La guerra fría más caliente (OpenFly Air, Parte II)
CONTENIDO MAYORES DE 18 AÑOS
La compañía española puntera OpenFly Air formará parte de las tres compañías aéreas que podrán hacerse con el prestigioso premio New World Horizons en su segunda entrega que se entregará este fin de semana en la bella y gélida Moscú. El poderoso oligarca, pero igualmente misterioso árabe, Mohammad Bin Sawiris otorgará a la compañía aérea ganadora los derechos exclusivos de transporte aéreo comercial sobre los ricos cielos de Kurwastán durante dos lustros. La estadounidense ConLingus Air, la rusa Rasputin Wings y nuestra OpenFly Air optarán como finalistas al codiciado premio. Se valorará el modelo de gestión aeronáutica, la relación calidad-precio, el cumplimiento de los horarios, el turismo sostenible y con todo lujo de detalles, el buen hacer de las azafatas de cada compañía aérea. Nuestras espectaculares azafatas, Manuela García, Vanessa López y, por primera vez, Yurena Macías no pueden estar más excitadas por formar parte del exclusivo elenco y honor por representar los intereses de la patria compañía.
Como no podía ser de otro modo, el hotel Ritz-Carlton de 5 estrellas, a apenas 400 metros del teatro Bolshoi y algunos metros más del Kremlin, es lujo en estado puro. El jeque no ha reparado en gastos. Está en juego su imagen y la de su pequeño pero rico Kurwastán.
Manu, Vane y, en mayor medida, Yurena están ansiosas por disfrutar de los amplios salones, habitaciones del hotel y cultura rusa este fin de semana. Nuestras españolas se han mimetizado con la cultura rusa y están vestidas como requiere la ocasión. Parcas, gorros de piel, botas altas a juego coronadas con todo el esplendor de sus labios carnosos. Destilando belleza y feminidad a raudales. Las chicas no se dejan intimidar por el frío moscovita ni por la serena belleza de las rusas.
—Dónde esté una española de armas tomar que se quiten las paliduchas de las rusas… —dice Manu.
El veredicto se conocerá el domingo por la tarde y, tanto ellas como las virtudes (o defectos) de las compañías aéreas, serán valoradas exhaustivamente a lo largo del fin de semana. Manu conoce muy bien a las representantes de las otras finalistas. Ya las tuvo que sufrir hace cuatro años, durante la primera entrega del premio, en un fin de semana similar en Zúrich. Al final, el gato se lo llevó al agua la delegación rusa.
Representarán a ConLingus Air, las ruidosas y exuberantes Maddie Kane, Samantha O’Sullivan y Candy McCann.
—Estaba claro que los yanquis iban a jugarse la carta del "american way of life", músculo económico, fuerza bruta y la mujer tipo muñeca Barbie de ojos claros para impresionar con raudales exóticos al jeque. —piensa Manu divertida— Hay que reconocer que vestir a las delegadas con sombreros cowboy como parte del atuendo es una jugada maestra.
Más difícil de vencer será en cambio la delegación rusa de Rasputin Wings. Las imponentes hermanas Yulia y Anastasia Nóvikova junto a la no menos espectacular Miska Ivanova. Tres portentos de belleza soviética, blanquísimas de piel, ardorosos labios encarnados y analítica mirada militar. Más apretadas que los tornillos del submarino Minsk. Capaces de derretir la nieve y al hombre más robusto con cada paso de sus larguísimas piernas. Dos rubias tan rubias que su cabello parece casi oxigenado y una tercera integrante de larguísimo pelo oscuro hasta la cadera recogida en una adornada coleta regional rusa. Nuestras chicas no han preparado nada, confían en su desparpajo y vitalidad. La improvisación es muy española, y qué demonios... ¡funciona!
—Chicas, esta es la Champions, aquí cada disparo tiene que acabar en gol, disparo que no acaba en puerta, es un disparo en contra nuestra —le ratifica Manu a Vanessa y a la primeriza, en estas lides, Yurena.
—Manu, a zorrones encantadoras no nos gana ni la tía Marí esa, la espía... ya sabes —certifica Vanessa.
—Es Mata Hari, zorrón inculto. —ríe Manu mientras pellizca el culo a su amiga.
—Lo sé, lo sé... que tiemblen las rusas.
—Y yo, ¿qué? —exige Yurena sonriente, falta de atención.
Recibe un largo beso con lengua en la boca de Manu y un pellizco en las tetas de Vane.
—¡Qué ricas las tiene mi niña, joder!
Todas se ríen y entran en el hotel entrelazadas de los brazos, mientras un amigable botones vestido pulcramente de negro les abre la puerta.
—Gracias, guapetón. Muy amable, le dicen entre risas en castellano.
Como era de esperar, tras la pertinentes introducciones y posterior cena, la organización termina invitando a tomar una última copa en el bar O2 Lounge del hotel, de espectaculares vistas y amplia terraza. Nada más entrar nuestras protagonistas, son interceptadas por la comitiva rusa.
—Vaya, vaya… a quién tenemos por aquí, camaradas… las prostitutkas españolas. —afirma Yulia Nóvikova mientras sonríe junto a su hermana menor Anastasia y su cuñada Miska.
Las tres han cruzado perfectamente sincronizadas los brazos sobre el pronunciado pecho al mismo tiempo. Anastasia se ríe tímidamente mostrando una dentadura perfecta.
—Me dará mucha pena veros llorar como devcatas el domingo, pero así es la vida… dura como el invierno en un gulag. —asevera Yulia mientras entona la palabra dura y gulag con un fuerte acento ruso.
—Perdona, camarada, ¿no te estaba llamando el señor calvo de ahí detrás para que te fueras a tomar por culo junto a tus amiguitas? —le indica Vane, mientras le clava tres centímetros de tacón de aguja en el pie de la rusa.
Yulia esboza una lacónica sonrisa, se queda callada un instante para responder a continuación a Vane.
—Esto no ha hecho más que empezar, putita.
Manuela las ve marcharse a los mullidos sillones y queda ratificada en sus sospechas y comenta:
—Más sabe la diabla, por vieja que por diabla.
—Y por puta, añade Vane.
Dos de los cinco jueces están tomándose una copa con ellas.
El juez de mayor edad, de nacionalidad francesa, tiene agarrada a Anastasia de la cintura y le susurra divertido palabras al oído. Frases que deben resultarle muy graciosas al juez pero que a ella le hace la misma gracia que las que le recitaba el sapo del cuento a la princesa. Pero disimula bien y el sapo sigue a lo suyo. La rusa se ríe escandalosamente poniéndole un brazo sobre el pecho al sapo y jugando con su oxigenado pelo. El otro juez, oriundo de la bella Italia, al menos diez años más joven, se ha colocado la americana sobre el regazo para disimular la paja que le está haciendo Miska con la mano izquierda mientras apura su vodka con la derecha. El joven abre y cierra los ojos como una persiana, y por el temblor de sus piernas, ya se ha corrido en la mano de ella y en su americana al menos una vez. Yulia observa complacida a pocos metros apurando su copa. Con un gesto les indica a sus compatriotas que se vayan a un lugar más cómodo para terminar de asegurar los votos.
En el alfombrado suelo de la habitación, el más joven de los jueces, el italiano Doménico Costa está penetrando agresivamente por detrás a Anastasia. Su nombre clave es Siberian Dog, pero todas las llaman Laika por sus jadeos y su forma de aullar cuando la penetran. A Yulia se la conoce como La zarina, y está al mando del operativo para hacerse con el favor de los jueces y garantizar las suculentas ventajas económicas que supondrá el fallo para Rusia. Ella ordena y las demás obedecen. Así lo demanda la Madre Patria y no la fallarán, mientras acaricia su pistola Aspid amarrada a una de sus medias negras. Está vestida elegantemente con un vaporoso albornoz transparente, sin sujetador, sólo las bragas de encaje y medias negras.
Sube la música del antiguo gramófono con canciones tradicionales rusas militares, tira una calada a su cigarrillo y vuelve a chequear la habitación. Se apura su botella de vodka. Llaman a la puerta. Es de nuevo, el botones de tez árabe. Ella abre la puerta, se sorprende de que sea algo más mayor que el anterior botones y le indica secamente que deposite las botellas de vodka en el suelo, mientras le echa el humo a la cara. El botones hace amago de entrar a dejar las botellas.
—Atrás, ni un paso más. —le ordena Yulia interceptando al botones.
Él asiente. No le deja propina (bastante tiene ya con haberle visto media pierna) y le manda que se marche de forma autoritaria, que ya le llamará si necesita algo. Le cierra la puerta en las narices y La zarina vuelve a observar a sus chicas. Sus agentes tienen prohibido correrse. Podrán mostrar placer, pero será fingido. No están aquí para enamorarse ni sentir nada, esta es una tarea como otras muchas de la agencia. El control sobre el cuerpo debe ser máximo. Ellos, por su parte, no deben percatarse de nada. Que se crean los más viriles del universo, los más machos, qué piensen lo que quieran, que se corran diez veces si quieren, qué más da.
Al juez algo mayor, el francés Jean Marc Durand apenas le quedan fuerzas para correrse, atiborrado de vodka y es por ello es aún más sorprendente, la notable eyaculación, nada acorde con su edad, con la que obsequia a Miska en los pechos. Como las ráfagas de aspersor estancado que, finalmente, liberado es capaz de soltar toda su presión. Amplios ríos de semen se cuelan entre los generosos pechos de la agente Vodka Gulag. Ella lame lasciva todas y cada una de las gotas de sus pezones (como le han ordenado que hiciera) para mayor complacencia del juez, mientras susurra en ruso "Por fin, se ha corrido el asqueroso viejo". Laika, es decir Siberian Dog, ya está haciendo honor a su nombre y aúlla como una perra, profiriendo insultos en ruso que harían enrojecer a Dostoievski. El sexo anal ha sido idea de Anastasia, sabedora por los expedientes que han estudiado una y otra vez, que el joven es ultracatólico pero devoto practicante en secreto de los placeres anales y que su esposa nunca le deja. Es por tanto aún mayor la sorpresa, cuando sorpresivamente alterna el orificio y penetra con virulencia el sexo de Anastasia, de color oxigenado, depilado con la forma de la hoz y el martillo. La agente conoce muy bien el modo ruso de hacer las cosas. No se permite margen de error, y Anastasia acelera el ritmo. Debe seguir hasta que el pene flácido salga vencido por su "propio pie". Es así como una buena amante rusa, termina... hasta la última gota.
—Ahí llevas a mi pequeño capitalista —jadea entrecortado el italiano— y por la cantidad que he echado por lo menos van tres.
El joven termina de correrse, sacando su nervuda e inflamada tranca, sobre el culo y la espalda de Siberian Dog, sin dejar de agarrarla el enrojecido culo de los cachetes que le ha ido propinando. Los latigazos finales de esperma manchan el pelo color plata de Anastasia.
Sábado por la mañana
Durante el buffet del desayuno, Manu, líder improvisada de nuestras protagonistas, pone al día a Vane y a Yurena de sus observaciones.
—Las rusas se han hecho con casi toda seguridad con al menos dos de los cinco votos. Es decir, el 40% de una tacada. Las americanas, van de sobradas y van siempre a lo bruto. Alguna liarán. La más espabilada de las yanquis, Maddie Kane, la pelirroja, a lo tonto, ya le ha tirado un café a un juez encima de la pernera, y le ha ofrecido limpiarles los pantalones mientras le ha estrujado bien el rabo al hacerlo. No es lista la tiparraca ni nada... Vane, mira a ver cómo puedes engatusar al tipo y hacernos una idea por dónde van los tiros de las votaciones. El tío está cachas. Tú que vas todos los días a correr tus 5-6 km por la mañana, seguro que coincidís en la calle o en el gimnasio. Estoy segura, que el chándal ajustado amarillo zorrón con franjas rosas que te sueles poner para sudar no deja indiferente ni al osito Misha. Yurena, échame un cable, vigila a Yulia, no deja de echarte miradas a escondidas… quizá sólo sea por tu color de piel, pero a mí me parece que ella juega en el otro tercio, quizás vaya del otro palo, aprovéchalo —les ordena una resoluta Manu, dispuesta a no dejarse vencer cómo aquella vez, años atrás, en Zúrich.
El portugués René Souza tiene un gran problema sobre los pantalones y aun mayor debajo de ellos. La pelirroja azafata estadounidense le ha puesto como una moto de cachondo. Su erección apenas se puede ocultar por más tiempo, pero antes de pasar por la habitación de Maddie para llevarle los pantalones, necesita cambiarse de ropa, pensar con la cabeza fría, pensar en su mujer que le espera en casa junto a sus hijos de corta edad. Decidido se dirige a las instalaciones del gimnasio para desahogarse con las pesas y un poco de Sauna. Tras 45 minutos de bicicleta estática, decide entrar en la sauna. Deja la toalla colgada en un perchero y entra en el cubículo dónde sólo una persona sudorosa más está disfrutando de las altas temperaturas reparadoras. Es una de las azafatas de OpenFly Air, la rubia de pelo corto. La vio esta mañana en el desayuno, y después cuando salía a hacer deporte. Vaya pedazo de culo. Vane también le reconoce y le espeta a sentarse junto a ella, palmoteando con la mano su diestra.
—Uf… qué calor, pero es bueno romper a sudar para quitarse toda la negatividad, ¿verdad senhor Souza? —comenta Vane en todo su esplendor perlada de sudor.
—Sí, es verdad, sudar siempre es bueno —ratifica un sudoroso René sin poder desviar la vista sobre las brillantes tetas y erectos pezones de Vane.
—A mí me gusta mucho sudar, pero claro no siempre tengo a mi disposición una sauna ni una buena polla que me haga sudar.
Incapaz de disimular más su erección, René hace amago de levantarse sólo para descubrir que Vane ya le ha agarrado del erecto miembro y le está masturbando.
—No tan deprisa senhor, aquí se ha dejado tareas por hacer… —mientras se introduce un cubito de hielo en la boca y el falo del sufrido portugués sin más palabras a continuación.
El contraste de frío-calor es maravilloso. Y la lengua de Vane explora curiosa cada centímetro de la polla del juez. Glurp, glurp. Sin detenerse, sin piedad. "Dios, me voy a correr"; piensa Souza hipnotizado por las habilidades de nuestra azafata y avisa a Vane de su inminente eyaculación.
—Déjese de tonterías senhor juiz, no lo ponga todo perdido aquí y córrase en mi boquita cuando quiera, no hace falta que avise... yo me lo trago todo.
Dicho y hecho, René agarra de la nuca con ambas manos a Vanessa y se descarga en su boca mientras Vane no para de estrujarle los huevos. Se abre la puerta y, entre vapores, entra otro huésped, Vane deposita una toalla y su mano sobre el flácido miembro de René.
—Buenas días, hace calor aquí, ¿eh? —dice el inesperado y sumamente gracioso invitado.
Vane se termina de tragar el semen y le responde -Sí. Mucho. Menos mal que me acabo de hidratar.
La intención de voto de Souza está más que clara y su polla más que ordeñada.
Por su parte Maddie se ha cansado de esperar en la habitación vestida de cowgirl (lazo incluida) y ha regresado más cabreado que una mula al salón.
Yulia y sus compañeras están desayunando igualmente en el restaurante. Vestidas impecablemente de pantalón largo azul, camisa blanca ajustada y chaqueta cerrada. No van a mostrar sus numerosos encantos de mujer a los simples mortales sin tener una razón para ello. Todas se han recogido el pelo en un discreto y funcional moño. Bellezas pulcramente maquilladas, pero de aspecto gélido. Al contrario que nuestras españolas, sus rostros no reflejan pasión alguna. Apenas se hablan, no se ríen entre ellas. Sólo cuando al juez francés se acerca para preguntarles que qué tal noche han pasado, sus rostros cambian a Modo Seductor, y todo son risas, y ojitos enamorados. El sapo hace amago de sentarse al lado de Miska, sólo para darse cuenta torpemente que no hay una silla cerca.
—Pues entonces que Miska me ceda el sitio y que ella se sienta en mi regazo, ¿no?
Ellas se ríen con la mano cubriéndose el rostro. El sapo no sólo se siente el mismísimo Giacomo Casanova, sino además el rey de la comedia. Les guiña un ojo y se retira. Todas vuelven al semblante serio. Casanova no les hace ni puta gracia. En cambio, a Yulia se le escapa una mirada y una leve sonrisa, cuando ve a Yurena sorber su café y lamer el borde de la taza. La pone muy cachonda, fantasea con tenerla entre sus piernas, con el contraste de la piel canela de ella sobre su blanca piel. Agarrarla del cardado pelo y ordenarla que le coma el coño en su oxidado español. Se muerde el labio inferior. Yurena, se percata y le devuelve una sonrisa. Yulia no está habituada a ser descubierta y se termina el café abruptamente.
—Nos vamos, ordena a su hermana y su cuñada.
Yurena se ha levantado y le indica a La zarina que se le ha caído algo, un papel, y se lo mete doblado en un bolsillo de la chaqueta. El papel reza "Te quiero comer todo el coño, copito". Yulia abre sorprendida los ojos, no da crédito, esconde el papel y con el conejo ahogado en fluidos vaginales se retira pensativa.
El resto de la mañana es un sinfín de PowerPoint por parte del resto de los jueces dónde interminables presentaciones muestran los puntos fuertes y débiles de cada compañía. Tras las primeras cuatro horas, AirCon Lingus queda algo descolgada por un tema en principio irrelevante cómo que sus azafatas sólo dominan un único idioma en los vuelos (el inglés). Maddie y sus muchachas no pueden ocultar su ira con el juez danés Per Nielsen y así se lo hacen saber. El hombre se justifica diciendo que un mundo global, el inglés es idioma vehicular, pero no el único y que el jeque, hombre culto donde los haya, valora en extremo, pensar "Out of the box". La señorita Kane le ruega una conversación privada más adelante para limar asperezas por su salida de tono y disculparse. El señor Nielsen valorará por supuesto cualquier iniciativa de mejora y queda encantado con su propuesta dos horas después cuando Maddie "Bazooka" Kane le está montando bastante mejor que la ganadora anual del concurso de rodeo de Longhorn, Texas. Viste ella únicamente, unas chaparreras de cuero oscuro y un sombrero vaquero blanco mientras agita encima suya un lazo al grito de "¡Yee-haw!". Sam y Candy ayudan a la escenificación chupándole y mordisqueándole los huevos. Al estilo americano, mostrar todo el despliegue, todas las ventajas del país de una tacada.
—¿Qué le parece ahora la globalización idiomática, señor Nielsen? —pregunta una curiosa Maddie mientras el hombre se termina de correr dentro de ella, con el pelo revuelta y los ojos en blanco.
—¡Una puta mierda! —afirma el danés mientras su pene flácido se retira derrotado de la "Box" de Maddie.
Sábado por la tarde
Termina tras las últimas presentaciones, el ponente y último juez, Fredrik Antonsen.
—Tanto mis compañeros, como yo deliberaremos toda la tarde que compañía es la idónea para representar los intereses de Mohammad Bin Sawiris y así se lo haremos saber. Aunque nuestro estimado jeque, que ha confirmado su presencia el domingo por la mañana en el hotel, cerrará el concurso y tendrá la última palabra. Él no ha reparado en gastos, como saben, y agradecería poder saludarlas personalmente a todas ustedes en el desayuno, concluye el noruego. Ahora, disfruten de la cena y traten de descansar, señoritas.
La zarina no está nada satisfecha. La incertidumbre de quien se hará finalmente con los derechos de explotación la está devorando por dentro. Su semblante serio no puede calmar su tormenta interior. Tanto el noruego como el portugués deben decidirse por Rasputin Wings. Al danés ya le ha dado por perdido. Sabe que las perras capitalistas se lo han follado toda la mañana sin piedad. Ni a comer ha ido. Ellas se han ido turnando. El semblante agotado del juez es suficiente prueba. Por las españolas, en cambio no teme en absoluto. No tiene constancia que hayan podido "convencer" a ningún juez y son el caos en estado puro. Manda a Miska encontrarse casualmente con Antonsen.
—Hazte la torpona delante suya, que se te rompa un tacón, simula una lesión de tobillo y que él te ayude. Luego te lo follas. Por tu parte, Anastasia, busca al portugués, pero que no os vean ni el sapo ni el "analista" italiano flirtear con ninguno. No queremos arriesgar sus votos. Los hombres son celosos, no le gusta compartir sus trofeos.
Manu se dirige al ascensor que la llevará a la habitación que comparte junto Vane y Yurena. Se refrescará y subirá a la terraza a tomarse una copa. Sus amigas ya deberían estar ahí. No tiene ni idea como terminará la votación. Vane se ha dado un capricho con el portugués, pero ella ni Yurena van a ir buscando como putas baratas a los demás. Se abre el espléndido ascensor enmarcado en negro marfil brillante. El ascensor está rodeado de amplios espejos. Un hombre consultando su móvil, la saluda. Es el esquivo juez noruego.
—Ah hola, señorita García. ¿Está disfrutando de su estancia? —le pregunta amigablemente en un más que correcto castellano.
—Sí, muchísimo. No sabía que hablase español tan bien, responde una sorprendida Manu.
—Un poquito, estudie en la Universidad de Salamanca cuando era algo más… cómo dicen ustedes, más lozano, ríe Fredrik. Quedé maravillado con la cultura, con la comida y por supuesto hechizado con las mujeres españolas.
—¿A sí? —responde Manu mientras juega con sus pendientes de aro amplio.
—¿A qué piso va, señorita? —pregunta Antonsen.
—Estoy segura de que no llegó a disfrutar de todas las excelencias de mi gente, aunque quizás aún nos sea demasiado tarde… —sentencia Manu, pulsando el botón de stop y arrodillándose frente a él. Estoy segurísima de que no —se reafirma la Srta. García, mientras le desabrocha lentamente la bragueta al juez y le apresa el erecto nórdico miembro con la mano.
Fredrik se inclina hacia atrás y se agarra al pasamano. Echa la mirada hacia el espejo superior. Le encanta verse y le encanta verla a ella hundir su cara en su pantalón abierto.
Manuela hace tiempo que no ha disfrutado de una polla tan bonita. Toda ella es perfecta. Gruesa, sonrosada, de marcadas venas, generosa en sus palpitaciones. Exultante de líquidos preseminales. Con el dedo pulgar frota una y otra vez el cerúleo glande. Besa lentamente cada centímetro de su durísima polla sólo para después jugar y restregar su miembro cual fuera un pintalabios en su boca. El jadea. "Seguro que nunca se la chupado una española de verdad". Incrementa algo la velocidad mientras se quita las bragas. Si le gusta mirar al amigo que me vea el culo con los hoyuelos a ambos lados y el potorro también. Pero que no se corra todavía. Fredrik se ha apoyado sobre el reposabrazos metálico y entre jadeos confirma que este desliz no le ayudará a OpenFly Air a recoger más votos.
—Cállate, vikingo de los cojones, yo esto no lo hago por OpenFly Air. Esto me lo merezco yo y lo voy a disfrutar.
Otro lametazo. El ascensor se pone en marcha y se dirige ocho plantas más arriba. "Dios, nos van a pillar". El vikingo intenta tapar fútilmente la cámara de seguridad del ascensor con la corbata, pero no llega. Por su parte, Manu busca a tiendas el botón de stop mientras sigue chupando el mástil. Las puertas se abren junto a una alegre musiquilla.
—Vaya, con la rezagada —dice alegremente Yurena mientras le pega un amoroso codazo a Vane.
—Os dejamos, luego te veo Manu… perdona, ahora no puedes hablar, tienes la boca llena...
Manu asiente con la polla del noruego metida en la boca y alzando un pulgar. Se cierran las puertas.
—Ya no quiero más chupadas, quiero follarte hasta partirte el alma —dice en perfecto castellano Fredrik. Manu sólo acierta a decir:
—Pues, hazlo joder, destrúyeme el puto coño. Que no pueda ni andar, mientras abre su blusa y muestras sus esplendorosas tetas de amplias aureolas
El vikingo la levanta con sus fornidos brazos, y le aprieta contra la barra y el espejo frente a la puerta del ascensor. Escupe en su mano repetidas veces y le humedece el depilado conejo a Manu (aunque no hubiese hecho falta) para clavarle una puñalada de carne, que por su virulencia deja sin respiración a nuestra protagonista. Y la provoca de paso un fugaz pero intenso e inesperado orgasmo. Cual martillo pilón, Anderson continúa estrechando lazos (y fluidos) nórdico-hispanos. Manu le muerde los hombros y le chupa las orejas. La puerta del ascensor se vuelve a abrir. Pero esta vez no espera nadie afuera. Manu hace uso de la polla tiesa del noruego para apretar el botón de cerrar puertas y consigue no sólo cerrar las puertas sino además pulsar tres pisos más de trayecto y poner toda la botonera llena de masculinidad. Imposible de retenerse más, el noruego retira su hinchada espada y empuja con ambas manos los hombros de Manu hacia abajo para correrse en su cara. Al hacerlo, mira sin detenerse todos los espejos posibles, para no perderse ningún ángulo de su corrida y atesorar este polvo como el mejor de su nórdica vida. Manu se está masturbando cuando el primer disparo (de los muchos) de semen ciega su ojo derecho y empieza a deslizarse por su bellísimo rostro. Otro disparo recorre su pelo como un tractor en un maizal. Ella también se corre casi al instante.
Después de ayudarla delicadamente a incorporarse, Per le da las gracias a Manu por la inolvidable corrida.
—No me había corrido con tantas ganas desde que era un jovenzuelo en mi Oslo natal. Las españolas sois simplemente las mejores —sentencia Anderson.
—Lo sé. —afirma Manu mientras se despide de él con un apasionado beso —Tienes una polla tan bonita que debería mostrarse en el museo de El Prado.
La corbata se queda en el suelo como homenaje de las relaciones internacionales.
30 minutos más tarde, acicalada con su mejor vestido de noche, Manu sube a la Lounge O2 para disfrutar de la última noche moscovita con sus mejores amigas. El resultado de mañana le es indiferente. Unas exageradas risas la sorprenden. Es Vane riéndose a mandíbula batiente con Anastasia y Miska en la barra. Viéndolas parecen que fueran amigas de toda la vida. Las rusas están "achispadas". Un rápido vistazo a la barra confirma el hecho. Una retahíla de chupitos vacíos de vodka. El camarero hace intención de retirarlos, a lo que Miska le amenaza
—No quites ni uno solo, Samir, quiero ver quién bebe más. Si mi amiga Vane, mi cuñada o yo… Quita un solo vaso y te meto un tiro y hago desaparecer tu cadáver.
Samir maldice su puta mala suerte… él que se pensaba que a lo mejor se podía follar a una de las rusas.
—Vaya fiesta tenéis aquí montada… ¿Qué se celebra? ¿Y dónde está Yurena? —pregunta divertida Manuela.
—Bizcochito moreno, le está comiendo ahora mismo el conejo a mi hermana... ups, perdón, a mi jefa —confiesa Anastasia.
—La suerte está echada, qué sea lo sea. Ahora toca beber, ¡por las barbas de Lenin!
—Pues me parece una idea de puta madre, ¡pues a beber! —responde una exultante Manu alzando un vaso de chupito.
—Mi cuñada y yo nos preguntábamos si queréis bajar a nuestra habitación y follar un poco. —pregunta decidida Miska, arropada por el valor de tres botellas de vodka, con la coleta deshecha, mientras le toca sin disimular las tetas a la Srta. López —Sin compromisos. Mañana será otro día en Moscú.
—Es la segunda idea de puta madre que has tenido hoy, Miska. Al final no vas a ser tan gilipollas. —afirma Manu mientras la besa como solo una mujer puede besar, para mayor desesperación de Samir.
—Te voy a quitar esa cara de amargada que tienes por la mañana a lametazo vivo. Os vamos a poner al día con la dieta mediterránea. No os habéis bajado a una lonja así en toda Rusia.
Manu le susurra a Vane:
—¿Cómo estás tú tan tiesa y éstas dos tan borrachas?
—Si te lo cuento tengo que pegarte un tiro y deshacerme de tu cadáver. —responde divertida Vanessa —Soy de Cantabria, joder, no ha nacido rusa que me gane a beber.
—¿Y qué hay de las americanas? —pregunta Manu curiosa.
—¿Ésas? Las pánfilas le han montado un pollo al botones por las toallas de la habitación que te cagas, le han llamado de todo. Se creen que llevan las de ganar, van de prepotentes y se han ido a dormir o yo qué sé. Que las den por culo. Tú y yo vamos a darnos un homenaje ahora con las rusas. Si comen el coño tanto como pueden beber vodka y decir palabrotas, nos lo van a dejar pelado.
Al abrir la puerta de la habitación, unos sonoros jadeos dan la bienvenida al cuarteto. Es, sin duda, la zarina teniendo el invierno menos duro del que recuerda. La buena de Yurena le está comiendo el oxigenado conejo a Yulia encima de la cama imperial como si no hubiese un mañana. Se ha colocado un lapicero de improvisado fijador para el pelo. Yulia reposa sus larguísimas y delicadas piernas en los caramelos hombros de la canaria mientras no deja de lamerse los pezones. Están atadas sus finas muñecas con dos pañuelos de seda a la cama. Hecho que no le parece importar en absoluto.
—Mira a la mosquita muerta, pues anda que no tiene tablas ni nada. —le indica Vanessa a Manuela. Yulia vuelve gruñir mientras alcanza su tercer orgasmo con la inquieta lengua de Yurena. La menuda canaria se levanta y se sienta en su boca.
—Chupa. —ordena autoritaria mientras lame la pistola descargada de la rusa con su gorro Ushanka en la cabeza.
La zarina obedece mientras la Srta. Macías baila de derecha a izquierda encima suya y se aprieta el pecho.
—Eso, fóllame cómo es debido. —Elsa, reina del hielo, jadea mientras se corre con la lengua de Yulia aún dentro de su sonrosada vulva.
Anastasia y Miska, todavía cómo cubas, no dan crédito. La zarina no está al control y se lo está pasando bomba. Manu y Vane ya se han desnudado y las esperan tendidas en el suelo, abiertas de piernas. Una visión, sin duda, divina. Dos gloriosos sexos las esperan.
—Vamos camaradas Kalaschnikov y Gagarin, ¿Vais a quedaros paradas o vais a comernos el coño de una puta vez? —demanda Manu comiéndole las tetas a su amiga.
Miska se desnuda lentamente, dejando caer su diminuto tanga, pierna abajo, mostrando un cuerpo hecho para el pecado. Pechos turgentes, cabello largo deslavazado. Se decide por Vane y la empieza a besar. Por su parte Anastasia, sólo se ha desprendido de los pantalones y las bragas. Rebusca entre los cajones y se amarra una polla de plástico al cinto.
—Quiero follarte cómo lo haría un hombre. —ruega.
—Pues ya estás tardando camarada. —responde una sinuosa Manuela.
—Fóllame por detrás como a una perra. Jódeme como si fuera el puto tío Sam.
Dicho y hecho. Anastasia la penetra como un oso, agarrándola de los hombros, tirando hacía ella. Manu se muerde los labios de placer. "No es una polla de carne, pero una mujer portando una polla tiene algo especial y los besos son mucho más apasionados. Y las estocadas son divinas, rítmicas, en círculos buscando llegar a toda mi vulva. No existe ansiedad ni el miedo a correrse. Echaré en falta sentir la leche caliente en mi conejo, pero estoy segura de que éstas dos no nos van a dejar a dos velas".
Algunos huéspedes se quejaron a la mañana siguiente, de los exagerados ruidos, escondidas risas de la habitación e himnos soviéticos a todo volumen hasta las cuatro de la mañana, pero al final no fueron tantos y el Hotel les compensó con unas entradas al balé Bolshoi.
Domingo por la mañana
A la hora acordada del desayuno, Manu y Vane se dirigen bellísimas al salón de encuentros para conocer el veredicto. Como era de esperar han dormido bastante poco, pero la expectación por conocer al misterioso jeque del cual no se conoce ni una sola instantánea y el ganador las mantiene alertas y muy despiertas. Las americanas ya están sentadas en la primera fila cómo si eso diera puntos extra a estas horas. También Maddie, Pam y Candy están espectaculares. Las rusas, fieles a su palabra, entran marcialmente en el salón de actos de porte gélidas. Apenas cruzan una mirada con nuestras protagonistas, aunque no pueden evitar una leve sonrisa cuando Vane toma un croissant al vuelo, sorbe discretamente un café y sienta a la derecha de Manu al susurro de que casi la pillan en bragas. Yurena entra atropelladamente al salón. Se había quedado algo rezagada al obsequiar a un novato chico del servicio de habitaciones con una mamada exprés al estilo canario. No le dio tiempo ni a quitarse el gorro, cuando ya se estaba corriendo en el pelo de ella. Comer coños siempre le dan ganas de comer pollas después. "Es una cuestión de equilibrio corporal. Hay que comer de todo, ya lo decía mi yaya." mientras se sirve un café. Al poco, el jeque hace presencia en la tribuna.
Sin duda un hombre apuesto de unos 30 años que le resulta extrañamente familiar a todas… —¡Joder, tía es el botones que no abrió la puerta del hotel el primer día! —afirma Vane- Y le llamamos guapetón así por las buenas…
Yulia por su parte no le parece la situación nada divertida, es más, muy preocupante. El jeque había suplantado al botones… el mismo botones que ella despachó con cajas destempladas cuando le vino a traer botella de vodka tras otra cuando se estaban follando a los dos jueces. Esto no pinta nada bien. Van a ganar las americanas.
—Muchas gracias a todas por el inmenso honor que ha supuesto para mí y para mi compañía poder contar con su Know-How, su presencia y su cordialidad. Me tengo por un hombre discreto y no me gusta la hipocresía. Desgraciadamente el mundo actual está lleno de ella y todos representamos un papel distinto a nuestra auténtica forma de ser y pensar. Yo no busco eso. Yo ansío que todas mis compañías sean reflejo de mí, de mi honestidad con el cliente. Siempre. Por ello, he decidido invitarles este fin de semana y "transgredir" un poco las reglas del juego. Les ruego que me perdonen. Mis más estrechos colaboradores han valorada a conciencia sus más valiosos activos y puedo asegurarles que la decisión no ha sido nada fácil. Suplantar a uno de los trabajadores del escalafón más bajo de este extraordinario hotel, me ha permitido acceder a una visión mucho más personal. Les doy las gracias a todos ustedes. No me entretengo más, el ganador de este año es... OpenFly Air. Mis abogados se pondrán en contacto esta misma tarde con su directiva. Enhorabuena.
Manu, Vane y Yurena no caben en su gozo mientras saltan en corrillo. Las rusas se han levantado de sus asientos, se cuadran y después de saludarlas militarmente, aplauden sinceramente a nuestras protagonistas. Las americanas por su parte, muy ofendidas, amenazan con denunciar al jeque por competencia desleal. Maddie afirma que la han violado. El jeque sonríe y dice que le vaya con ese cuento a otro.
—¿Quizás podamos discutirlo en privado, Sr. Bin Sawiris? —recula Maddie. —Estoy segura de qué podemos encontrar una solución que nos beneficie a todos.
—No lo creo, srta. Kane. Le animo a seguir trabajando duro y quizás nuestros caminos se vuelvan a encontrar. Un taxi les recogerá esta tarde para llevarlas al aeropuerto. Por favor disfruten del hotel las horas que les queden. Gracias.
Epílogo
Maddie arde de frustración apoyada en la barra del bar. "¿Cómo es posible? Eran con mucha diferencia las mejores". Nunca contempló fracasar. Necesita otra copa o echar un polvo…
—Oye Samir, ¿te gusta el rodeo?
Safe creative 2111219875209
Banda sonora de OpenFly Air II, la guerra fría más caliente
Robbie Williams - Party like a Russian
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Sencillamente espectacular
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarValentin@ nos vuelve a deleitar con otro indispensable relato de alta carga erótica. ¡Enhorabuena! Y además sale Samir :)
ResponderEliminarAy, con Samir. No le sale nada nunca...
EliminarUna vez más, mis felicitaciones!!enganchado a tus relatos llenos de erotismo y ese sentido del humor ,tu sello personal!!espero leerte pronto valentin@!!
ResponderEliminar¡Gracias!
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