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Arsène Putain y la Noche de Todos los Santos (Especial Halloween 2023)


EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS



Arsène Putain y la Noche de todos los Santos (Especial Halloween 2023)

Víspera de la noche de Todos los Santos.

Una húmeda y compacta niebla envolvía y dando, desde primera hora, a la ciudad de París el aspecto de una mortaja funeraria. El intachable inspector Arsène Putain, hombre de férreas costumbres y de troncho aún más duro, había decidido dar por finalizada su jornada laboral y dirigirse -como hacía cada viernes- pasarse por el Drive del "Café Stop & Go" para su café americano "especial".

Como de rutina, al poco de hacer el pedido, su exuberante amiga de raíces africanas Ayana invertía su media hora de descanso y se acercaba a su Porsche 911 plateado estacionado en el aparcamiento adyacente y en la plaza de estacionamiento más apartada para hacerle entrega de su café "personalmente".

Para mayor sorpresa de Putain, esta vez no es la Srta. Deschamps la que llega, embutida en el ajustado vestido con los colores corporativos colores amarillo y verde del café, sino una menuda joven veinteañera de pálidas facciones, con las sienes rasuradas exceptuando dos kikis laterales teñidos de rubio. No más alta de un metro sesenta de mirada asustadiza, pero de paso firme y decidida se mete en el coche.

Soy Jolie. Ayana me ha pedido que le entregue el café y la disculpe. El encargado la tiene entre ceja y ceja —informa diligente la hija única del párroco Beaumont. También me ha hecho prometerla que no me dejaría seducir por usted —al mismo tiempo que se desabrocha la blusa y deja al descubierto unos pechos pequeños, pero con unos pitones rojo cereza capaces de plantar cara a un búfalo. Lleva en uno de ellos un pequeño piercing indicador que es un chica que le guste asumir riesgos.

Antes de que Putain pueda aceptar el café que le ofrece la muchacha, ésta ya le ha bajado la sufrida cremallera del pantalón al inspector cuya colosal y recta polla de 25 centímetros desafía toda lógica humana. Religiosamente -de casta le viene al galgo- empieza a magrearle el nervudo y explosivo miembro al adalid de la justicia, se mete un caramelo de menta en la boca y al sacar éste se le cae el contenido de su bolsillo al completo. Jolie siempre ha sido bastante torpona.

—Ya lo recogeré después. Ahora tengo otras urgencias —piensa Jolie inclinándose sobre el hermoso mástil de Putain.

Un sorprendido, pero a su vez complacido Arsène le pinza con dos dedos los duros pezones. La "sustituta" lame una y otra vez la polla desde la base del falo hasta el glande. Sin tomar prisioneros. La hermosa polla de Arsène recubierta de secreción salivar y el frescor de la menta del caramelo palpita enloquecida cada vez que abandona por breves instantes el cálido y salivado paraíso de la boca de la muchacha acompañado de un plop como si hubiese estado envasada al vacío.

¡El contraste del frescor del caramelo de menta con la volcánica lengua es un plus que nunca se debe subestimar! ¡Putain dixit!

La joven Beaumont le confiesa que, a pesar preferir de que sus amigos se corran en sus menudas tetas, la primera vez con alguien nuevo siempre es especial y que por lo tanto desea que se descarga en la boca. Le encanta descubrir nuevos sabores y texturas. Y el esperma del bravo inspector será sin duda cercano al sabor del agua de coco, sin punto de comparación al aburrido sabor metálico del semen de sus amigos. Jolie solo le exige a Putain que su corrida sea potente, acordé a la felación, y nada parecida a las tímidas eyaculaciones de su hermanastro.

Ayana, intranquila como un gato a punto de ser capado, observa por la cámaras de seguridad el deportivo estacionado.

—¿Qué estará haciendo tanto tiempo el putón de Jolie dentro? Mira que se lo había advertido. ¡Se va a enterar la mosquita muerta de Beaumont! ¡La va a tener limpiando retretes hasta que el PSG gane una champions!

La muchacha, ajeno a todo, se ha obsesionado con mejorar la felación que recibe Putain de su amiga africana Ayana cada viernes. Bastante coñazo le ha estado dando Ayana durante las últimas semanas con el temita de que ella le hacía las mejores chupadas al inspector. Es indiferente, y no viene al caso o al rabo, de que chuparle la polla a Arsène sea terminar con la mandíbula dolorida, los labios más inflamados que un bote neumático y dos paracetamol para aliviar el dolor. 

"No está exenta de peligros las poderosas eyaculaciones del atractivo cuarentón. La primera salva es como recibir a bocajarro el primero disparo de una manguera de riego obstruida", afirmaba orgullosa la srta. Deschamps días atrás.

Beaumont se ríe interiormente y le estruja a continuación los hinchados huevos violentamente al inspector y deja de lamer el troncho por unos breves instantes -su desencajada mandíbula agradece la momentánea tregua-.

—Córrase en mi boquita —exige la muchacha con carita de no haber chupado nunca ninguna polla. Necesito mi ración de calcio y proteínas para hacerme mayor del todo y dar el estirón. Soy tan pequeña y débil. Hace tanto frío hoy y necesito tanto su calor dentro de mi garganta.

Putain, un caballero como ya no quedan en este grosero y mezquino mundo levanta el culo ligeramente, acata el deseo, agarra con todas sus fuerzas los kikis del cabello de la joven y empieza a correrse en violentas oleadas en su cálida boca.

Las ostentosas salvas de esperma del inspector, capaces de tirar una fila de botes en una feria sin necesidad de una escopeta de perdigones, salen disparados y empiezan a inundar la boca de la muchacha que, al contrario de Ayana, es capaz de tragarse toda la explosiva salvajada de corrida en tres tragos largos del titán de Putain sin desperdiciar ni una sola gota del delicioso néctar.

—Joder, joder, joder. Que me pilla el toro —informa Jolie tras aclararse la garganta con otro caramelo de menta.

El único toro que ha hecho aquí acto de aparición es el sagaz Putain que se ha corrido como tal.

La muchacha, tras abrocharse la blusa, recoge a toda prisa algo más de la mitad del contenido vertido de su bolsillo del suelo del Porsche. La otra mitad ni la ve ni la echa de menos. Se deja entre otras cosas, un tampón, la tarjeta de visita de un famoso espectáculo de magia y cinco € muy arrugados. Jolie siempre ha sido un poco despistada.

Sin más explicaciones, y tras darle un largo beso succionador al cipote del terror de la criminalidad parisina, Jolie abandona rauda el Porsche y estirándose la falda se encamina de vuelta al café, dónde una muy malhumorada Ayana le espera cruzada de brazos.

—¿Qué cojones has estado haciendo? Que lo sepas, Putain es mío. Le gustan las negras, no las paliduchas —le recrimina Ayana. Soy su favorita. No te hagas ilusiones, no tienes ninguna posibilidad. ¿Te ha dicho que soy su novia? Espero que sí.

Jolie la miente diciendo que el retraso es debido que Putain conocía a su afamado padre y que durante todo el rato solo estuvieron poniéndose al día. Que no tiene nada que temer. Ayana no se cree ni una sola palabra, pero tampoco tiene pruebas de que la inocente Jolie la esté mintiendo, máxime al comprobar que a la muchacha se le vislumbra el tanga bajo la falda y sabiendo que el inspector siempre se lleva las prendas íntimas de sus amantes de trofeo.

Iracunda, se retira a atender a un cliente. Además, ella conoce de sobra a su Arsène. Le gustan las negras africanas macizas como ella y no las paliduchas afrancesadas mosquitas muertas. Le gustan las mujeres de raza como ella, de vulva color fuego.

Jolie, por su parte, satisfecha ha cumplido su parte del trato que era entregar el café "especial" al inspector impregnado con las gotas que le dio una misteriosa mujer ayer. Pero siendo ella una chica de principios no lo hizo gratis. La mujer de la chistera le empezó ofreciendo 150€ y, ella una hábil negociadora, tras 25 minutos terminó fijando el precio en 95€. Menuda es ella. No la engaña ni Dios.

Mientras tanto, Putain tras sorber disgustado el café más frío que el abrazo de una suegra, arranca el Porsche y se interna en la niebla dirección a la comisaría. Sus pensamientos divagan en cómo añadir a su colección próximamente las braguitas de la joven Jolie. 

Fuera, el rechinar de un carroza tirado por dos caballos se acerca a toda velocidad entre la bruma al encuentro del deportivo de Putain. 

¿Quién se podía imaginar que cuatro horas después, el intachable inspector se encontraría desnudo y amarrado a una lápida esperando la sentencia a sus acciones pasadas por parte de Margot, la Reina Vudú?


Afueras de París - Cemitière de Le bon Saint Rufin.
Algunas horas más tarde.

La voz chillona de la Reina Vudú despierta de su letargo a Putain. Se halla desnudo al completo, encadenado por la cintura y el pecho por dos gruesas cadenas lo suficientemente holgadas para apresarle, que limitan sus movimientos, y sentado en una lápida en forma silla. 

El bravo inspector no recuerda cómo ha llegado a este camposanto, su última memoria es estar parado frente a un semáforo en rojo a pocas manzanas de su domicilio y cómo un carruaje tirado por dos cabellos negros envuelto en bruma se detenía a su lado. Los corceles escupían fuego, verde vapor por sus orificios nasales y no dejaban de relinchar junto a su deportivo.

Al bajar la ventanilla para elogiar al cochero por el disfraz tan logrado, la mujer vestida con una chistera negra, levita y medio rostro tatuado con las facciones de una calavera se bajó sinuosamente del carromato. Tenía un culo redondo y unas piernas torneadas para perder la razón. Se inclinó sobre la ventanilla abierta del Porsche y tras emitir la palabra cadal en gaélico escocés le sopló unos polvos a la cara. Después la oscuridad, el olvido.

Arsène Tiberius Putain, has sido seleccionado para ser juzgado por tus crímenes contra el matriarcado en esta noche tan especial. Yo, Margot, la Reina Vudú, la regente legítima del reino de Agartha, la mitológica Rompe-Pollas, la heredera de Isildur, consideraré tus alegaciones y obraré en consecuencia.

En realidad, Margot era de todo menos una "Karen" convencida ni mucho menos una extremista feminista, pero para dar el pego, ¿qué mejor que amenazar a un hombre con el matriarcado? A todos les tiemblan las piernas.

—De mi chistera mágica, extraerás tres nombre de mujeres al azar¡Mujeres que tuvieron la desgracia de cruzarse en tu camino, acostarse contigo y sufrir lo indecible bajo tu yugo pollonil!

Nuestro intachable inspector cree reconocer a Margot, pero desnudo y con las pelotas pegadas al frío mármol y más frías que las de un conejo en Siberia, no consigue hacer memoria. Lo que sí está seguro es que no se la follado. Reconocería su olor íntimo gracias a su especial hiperosmia. Un don que le permite distinguir por su olor a cualquier persona que se haya pasado "por la piedra".

Y ahora mi querido inspector... ¡Extrae un papel de mi chistera y sufre el severo juicio de Margot, la Muerte encapotada, la Diosa con tacones de aguja, la sacerdotisa Gumbo de Nueva Orle...!

—Ya, ya. Corta el rollo, tía pesada —la interrumpe Putain y extrae el primer papel con la mano derecha -la otra la tiene dormida- de la chistera cuyo vapor se eleva formando una burlona calavera con dos tibias.

Al levantarse el inspector, el troncho erecto de Putain se balancea cual botafumeiro en la misa del Peregrino de la catedral de Santiago de Compostela.

Tras desenrollar el papel cuidadosamente, Arsène lee el nombre de su ex-pareja Monique. Margot, cruza los brazos visiblemente enojada -se esperaba otro nombre- y al hacerlo, las tetas del corpiño se elevan como dos corchos debajo del agua.

—Monique Barbier, tu sufrida exesposa, madre de tu única hija. ¡Preocupada a todas horas de tu destino cuando aún estabas casado con ella! ¡Sola! ¡Abandonada a su suerte como una perra por tu ridícula obsesión en acabar con la criminalidad de París! 

» Y lo peor de todo... ¡Te la sigues follando, aunque esté unida por el sagrado vinculo del matrimonio con otro hombre! ¡Otra muestra inequívoca de tu enfermiza obsesión con ella! —continua una cada vez más iracunda Margot. ¡No te pertenece, maldito fauno de polla gorda, gordísima! ¡Eres incapaz de dejarla marchar, dejar que sea feliz junto a otros hombres! ¡O de su marido! —zanja la bruja de interminables títulos.

—Te han informado muy mal, Margot. La única razón de nuestro divorcio fue que yo tras un tiempo no deseaba verla sufrir por mi trabajo. Tenemos una hija maravillosa en común. Respetaré a Monique toda mi vida. Y es cierto que nos seguimos acostando, pero es consentido, como en todas mis relaciones. Nada temo de Monique. Si ella debe juzgarme por mis actos pasados, estoy más que tranquilo que recitando la tabla de multiplicar del dos. —responde el inspector levantando los hombros. Su polla parece asentir igualmente con un ligero balanceo de la cabeza.

—¡Lo que sea! ¿Me estás diciendo que no te asusta la ira de tu mujer? ¿Que no deseas pedirla perdón? ¿No? ¿Nada? —enarca las cejas sorprendida Margot juntando el pulgar con el dedo índice. ¿Ni un poquito?

Desesperada con el devenir de los acontecimientos y dando diminutos brincos con los tobillos juntos, los codos pegados al cuerpo y las manos cerradas, la hechicera le grita al buen inspector que extraiga ipso facto un nuevo papel de su chistera mágica. Tiene Margot un cabreo y un calor de la ostia que amenaza con deshacer el maquillaje al completo que se ha aplicado tan cuidadosamente, a pesar de que se está levantando un gélido viento en el cementerio.


—¡Déjame ver! —vocifera la reina Vudú, arrebatando a Putain el segundo rollo de papel. Está muy alterada. ¿Se ha tomado esta mañana sus pastillas de la tensión? ¿Su FocusínYa no se acuerda. Puto Putain. Qué calor. Joder.

» ¡Ayana Deschamps! Tu amiguita. A qué hora ya no estás tan tranquilo, ¿eh, sátiro de mil pollas? 

Arsène Putain levanta inocentemente de nuevo los hombros. Ver a Margot tan alterada se la está poniendo más dura que el turrón de oferta del año anterior.

—¡Otra mujer felizmente casada seducida con malas artes por ti! —aúlla la muchacha con un timbre más alto de lo habitual para hacerse entender. El viento que se cuela caprichoso entre las lápidas promesas de condenas eternas tampoco se le está poniendo nada fácil hoy. Pardiez!

» Una inocente muchacha arrastrada por una deuda moral. Engañada para complacer tus asquerosas apetencias. Viernes tras viernes, semana tras semana, obligada a chuparte esa... esa... ¡enorme polla! ¿Se te ha puesto dura? ¿Por qué está tan grande? Hace un rato no era tan grande. Es enorme ¿No tienes nada de frío? ¿Cuánto calzas de troncho? —pregunta curiosa.

—25 centímetros —informa diligente el justiciero parisino apretándose los huevos para bombear más sangre al troncho que parece tallado en madera y elevar el cipote con descaro dirección a Margot.

—Qué barbaridad, y más tiesa que un lagarto enyesado. A lo que vamos —continúa la reina Vudú. ¿No te da vergüenza?

—¿Tener tanta polla? Déjame pensar. No.

—¡No, joder! ¡No te enteras, coño! Haberte aprovechado desde hace meses de la inocencia de Ayana Deschamps.

—De nueva estás muy mal informada, directora en funciones y de saldo de Hogwarts. Coincidimos por casualidad las pasadas navidades y fue ella la que quiso recompensarme por maquillar su historial delictivo tras ser despedida del Louvre. En realidad, no hice nada. Se encaprichó conmigo. Les pasa a muchas. Si soy culpable de algo es de ser un agente de la ley intachable y de calzar como un miura.

—¡Tienes mucha suerte, Arsène Putain! ¡Para nada es eterno, todo se acaba! ¡A todo lobo le llega su San Mapache!, digo... ¡A todo cerdo le llega su San Martín! ¡Qué me confundes! —grita a pleno pulmón Margot, desconocedora de que Putain ha dejado de prestar atención. 

Su maravillosa venganza, trazada y calculada al milímetro meses atrás, está resultando ser una puta mierda. Ni sale el nombre que ella depositó en la chistera en una proporción de 40 a 1, ni se encuentra ella centrada del todo, ni el inspector se arrepiente de nada. ¿Qué está pasando aquí? 

Es la maldita polla de Putain que debe estar embadurnada con una magia muy potente. Es algo hipnótico, se convence la Reina Vudú llevándose nerviosa los dedos al caballete de la nariz. Aquí confluyen otros poderes. ¿O quizá se habrá dado cuenta el maldito inspector de magnífico troncho que es una farsante? 

—¡Extrae de una puta vez el papel correcto, joder! —bufa Margot, que está de los nervios. Aquí pasan las horas, nada sale como ella quiere y la van a meter una multa del copón por haberse dejado los caballos mal aparcados.

Un aburrido Putain extrae el último rollo de papel. Al hacerlo, sigilosamente arrima paquete. Tiene el troncho con ganas de guerra. Es que han pasado muchas horas ya y su miembro tiene sus horas de comer muy medidas. Aunque la bruja Malificencia, o Margot, o cómo cojones se llame la pava sea algo pesada, tiene un buen arreo y quizás le pueda echar un polvo rápido después.

—¡Morgana Blair! La sorpresa menos imprevista de mi vida —exclama Arsène. ¿Contenta?


—¡Otra maravillosa y excepcional mujer ultrajada! ¡Siempre temerosa de verte entre la multitud!¡Una mujer desprovista de su don más preciado, la autoconfianza, por un ser grotesco vanidoso como tú! Cerdo machista, misógino, picha floja, putero... ¡Bolchevique! ¡Fenicio! Un hombre... ¡No! Un energúmeno que no merece más que desprecio.

— Se te está corriendo el maquillaje...

—¿Cómo dices? —pregunta la bruja. ¡Ahora encima negarás todas las acusaciones y te atreverás a no pedir perdón por todo el mal que has causado!

—Ya vale guapa. Yo no me llegué a follar a la ilusionista Morgana Blair. Me hubiese gustado, pero soy un agente de la ley intachable. Es más solo la he visto en persona una vez en mi vida y me costó caro, me dislocó el hombro con su varita mágica —replica Arsène —pero entiendo que haya salido su nombre. Es más, lo esperaba hace rato. Esto tiene menos gracia que una sentencia judicial de 500 páginas.

» Me lo estoy pasando en grande si no fuera por el dolor de huevos que me ha entrado hace rato. ¿Echamos un polvo para entrar en calor?

—¿Qué insolencia es está? ¿Sabes a quién o a qué te enfrentas?

Putain asiente y responde que sabe perfectamente a quién tiene enfrente. Que si conoce a Rumpelstiltskin.

—¿Rumpelstiltskin? ¿El enano saltarín del cuento? Hagamos un trato parecido —exclama burlona —. Tú me dices quién soy y yo dejo que me folles. ¿A que sí, a qué eso te agrada, animal de bellota? No lo adivinarás nunca. Déjame que me ría —Margot hace ademán de llevarse las manos al abdomen. No puedo. Eres tan patético. De acuerdo. No tienes ni puta id...

—Morgana Blair, la ilusionista. Tenía mis sospechas desde que encontré una tarjeta tuya de visita en el suelo de mi coche. Después estas sospechas se acentuaron por el sabor amargo del café que no me llegué a beber -seguramente un relajante muscular mezclado con un alucinógeno-. Mis presunciones se confirmaron con tu obsesión por sacar un nombre en concreto. ¡Até cabos et voila!

—No conseguirás deshacerte de las cadenas. ¿Por qué están caídas en el suelo? ¿Cómo te has hecho con mis bragas mágicas cambia-colores? ¡Auxilio, que me follan! ¡Policía! ¡Gendarmerie!

—¡La Policía ya ha llegado, puta bruja! ¡Y está entrando y saliendo de tu negra guarida mágica y no ha encontrado nada más que una putita casquivana! —exclama Putain mientras le mete otra estocada de carne a Morgana con las bragas cambia colores anudadas al troncho. Cumple tu palabra. ¿O tampoco tienes?

—¡Cabrón! Una bruja siempre cumple su palabra —exclama con los ojos en blanco la ilusionista atrapada mientras le araña la espalda al agente de la ley como un gato panza arriba. No me darás placer, y no conseguirás que te regale un orgasmo. Ni en tus más salvajes sueños. No pares, hijoputa, me voy a correr —maúlla desmadejada mientras chorrea abrazada a la ley y ensartada como un pichón. ¡Cómo la saques te convierto en un conejo!

—¡El conejo me lo estoy follando yo, maga viciosa de los cojones! —exclama el valiente inspector mientras bombea incesante.

Ni las bajas temperaturas del cementerio, ni el relajante muscular, ni San Pito Pato, evitaron que Putain se descargase tres veces en la Noche de todos los Santos. Dos visitas a la guarida del conejo blanco y una encima de las perfectas tetas de Morgana Blair. La ilusionista tampoco se quedó a verlas venir. Tuvo que admitir más tarde, a sus cuatro amigotas del gremio de Ilusionistas y Tahúres, que nadie nunca se la había follado con tanta potencia y que había perdido la cuenta de los orgasmos a partir del quinto. Utilizando un símil de las cartas, cada vez que barajeaba el odioso Putain, sacaba la sota de bastos y ella el cinco de oros.

Cuando terminaron de fornicar, exhaustos se fumaron un cigarrillo a medias apoyados en la lápida. Ella, con el maquillaje corrido, el pelo como un nido de golondrinas y sin bragas. Él, con el cuerpo perlado en sudor como un titán griego y los huevos bien descargados. Blair le juró y perjuró a Putain que se había ganado una enemiga para el resto de su existencia, pero, no obstante, le perdonaba la vida. Después le indicó dónde había dejado aparcado su coche junto a su ropa y que podría recoger unas entradas VIP gratis la semana que viene en la taquilla de su sala "El nenúfar" por las molestias causadas. Y a lo mejor, es posible, que le cayera otro polvo tras la actuación.

Minutos después, mientras recoge su parafernalia, Morgana siente la presencia de alguien tras suya. Una sensación de podredumbre y el olor a tierra mojada envuelve el cementerio que queda en silencio a excepción del graznar de la mujer tras suya. La temperatura vuelve a descender.

—No te gires, Morgana. No hace falta decirte quién soy. Lo sabes. Cómo también sabes que nadie me suplanta y sale indemne. Ya sabes lo que dicen; el que juega con fuego, se termina quemando.

Putain arranca y el Porsche no llega a oír los alaridos de Morgana. Al final la noche se ha quedado bonita. Se acomoda el paquete, ahora mucho más que aliviado. En el bolsillo de su pantalón se guarda el tanga multicolor semi destrozado de la ilusionista para su colección privada. La verdad es que tiene una suerte inmensa. Su miembro siempre cumple y no se arruga ante ninguna circunstancia. No todo el mundo tiene esa fortuna.

¡C'est la vie, no hay una polla como la de Putain!

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¡La banda sonora de "La noche de Todos los Santos"!

Steve Miller Band - Abracadabra (Dance Mix)


No te pierdas todas las aventuras del intachable inspector Arsène Tiberius Putain bajo el siguiente enlace o en su libro recopilatorio de próxima publicación.


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Comentarios

  1. ¿Qué puedo decir de las historias de Valentin@? ¡Me divierten mucho! Enhorabuena por otro maridaje sensual, humorístico y terrorífico.

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  2. Otro buen relato erótico festivo de Valentin@. 👍🏻

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