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La visita al veterinario (Especial Halloween 2025)

 EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS



Cuando llego a la sala de espera de urgencias de la clínica veterinaria "Lomitos", solo está Lilian.

Su mirada nerviosa la delata. Está esperando que de un momento a otro el médico de turno entre para informarla sobre el estado de su amada mascota. Normal. Yo estoy igual. Acabo de dejar al naranjoso -Zarpitas- y estoy fatal de los nervios. Me he fumado ya medio paquete de cigarrillos y a este ritmo me termino la cajetilla.

A pesar de que las luces de la sala están atenuadas a esta hora de la noche, la belleza serena y madura de la mujer es innegociable.

Una mujer de unos espléndidos cuarenta años. Su largo cabello negro con mechones blancos, peinado con una raya al medio cae en cascada hasta su cintura. Su rostro es delicadamente ovalado con una boca pequeña de labios carnosos. Su maquillaje es llamativo: ojos muy delineados con pestañas largas, sombras en tonos fríos y labios pintados de un color rosa intenso. 

A pesar de que la oscuridad de la sala reconozco de inmediato la indumentaria de Lily Munster. Al contrario que la versión televisiva mucho más recatada, la mujer ha optado por una versión bastante más casquivana tirando a putón. No lleva sujetador y sus exuberantes pechos como melones maduros son imposibles de evitar con la mirada.
 
—Buenas noches —susurro educadamente mientras agarro una revista del corazón de una pila de ellas amontonadas en estado precario de una mesilla baja romperiñones.

Como era de esperar la exclusiva boda de sus páginas principales aconteció hace ya muchos meses y la feliz pareja lleva separada desde principios de año. Se confirma mi teoría de que en las salas de espera de las clínicas solo ponen revistas de cuando reinaba el Rey Carolo para evitar que se las lleven a casa.

—El día de mañana me voy a encontrar el papiro con los planos de la pirámide de Keops —bromeo sin poder dejar de fijar mi vista en las gordos melones de la mujer —¿Llevas mucho tiempo esperando? 

Lilian aka Lily Munster suelta un bufido de gato, sonríe y antes de contestar se balancea en su silla. Por poco me pone las tetas encima de revista.

—Llevo casi una hora aquí sin saber nada de mi comadreja, Marvin. ¡Esto es horrible! ¡Estoy terriblemente asustada! Ya no sé qué hacer para calmarme.

—Ya, estas cosas tardan siempre mucho, pero es mejor que miren a Marvin bien antes de que os vayáis a casa sin saber lo que tiene ¿verdad? —me siento a su lado y la agarro de la mano en un torpe intento de calmarla—. Por lo que veo también te han pillado celebrando Halloween. Soy Julián, ¿Fumas?

—¿Perdona? ¿Ah, lo dices, por los ropajes? Sí, eso, justo... una fiesta de disfraces —recula tras sorprenderse por mi pregunta—. Estaba con la putón de mi amiga Morticia. Y no veas como nos lo estábamos pasando con esos aguerridos bomberos -se muerde el labio inferior-, pero Marvin estaba más raro de lo normal, como apagado y una tiene prioridades. Así que no dude ni un momento y me vine volando. No todo puede ser fiesta siempre ¿verdad que sí? Quizás sí te coja un Salem después... esto un cigarrillo —corrige de inmediato.

"¿Un cigarrillo Salem? Si eso debe ser más antiguo que una máquina de coser a pedales ¿de qué siglo viene ésta?", me pregunto fascinado por la extraña sensación de que bien cada vez el vestido se está volviendo más diminuto o las tetas se están agrandando por minutos. A este paso no le entrarán en el vestido púrpura. Si hasta me parece poder verle las oscuras aureolas gruesas como galletas Oreo.

—¿A ti te gusta Halloween, Julián? —inquiere Lily posando una mano en mi muslo—. A mí me encanta. Es mi época del año favorita. Normalmente no salgo mucho de mi mansión, perdón apartamento. Me vuelven loca los dulces, las piruletas y los bastoncillos de caramelo, gruesos y largos. Me entretengo horas chupándolos hasta que los dejo sin una sola gota de azúcar. Una vez que los tengo brillantes y bien salivados, me vuelve loca que estallen en mi boca, derramando todo su delicioso sabor. ¿No tendrás por casualidad un bastoncillo de caramelo por ahí? ¿Uno dulce para mí?

—¿Eh? —balbuceo atónito mientras ella se lleva mi mano a su entrepierna por debajo de su falda. No lleva bragas. Su sexo está húmedo y caliente como la toalla de una sauna. Tengo una erección colosal e inmediata —¡A mí, Halloween me ha gustado desde siempre!

—¿Y los coños, Julián? ¿Te gustan los coños? A la maravillosa cabaña de jengibre de la tía Lily no se entra sin presentarse antes o mostrar los debidos respetos —me susurra al oído— ¿Qué tal si eres un buen chico y llamas a la puerta como es debido con esos dedos tan bonitos que tienes?

Liliana coloca la revista el corazón ¡Hala! encima de mi mano para disimular y abre las piernas aún más. Fuera de la sala el silencio de la clínica solo lo rompe el glu, glu de la garrafa de agua de la máquina expendedora. 

Empiezo a acariciarle la pepitilla dura como el hueso de un melocotón. Está más caliente que el motor de un cohete ruso. Con una mano le estrujo las tetas y con la otra le magreo sus gordos labios íntimos como si estuviera jugando a la Play. Me cuido de no penetrarla con mis largos dedos de pianista. Tengo un dolor de huevos de cojones.

Ronronea como un gatito y entre jadeos me dice que soy un buen chico y que no me matará.
Aún. Que bromista es. Me asegura que me chupará la polla después como no lo ha hecho ninguna mortal antes ¿Eh? y que me podré correr en sus tetas. No contesto. Le introduzco sin cuidados paliativos el dedo medio y el índice al completo en su peludo coño e inmisericorde la cipoteo con mis falanges. ¿Pues no me ha parecido que me ha mordido su coño delicadamente? Qué raro es todo esto.

Al poco, siento como sus paredes vaginales empiezan a contraerse y después a relajarse entre pálpitos con un explosivo orgasmo. Cierra las piernas atrapando mi empapada mano como el cepo para un oso.

—Has estado maravilloso, sublime —confiesa con la voz tomada mordiéndose los labios—.  Ven, mi chico bueno, te voy a quitar todas las telarañas de la chupada que te voy a meter —me agarra el paquete con violencia al mismo tiempo que estrella la revista contra la pared—, la buena de Lily siempre cumple sus promesas y está falta de una buena polla.

Mi risa es entrecortada como el arranque de un coche viejo y me dejo hacer.

¿Quién me iba a decir a mí que una sala de espera de una clínica veterinaria podría ser tan divertida?

Ah sí, a Zarpitas no le pasaba nada al final y lo recogí al día siguiente tras dejarlo una noche en observación. En cuanto a la comadreja Marvin... ni puta idea. 

Que le den por culo a Marvin, bastante ocupado estaba yo comiéndome la peluda comadreja de la amiga del cosplay.

Espera, ¿y si no iba disfrazada? Y sí...

¡Mierda!


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¡La canción del relato!

SWJonesMusic feat. Andrew Gold - Spooky Scary Skeletons (Epic Version).


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