Arsène Putain y el cónclave de las viudas (Inspector Arsène Putain II #16)
EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS
Las calientes aventuras en Niza del
Inspector Arsène Putain #4
Le Château de la Veuve Corbeau. Salón de la penumbra.
Cerca de la medianoche.
—Joder —murmura Paulina Putova alias Nicole Moloko retirándose del gran salón gótico junto al resto de las integrantes del oculto, irreconocibles bajo el atuendo de los antaño médicos de la peste.
Madre Corvus ha dictado sentencia y ha sido muy explícita. Oculta con su máscara de plata ennegrecida de pico de cuervo grabado con inscripciones indescifrables y sus ojos de cristal carmesís y su túnica, negra como una noche sin estrellas su mera presencia inunda la estancia de respeto.
El trono, donde descansa sus posaderas está tallado en una sola pieza de ébano y adornado con motivos de serpientes entrelazadas, úteros florales y ojos cerrados. Su sitial real lo corona un símbolo solar invertido. A los pies de la escalinata que lleva al trono, una urna ceremonial humea y exhala vapores que a buen seguro no son del todo inofensivos.
Las únicas fuentes de luz de la solemne sala son decenas de candelabros colgantes de consumidos cirios pascuales, arrojando pálidas sombras sobre los tapices deshilachados que en sus mejores días narraban las leyendas y orígenes del culto. Ahora los desgastadas telares opositan a formar parte de un cubretelar a la entrada del urinario de un bazar turco.
—Se acepta la petición de Dasha Fedorovich y no se permitirá en ninguna circunstancia la interferencia de miembro alguno del Cónclave bajo pena de excomulgación —enuncia la Madre superiora que, para reforzar sus palabras, tira lascivamente de los grilletes abrazadas a las hermosas pollas de sus sirvientes, sus servus, de pie desnudos junto a ella a excepción de las ciegas máscaras de cuero con una cremallera por sonrisa.
—Arsène está metido en un buen problema —constata Moloko sin dejar de observar los hermosos rabos latentes de los amigos a diestra y siniestra de Corvus—, pero al menos, vuelve a confirmar, por enésima vez, desde que conociera al licencioso agente de la ley, que ningún rabo le hace sombra a Putain.
» Arsène ya la tendría dura como un pedernal, habría reventado los grilletes como si fueran la pulsera de un reloj de azúcar de los de antes y le habría soltado, de paso, un pollazo a la Madre Superiora en toda la cara dejándole el pico arrugado como un acordeón— sonríe para sus adentros la ex ladrona de guante blanco llevándose una mano al rostro.
—Cualquier intento de poner sobre aviso al sentenciado Arsène Tiberius Putain tendrá consecuencias nefastas sobre la familia del miembro que osase desafiar la condena —continua Madre Corvus ajena a los indecorosos pensamientos de uno de sus miembros—. He valorado las alegaciones de las familias Monzepat y Putova, pero las he desestimado. No tienen potestad alguna en esta parte del Reino de la Flor de Lis. Putain debe ser castigado. Mea sententia firma est et perficienda.
El público de la sala responde con un sonoro Vox Matris est lex y Moloko con un casi inaudible me gusta la fruta.
—Ahora, mis queridas amigas, recoged una campanilla de mano y retiraros a meditar a la Torre del Eclipse. ¡No olvidéis que los servus os coman bien el coño para aclarar las ideas! —ordena Corvus levantándose grácilmente y pisando el suelo lleno de símbolos arcanos grabados a fuego, sal negra y hueso molidos de varones que tuvieron la muy mala idea de desafiar al culto.
Las integrantes del cónclave aceleren la marcha, se dan empujones y se hacen viles zancadillas para ocupar los mejores butacas de la Torre, ya ajenas del devenir futuro de nuestro loable inspector y es que donde hay jodienda, no hay enmienda. Con todo el tintineo desatado de las campanillas parecía que subía a tropel un rebaño de ovejas. A algunas féminas -la más maduritas- solo les falta balar.
Al rato, no queda miembro del cónclave sin los ropajes levantadas a la altura de la cintura con la parruseta al aire y siendo lamida a conciencia por uno o varios sirvientes encadenados. Poco a poco la estancia se va inundando del repique de las campanillas indicando o bien que el maromo puede dejar de chupar, lamer y morder o que se demanda la presencia de otro comecoños.
La Torre del Eclipse, antaña testigo de innumerables vigías astrales, dueña de pergaminos secretos, mapas celestiales y atiborrada de frascos con fluidos en sus estanterías que vibraban a la luz de la luna parece ahora más que nunca un anodino paritorio de provincias con tanto jadeo desatado y pierna alzada dirección a la claraboya del techo lunar.
Nicole Moloko, para no levantar la liebre (aunque sería más ajustado decir conejo) se deja lamer igualmente por un diabólico moreno de labios carnosos y ancha lengua. No pierde de vista a Corvus que haciendo uso de sus exclusivos privilegios está disfrutando de una doble penetración en un balcon elevada de la sala mirando al tendido sin dejar de proferir exacerbados gritos en latín con cada estocada que haría palidecer a las más deslenguada verdulera del mercado turinés de Porta Palazzo.
Aún desconocedora de la verdadera identidad de la Madre superiora, Moloko sabe que la actual debe llevar poco tiempo ocupando tal alto cargo. Por su voz y agilidad no debe llegar a los cuarenta años -al contrario de la antigua Corvus de voz sumamente cascada y pesados andares-. Descubrir su yo verdadero será todo un desafío, pero ahora toca centrarse en otros menesteres.
—¡Sigue chupando! —le ordena al musculoso mulato y empuja con fuerza la nuca del joven hacia su inflamada y muy dura pepitilla—. ¿O quieres que te dé un zape que te enseñe cinco idiomas de golpe?
El servus responde negando bajando la cabeza y aumenta la velocidad de crucero de la sinhueso.
—Mejor —piensa Paulina Putova perdiéndose de nuevo en sus divagaciones—. Así sí.
Restaurante "Chez Rufuleto".
Algunos días más tarde.
—¡Estará de acuerdo conmigo que es una desfachatez tenerme así! —confiesa disgustada la secretaria del capitán Boulard tras terminarse de un trago la copa de vino blanco. Golpea el canto del cáliz como inequívoca señal de que se animando—. ¡Y si no fuera suficiente con darme calabazas mes tras mes con la dichosa promesa, el capitán me obliga a trabajar muchísimas horas más de las que me corresponden y más cosas que me callo! ¿A qué eso es tener una cara muy, muy dura?
—Desde luego, Srta. Lomaine —confirma el inspector Putain acunando con ternura la mano de Rebecca Lomaine entre las suyas. Lo que tiene ahora mismo, duro como un pedernal, el desplazado agente de la ley de París es otra cosa muy distinta a la cara—. Intercederé por Usted y ya verá que la próxima semana podrá disfrutar de su ansiada plaza de garaje en la comisaria. Tiene Usted mi palabra.
—Monsieur Putain, es usted todo un caballero y no solo por invitarme a cenar así por las buenas. Ya no quedan hombres de palabra y tan altos estándares morales como usted y créame sé lo que me digo— empuja el plato con las ostras a un lado—. Le voy a confesar un secreto; hace ya muchos años que estoy abonada a páginas para encontrar pareja y al final la mayoría de los hombres están cortados por el mismo patrón y van... pues a lo que van. Eso es vox populi.
—¿A sí? —responde intrigado Putain rellenando la copa de Rebecca. A Arsène no le costó mucho encontrar días atrás el perfil de la inocentona rubia tetona bajo el nombre de Godiva113. Desde luego sus grandes ojos negros, su larga melena rubia, sus generosos pechos naturales y su estrecha cintura son argumentos muy convincentes. Por supuesto, no se dio de alta en ningún portal para acceder a la galería de fotos ni tener acceso a un número de contacto al no necesitar de más información; las personas que se apuntan a esas páginas tienen un perfil muy definido —. ¿Y eso es? Disculpe mi ignorancia, no visito esos portales—miente con la mejor de sus sonrisas con el fiel escudero entre sus piernas siguiéndole el juego.
Sin responder a su pregunta Rebecca mirando a derecha e izquierda, agarra la mano de Putain y se la lleva debajo de su falda de cuero, a medio dedo de distancia de sus braguitas, a las puertas de tocar pelo. Es tanto el calor que desprende el sexo de Lomaine que bien podría haber montado ahí mismo un negocio de planchado en seco de camisas o un asadero de castañas.
Talentoso, como el viejo zorro que es, Arsène consigue librarse de yugo de las piernas de Rebecca solo para volver con un cubito de hielo entre sus hábiles dedos. Objeto que restriega con delicadeza en primeras estancia sobre los muslos empezando por la rodilla para terminar sobre el lazo de las bragas de la secretaría. Después aparta la prenda íntima e introduce con dos dedos el hielo entre su vulva como quien empuja una fila de monedas sobre el tapete de un casino jugando al Black Jack.
Sin sorpresa alguna, el cubito de hielo queda fundido en cuestión de segundos. Putain retira los dedos y se los lame. El intenso olor del húmedo sexo de Rebecca es embriagador.
Sin perder el momentum, Rebecca serpentea y se acerca a Putain y le confirma entre mordiscos al lóbulo y susurros al oído que está pero que muy cachonda.
Y que pida otra botella de vino para ambos y postre para él. Ella ya ha decidido que quiere llevarse a la boca a continuación y se mete disimuladamente con la cubitera de hielo bajo de la mesa.
En el mismo instante que Lomaine le desabrocha la cremallera del pantalón y casi pierde un ojo al salir el pollón de Putain disparado como la punta de un paraguas -la cabeza de la secretaria llega a golpear la mesa por debajo-, el inspector recibe un mensaje en video de su folla-amiga Ayana Deschamps junto a su Collie, BussiBussi.
¿Arsène? No sé nada de ti desde hace semanas. En la comisaría no me quieren decir nada. Misión Secreta. Gilipolleces. No me fio de ninguna de las putas de tus compañeras. Me tienen mucha envidia. He visto como me miran. No son ni la mitad de mujer que esta negra. Más quisieran las paliduchas esas estar tan buena como yo. ¿La peor? La pelo fregona zanahoria de tu jefa. Es una amargada que me despachó como si fuera una pordiosera. Ni me reconoció.
Mi hermana Imani ha venido a verme. ¡Imani! Pedazo de puta, trae para acá tu gordo culo y saluda a mi Arsène.
Rebecca, debajo de la mesa, sigue a lo suyo, mordiendo los testículos de Putain, al mismo tiempo que masturba el inmenso falo del inspector como quien quisiera descorchar una botella de champagne con la mano. Después recorre con la lengua desde la base hasta el puño. Y de vuelta a la casilla de salida. La combinación del intenso dolor del estirajón para pasar al alivio húmedo de la lengua es un estallido de placer incomparable. Tiene la rubita un puntito sádico nada desdeñable.
Arsène, un caballero desde que calzaba pantalones cortos, disimula y tamborilea con las manos sobre la mesa como si estuviera en un concierto de yembé. Vuelve a darle al play del video donde la hermana de Ayana, Imani con la bata de baño abierta y media teta chocolateada al aire de amplia aureola color café con leche se ha apropiado del dispositivo.
Helloooo Arséne. ¿Cómo estás? Ayana me ha hablado mucho de ti. Estoy hasta el mes que viene por París. El gilipollas de mi cuñado está currando fuera y aquí tengo sitio para dormir y comer por la cara. Ayana dice que tu polla de blanquito es mejor que todas las de nuestros papis negros juntas y que es larga como la cola de una cometa. Eso habrá que verlo ¿no? ¿Qué te parece si nos lo montamos los tres juntos? Te dejo que me la metas por culo; tan grande no la puedes tener. Bye, love u.
De un tirón de su pelo afro, no tan voluminoso como el suyo al seguir mojado por la reciente ducha, Ayana aparta a su hermana de la cámara con un quita puta y la espanta como quién ahuyenta a un gato arrabalero. Putain la oye hasta chistar.
El adalid de la justicia interrumpe el video al ver acercarse a la camarera.
La muchacha trae la botella de vino y tras echar un vistazo a la mesa, contrariada por su torpeza, vuelve a la cocina a por una cubitera de hielo. Juraría que antes había traído una.
La señorita Lemoine da por finalizada la lubricación del pollón de Putain y empieza a hacerle una paja cubana entre las inmensas tetas. Y a pesar de que el miembro del agente parisino es de unos envidiables 25 centímetros de largo y del grosor de una lata de cerveza, éste se termina perdiendo entre los exagerados pechos de duros pezones granates de Rebecca. Solo de forma esporádica el glande achampiñonado de Putain asoma entre los senos de la rubia como quién mete un pelota bajo el agua y ésta sale disparado al dejar de hacer presión.
Sumamente satisfecho por como está resultando la tarde, Arsène, vuelve a presionar el botón de reproducción de su móvil.
Ayana vuelve a escena, está vez tumbada perniabierta encima de la cama con la cámara a escaso medio metro de su esplendoroso sexo africano de gordos labios encarnados. Se está acariciando pausadamente la vulva con una mano de largas y cuidadas uñas color cobalto. Gruesas gotas de excitación abandonan los hinchados labios íntimos de Ayana y mojan la colcha. A pocos metros, BussiBussi se cuestiona si sería apropiado darle un lametazo al charco que se ha formado a los pies de la cama.
¿Pues no dice la puta de mi hermana que no puede ser para tanto y en presencia de dos negras te vas a deshacer como un azucarillo? ¿Qué sabrá la muy gilipollas? En cuanto me metas una buena corrida de las tuyas en mi ardiente coño africano y ella vea como tus huevos bombean litros y litros de leche, le tocará llorar -como siempre- y querrá su parte. Es muy envidiosa.
La camarera vuelve con una nueva cubitera de hielo y le pregunta al agente si la señorita que le acompañaba algunos minutos antes -asume que está acicalándose en el baño- querrá algo de la carta de postres. Putain le agradece el detalle, responde que no y pide la cuenta en cuanto tenga ocasión. Está a punto de dar inicio a los fuegos artificiales que harían palidecer de vergüenza a los del catorce de julio, el día de Fiesta Nacional francesa.
Rebecca se introduce un hielo en la boca de su cubitera y succiona el enrabietado e incandescente glande de Putain. El contraste de calor y frío vuelve loco al agente. Antes de que el cuarto hielo se deshaga entre la boca de la rubia y el prepucio de Arséne, el adalid de la justicia levanta el culo y se descarga entre espasmos como un titán.
Incapaz de retener la abundante lechada, la secretaria deja escapar las pruebas del intenso orgasmo de su compañero boca abajo y se pringa todas las tetas. El abatido nardo del inspector descansa entre su hombro y su mejilla bombeando dos últimos latigazos de esperma. La secretaría mordisquea satisfecha el miembro deshinchado cual mazorca de maíz.
El inspector con el pulso a mil entre el video de Ayana y la chupada de Rebecca se reincorpora en la silla y se percata por primera vez del platillo con la factura doblada encima de la mesa. Ni se había dado cuenta que la camarera había traído la dolorosa. La desdobla y junto a la factura, la camarera ha anotado su teléfono y una pequeña nota "Yo la chupo mejor y siempre me lo trago todo". Se guarda la nota y vuelve su mirada al video de Ayana que está terminado de masturbarse con la mirada perdida y jaleada por su hermana. Se corre exageradamente nombrando el nombre del agente adornado con tres palabrotas sobre su madre y el clero.
Bueno, amor, estés donde estés, contesta a mi mensaje. No te olvides nunca que aquí tienes a tu negra para comerte la polla y correrte las veces que quieras. Me muero por sentir tu leche inundar mi melocotón. ¿Mi hermana? ¡Que se se joda y si quiere leche pues que me la chupe del coño! ¡BussieBussie deja de oliscarme el conejo!
Putain apaga el móvil y se le mete en bolsillo del pantalón apenas unos segundos antes de Rebecca se incorpore a la mesa y afirme disimuladamente que acaba de encontrar los pendientes perdidos. La muchacha se asea las manos con el agua de la cubitera -ahora con la suya, ya hay dos de ellas-. Su blusa pegada al pecho por la argamasa del esperma de Putain.
—¿Nos vamos? —pregunta Lomaine con inocente voz—. Me encantaría dar una vuelta en ese barco suyo a la luz de la luna y tomarme una copa más. Ya ve, soy una chica tradicional y romántica, muy de la vieja escuela. Quizás incluso tenga algo de ropa vieja por ahí que me pueda poner hasta que se seque la mía. Me he puesto perdida y no sé con qué. Soy bastante torpona.
—Para nada torpona —responde Putain agarrándola de la cintura y asegurándola que puede pasar la noche en su yate sin problema alguno y que incluso podrían darse un chapuzón en alta mar en pelota picada.
Lemoine responde con una sonrisa que nada le gustaría más.
—Ahora que ya me he introducido formalmente a su amiguito, ¿piensa usted que tendrá algún problema en que le presente a una amiga mía que está como loca por conocerlo?
Putain responde que su amigo estará más que encantado.
Parc de la Colline du Château con vistas previlegiadas al puerto marítimo Lympia.
Tres horas más tarde.
—¡Se la está cargando! ¡Tiene una especie de espada y la está apuñalando en la cubierta de su yate!
La terrorista Dasha Fedorovich le arrebata los prismáticos Swarovski NL Pure de altas prestaciones a su hermano mellizo, voltea los ojos tras confirmar sus sospechas y le responde en un ruso salpicado de saliva e ira.
—¡Estás agilipollado Dragan! ¡Que espada ni que niño muerto! Eso... eso... ¡es una polla! —corrige malhumorada—. ¿No estabas harto a verlas? ¿No ves que se está follando sin piedad a la mosquita muerta de Lomaine? Pero no nos descentremos, pronto la venganza será nuestra.
—¿Esa frase no era de la película La amenaza fantasma?
—¡Calla maricona! —responde indignada Dasha más por el hecho de que la hayan pillado que enjuiciar las elecciones sexuales de su hermano—. Que le esté haciendo un roto de dimensiones legendarias a la secretaria del capitán nos viene hasta bien. ¿Lo tienes todo grabado?
Dragan asiente y miente a partes iguales. Ni se acordaba que tenía que grabar algo.
—Mi querido hermano, pronto estaremos clavando el último clavo al ataúd del asqueroso mudák ese. Alea iacta est!
Tras este statement, arranca su moto deportiva NCR M16. Su hermano hace lo mismo callándose que no tiene ni puta idea qué cojones acaba de decir su hermana como coletilla y ambos se pierden a toda velocidad en la noche nizarda. Brum.
¡Continuará!
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Muchas gracias por otro buenísimo rato de risas y alto voltaje. ¿Volverá Michelle Dupont?
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