientras ellos sacan el coche del estrecho parquin con multitud de maniobras, él está aparcando su polla en su coño a la primera. Luego ellas se van tan contentas con su batido de proteínas, una crema facial recién aplicada o con el coño palpitando aún al rojo vivo. Y ellos esperando impacientes en el coche... que ironía.

A Olmo no le gusta perder... ni la compostura. Hay mucho un juego. Un fin de semana en Ámsterdam con todas las putas y drogas que quiera... Vuelve a mirar su libreta... Hay que hacer algo ya mismo.

—Buenas noches, doctor —le dicen ambas al unísono, mientras se marchan enlazadas del brazo.

—Buenas noches, Lola. Buenas noches, Candela —responde Manuel al pasillo. No deja de pensar lo bien que huela la "jodía" señorita Peña a naranja salvaje. Aún no ha conseguido follársela. Con ese culo, tiene un arreo de cojones.


Más tarde aún.

Olmo ha regresado de comer junto a Tamayo del asador cerca del hospital. Aún tiene que preparar varios papeleos para el nuevo consejo de administración que está compuesto por la señora Julia Asunción, el señor Benito Rubio y su testaferro Leonardo Coronillas. Vuelve al despacho a revisar las tareas pendientes y le suena el móvil. Es un Whatsapp de Lola. Sin dar crédito a sus ojos, se apresura a leer el mensaje

"Dr. Olmo, toda la planta sabe de su apuesta con Tamayo. Le propongo un trato que no podrá rechazar. Fóllese a la vieja cacatúa. Todas la odiamos a muerte, y yo más, por diferentes razones que no necesita saber. Si cumple, dejaré que también me folle junto a mi amiga Candela. Por dónde usted quiera las veces que estimes justas. No hay límites. Por mi goloso culo, por mi frustrado conejo y por mi viciosa boca... por dónde USTED quiera. 😋. Dos tías cachondas y ansiosas de rabo por el precio de una vieja calceta. Sabemos que usted es muy hombre. Esto también le podría valer para escalar posiciones en esa famosita lista que tiene. ¿Qué me dice? ¿Es lo suficiente macho o es un puto mierda cómo el gallina de Dr. Tamayo?" Si le cuenta algo, se rompe el trato y lo único que meterá serán las monedas en la máquina del café. Responda 👍 si está de acuerdo.
PS: Mi culo hace que no se come una polla gorda hace semanas...

Antonio Olmo asiente en silencio y su polla también. Responde con el emoji solicitado y duda en mandarle una imagen de su polla tiesa. Se la va a meter por el puto culo sin avisar, vaya que sí se carcajea mientras se pega cuatro apretones a la dura polla. Si es que no se me resiste ninguna, piensa.

Cerca de las once, despacho de doña Julia Asunción.

Olmo ha concertado con doña Julia revisar unas facturas pendientes en su despacho. A ver cómo sale de ésta. La facturas corresponden a un club social dónde se pasó follando a dos rumanas el pasado mes de enero y él las intento colocar como dietas de representación. Qué más da. Se follará a la cacatúa y seguro que después le hace la vista gorda. El despacho está a oscuras y en silencio a excepción de unos pronunciados jadeos. Julia está tumbada sobre una mesa con el culo en pompa. Esperando su embestida. Afina el oído y cree reconocer el inconfundible soniquete de una boca chupando una polla. Su vista se acostumbra a la oscuridad e identifica que es a un semi desmayado Walter Tamayo a quien se le están chupando con avidez.

Che Boludo, cómo la chupa la vieja susurra el doctor agarrando con firmeza con ambas manos la cabeza femenina.

Puta mierda, él se pensaba apuntar el tanto, y el nombre, él solito. Al final su amigo se lo ha pensado mejor. No importa. Él ya tiene otro plan para después. Se abre la bata, se baja el pantalón y calzoncillo ajustado de color noche de Hugo Boss. Escupe sobre la mano para posteriormente envolver de saliva su erecta verga y le clava un pollazo que hace temblar la mesa y a las carpetas de una estantería cercana. Otro pollazo. Tamayo abre los ojos. le reconoce y le guiña un ojo (o eso cree Olmo) a oscuras mientras él ya se está descargando en el caído pecho de ella. Engalanando de esperma una gruesa cadena de perlas blancas. Olmo le estruja igualmente las tetas de ella. Otro pollazo y espectacular corrida anal a continuación. Pues anda que no es macho él. No se la resiste ninguna. Gallina vieja, caldo bueno.

Mientras retira su flácida polla, doña Julia se incorpora, y se enciende un cigarrillo largo.

Estáis ambos despedidos. Todo lo que me han dicho es cierto entonces. Abusáis de vuestra posición de poder, para follaros a todo el personal, ¡A mi personal! Y echáis encima unos polvos de mierda. No me habían follado tan mal desde el instituto y no me he corrido ni una sola vez. Tenéis menos gracia que una partida de ajedrez por radio. Recoged vuestras cosas y largaos sentencia doña Julia mientras se termina el cigarrillo. Pichas flojas y enanas, ni cinco minutos me habéis durado. Mierda de tíos. Menos mal que tomo la píldora dice la sexagenaria cacatúa mientras da un beso a la foto de su marido, Rogelio de la Osa, excelentísimo médico pero horroroso amante.

Olmo y Tamayo salen a medio vestir del laboratorio, con las pichas goteando, al pasillo. Doña Julia les tira la ropa tras ellos. Ahí les recibe el personal del hospital del turno de noche casi al completo, con Lola y Candela a la cabeza, aplaudiendo y riendo. Tamayo avergonzado, aún tiene la desfachatez de preguntarle a Olmo mientras huyen por un pasillo recogiendo la ropa, que les tiran tras suya, como si fueran los anillos de Sonic, que quién ha ganado la apuesta ahora. Un escueto "vete a tomar por culo", es la respuesta de Olmo.

Lola y Candela, no se han reído tanto en su vida. Vaya espectáculo más grandioso.

Vamos niña, ¡esto hay que celebrarlo! exclama una exultante Candela besando a Lola en la mejilla.

—Celebra tú, mi amor. Yo me voy a casa. Estoy cansada le responde Lola bostezando.

Al llegar al parquin de su casa, Lola, deja las luces encendidas un rato y tras cinco interminables minutos toca el claxon para asegurarse que El Banano sepa que ha vuelto. ¿Dónde pollas está?

Al poco aparece haciéndose el despistado. Cómo la pone el muy cabrón. Menos mal, ya se temía que se iba a quedar sin mi plato de leche caliente para dormir de un tirón se regodea Lola. Esta noche va a tener que compensarla por hacerla esperar. No entiende el retraso, El Banano sabe perfectamente sus horarios ya que ella, diligentemente, le deja sus cuadrante mensual, al inicio de cada mes en su buzón de mantenimiento. Lola quita el seguro del coche, echa el freno de mano y se baja las bragas, esta vez, de color blancas. El Banano sonríe en la distancia. Esta noche más le vale al Banano que le de no un plato de leche sino toda la Central Asturiana Lechera.

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Banda sonora de Lola en "Turno de noche"

The Black Eyed Peas  - I gotta feeling


Cutting Crew - (I just) died in your arms


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Comentarios

  1. Otra gran historia. Muy erótica y divertida al mismo tiempo. Y la música es divina :)

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