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Arsène Putain y el manuscrito de Torquemada (Inspector Arsène Putain #16)

 EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS



PARTE DIECISÉIS - El manuscrito de Torquemada

Ruinas calcinadas del museo Sconosciuto Giacomo, Roma.

El último de los camiones de bomberos está recogiendo las mangueras y la mayoría de los bomberos se acaban de marchar. El panorama es desolador. El museo Sconosciuto Giacomo dedicado al seductor Casanova que iba a abrir en pocos días, ha sido pasto de las llamas y ha ardido hasta los cimientos. No se lamentan pérdidas humanas pero las pérdidas económicas son incalculables. Una muy cabreada Babette Fournier está a punto de estallar de rabia. No entiende qué ha podido pasar. ¿Habrá descubierto la hermandad del miembro erecto su intento de engaño y en un acto de venganza, incendiado el museo? Tanto esfuerzo para nada.

—Qué desastre. No ha quedado nada. Todo destruido. La fundación Casanova me ha indicado que la directora del museo, Antonelli Morelli, tras ser informada del incendio, en un ataque de ansiedad ha abandonado Roma con destino desconocido —informa la comisaria Fournier a un serio inspector Putain. Putain de cuclillas se incorpora tras remover las cenizas de una peluca con un bolígrafo y tras fijar la vista en el encapotado cielo, comienza a hablar:

—Nos han engañado. Desde el principio. Era todo una farsa para ocultar el plan original de Sor Inés y su Hermandad. Dudo incluso de que hubiesen estado alguna vez en posesión del molde original del pollón de Giacomo Casanova. Desde el principio anhelaban un molde de mi miembro. Aún no sé la razón de ello, pero lo averiguaré. He hablado con el jefe de bomberos y me ha confirmado que el incendio se originó en la habitación de la directora del museo cerca de medianoche.

» Esta mañana, me comentaste que Ash Hole leyó tu mensaje sobre nuestro plan de substituir el molde cerca de las dos de la mañana —confirma Putain a la sorprendida Babette. Es decir, aún no había trascendido a la prensa de que la Hermandad se había hecho con una copia falsa y pensaba estar en posesión del molde original. No había por tanto motivo alguno destruir el museo en un acto vengativo. A no ser que ese fuera su plan original para ocultar su infame plan. Sospecho que Morelli es parte de la hermandad. Su tatuaje lo atestigua y su desaparición lo confirma.

—¿Y dónde está Morelli ahora? ¡Puede haber abandonado el país por tierra, aire y mar!

—Morelli tiene más clase que huir de Roma en un autobús de línea, en coche o en barco de mala muerte. Descartado. Irá en avión y en primera clase. Centrémonos en los vuelos que han abandonado Roma en las últimas doce horas con destino fuera del país. Antonella habrá utilizado una identidad falsa. No elegirá un nombre al azar, será una combinación de su nombre real.

» Avisa a Moloko. Que haga su magia. Buscamos una mujer caucásica. Cerca de los treinta. Sin equipaje facturado. Solo equipaje de mano. Vuelo en primera clase para salida ayer o hoy por la mañana de Roma. Billete reservado hace menos de doce horas.

Fournier asiente, hace varias llamadas y al cabo de escasas dos horas, le indica a Putain que los sospechosas se reducen a ocho personas por edad, constitución física, raza y sexo. Tras ojear los nombre de los presuntos sospechosos, Putain clava el dedo sobre el nombre de Monella Antorelli.

—Es ella. Sin duda alguna. Monella Antorelli es un anagrama de Antonelli Morelli —afirma nuestro bravo inspector—. Partió esta mañana con destino Tailandia. Todo cuadra. Además, sabemos que la hermandad tiene vínculos criminales con Lady Komodo del distrito de Phra Nakhon en Bangkok.

Fournier no cabe en su asombro. Es ciertamente Putain un hombre extraordinario. En cuestión de pocas horas no sólo ha desentrañado el paradero de Morelli sino además parte del plan de la Hermandad. ¿Cómo no ha caído ella? A Babette le pone muy cachonda los hombres inteligentes. Ella es sapiosexual desde siempre. La inteligencia la pone súper húmeda. Es Arsène un hombre de múltiples recursos y de una perspicacia inusual. Sin olvidar que calza una polla enorme. Eso también es importante. Muy importante.

—¡Arsène, eres increíble! No hay día que no me sorprendas con tus dotes detectivescas. Si logramos desarticular a la Hermandad del miembro erecto y a su putísima Sor Inés -que me tiene de los nervios- es hora de tu tan ansiado aumento de sueldo tan largamente pospuesto.

—Y una nueva ayudante —negocia Putain.

—No, no te pases. Pídeme otra cosa más realista. ¿Qué más te puedo ofrecer para complacer tu insatisfecho ego canalla?

—Anal.

—¿Cómo dices? ¡No! —responde enérgicamente Babette cruzando y descruzando los brazos con los dedos índice en alto.

—Me corro fuera —negocia un altivo Arsène en un alarde de generosidad.

—¡Ni lo pienses! Te conozco de sobra. Tu nunca te corres fuera si puedes evitarlo. No. Ni harta a vino. ¿De qué vino estaríamos hablando?

—¿Mamada larga terminando en boca?

—¿Perdón? De ninguna de las maneras ¡No, y mil veces no!

—¿Paja con la mano o las tetas?

—Ok —resopla satisfecha Babette pensando que al final ha podido evitar los envites del sátiro inspector (le ha costado un horror) y se va a salir con la suya sin que le aniquile el licencioso de Putain de nuevo su sufrido y adorado melocotón. 

El intachable inspector asiente complacido, sin poder evitar esgrimir una ligera sonrisa. Putain tendrá sus debilidades (muy pocas) pero es un hombre atento. Ya sabía que Morelli se iba a dar a la fuga desde ayer.

¿Cómo? Muy sencillo. A Morelli se le cayó un billete de avión del bolso cuando la estampaba pollazo tras pollazo sin miramientos en el aseo del hotel en su última colisión sexual. Y hombre observador vale por dos, y hombre con una tranca de caballo, por tres.

Por cierto, al final no solo Babette le hizo una señora paja al llegar al hotel, sino que además Putain termino metiéndole todo el troncho en el culo y corriéndose dentro mientras le tiraba del rojizo pelo a su jefa. Ella no paraba de insultarle, pero sin embargo, ni se quitaba ni dejaba de mover las caderas. El exagerado berrido del orgasmo de su jefa lo taponó con sus bragas. ¡Con Putain nunca se negocia a la baja y uno sale victorioso!


Aeropuerto Leonardo da Vinci, seis horas después.

Viajar en primera clase con todos los gastos pagados tiene sus ventajas, piensa Putain, repanchigado en la Lounge VIP del aeropuerto Fiumicino de Roma esperando embarcar en breves horas dirección a la capital de Tailandia, en el delta del rio Chao Phraya.

La comisaria Babette Fournier ha decidido que sea sólo nuestro bravo inspector el que vuele a Bangkok. Ella volverá a Francia para informar en persona a Ash Hole y no desatender en demasié París. No obstante, Nicole Moloko, la ex ladrona y actual confidente del cuerpo de policía se ha ofrecido a echar una mano en Tailandia y recoger a Putain en el aeropuerto de Chek Lap Kok para ofrecer apoyo logístico. Que cuando llegase que mandase un WhatsApp.

Tratando de concentrarse en el misterio de la obsesión de la Hermandad con hacerse un molde de su polla, Putain no puede evitar despistarse una y otra vez con la espectacular fémina de la barra. Un mujer entrada en los treintena que sorbe desapasionada un cóctel con gafas de sol puestas a pesar de estar en el interior de la Lounge. Un foulard le tapa la cabellera rubia. En cambio, su voluminoso pecho no lo podido ocultar tan fácilmente tras la vaporosa blusa. Su falda tampoco lo tiene nada fácil para no mostrar de continuo unas piernas torneadas embutidas en finas medias oscuras.

Putain la reconoce de inmediato. Es Frida De Klerk, alias Mrs. Leche en polvo, la exactriz porno que se retiró de la industria de adultos en la cúspide de su carrera hace algunos años. 

No fue Frida De Klerk nunca una actriz porno al uso, de tetas recauchutadas, cejas tatuadas o labios de silicona. En ella todo es natural. Más del tipo de la vecinita cachonda del 4C, escalera izquierda. Tienen sus gordas tetas, algo caídas por el peso, la indudable gracia de lo 100% natural. A pesar de que a Putain, le gustan todo tipos de mujeres, es la holandesa Mrs. Leche en Polvo, su mito erótico de toda la vida. Es su fan número uno. Atesora todas sus películas. 

Qué casualidad, reflexiona Putain. Cierra su portátil y se acerca decidido a la exuberante mujer.

—Buenas tarde. Me llamo Arsène Putain. Soy su mayor fan. ¿La puedo invitar a una copa, Srta. De Klerk?

Frida arquea las cejas sorprendida de qué la hayan reconocido y descruza la piernas, sabiendo muy bien que mostrará en el proceso parte de su tanga. Arsène, atesora la esencia que desprende del olor íntimo del sexo de la actriz en sus fosas nasales. Huele a la flor del cerezo japonés. El perfume Ritual de Sakura sería una buena comparación.

—He disfrutado todas sus cortos y largometrajes. Una lástima que se haya retirado. Fue la más preciosa, la más genuina y las más divertida. Le ruego que me permita invitarla por todos los buenos momentos que he pasado viendo sus películas. La mayoría de ellas a solas.

—¡Oh, muchas gracias! Me ha reconocido a pesar de estar vestida. No pasa muy a menudo —sonríe una muy halagada y pechugona Frida apartando el manuscrito anotado que leía hace unos instantes—. Con mucho gusto le aceptaré una copa, pero sólo si bebe conmigo. Insisto. Y además me tiene que confesar que corto mío le ha gustado más. Una tiene su ego. Me gusta estar cerca de mis fans.

Putain asiente y pide una carísima botella de champán al camarero.

Sor Inés fue muy clara. Frida debía hacerse la encontradiza en la lounge VIP del aeropuerto y colarle un rastreador indetectable al inspector. Lo que ciertamente no contaba la pérfida Sor Inés es que tanto Putain como Fournier habían identificado a De Klerk como miembro de la Hermandad por las cámaras de seguridad del calcinado museo. Esa información se la omitieron a los agentes de la ley con buen juicio a Morelli.

—Entretenle, emborráchale, lo que sea necesario para colarle el rastreador. Tú sabes mejor que nadie lo que quiere ver y oír un hombre. Pero no te lo folles. Nunca, en ninguna circunstancia. Te lo digo por tu bien. Saldrías decepcionada y muy frustrada —repetía una y otra vez Sor Inés.

En realidad, los motivos de tan extraña petición eran mucho más egoístas. No deseaba la líder de la Hermandad que otra de sus adláteres se despistase con las artes amatorias, los polvazos y el descomunal miembro de Putain. Mejor que no sepan nada, que no tienten al diablo, se justificaba. Ojos que no ven, conejo que no sufre. Suficiente tenía ella con no pensar en la polla de Putain a todas horas. No había noche que no se masturbase pensando en su troncho y se corriese entre exagerados alaridos al poco tiempo. Estaba obsesionada con su rabo.

—Dígame, Monsieur Putain. ¿Qué le trae por Roma? ¿A qué se dedica cuando no invita a actrices porno de incógnito en los aeropuertos?

—Soy un humilde inspector de policía -miente Putain- y aunque me encantaría contarle el motivo de mi estancia en Roma, si lo hiciese me temo que tendría que detenerla después.

—Oh, ¿de veras? ¿Me esposaría? Primero tendría que cachearme. Soy una mujer de habilidades ocultas. Podría esconder un arma secreta y liberarme —chasquea con la lengua Frida, sumamente divertida —. Soy peligrosa. Podría ser una devora hombres, o una asesina potencial. ¿Quiere seguir jugándose la vida invitándome a esa copa?

Arsène se ríe y responde que sin duda alguna. Le pregunta que está leyendo. Ella responde que algo bastante aburrido sobre los ritos paganos del inquisidor Torquemada con anotaciones de una amiga.

—Entonces, ¿me va a confesar qué película le ha gustado más de mi selecta filmografía, señor Pollain?... perdón... ¡Putain! —insiste Frida acariciando indisimuladamente el muslo y el paquete al inspector —. Que le den por culo a Sor Inés, viendo como calza el inspector, se lo quiere follar ya mismo. Esa monstruosidad de tranca no lo ha visto ella en toda su carrera, y mira que ha visto ella pollas de todos los sabores y colores.

"Día de ordeño en Oberbayern". La escena de la bañera en medio del monte me parece maravillosa. Me gusta todo. Desde la música, pasando por los escenarios, la trama. La escena dónde usted le hace una paja entre las tetas al hijo del pastor es sublime. Menudo corridón se pega el tío. Que envidia. 

—Es mi favorita también. Sabe, nunca simulé un orgasmos. Me encantaba follar. Sentir cómo me rociaban con cálido esperma. Los gruñidos guturales de ellos, corriéndose dentro de mí. Me apasionaba como se deshacían sus poderosas trancas en mi tetas holandesas. Sentirme deseada me volvía loca. 

» Luego todo se desbocó, llegaron los portales como UniqueFansla ínfima calidad de las tramas y los actores poco profesionales. Me retiré. Harta de que sólo me ofrecieran papeles de madre atrapada al sacar la ropa de la lavadora. Encontré un nuevo sentido vital en la Hermandad de... perdón estoy divagando —recula Frida, temerosa de haberse ido de la lengua. Por la expresión ensoñadora de Arsène, éste parece no haberse dado cuenta.

—Srta. De Klerk, me encantaría tener su tanga firmada. Y si son las mismas que lleva puestas ahora mismo, mejor. Es uno de mis sueños de toda la vida.

—Será un placer, pero antes eche un vistazo a sus alrededor. ¿Qué ve? Pocos pasajeros, la mayoría medio dormidos o agilipollados mirando el móvil ¿verdad? ¿Ve esa butaca más alejada del fondo? —señala Frida con sus esbeltas uñas pintadas cada uno de un color diferente.

Arsène asiente. Es cierto que la sala VIP, medio en penumbra, más que mostrar, intuye a los clientes. Algunos dormitan, otros trabajan en su portátil, la mayoría engolosinados en la pantalla de su móvil.

—¿Le gustaría repetir conmigo la escena que tanto le gusta y pegarse una buena corrida al estilo rural? ¡Vamos, fólleme, no sea aguafiestas! Desde que le eche el ojo, estoy como loca por sentirle entre mis piernas. Estoy súper trotona. Llevo sin que me empotren, como Dios manda, más de una semana. 

» Puta regla, ya nadie se atreve a navegar en el Mar rojo. Somos todos unos exquisitos. Eso fue hace dos días, y aquí sigo... sin follar.

Putain responde que un buen pirata navega en todo tipos de aguas y que eso no hubiese sido un impedimento para él para echarse a la mar. 

Agarra a Frida de la cintura y la lleva al butacón color crema más apartado del tumulto. Para la sorpresa de la exactriz porno, no se sienta él para que ella le haga una felación, sino que le ruega que sea ella, la que siente. 

Putain se acuclilla delante suya, le sube la falda hasta la cadera a Frida y la cabeza de Arsène desaparece debajo la prenda de vestir. Una vez cerca del volcánico y húmedo calor del sexo de su adorado mito, el inspector le retira el casi inexistente tanga con los dientes, tanga que parece tener vida propia y palpitar.

Frida acostumbrada a ser ella de primeras la dadora y pocas veces receptora de placer, queda hechizada por la diabólica lengua del intachable inspector parisino. Suaves mordiscos en su hinchada pepitilla acompañado por la penetración rítmica de los dedos índice y medio. Lametazos y ataques agresivos a sus ardientes labios vaginales. Y vuelta a empezar. El inspector está barriendo sin piedad con su lengua su empapado sexo y está más que decidido que ella se corra en su boca.

"Dios. Este hombre es una caja de sorpresas", cavila Frida a punto de caramelo. Se pellizca los pezones y cierra las piernas cuando una oleada de placer hace que se corra en la boca de Arsène.

Frida aún no se ha terminado de correr cuando siente primero el duro glande y después la devastadora de polla de Putain penetrándola. Una tranca enorme, despiadada, invasora, destructora de inocentes conejos de los Países Bajos, de ingenuas muchachas rurales holandesas. Mira a su alrededor para cerciorarse de que nadie les observa. Todo está en orden. ¿Seguro que este hombre no es actor porno? Tiene una potencia inusual. Si Frida no supiese a ciencia cierta que dejó de ser virgen hace mil años en su Holanda natal, juraría que Putain la acaba de volver a desvirgar con el primer pollazo.

Putain por su parte, ve cumplirse un sueño de toda la vida. ¡Follarse a Mrs. Polvo en leche! Le da exactamente igual que sea asociada a la Hermandad de Sor Inés o a una sociedad asesina de tortugas caguamas en peligro de extinción. Le pega otro pollazo atómico. Frida relincha como un pony y pone los ojos en blanco. Tiene la cara desencajada de placer. El mismo rostro que se ha llevado tantas pajas en la intimidad del apartamento del inspector. Su falo rebelde saquea a conciencia el cobertizo secreta de la actriz, deseoso de descargar su masculinidad. Arsène retira lentamente su duro pene y restriega su glande sobre el incandescente clítoris de Frida. Una y otra vez. Con tranquilidad. No hay prisa, si pierde el avión, pues lo pierde. Está disfrutando como un niño con zapatos nuevos.

Una segunda oleada de placer envuelve a Frida. Putain la está fulminando. Ya no puede más. Se desabrocha la falda para poder abrir las piernas del todo. Empieza a masturbar a Putain con la mano derecha mientras se acaricia las gordas tetas naturales por debajo de la blusa de lino. Necesita que Arsène se corra ya mismo y le entregue su bálsamo reparador. Demanda verse inundada de su maravilloso semen. El intachable inspector agarra de las gordas tetas a Frida por encima de la blusa. Semi incorporado levanta la blusa de Mrs. Polvo de leche, mete su polla debajo de ella y se corre sobre como un gladiador tras ganarse la ansiada libertad tras años de luchas a muerte. Ocho-nueve soberbias y violentas descargas se abren paso y maculan la blusa abierta y por ende las tetas de grandes aureolas de Frida. La última eyaculación golpea la barbilla de la muchacha. Arsène gruñe satisfecho. Menuda corrida se ha metido. ¿La famosa corrida del hijo del pastor? Una ridiculez comparada con la ostentosa eyaculación del brazo (des)cargado de la ley francesa. Mete su polla en el conejo de Frida para que se acabe de deshinchar al calor de los cerezos en flor.

Frida se incorpora desmadejada y tras sacar el aún palpitante miembro de Arsène, chupetea las últimas gotas lechosas del cimbel del adalid de la justicia como si no hubiese un mañana. Putain siente que se le escapa el alma de placer cuando siente la boca de Frida succionarle el glande al mismo tiempo que las manos de la actriz masajear sus depilados huevos.

Tras descansar unos breves instantes, Frida fiel a su promesa le entrega la tanga firmada -siendo el punto de la i de Frida, un presumido💗- y al dárselas, le confiesa que es el mejor polvo que ha echado en mucho tiempo.

Le ruega que le espere un segundo mientras se acicala y se cambia en los lavabos. Descoyuntada, de camino al aseo, Frida ha decidido mentirle a Sor Inés. Le dirá que no llegó a ver al inspector o que no hubo manera de colarle el rastreador. Sor Inés también la ha querido engañar con su puta fijación de que no se follase al buen inspector. Es un Putain un caramelito. Pura Vida. Pues una mano lava la otra, y las dos, la cara. El inspector se ha ganado una vida extra. No será ella la que le venda a la Hermandad.

Al volver del aseo, oye por la megafonía del aeropuerto que el vuelo a Bangkok está embarcando y asume con un largo suspiro que el inspector se ha tenido que marchar. Al recoger sus pertenencias echa a faltar el manuscrito que estaba leyendo. Qué más da, piensa.


Aeropuerto Chek Lap Kok, dieciocho horas y 9.284 kilómetros después.

—¿Señor Arsène Tiberius Putain? —pregunta la joven agente de seguridad Wen Xu sin esperar una respuesta afirmativa. Sabe perfectamente que se trate del inspector Putain. Ha estudiado su fotografía decenas de veces —. Le ruego me acompañe. Por favor no monte ningún escándalo —se señala la cartuchera a la derecha de su ajustada minifalda azul oscura.

Wen Xu es parte de la nueva plantilla de seguridad que opera en el aeropuerto desde el 2018. Cierto es que los pasajeros del sexo femenino no les hacen mucha gracia la forma descocada de vestir de las agentes. Al contrario que a los del sexo masculino que no tienen prisa a la hora de pasar los controles y son todo facilidades.

—No tenía ninguna intención de hacerlo, ¿qué ocurre? —pregunta curioso el intachable inspector que apenas lleva veinte minutos en Tailandia y ya le han detenido.

La menuda agente Xo de culo respingón no responde a su pregunta y tras algo menos de cien metros, entran en un despacho y cierra la puerta tras suya. De pie junto a una mesa, las agentes Chung y Lok le esperan armadas con porras y caras de pocas amigas. La agente Chung parece ser la voz cantante por la boina roja que lleva a diferencia de Lok y Xu.

—Tenemos indicios fehacientes e irrefutables de qué ha introducido un arma no permitida y estupefacientes en Tailandia— responde la agente Lok, melena corta teñida de rubio platino para darle un toque más exótico y tetas como sandias a pesar de lo bajita que es—. Por favor desabróchese la americana y desnúdese.

Por supuesto a nuestro inspector en ningún momento se le ha pasado por la cabeza exigir que fueran agentes masculinos los que se hicieran cargo de este malentendido.

Putain se deshace de la parte superior de su traje, lo deposita con cuidado en una silla de plástico junto al manuscrito de Frida que estaba leyendo. Levanta los brazos en señal de inocencia. Con la mirada les indica que aquí ya se para, que si le quieren desnudar que lo hagan ellas.

—Cómo quiera —responde malhumorada la agente Lok desabrochándole el cinturón. Después tira de los pantalones. A continuación de los calzoncillos de marca, sólo para comprobar que al contrario que el pantalón, éstos no ceden. Algo hace tope e impiden que bajen. 

La agente Lok desesperada pide ayuda a la agente Xu y entre ambas, una a cada lado de las caderas del bravo inspector, consiguen bajarle la prenda íntima con esfuerzo. Un exagerado pollón erecto de veinticinco centímetros se alza y las saluda a ambas. Un "tirachinas" en toda regla.

—¡Por el rabo del Dios Mono Momotamod y las barbas del pirata Cheng po Tsai! —exclama la agente Chung mientras le pasa la porra por la nervudo y palpitante falo y se muerde los labios— Moloko tenía razón. Esto es un delito mayor. ¡Esta polla vulnera la convención de Ginebra! Usted no saldrá de aquí por las buenas. Con un arma así, estamos todas en peligro. Necesita permisos, sellos oficiales, múltiples firmas... ¡de todo!

Putain ya se ha olido la tostada. La puta de Moloko se la ha querido volver a jugar. Esperaba que tres rudos agentes masculinos le tuvieran horas y horas detenido con la polla al aire y riéndose de él, pero no contaba que fueran finalmente tres féminas las que le fueran a detener. Seguro que a última hora a los agentes masculinos les ha surgido un contratiempo y han activado a las señoritas. Pues le va a salir el tiro por la culata a Moloko. Tal como se pegan codazos una a otras y cuchichean entre ellas, están faltas de amor y rabo occidental. Y de eso tiene Putain de sobra. Para las tres. Una tras otra o todas juntas. Eso se puede negociar.

El miembro de Arsène se alza algunos centímetros más al sentir la mano enguantada de Chung apretarle los huevos y preguntarle si va a colaborar. De reojo, ve como las otras agentes se empiezan a desvestir a toda prisa como adolescentes deseosas del primer chapuzón de un caluroso verano. Chung golpea con rabia con su porra el duro troncho de Putain, que no cede ni un milímetro y desafía con su erección a la agente que no cabe de gozo ante tal majestuosidad. Y bastante suerte tiene la agente de que su porra no se haya partido en dos. Se vuelve a relamer sus labios carmesí y se pasa la porra entre gemidos entrecortados por debajo de la falda. Malditos occidentales y sus pollas de asno. Así es imposible trabajar.

Moloko se va a cabrear como una mona en celo —piensa Arsène mientras siente como la agente Lok se introduce centímetro a centímetro toda su polla en la boca. Es jaleada por Xu que no se queda atrás chupando los huevos al azote del mal parisino. 

Chung tras pasarse la porra un rato más por su húmeda hendidura golpea después con la cachiporra, el musculado culo de Putain. Splash. Arsène satisfecho por el transcurrir de los hechos se lleva las manos a las caderas y se deja hacer. Llevaba casi un día entero sin descargar y ya era hora.

Parece mentira que Moloko aún no sepa aún cómo me las gasto, piensa el inspector. Puta Moloko.


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¡La banda sonora de "El manuscrito de Torquemada"!

Luciano Pavarotti - Il gladiatore


No te pierdas todas las aventuras del intachable inspector Arsène Tiberius Putain bajo el siguiente enlace o en su libro recopilatorio de próxima publicación.


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Comentarios

  1. Va bien la historia del intrépido y salaz inspector. ¡Adelante! ¡Quiero más!

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