Salón Kitty (Tinto Brass, 1976)
Salón Kitty es una espantosamente aburrida franco-germana-italiana película del año 1976 dirigida por Tinto Brass, basada en el libro del mismo nombre de Peter Norden, e interpretada por Helmut Berger, Ingrid Thulin y Teresa Ann Savoy entre otros.
¿De qué va Salón Kitty?
Berlín 1939: La inocente fachada de un edificio en Charlottenburg esconde en un misterioso burdel y uno de los secretos mejor guardados de la era nazi regentado por Kitty Kellermann (Ingrid Thulin). Tras sus paredes y sus cortinas de terciopelo, en unas estancias llenas de humo, las prostitutas más atractivas del Reich seducen a innumerables personalidades influyentes de la época con poses y bailes lascivos, acompañados de música y champán.
Al oficial de las SS Wallenberg (Helmut Berger) se le encarga seleccionar a algunas de las señoritas y asignarles el servicio de espionaje. Sin embargo, la información obtenida es tan explosiva que pronto se convierte en un peligro para el propio Wallenberg...
¿Existió realmente el salón Kitty?
Sí. El Salón Kitty era un burdel utilizado ubicado en un hotel berlinés por el servicio de inteligencia de las SS con el fin de espiar durante la II Guerra Mundial.
Se creó a principios de la década de 1930 y gestionado por el general de las SS Reinhard Heydrich y su subordinado Walter Schellenberg (Helmut Wallenberg en la película) en 1939. El burdel fue dirigido por su propietaria original, Kitty Schmidt (Kitty Kellerman en el largometraje), durante toda su existencia.
El plan consistía en seducir a altos dignatarios alemanes y visitantes extranjeros, así como a diplomáticos, con alcohol y mujeres para que revelaran secretos o expresaran sus sinceras opiniones sobre temas e individuos relacionados con el nazismo.
Curiosamente no sólo se utilizaron micrófonos en las labores de espionaje, sino que además, las chicas entregaban un detallado informe tras cada encuentro. Otra curiosidad era que las señoritas eran respetadas damas de la alta sociedad berlinesa a las que no se concedía ninguna asignación por sus "contribuciones" y casi todas estaban casadas con hombres de buena posición económica
Entre sus huéspedes o invitados más célebres se encontraban el propio Heydrich, Joseph Dietrich y Joseph Goebbles.
En 1941 un ataque aéreo británico destruyó el edificio.
Ubicación original del Salón Kitty en la Berlin-Charlottenburg Giesebrechtstraße 11.
Curiosidades:
- Los decorados fueron diseñados por el galardonado Ken Adam. El artista, aquejado por aquel entonces por depresión, tenía una excelente relación de amistad con el director Brass y basó sus diseños para la casa de Wallenberg en sus recuerdos de la casa de sus padres en Berlín antes de la guerra.
- Ken Adam empezó a trabajar en esta película inmediatamente después de finalizar la producción de Barry Lyndon (1975). Trabajar con el director de la película anterior, Stanley Kubrick, le resultaba sofocante debido a la obsesiva atención de Kubrick a la precisión de la época y a su tendencia a la micro gestión. Adam, en cambio, estaba encantado de crear los decorados, a veces muy estilizados, que se ven en esta película.
- El director Tinto Brass ha afirmado que las actrices que interpretan a las prostitutas del burdel de Kitty estaban entusiasmadas con sus personajes y poder tener la posibilidad de poder explorar ese lado de sus propias personalidades.
- Una pifia: Cuando se proyecta la película del mitin del partido nazi sobre una mujer desnuda, el proyector que se utiliza no existía en el momento en que tiene lugar la película.
Valoración: ⭐de 5. Horrorosa.
Muy mala. Aun entrando en el incontestable erotismo del mal estilizado que es toda la simbología nazi, el largometraje es un bodrio infumable.
Reconozco haber buceado en otras páginas y consultado las críticas de otros entendidos.
No me podía explicar cómo podía estar yo tan, tan confundido en mi criterio. Y en lugar de salir reforzado en mi creencia de haber visto una de las peores películas pseudo-eróticas de los últimos años, he salido apaleado y me vuelvo a mi guarida.
Es muy mala, se hace larguísima, toda la película se limita a cuatro escenarios, el guion (que daba para muchísimo más) es de una vulgaridad criminal, las interpretaciones desapasionadas y un final confuso.
Sólo se salvan cuatro detalles de este insulto cinematográfico: El exquisito uso de los espejos por parte del director, la arrebatadora belleza de Teresa Ann Savoy (que triste que en este caso es lo único que perdure de tu actuación), el cuidado diseño de vestuario de Ken Adam y el mensaje subliminal insertando el mismo grito del cerdo en la muerte de Wallenberg que al principio de la matanza de los cochinos en el matadero.
Otra cosa a destacar es la curiosa selección de los cárteles elegidos por los distintos países para promocionar la película. Os dejo algunos ejemplos:
Yo no recomiendo verla, pero allá vosotr@s. Se conoce que yo debo estar muy confundido.
No me hace nada ver este tipo de películas. Me parecen el delirio de un director/guionista que sigue anclado en la adolescencia mirando por una ventana a ver si ve a la vecina despelotada. Y como son malas películas, envejecen mal. Gracias, de todos modos, por la reseña.
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