La Nochebuena especial del inspector Putain (Especial Navidad 2025)
EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS
—¡Mama Noël! —aplaude con entusiasmo Putain como un chico con zapatos nuevos.
—La misma que viste y calza —responde lasciva la exuberante rubia dejando caer el pesado saco a sus pies. El sonido dramático de un arpa de fondo acompaña la escena—. ¡Un punto extra para mi niño por no mentar ni esperar al gordito de mi marido!
A continuación, deja caer esta vez la gruesa chaqueta de pana -no lleva más que un conjunto de lencería minúsculo y unas medias de rejilla rojo putón debajo del abrigo- junto a tres kilos de nieve. La mujer será muy mágica y toda la pesca, pero está dejando todo el cabina perdido de agua.
Lujuriosa empuja a Putain contra uno de los sillones, levanta su larga pierna derecha y clava el tacón de sus botas en el pecho del inspector impidiendo que se mueva.
—Muy malo. Mamá Nöel ¡malísimo!
—¿Ah sí? ¿Cómo de malo, mi querido Arsène? —responde Mama Noël. ¿Te tengo que castigar?
—Llevo deseando esto desde que vestía pantalones cortos. ¿Sabes que desde siempre fuiste mi más secreto sueño húmedo? —responde Putain bastante achispado contestando lo que le sale de los huevos—. Que buena estás, Mama Noël.
» Siempre estuve convencido que Papa Noël debía tener algún premio por repartir alegría y regalos a los niños en estas fechas durante siglos ¿no es cierto? Nunca me entró en la cabeza que pudiera tener por esposa a una vieja cascarrabias pasada de peso.
—Exacto, mi niño. Bien visto. Y sé que desde siempre has defendido a capa y espada ante tus amigos que yo debía que ser una mujer joven de bandera y no una vieja pelleja con una puta cofia en la cabeza como si fuera una criada. Mira por donde tu perseverancia va a tener recompensa y habrá regalito extra esta noche.
» Ahora, dile a Mamá que es lo que más deseas —responde Noël sumamente satisfecha y respaldada esta vez con el sonido de fondo de una campanillas mientras rebusca en su saco frente al agente.
Arsène responde a la pregunta bajándose la cremallera del pantalón y desencajando un cimbel que por poco le saca un ojo a la mujer de Santa—. Antes te presentaste como la que viste y calza, pues mi deseo es darle remedio a eso. Dentro de un rato NO vas a estar vestida, pero SÍ bien calzada.
Luparna atónita por el tamaño de la herramienta del inspector se le cae el gorro al suelo y queda momentáneamente sin habla, pero recula pronto.
—Así me gusta, sin rodeos, ni gilipolleces —replica recogiéndose su largo cabello en una coleta y arrodillándose delante de Putain. Como es muy avispada, Luparna ha colocada bajo sus rodillas el gabán para no mojarse las rodillas—. ¿Corrida en la boca de Mamá Noël?
—Ya veremos —responde el licencioso inspector llevándose las manos tras la nuca.
Una vez que se ha asegurado que la pulsaciones del granítico miembro están disparadas, Luparna golpea divertida el cipote del agente como si fuera un sonajero reiteradamente contra las gélidas mejillas de su rostro blanco como la harina y sus orejas.
—Laponia llamando a Niza, ¿hay alguien por aquí? —dice la cachonda muerta de risa apoyando la oreja al palpitante pollón.
Al no recibir respuesta de Rabo City, presiona con el índice el inflamado prepucio salpicado de infinidad de gotas preseminales del inspector. Apresa acto seguido con los labios el glande de Putain para engullir el miembro poco a poco hasta la base de los huevos como si le estuviera vistiendo con un condón con la boca. Por supuesto, el contacto visual con Arsène es innegociable y no lo pierde en ningún momento.
Al contrario que su rostro, su boca es sumamente cálida y su piel insinúa matices de mazapán recién horneado. Repite inmisericorde esta chupada Mama Noël multitud de veces. Confía que la generosa lechada de Arsène le espante del cuerpo el frío que ha pasado medio despelotada en su largo viaje a Niza y le hidrate la resecada garganta.
El cipote del parisino protagonista de este relato engorda otra talla más para poco después estallar e inundar en una explosión de leche afrutada y ardiente como plomo fundida la boca de la joven. Sn rechistar Luparna se traga la corrida sin pestañear. Después muestra su despejado paladar a Arsène para confirmarle que ha sido buena chica y no se ha dejado nada en el plato de su precioso liquido del amor. Sabe que ese detalle vuelve loco a los hombres.
Animada por su incontestable éxito, toca continuar. Lentamente se termina de desvestir delante de Putain como si estuviera en un espectáculo de variedades y una vez desnuda a excepción de las botas, acomoda su húmedo sexo sobre el granítico rabo del inspector como si fuera un perro buscando el mejor sitio para echarse a dormir. Las grandes manos del parisino no pierden el tiempo y apresan el pizpireto culo de Luparna.
No han transcurrido ni cinco minutos cuando una certeza innegociable escapa furtiva de los labios de Mamá Noël.
—Que bien te mueves hijodeputa... ¡mucho mejor que Mick Jagger! ¡Tienes la fama bien merecida! Y yo que pensaba que tu hermoso trabuco eras más inútil que las putas manecillas de un reloj roto.
—¿No hablas bastante mal para tener fama de persona respetable?
—¡Yo hablo como me sale del coño! Sigue jodiéndome listo de los cojones o te quedas sin regalo. ¡Fóllame más duro de como lo hace mi follaamigo, el Krampus!
—¿Pero no era el Krampus más feo que un pato con gafas de sol de colores? —cuestiona Putain alzando su musculado y depilado culo para hundir de nuevo 25 centímetros de tieso nardo -huevos incluidos- en el sexo de Luparna.
Mama Noël, completamente fuera de sí por las cornadas de Arsène, gira los ojos más descompensados que un loro tartamudo. Ella no se esperaba que el grosor del pollón del agente pudiera ser tan doloroso y placentero a la vez. Ya tuvo problemas para metérselo en la boca, pero no esperaba que su caja de caudales fuera de modosita esta noche.
—¡Tonterías lanzadas por mi celoso maridito para atemorizar al personal! El bueno de Krasimir Melampus es un cariñoso padre familiar muy fiel a sus tres esposas y un demonio insaciable en la cama. Lo único que es cierto, y comparten el Krampus y él, es una larga, afilada y muy juguetona lengua —corrige Noël chillando y acelerando el galope.
» Santa lo transforma cada 24 de diciembre para que lo acompañe en su tarea nocturna y lo presenta a la sociedad como una bestia inmunda para meter miedo, afianzar su postura de tío guay y hacer un poco el paripé —continua Nöel a un galope matacaballo con la lengua fuera. Tiene el conejo completamente desfondado. Decide castigar la osadía de tanta preguntita indiscreta levantando las caderas y dejando solo el glande de Putain atendido entre sus húmedos labios íntimos. Da media vuelta al ruedo y se queda de espaldas a Arsène. La polla de Putain por supuesto no ha perdido su sitio y sigue encallada.
El placer de ver perrear el delicioso culo de Noël acaba con las últimas defensas de Arsène haciéndole eyacular como un reno entre otra vez entre incontrolados espasmos. La esposa de Santa se lleva suficiente crema pastelera para dos tartas de cumpleaños a entregar al día siguiente en una residencia de solteronas militantes negacionistas, terraplanistas y adoradoras del Rey Carmesí de Laponia.
La voluminosa eyaculación del parisino -como si hubiese reventado una espray de nata montada dentro de ella- junto a dos inesperados orgasmo seguidos propios pilla por sorpresa a Luparna Noël que deja de golpear las piernas de Putain y llamarle hijodeputa desorejado. Con los ojos cerrados, levanta los brazos y se desata la coleta. Su largo cabello dorado como el oro desciende en cascada por debajo de su cintura y cae sobre el pecho de Arsène.
Una complacida Noël sintiendo los últimos estertores de la polla del parisino dentro de ella, se gira nuevamente 180 grados y sepulta el rostro de Putain entre sus tetas para que se dé una señora hartá de postre. Las puntas de su cabellera pasan ahora a acariciar los descargados e hipersensibilizadas testículos del agente enloquecido de placer.
Minutos después, con el deber cumplido, la pródiga corrida de Putain abandona perezosa y a irregulares oleadas el interior de Noël. Se enreda en su salida con el ensortijado y rizado sexo de la esposa de Santa formando bolas de esperma en un erótico collar. Es tan fosco y frondoso el arbusto color whiskey de Luparna que pocas perlas de semen llegan a tocar el suelo de madera del yate.
Exhausto, nuestro agente se queda dormido casi al instante con una amplia sonrisa en el rostro. Lo último que recuerda son sendos mordiscos en sus pezones, una sedosa voz deseándole una feliz Navidad y el gruñido de unos renos hasta los cojones de echarse tres mil kilómetros a la espalda durante una sola noche.
En nada se ponen en huelga y a ver quién es el listo que se recorre un millón de casas así a las bravas.

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Sublime. ¿Cuándo vendrá a verme a mí Mama Noel?
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