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Madame Le Noir 2064 (Especial Ciencia-Ficción 2022)

 CONTENIDO ADULTO - PARA MAYORES DE 18 AÑOS


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Dibujo original de Kada Beno

Madame Le Noir
21:16 horas estándar de la Tierra   

La atractiva recepcionista holográfica de Madame Le Noir parpadea en un pálido color celeste frente a mí mientras activa mi código de entrada al local. Tras analizar mis valores biométricos, afablemente me da la bienvenida de nuevo al local sin mencionar mi nombre. En el año 2064, la biometría es el único modo de validación para acceder a cualquier tipo de local.

Un rasgo biométrico no es variable, es cómodo al no tener que recordar ningún tipo de contraseña y no es sustraíble. Somos hijos de puta únicos. Si la pequeña desventaja de exponer tu privacidad ante el mal uso de megaempresas como OmniDeo o gobiernos es asumible para ti, este tipo de identificación es sumamente ventajosa.

—Todo en orden, agente —me responde la proyección holográfica con sus gruesos labios azulados y su melena corta de color rosado.

Los pechos digitales descubiertos de la holo-proyección se bambolean golosamente. En ellos, publicidad de diferentes empresas aparece y desaparece a velocidad de vértigo. Sus duros pezones del tamaño de 20 exocréditos, están tapados en cambio por dos gruesas tiritas luminiscentes en forma de aspa.

—¿Esperabas acaso lo contrario? —sonrió en modo seductor, mientras tomaba nota mental para activar la opción de su "skin" próximamente en las salas de holo-sexo. Que me llame señor agente con marcado acento francés mientras me la follo, me repito—. Gracias, Belinda.

—Disfrute de su estancia, agente —replica mientras se desvanece en un parpadeo y se abre con un leve clic, la entrada al local.

Ha dejado de llover hace algunas horas. Desde que los costosos satélites ambientales se estropearon, casi siempre llueve. Hoy ha sido la excepción que confirma la regla. Al declararse la estratosfera zona protegida en el tratado panterráqueo del año 2044, ningún gobierno se ve obligado a arreglarlos y tampoco le rinde la ganancia acceder a ellos. Echó una última mirada al exterior antes de entrar en el infame Madame Le Noir.

Gracias a la biomecánica e inteligencia artificial de los últimos años, los sexbots cada vez son más realistas. Al principio, eran de aspecto femenino e hipersexualizado para un público sobre todo masculino. Después, las mujeres y los transgéneros se animaron y empezaron a disfrutar también de estos placeres. No piden explicaciones, no se quejan, nos proporcionan exactamente el tipo de fantasía que demandamos. Y no están sujetos a ningún tipo de caduca y abandonada moralidad.

Preguntas como si es moral acostarse con un o una autómata, si puede considerarse una infidelidad hacia tu pareja hacerlo o si podemos pedirle cualquier cosa a un sexbot dado que ni siente ni padece, son cuestiones que quedaron para los académicos de las universidades terrestres. Académicos que discuten años enteros si este tipo de servicios reproducen papeles del hombre o la mujer que la bienintencionada sociedad moderna lleva años intentando erradicar. Académicos que visitan de igual modo estos servicios a escondidas mientras se parten el pecho en nombre de la moralidad ante sus eruditos rivales de salón.

La consigna de Madame Le Noir fue pionera y muy clara. Sólo iban a ofrecer servicios sexuales de sexbots de última generación entre sus paredes. Se evitaban de ese modo la negación de las meretrices a posibles demandas sexuales por parte de los clientes, motivadas por moralidad de última hora. No existen fantasías sexuales moralmente apropiadas o inapropiadas para un sexbot. No es justo juzgar a sus clientes por las fantasías que desarrollan en sus estancias. Es más, la posibilidad de poder personalizar al sexbot con todo tipo de detalles, permitía a personas excluidas del sexo por los cánones y estereotipos, rehuir la soledad, la depresión y posibles conductas violentas. Los delitos sexuales disminuyeron en un 63% y las enfermedades de transmisión sexual un 89%. Aun así, el colectivo ÜberMenschCorp puso el grito en el cielo y exigió que se protegieran los derechos básicos de todo ser robótico sexual, exigiendo que todo cliente tuviera que pedir consentimiento digital al sexbot antes del acto. Demanda que fue desestimada y ridiculizada tras la primera convención de Sexo artificial de Marte en el año 2058. Que les den por culo.

La recepcionista holográfica me recuerda con su erótica voz modulada que esta semana puedo disfrutar de paquetes exclusivos a mitad de precio, siendo el paquete doble de las azafatas de OpenFly Space una ganga a considerar. Le agradezco la oferta, pero ya he decidido qué servicio voy a utilizar, mientras se difumina y se abre la entrada al local con un leve clic y un siseo.

Os preguntaréis quién soy y en qué consiste mi trabajo. Mi llamo Judas Cruz, soy agente especial del departamento de delitos sexuales cibernéticos de Nueva Madrid. La DDSC, para abreviar. También soy un asiduo cliente a los servicios de Madame Le Noir desde hace años. No infrinjo ninguna ley al serlo, y las posibles sospechas de mis aficiones por parte de mis superiores quedan aseguradas bajo el estricto código de privacidad del local. Pero esta noche, ha sido el repentino fallecimiento de un cliente en la sala Grozny lo que me ha traído aquí.

—Su compañero de la unidad forense aún está en la sala. Tendrá que esperar mientras que termina. ¿Quiere disfrutar mientras tanto de algún servicio? —me ofrece Layla, la exuberante autómata de compañía.

Asiento, tecleo su código de identificación binario y ajusto los parámetros de mis preferencias y fantasías sexuales en mi aplicación personalizada. Ella ladea la cabeza un segundo, recibe las personalizaciones y me indica que me siente en el sofá.

Layla se ha parametrizado en una chica de unos veinte años de corto pelo añil. Sus pechos han aumentado dos tallas, y su culo es ahora más respingón. Me gustan las tetas gordas descompensadas en un cuerpo menudo. Tanto su vestimenta como su maquillaje se han personalizado a una estudiante asiática goth de cortísima falda, apenas un cinturón ancho. Puedo intuir su ropa interior de color celeste. El tono de su piel se ha aclarado y las feromonas de su piel desprenden un leve olor a vainilla.

—Pero, señor profesor, no podré pasar de curso con este suspenso y me anularán la beca. Mi padre me matará —me suplica Layla con un marcado acento japonés, mientras deposita una carpeta en el suelo y mordisquea su piruleta de vivos colores —Le ruego entienda mi infortunada y delicada situación. Seguro que hay algo en mi mano o quizás... en mi boca que pueda hacer por usted.

Satisfecho con mi elección, me acomodo en el sofá, dejo que me abra la bragueta de mis pulcros pantalones de vestir con una hábil mano mientras que con la otra sigue sosteniendo su piruleta. Layla empieza a comerme la dura polla. No hace falta parametrizar nada más. Hace ya varios días que no eyaculo y sé que duraré entre nada y menos. Me descargaré en sus labios tal como he contratado, mientras dejo al azar la opción de qué palabras pronunciará ella cuando me alivié en su boca. Apenas cinco minutos después, Layla me pregunta con su melosa voz si aprobará la asignatura con nota mientras me da los últimos lametazos a mi enrojecido glande y deja de apretarme los huevos. Al incorporarse de su posición en cuclillas, consulta si puede dar por finalizada la simulación. Asiento, me guardo la flácida descargada polla y activo la opción de propina en la app. Con una sonrisa, al recibir el justificante de la transferencia y la propina, me da las gracias y se retira unos segundos.

—¿Desea reservar un servicio para después señor agente? —pregunta Layla al volver e indicarme que ya puedo entrar en la sala Grozny, donde me espera mi compañero Álvaro Berasategui para hacerme partícipe de sus primeras conclusiones.

—De momento no, gracias —respondo altivo mientras me abrocho la chaqueta.


Dibujo original de Kamen Nikolov

Sala Grozny
21:32 horas estándar de la Tierra

La sala Grozny es una habitación dormitorio de matices rosados y grafitis luminiscentes. La puesta en escena se completa con suave música militar rusa entremezclada con sutiles jadeos de mujer. Amplios ventanales muestran en todo su esplendor los rascacielos de NeoMad. Un lejano relámpago se divisa en uno de los ventanales. Pronto empezará a llover de nuevo. La cama está deshecha parcialmente, pero el cadáver del último cliente de la sala no está encima de ella, si no tirado en el suelo en una postura imposible.

—¿Qué pasa Álvaro? Vaya lío —le saludo.

—Hola Judas. Te transfiero el informe completo en un rato. ¿La versión corta? —me afirma más que preguntando.

—Ya sabes la respuesta —sonrío. Ya son muchos años trabajando juntos y me aburren los tecnicismos.

—Fallo cardiorrespiratorio durante la copulación con la autómata Xenia. El autómata al percatarse del pulso acelerado y los problemas respiratorios fuera de los parámetros normales aplicó las primeras medidas de salvamento y activó la llamada de emergencia tal como establece el protocolo a las 20:29. Toda posibilidad de ayuda llegó tarde. Hora de la muerte: aproximadamente sobre las 20:34 —señalándome al obeso cadáver de rostro desencajado, ojos vidriosos, vestido únicamente con una roñosa camiseta y botas de montar a caballo.

—¿Quién es el muerto? —pregunto.

—Aún no lo sabemos. Ya sabes que la confidencialidad lo es todo aquí. Pero pasaré sus valores biométricos a la base de datos y lo sabremos en un momento. Preguntaré por sus pertenencias a ver si nos ayudan en algo —bufa aburrido Álvaro, mientras sale de la sala.

—Me haré con una copia holográfica digital del polvo final después. Aquí lo graban todo —le confirmo a mi compañero. No puedo reprimirme en indicarle que debería bajar algo de peso pronto si no quiere sufrir un infarto como al tipo que está en el suelo—. Estás cada vez más hinchado, hecho un capón.

—¿Por qué no te vas un poco más a la mierda, musculitos y te metes con tu puta madre? —sonríe.

La autómata Xenia sigue la conversación de pie con su mirada fija en mí. Desapasionada, pero que otra cosa podía esperar. Aún sigue con las especificaciones físicas indicadas por el difunto. Mujer caucasiana de pelo corto marfil, ojos grandes esmeraldas, labios encendidos, de pecho menudo, piernas kilométricas embutidas en medias de encaje blanco. Vestida de enfermera orbital de bata abierta hasta la cadera.

—Para ser enfermera no has sido de mucha ayuda hoy —comento con cruel ironía—. ¿Algún detalle que necesite saber?

—Lamentablemente no, señor agente ¿Quiere que vuelva a mi aspecto físico estándar para facilitarles su labor de investigación? Estamos aquí para servirle —responde con voz neutral—. Hacemos lo que el cliente nos pida. Usted lo sabe bien, señor agente.

—Ya, no hace falta. Eres un modelo... ¿Penélope? —afirmo convencido.

—Sí, señor agente. Es usted muy perspicaz.

Xenia es un modelo Avanzado Penélope, idéntico al de la estudiante que me ha hecho la mamada hace un rato. Sexbots de última generación. Capaces de adoptar una gran variedad de aspectos físicos e incapaces de aplicar dolor a no ser que el cliente parametrice y confirme esa aplicación adicional a un alto coste. El tacto de su piel es cálido y tres veces más delicado y acogedor que el de una mujer real. Sus órganos sexuales son capaces de adaptarse a las pollas más diversas, desde las minúsculas (como la del difunto gordo) hasta las titánicas para entregar ese plus de superioridad al cliente y que se crea el puto amo. El aspecto estándar de fábrica de una Penélope es de una mujer caucasiana, de pelo azabache corto, de un metro y setenta, timbre de voz transeuropeo sin acento.

Álvaro vuelve a entrar en la estancia, para indicarme que ya ha terminado y que me transferirá el informe más tarde. Se marchará, puesto que aún tiene tarea en el departamento. Recogerán el cadáver en un rato, me dice. Le digo que me quedaré un rato más haciendo alguna que otra pregunta e intentaré visualizar una primera copia del último servicio en vida al cliente.

—¿Puedo retirarme, señor agente? —me consulta Xenia—. La señorita Edén desea hablar con usted en su despacho para concretar algunos detalles. ¿Me acompaña al turbo ascensor, por favor?

—Sí, claro. ¿Qué código de identificación posees?

—ID XE1001001, pero con Xenia es suficiente.

—No aceptes más clientes hasta que te lo indique —le ordeno.

—Como desee, señor agente. Es posible que se deriven algunos costes adicionales por la exclusividad.

—Hasta que no termine contigo, Xenia, eres una prueba del crimen y el último sexbot que estuvo con el fallecido. Espero que Madame Le Noir entienda esta demanda.

—Por supuesto, señor agente. Disculpe el atrevimiento —responde con su melosa voz.

Asiento complacido. En realidad, ya he terminado con ella, pero quiero follármela después. Me excita sobremanera joder con la misma autómata del muerto. Le parametrizaré con el aspecto de la recepcionista Belinda.


Despacho de Clarissa Edén
22:04 horas estándar de la Tierra

El ático de la Madame, dueña del local, está iluminado en tonos rojizos, pero de amplias proporciones. Me espera de pie fumando mientras observa desde el ventanal el remolino de Hoover-taxis. El transporte privado es un lujo que apenas nadie se puede permitir en el año 2064. Es una mujer de bandera. Y el hecho de que sea humana la hace, en su imperfección, aún más arrebatadora. La encuentro ceñida en un ajustado traje negro perdición mientras fuma de forma pausada. Disfruta fumando, al cerrar brevemente sus ojos con cada calada. Cada aspiración del humo del cigarrillo es una declaración sexual. Lleva puesto un innecesario chubasquero transparente, pero que realza su atuendo de mujer inalcanzable. Pechos explosivos. Cabellera rubio platino, al parecer, recién lavado. Su delicado cuello está adornado con un ancho collar de plata venusiano. Está descalza. Me vuelven loco sus pies desnudos. Su mesa está despejada a excepción de varias holo-pantallas con constantes imágenes del local, un cenicero a rebosar y una botella semivacía de Brandy de la mejor destilería del polo sur de Júpiter.

—Entre, por favor —me ruega la señorita Edén mientras se prepara una copa con una mano temblorosa. Un temblor imperceptible para otro que no fuese yo. ¿Puedo ofrecerle una copa?

—Gracias, pero no bebo —miento.

—¿Puedo llamarle Judas? ¿Sí? Miente usted fatal. No he llegado tan lejos en mi negocio si no supiera leer a la gente. Usted bebe y bastante. Como yo. Más de lo que debiéramos —se apura la copa.

—Prefiero agente Cruz, a no ser qué pueda llamarla Clarissa a usted—le reprocho.

—Entonces respetemos las formalidades —me corrige—. Usted tendrá algunas preguntas que no puedo responderle al ser este local de unas características... especiales. Eso no quita que colaboraré con usted y su departamento, en todo lo que me sea posible, sin vulnerar la identidad de mis clientes. Clientela de la que usted forma parte desde hace tiempo, agente Cruz.

—Quiero ver la grabación del último servicio del fallecido —le ordeno sin más miramientos.

—Se la haremos llegar en cuanto la hayamos decodificado. ¿Algo más? —me indica sentándose en la mesa y cruzando las piernas. Ella es pecado puro. Aplasta el cigarrillo en el cenicero a medio fumar y se enciende otro. Me echa el humo a la cara.

—¿Quién era? —insisto, intentando desviar la mirada de sus piernas.

—Un cliente habitual, bueno pagando y malo con las chicas. Sus apetencias eran particulares, demasiado explícitas y muy caras. Madame Le Noir echará de menos sus transferencias de exocréditos, pero no a él. No me gusta este tipo de clientela. Está mejor muerto. Le gustaba demasiado llegar y después sobrepasar los límites con deseos no contratados con anterioridad con mis chicas.

—Alegrarse por la muerte de un cliente es poco profesional además de torpe, señorita Edén y la pone en una situación muy incómoda delante mía.

—Usted conoce mejor que nadie cómo funciona este mundo. ¿Me va a detener por tener una opinión? No sería el primero que no sabe lidiar con mi franqueza. Al señor Bien Muerto nunca se le trató mal aquí ni se le denegó ningún servicio. Investigue, pregunte todo lo que quiera —dice lasciva, mientras pinza de manera fugaz la pernera derecha de mi pantalón con los dedos de su pie derecho. Al segundo, se vuelve a levantar intranquila del borde de la mesa.

Parece tener prisa por terminar la conversación. Se termina la copa y se dirige de nuevo al ventanal, tras comprobar con ceño fruncido una de las pantallas.

—¿Algo más? Tengo un negocio que atender. Espero que respete de igual modo la confidencialidad de este local en su investigación. No necesitamos mala fama. Si necesita algo más, no dude en llamarme a mi interfono particular.

Cierro mi libreta digital. No puedo dejar de desearla, de follármela sobre la mesa. Es algo animal.

—Le doy las gracias por su tiempo, volveremos a vernos —finalizo mientras me levanto de la silla.

—Eso espero. Usted ya sabe dónde estamos. Conoce de sobra las múltiples ventajas de ser cliente nuestro. Agradecemos la discreción —me sonríe mientras me acompaña al turbo ascensor colgada de mi antebrazo, encantada de poder dar por finalizada la entrevista.

Huele como me gustan las mujeres... a fruta prohibida. No dejo ver observar sus perfectos pies. No anda, se desliza. Tengo una erección descomunal.

Al salir del turbo ascensor, Xenia me espera paciente tras la puerta, cruzada de piernas en un sofá cercano. Se levanta y me sonríe con su dentadura perfecta. Antes de que pueda hacerme cualquier comentario, le envío las parametrizaciones. La autómata ladea la cabeza y asiente. No muestra sorpresa alguna con mi petición.

—Por favor acompáñeme a una sala —me ruega Xenia. ¿O prefiere la sala Grozny?

—La sala Grozny está bien.


Dibujo original de Tony Skeor

Cuartel general de la DDSC
23:52 horas estándar de la Tierra

Acabo de llegar a mi destartalado despacho y encender mi unidad portátil, cuando una sucesión de blips anuncia una multitud de mensajes nuevos en la bandeja de entrada. Descarto la mayoría por spam y ofertas sexuales de rusas solteras cerca de mi apartamento. Selecciono el mensaje del departamento forense. Es la grabación digital del último polvo de Boris Stanislavski. Ya tenemos un nombre. Observo con atención los últimos diez minutos de Boris sobre la faz de esta existencia con suma atención.

La grabación da comienzo con Xenia entrando en la sala mientras Boris ya se ha desvestido y está sentado en la cama. La hora reflejada en la parte inferior izquierda indica las 20:19 de la noche. Ella se ha parametrizado como enfermera orbital y parece decirle algo inaudible. Lamento más que nunca que los videos no dispongan de audio. Boris se calza unas botas de montar a caballo y abofetea a Xenia. Después se echa hacia atrás en la cama y le hace señas inequívocas que se la chupe. Xenia cumple sin remilgos su cometido mientras él la agarra de la nuca con fuerza y esgrime una perversa sonrisa. La lluvia sobre NeoMad golpea igualmente con fuerza los ventanales de plexiglás. Él la vuelve a abofetear y se echa al suelo. Ella se siente a horcajadas sobre él y le empieza a montar. 20:21. Boris le agarra con virulencia los glúteos. Parece gritar algo. Ella levanta la vista, cierra los ojos y parece gemir. Él empieza a estirar y recoger las piernas. Xenia aumenta la velocidad de cabalgada y él se corre con voracidad dentro de ella. 20:23. La autómata se levanta poco después. Boris se incorpora torpemente y la golpea varias veces más. Le dice algo con la cara enrojecida y enrabietado. Las sexbots no niegan ningún servicio sexual si se ha contratado, incluso el cliente puede improvisar sus "apetencias" o demandas con la app de inmediato. Deduzco que la llama puta. 20:25 La vuelve a golpear con extrema violencia. Xenia aguanta los golpes sin rechistar con los brazos recogidos tras la espalda. El ruso, minutos después de descargar, no sólo su frustración, se lleva las manos al pecho. 20:28. Cae desplomado cerca de la cama. 20:29. Ella hace uso del interfono de la habitación y parece hacer una llamada. El video se corta.

Rebobino la grabación y vuelvo a verla. Una segunda vez. Y una tercera. Hago una llamada a Madame Le Noir. Dejo un mensaje de voz y concierto una cita a primera hora de la mañana. Nos han mentido.


Dibujo original de Dangiuz (Leopoldo D´Angelo)

Madame Le Noir
8:46 horas estándar de la Tierra   

La imagen holográfica de la recepcionista de Madame Le Noir, Belinda se activa con un leve parpadeo al activar mi código de entrada. Vuelve a llover. Odio la lluvia. Una publicidad sonora tras de mí, arrojada desde un aero-zepelín, anuncia soluciones milagrosas contra la impotencia. Me seco las gafas con la corbata.

—Qué alegría volver a verle tan pronto de nuevo, señor agente —me saluda Belinda con su atractiva melena corta rosácea y sus amplios pechos al descubierto. La señorita Edén le espera en su ático. Medea le acompañará al turbo-ascensor. ¿Le gustaría hoy volver a seleccionar mi "skin", agente? Estamos aquí para servirle.

Esgrimo una leve sonrisa, pero no respondo a la pregunta. Nada más cruzar la puerta, me espera la autómata Medea vestida con traje de chaqueta y pantalón beige que refuerza aún más su oscura piel color caoba. Sus ojos verdes me dan la bienvenida y el taconeo de sus high heels me acompaña por el pasillo central de Madame Le Noir. No cruzamos ni una sola palabra hasta llegar al turbo ascensor. Me pregunta si quiero que la espere para un servicio posterior en una sala. Niego con la cabeza y subo al ático.

Clarissa Edén me espera semi desnuda en la terraza. La lluvia resbala por su tersa piel. Tan sólo viste un fino albornoz que, pegado a su cuerpo empapado por la tormenta, realza aún más toda su extraordinaria figura. Sus pezones parecen poder rasgar el albornoz de un momento a otro. Una delicada mata de pelo rubio corona el valle entre sus piernas. Descalza de nuevo, como me gusta.

—Y bien, agente Cruz. ¿A qué tanta urgencia? —interroga la Madame —¿O simplemente no ha podido conciliar el sueño pensando en mí? No sería el primero. Confieso que me resulta encantador.

Se gira, y se acerca a mí, agarra un cigarrillo de su mesa, le pega una calada y me mira con sus perfectos ojos grises.

—¿Viene a detenerme o a follarme?

—Aún no lo sé —le respondo, mientras la empujo contra la mesa, aparto la parte trasera del albornoz y la penetro por detrás.

Ella gime complacida, mientras no deja de fumar. Agarro sus duros pechos y mis dedos juegan con sus pezones. Tiene un coño perfecto. Mis hinchados huevos golpean sus labios vaginales una y otra vez. Ella repite sin cesar que la folle como la delincuente que es. Que se merece ser jodida por una polla como la mía, solamente con una polla como la mía. Sé que me miente, pero me da igual. Me excita estar al mando, que ELLA sepa quién está al mando.

—Me corro, agente —me notifica bajo entrecortados gemidos—. Córrase dentro. Estoy esterilizada desde los 16 años. Descargue toda su frustración en mi sexo. ¡Vamos!

Me descargo dentro de ella sin avisar agarrando sus pechos y mordiéndola el cuello. Su coño no puede absorber toda mi lechada, y resbala por sus piernas hasta terminar junto a sus tobillos en dos charcos de esperma. Ahí se mezcla con la ceniza de su cigarrillo en una pastosa prueba grisácea del delito.


Dibujo original de Dangiuz (Leopoldo D´Angelo)

9:38 horas estándar de la Tierra 

Estamos tumbados en el suelo, ella con su cabeza apoyada en mi sudoroso pecho y jugando con mis pezones. Activo mi Pad y le muestro a Edén la grabación que me hizo llegar el departamento forense ayer por la noche.

—La grabación está manipulada —le indico mientras me levanto y la miro con inquisición —La noche de la muerte de Boris, no llovió durante algunas horas, pero en la grabación llueve a mares. ¿Tú lo sabias? ¿Sabías que la grabación fue alterada?

—Por supuesto que sí—me confirma— Sólo esperaba que no te dieras cuenta. Boris era un puto cerdo, un asesino y un violador. Está bien muerto. Pero yo no di orden de alterar la grabación, ni de matar a Stanislavski. La pregunta que deberías hacerte, señor agente, es... Si mataron a Boris... ¿quién lo hizo y por qué?

Se levanta, y se enciende un cigarrillo mientras busca una copa para servirse un trago. Echa una calada y pensativa exhala el humo.

—¿Quién te hizo llegar la grabación? —pregunta curiosa, mientras se sube las bragas.

—Vosotros —respondo sin titubear, sólo para abrir los ojos y corregirme yo mismo—. Álvaro Berasategui, el forense. No puede ser, es mi amigo.

—No sabes nada de Álvaro Berasategui, señor agente. Nada —me reprocha airada Edén—. ¿No te has preguntado nunca por qué él llegaba siempre antes a las escenas del crimen? Lleva tomándose la justicia por su mano desde hace años. Miembro activo de la "desaparecida" ÜberMenschCorp... , defensor de los derechos de los autómatas... já. Y una mierda. Le he permitido sus "apetencias" en mi local durante meses, pero ha ido demasiado lejos. Se ha descuidado y nos ha comprometido. Y lo peor de todo, ha perdido el juicio. Es cada vez más agresivo incluso con mis chicas. Las insulta, les reprocha que se dejen someter por escoria, que son unas putas por no negarse cuando su programación no se lo permite. Ha empezado a extorsionarme, dice que me va a matar por zorra, que debo acostarme con él, si no quiero que todo salga a la luz. Está descontrolado.

—Voy a detener a ese cabrón. Voy a... —exclamo alterado. No puedo pensar con claridad desde hace algunas horas.

—No hace falta que lo busques. Está aquí. Esperando que un empresario holandés termine de joder con Medea y Jason en la sala Beijing. Agazapado para aplicar su desviada justicia. Mátalo, mátalo por mí, amor —me ruega Edén.

Me termino de vestir y echo mano a mi arma iónica reglamentaria. No recordaba ni siquiera llevarla. Estoy confuso. Palpo su frío tacto. Está cargada. Voy a volarle la puta cabeza a Berasategui. Ella se enciende otro cigarrillo y me da un largo beso en la boca.

—No tardes, aún no has terminado de follarme por hoy —me promete Edén, mientras llama al turbo ascensor.

Me dirijo a la sala Beijing dispuesto a hacer cumplir esta vez mi justicia.

10:02 horas estándar de la Tierra
 
Abro de una patada la puerta de la sala Beijing al grito de Departamento de Policía. El empresario holandés que estaba siendo penetrado por el autómata Jason mientras Medea se la estaba chupando, se corre del susto.

—¡Yo no hecho nada! ¡He pagado, maldita sea! —me grita encolerizado.

Echo un vistazo a mi alrededor. Nada. Aquí no hay nadie excepto, el autómata Jasón parametrizado de gladiator romano, Medea de vestal y un asustado empresario. Por el rabillo del ojo veo a Álvaro huyendo a la terraza exterior por un ventanal abierto. Porta un arma narcótica iónica. Le doy el alto. No se detiene. Salgo a la lluviosa terraza tras suya. El reinante viento casi me derriba y me lanza al vacío. El empresario se asuma curioso tras mía por la ventana. Berasategui se gira en su huida y dispara dos salvas. Consigo evitar el impacto de ambos disparos echándome a la derecha de la barandilla. Al hacerlo, ambas salvas impactan en el holandés, volándole la cabeza, como quién sopla de una mesa un montón de harina. Cae con medio cuerpo fuera de la ventana y vuelve a eyacular una última vez. Oigo a lo lejano a Medea hacer una llamada de emergencia.

—¡Álvaro, detente, joder! ¡Hablemos! —le grito, mientras el parece detenerse exhausto. El sobrepeso y la dieta que tantas veces le dije que hiciera se la ha jugado.

—¿De qué cojones quieres hablar, señor agente de los huevos? —me recrimina—. Te has vendido como todos, te has vendido como todas las putas zorras de aquí. Por un puñado de exocréditos y un puto polvo. No tenéis moralidad. ¿Ya te has follado a Edén? Hijo de puta. A ti también te ha engañado, como a mí.

No sé de qué me está hablando. A mí no me ha manipulado nadie. Levanto mi arma y le pido que arroje la suya. Se ríe y vuelve a emprender la huida. Dispara contra otro ventanal, entra a la sala Bilbao donde interrumpe una sesión sadomasoquista con antiguas baterías de automóviles y cubos de agua. Sale empujando al autómata Samir y se dirige raudo al turbo ascensor. Dios, va en busca de Edén. Al llegar al elevador, veo en el luminoso que ha llegado al ático. Va a matarla.

10:28 horas estándar de la Tierra

Al abrirse las puertas del turbo ascensor, veo a Berasategui apuntando con el arma a Edén a la cabeza. La tiene fuertemente agarrada del cuello. No puedo arriesgar un disparo sin correr el riesgo de alcanzarla. A sus pies yace abatida Xenia, echando lánguidas chipas desde el vientre en un charco de líquido amarillento. Ojos abiertos y apagados. Deduzco que se interpuso entre el forense y Edén, y se la cargó.

—Álvaro, hablemos. ¡Esto no tiene que terminar así! —le ruego.

—Te han manipulado, Judas. Desde el principio. ¿Acaso no te has dado cuenta de que esta señorita Madame Puta se ha parametrizado desde el principio para gustarte? Su forma de vestir, el detalle de estar descalza, la adicción de beber y fumar compartida como tú, su puto olor. Es una autómata modelo Artemisia. El único modelo que se mandó construir tan sofisticado. La anterior dueña del local la mandó diseñar para sucederle una vez que muriese. Las preferencias de todos los clientes quedan registradas en la base de datos de Madame Le Noir, joder. Tú llevas viniendo desde hace años. Lo saben todo de ti, de tus gustos. ¡Le ibas a hacer el trabajo sucio de deshacerse de mí! —grita encolerizado Berasategui —, Todas los sexbots están equipadas en sus órganos sexuales, en sus bocas, hasta en sus jodidos culos de una droga que nos hace ser más sumisos, que eleva nuestra dependencia hacía ellos. Nos pensamos que los deseamos cuando en realidad, es todo una mentira... una maldita mentira, como ella...

Miro a Edén, rogándola con la mirada que me diga si todo es verdad. Ella sonríe y besa a Álvaro en la mano que la está sujetando del cuello.

—Amor le pide solicita Edén—, mata al agente entrometido. Mata a Cruz. Sabes que yo sólo te pertenezco a ti.

Berasategui asiente complacido.


10:41 horas estándar de la Tierra


Edén se deshace amorosamente de la mano de mi antiguo amigo y le vuelve a besar.

—Amor, déjame que lo mate yo —Edén le quita el arma iónica y me apunta. Berasategui no cabe en su gozo. Al fin, ella le pertenece en cuerpo y alma. Empieza a hablar.

—Clarissa, amor mío, saldremos de esta. Diremos que él los mató… a todos. Que estaba loco. Yo me encargo de cargarle con el mochuelo. Sabes que siempre te he deseado sólo a ti y no a las putas autómatas hermanas tuyas. Siempre hueles como a mí me gusta, tu forma de vestir, siempre estás tan… —Berasategui abre los ojos y se percata de su extrema torpeza al subestimar a Edén y ver horrorizado como ahora ella ha dejado de apuntarme y le apunta a él.

—Hijo de puta. Has matado a una de mis hermanas. ¿De verdad pensabas que un seboso como tú podía despertar el más mínimo interés en mí? Qué estúpido. Tú y tu maldita secta de hipócritas. ¡Salta! —le ordena— ¡Salta por la ventana!

—Pedazo de puta. No voy a saltar. Tendrás que matarme —se envalentona, plantándose delante de ella. La escupe a la cara, agarra el cañón del arma y se lo pone en la boca. Cierra los ojos.

Ese es el último error de Álvaro, cerrar los ojos. Me lanzo contra él y de un fuerte empujón, le hago caer hacia atrás y trastabilla. Pierde el equilibrio y se precipita con los brazos abiertos como la petición del abrazo de una madre amorosa por la ventana. Sin proferir ni un solo grito estalla contra el suelo como un tomate pasado, 800 metros más abajo. Ningún ciudadano se para. Los suicidios eran habituales en el año 2064 y más en NeoMad.

Me asomo brevemente al ventanal y le confirmo a Edén.

—Lo arreglaré —digo—. Diremos que mató al empresario holandés y que, consumido por la culpa, se lanzó por la ventana, después de amenazarte. Tengo un amigo en video análisis, Franz Wildberg, que me ayudará a alterar las grabaciones si las hubiese. No temas, nadie sabrá que ha pasado aquí.

Oigo llegar las sirenas de las aero-naves confundidas entre la lluvia acercarse a las puertas de Madame Le Noir. Edén se ha arrodillado frente mía y me estaba haciendo la mamada de mi vida entretanto ¿Si me está manipulando? Ya no lo sé, ni tampoco me importa. Me termino de fumar el cigarrillo y me corro en sus labios. Las cosas van a salir bien. Estoy seguro.

Epílogo

Me detuvieron junto a Wildberg antes de que transcurriera un año. Nunca confesé mi relación con Clarissa Edén y la encubrí. Estaba enamorado de ella. Me condenaron a un planeta prisión exterior. Me llevará a ese destino la nave penal Nox Aeterna.


Dibujo original de Masashi Kageyama

Safe creative 2201210304676
Todos los derechos reservados


¡Muchas gracias, Luis Fernández por esta colaboración y la multitud de ideas!

Banda sonora de Madame Le Noir 2064

J2 featuring Blu Holliday - I will survive (Epic Trailer version)


Måneskin - I wanna be your slave


Hazte con todas los relatos del local "Madame Le Noir" bajo el siguiente enlace.


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Comentarios

  1. Un placer haber podido colaborar con Valentin@ en este relato (¡Atención spoiler! precuela de Nox Aeterna). Es curioso cómo a pesar de estar acostumbrado a contar relatos de diferente índole, enseguida encontramos una forma común de permanecer fiel a nuestros estilos. ¡Gracias!

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  2. Mis felicitaciones a valentin@ y al colaborador Luís Fernández!!quizás esas ideas visionarias se hagan realidad antes del 2064 !cuando publicarás nox aeterna?

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  3. Hola Roberto, ya está publicado hace tiempo en el foro más FAMILY FRIENDLY :)
    https://decimocirculodelinfierno.blogspot.com/2022/01/nave-penal-nox-aeterna-luis-klaus.html
    Gracias por tus comentarios.

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