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Cherry Hole y la subasta de arte (Inspector Arsène Putain #9)

EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS




PARTE NUEVE - La subasta de arte.

—Así que usted es el intachable inspector Arsène Putain de París. Sin duda alguna, su fama le precede. Según los mentideros de la capital corroborados por mi amiga del alma, Becky Door, tiene usted una inigualable e incontestable... —recita curiosa a la vez que divertida, la joven artista Cherry Hole— ... hoja de servicios.

» Adalid de la justicia, caballero incorruptible, hábil en el cuerpo a cuerpo, seductor —continua Cherry Hole echándole el humo de su pitillo a la cara—. Veo que mis fuentes no han exagerado. Por lo que veo está usted muy bien preparado para poner fin a todo tipo de corrupción—. continua Cherry fijándose descaradamente en la entrepierna desfondada del pantalón de Putain.

—Sabe que aquí, en la sala de exposiciones y subastas DeepHole, está prohibido fumar, ¿verdad señorita Hole?

—¿En serio? Seguro que tiene las esposas encima a todas horas, que se las lleva a casa. Esta sala le pertenece a mi esposo Ash Hole, un generoso benefactor de su cuerpo y de multitud de obras benéficas de toda Francia. Y aquí puedo hacer lo que me da la gana. Pero no empecemos con mal pie. Lo apago de inmediato, ¿de acuerdo? Soy una chica buena.

Cherry Hole, conocida entre los círculos artísticos con el mote de Bunny Hole, retuerce y apaga el pitillo en la solapa de la chaqueta de cuero de Putain.

Viste la flamante esposa de Ash Hole, un traje masculino con corbata negra. Un parche ocular azabache tapa su ojo derecho y resalta su piel blanquecina. Sus labios rubís decoran cada cigarrillo que fuma. Su pelo corto cortada a hachazos junto a su nariz respingona corona un aspecto informal e irreverente, típico de una mujer que le importa un bledo la opinión de los demás.

Se acaba de encender otro cigarrillo. Fuma más de un paquete diario pero su piel y sus pulmones parecen no haberse dado cuenta de este nimio detalle y luce incluso mejor que los 25 años que acaba de cumplir. Disfruta cada cigarrillo con lascivia y entierra sus víctimas en la misma cajetilla del que una vez salieron vivos en lugar de depositarlos en vulgares ceniceros.

—¿Me permite que le haga de cicerone, señor inspector? Está algo perdido, si me permite la expresión... Usted parece ser una persona de pasiones más primitivas. Que toma lo que le gusta sin preguntar. ¿Ve ese mural al fondo, el primero que entrará en subasta hoy, el de las voluptuosas formas y pintado a brochazos?

Arsène asiente con Cherry colgada del brazo. Es la señorita Hole una persona que no espera respuesta ni permiso a sus preguntas. Le aburre mucha gente. Arsène no parece entrar en ese amplio grupo.

—Lo pinté con las tetas embadurnadas de pintura mientras me follaban por detrás como la perra que algunas veces soy. Me expreso mejor desnuda. ¿Le gusta?

—¿El cuadro, las herramientas o la técnica que empleó?

Cherry Hole sorprendida por lo impertinente de la respuesta, se ríe entre hipos y acaba su carcajada, tosiendo. No se esperaba que el inspector fuera tan ágil de mente.

Me sorprende usted, es usted mucho más de lo que me habían dicho. Tiene humor, aquí son todos unos sosos estirados y seguro que es discretísimo. El cuadro refleja mi rabia interior. Mi deseo de romper todo tipo de convencionalismos religiosos. Un ataque despiadado a los entendidos del arte. He llamado a mi obra; "Perra". Los críticos lo han valorado en 46.000 €. Dicen que la combinación de colores es extraordinaria, perversa e irrepetible. No tienen ni puta idea. Lo pinté lo que duró el polvo. Cuando una tiene arte, cualquier mierda, tiene valor.

» ¿Quiere saber un secreto? Estaba hasta las cejas puesta de marihuana y alcohol cuando lo pinté algunas semanas atrás. Mi querido marido estaba en la otra parte del mundo, en un monasterio nepalí en busca de iluminación. El repartidor de Amazon estaba más cerca. A mí nadie me ata. Si me encierras, me escapo. Bien lo sabe él y no me cuestiona.

Arsène sonríe y le pide que le muestre más cuadros de la cada vez más excitante exposición. Se cruza con su ayudante Michelle Dupont de incógnito. Acordaron que ella se pasase por una camarera en la sala de exposición. Está arrebatadora con su pajarita oscura, blusa blanca y pantalón de pinza. Se entienden a la perfección. Una breve mirada, y Arsène sabe de inmediato qué tiene la sala y a todos los invitados bajo control.


Llegaron ayer a Lyon, y tras el check-in del hotel Saint Rufino, dónde cogieron habitaciones separadas, se fueron a cenar al restaurante del hotel. Se sentaron codo con codo en un rincón un tanto apartado del local. Tras la estupenda cena, Arsène, aprovechando que la especialidad de la casa, la tarta praliné, iba a tardar un rato, empezó a meterle mano a su muy dispuesta y caliente ayudante por debajo de la falda. Las miradas que se echaron durante la cena, que ella no le apartara la mano del muslo y el calor abrasador del conejo al horno de su ayudante ya lo habían aclarado todo.

A pesar de la muy amplia experiencia de Putain, no existe sobre esta tierra, sexo más ardiente que el su ayudante. Fuego puro, si no supiese que es imposible, el temor de abrasarse los dedos de las manos le hubiese detenido. Intercambia nuestro adalid, la penetración rítmica de dos dedos juguetones en forma de pistola, después lento roce circular con la parte carnosa de la palma de mano sobre el clítoris. Lo dicho, fuego puro y un aroma cada vez más intenso señalando el advenimiento de nuestro señor, Monsiuer Orgasme.

Arsène le indica a Michelle al oído que está deseando sentir el calor de su corrida en la mano y que tiene la polla como la pata de un perro envenenado. La ayudante como buena profesional, asiente con un breve cabeceo y se descarga en la mano de su jefe con los ojos en blanco. Aun sabiendo que las olas desenfrenadas del orgasmo han llegado a puerto, Putain no se detiene y sigue masturbándola, incluso con más ahínco. Penetración con los dedos índice y medio, roce circular y vuelta a empezar. La eyaculaciones consiguientes de Michelle son tan intensas que el camarero al día siguiente pensó que alguien estaba de parto y había roto aguas.

Llegó el postre, que apenas tocaron, y dentro de la habitación de Dupont, sin más comentarios, Michelle empezó a despachar el postre fuera de la carta que tanto anhelaba. Lametazos irreverentes y masturbación a dos manos del arma reglamentaria muy cargada del inspector. Tiene Putain las pulsaciones a mil por hora. Su ayudante se la pone durísima. Más de una paja se ha hecho olisqueando sus bragas y las fotos que le tomó a escondidas desde el ventanuco del aseo de señoras.

Interrumpe la mamada, una llamada entrante del móvil de su jefa, la comisaria Babette Fournier. Muy a su pesar, tiene que coger la llamada. Michelle entiende la urgencia, tras morderle los huevos, acelera la chupada. Ha impuesto Fournier una estricta regla de no intercambio sexual entre compañeros bajo riesgo de suspensión inmediata a raíz del incidente del topo meses atrás. Pero lo que pasa en Lyon, se queda en Lyon. Arsène, a punto de descargarse en la boca de piñón de su ayudante, responde con un tembloroso, ¿Sí?

—Arsène, pase a videollamada —ordena Babette sin paños calientes.

Responde Putain, que de inmediato pero que antes se tiene que subir los pantalones, que estaba ya para meterse en la cama. Fournier la da cinco minutos que aprovecha Putain para eyacular como un toro en la boca de Michelle, siete generosas salvas. Dupont recibe el cálida semen sin rechistar y da cuenta del postre al completo todo en dos tragos. Le muestra la impoluta lengua al inspector como muestra inequívoca de su glotonería.  Putain se vuelve a su habitación subiéndose, está vez de verdad, los pantalones.

Babette Fournier no es para nada tonta, y la orden de pasar a videollamada tiene dos objetivos. El primero de ellos, asegurarse de que Arsène está solo y el segundo de ellos, si realmente está en la habitación correcta. Lo que se llamaría una llanada de control en argot policíaco. Durante interminables treinta minutos le informa del Status Quo de varios casos abiertos para después tras desearle buenas noches, indicarle que llamará a continuación a Michelle Dupont. Putain le devuelve los deseos de buenas noches y que mañana se reportará.

Tras esperar una hora de rigor, llama a la puerta de Michelle. Nadie abre. Pega el oído a la puerta y oye la voz de cazalla de su jefa enumerar a Dupont una infinidad de cosas por hacer. Aún les queda cuerda. Vencido se va a su habitación, le pide disculpas a su contrariada polla que aún tenía ganas de fiesta y tras un rato se queda dormido.


La sala DeepHole no es meramente una sala de subastas. Hoy cumplirá esa función, pero sus ocupación mayoritaria es exponer, darles una salida a las nuevas tendencias pictóricas de la ciudad. Ubicada en un antiguo taller mecánico, de aspecto industrial y amplios ventanales, acoge en su parte superior el estudio de Cherry Hole. Sólo se puede acceder a esta dependencias por un ascensor privado y de la cual ni siquiera su querido marido Ash Hole tiene acceso. En un estudio, Cherry puede dar rienda suelta a su arte sin ser molestada y follarse a quién quiera sin miedo a ser descubierta.

Los invitados de la subasta terminan de entrar en la sala. Son apenas una docena y sólo se han invitado al núcleo duro de mecenas y fans adinerados de la artista. Sólo ellos podrán pujar en exclusiva por las cinco nuevas obras. Para evitar improbables actos de vandalismo (el arte de Cherry tiene muchos envidiosos), todos los invitados, sin excepción alguna, han debido pasar por un arco de metales a la entrada y se les ha retirado todo dispositivo electrónico que pudiera grabar la puja, interferir electrónicamente el sistema de control de los cuadros o debidamente manipulado, ser un arma. Tras pasar el pertinente control, una gruesa puerta de acero cierra la entrada de la sala y no se vuelve a abrir hasta la finalización de la exclusiva puja.

Cherry se despide de Putain con un beso en la mejilla y se retira tras los invitados a fumarse su enésimo cigarrillo.

Toma asiento la última invitada, la emperifollada marquesa de Chantilly, junto a su perro Fifí. Unas amplias gafas y una pamela extravagante cubren, sin duda alguno, su bello y joven rostro. Todos los invitados están separados al menos tres metros uno del otro. En cada silla, se encuentra un dispositivo electrónico para pujar. La megafonía de la sala anuncia que la subasta comenzará en breve y que por favor todos tomen asiento. Las camareras sirven las ultimas copas de vino y se retiran tras la barra.

Arsène se acerca a Michelle para servirse una copa y que le ponga al día con su astucia.

—Sandy Canard no está entre los invitados, Arsène. Me temo que la infame Moloko nos la jugado. La sala está incomunicada y sus puertas no se abrirán hasta dentro de una hora. Nadie puede entrar, nadie puede salir —resume Dupont al ponerle la copa.

Sin previo aviso, la voz masculina de megafonía queda sustituida por una conocida voz femenina que hace callar a los invitados.

—Buenas noches, me llamo Sandy Canard. Lamento las molestias que les pueda ocasionar, pero les prometo una noche especial. En realidad, sus carísimos vestidos, sus perritos comecoños Fifí —La marquesa de Chantilly indignada ante tal provocación esconde la cabeza del perrito en su bolso— sus panzas hartas de comer y su indolencia… me asquean. Pero tienen algo que si me gusta de ustedes. ¡Dinero! Ustedes se vanaglorian de ser los fans número uno de la zorra de Cherry Hole, que su arte no tiene precio... bla, bla. Pues averigüemos si realmente es así. He hackeado el dispositivo de seguridad de los cuadros y en los próximos minutos, uno tras otro, los cuadros quedarán destruidos secuencias de cinco minutos. ¿Cómo evitarlo? Empiecen a pujar con sus dispositivos. Huelga decir que el dinero recaudado no irá al putón de Hole si no a una cuenta mía imposible de rastrear en Punta cocodrilo.

Cherry Hole levanta la vista curiosa, se enciende otro cigarrillo con la colilla del último. Se le está pasando en grande. La noche se está poniendo interesante.

—Para mostrarles que no voy de farol… destruiré esa puta mierda de "Lluvia dorada" —continua una exultante Sandy Canard.

Los asistentes atónitos ven ante sus propios ojos como se activa el protocolo de seguridad y en lugar de salvaguardar el lienzo, éste queda reducido a cenizas.

—El próximo en caer será "Bola de nieve" si van de tacaños... qué horror. Pujen… ¡Ahora!

La marquesa de Chantilly empieza la puja con 5.000 € que son ipso facto superados por los 10.000 € de un panzudo y sudoroso árabe. Otro acalorado ejecutivo calvo ofrece 12.000 €. Tras unos minutos de indecisión y con el contador de los cinco minutos consumidos y sin pujas posteriores, los invitados empiezan a murmurar e impacientarse. A pesar de los  12.000 € pujados, "Bola de nieve" estalla en llamas.

—¿Sólo 12.000 €? Vale, es una mierda de cuadro... ¡sois demasiado rácanos! No me vale. A tomar por culo. ¿Y vosotros os llamáis fans? Veamos cuanto estáis dispuestos a pagar por "Chocolate sexy". Empezaremos con 30.000 € —espolea una ofendida Canard.

De nuevo es la marquesa la que inicia la puja. La influencer erótica Dopamina Chumino Power sube a 35.000 €. La marquesa murmura algo inteligible. El árabe suda. Una china llora. El resto de los invitados dudan en subir la puja… son fans, los mejores, pero es que 35.000 € es mucha tela. El contador llega a cero. Una indignada Sandy interrumpe de nuevo con sus estridente voz la sala.

—¡Qué vergüenza! Sois unos miserables. Otro cuadro que veréis arder...

—No, no lo haremos— afirma Arsène dirigiéndose a la marquesa para soltarle un mamporro con la mano abierta a Fifí, que sale volando seis metros para reventarse contra una pared. Unos ojos saltones amarrados a unos muelles salen disparados la cuenca de sus globos oculares. El cuerpo aplastado revela en su interior un enrevesado amasijo de cables de colores. Un lastimoso wuf se apaga entre chisporroteos. Era un robot.

La marquesa se levanta escandalizada sólo para ser detenida por Michelle, arma en mano.

Los invitados atónitos no acaban de entender que ha pasado. Arsène se posiciona cerca del centro y con un suspiro, brazos a las caderas, aclara la situación.

—La marquesa de Chantilly es en realidad la infame ladrona Sandy Canard y su asqueroso perro, un robot equipado con un sistema de infrarrojos que activaba el hackeado sistema de salvaguardado de los lienzos ¿Qué cómo lo hemos sabido? El mérito es de mi ayudante —señala a Michelle, que hace una referencia cual dama de la corte.

» Se dio cuenta que la marquesa siempre empezaba a toda prisa las pujas para asegurarse un valor inicial mínimo a sus intereses y que no paraba de susurrarle al animalito. Casualmente siempre unos segundos antes de que su propia voz interrumpiese después la sala. El perro, al ser supuestamente un ser vivo, no pasó obviamente por el arco de metal de la entrada, y Canard pudo introducir su robot lanza-infrarrojos y vinculado a la megafonía a la sala sin sospecha.

Al poco rato, la policía de Lyon, alertada por Cherry, interrumpe en la sala y se llevan esposada a Sandy que no para de gritar que todo esto es un error, que tengan cuidado con Putain que es un follaculos despiadado, que el parche de Hole es de mentira, que si "Never Forget" y demás lindezas. La sala aplaude a rabiar la detención de Canard.

La influencer Dopamino Chumino Power aprovecha la ocasión para intentar acercarse al inspector e indicarle que si está interesado en un video erótico en su canal. Siempre en busca de contenido exclusivo y tendencias. Antes de llegar es interceptada por Dupont que le ve las intenciones y además es seguidora fiel de su canal.

—El recto inspector no tiene tiempo ahora mismo. Déjeme su tarjeta y se la entregaré en cuanto pueda —responde con la mejor de sus sonrisas la ayudante, mientras Dopamina se lleva un pisotón "sin querer" de Michelle y un inaudible "será puta la amiga".

Cherry, cigarrillo en mano, muy animada, se lo ha pasado en grande y no lamenta en absoluto la destrucción de los lienzos. De ahora en adelante, sus obras valdrán incluso más. Invita a su buhardilla-estudio a los agentes de la ley más tarde cuando hayan acabado las formalidades con la policía de Lyon.


Algo más tarde.

—Un hombre cachondo, con la polla tiesa, es una puerta al arte —sentencia Cherry Hole—. No encontrarás a un hombre más versado en palabras de amor, más bravucón, más irreverente que un hombre deseando metértela.

Cherry abierta de piernas, repanchingada en un butacón salpicado de pintura, fuma frente a un Arsène a pocos metros de pie de ella, desnudo a excepción de un estrecho anillo pélvico. La inmensidad de su tranca enclaustrada y a rebosar de excitación, desafía con su mirada ciclópea a la joven artista. Hole no podría estar más satisfecha del espectáculo. Hacía mucho tiempo que no veía una polla tan hermosa y de gruesas venas.

Tal como la trajo su madre al mundo, está la menuda Michelle oculta tras la musculada espalda del recto inspector. Su mano masturba con ahínco el falo de Putain. El hinchado glande del azote del mal parisino baila cada vez que la mano de su ayudante toca cumbre. Perladas gotas de líquido preseminal bañan el cipote del agente de la ley y se mezclan con la pintura seca del piso de la buhardilla.

—Ni se te ocurra correrte—demanda enojada Cherry Hole arrojando en pitillo al piso de su estudio y levantándose. Tanta la turgencia como el color blanquecino de su cuerpo se asemejan a una estatua clásica. Nada cuelga de forma vulgar en sus redondeces. Cherry Hole parece esculpida en mármol. Sólo una buena mata de pelo rizado azabache, más fosco de los que demandan las tendencias de moda íntima arroja un contraste a su perlino cuerpo—. Hoy tu polla será arte. Bueno, ya lo es, pero hoy será mi herramienta de expresión artística.

Acerca un lienzo en blanco a la polla del inspector, y tras verter un cubo con pintura sobre el falo, se posiciona tras el inspector. Manda a Dupont a ocupar su sitio en el butacón, agarra sin miramientos el miembro de Putain y empieza a pintar con la tranca el lienzo, cual brocha improvisada. Cuando se agota el color, repite el procedimiento con otra tonalidad elegida al azar, y sigue dando rienda suelta a su artes pictóricas. El roce de su glande contra la rugosidad del lienzo está volviendo loco de placer a Arsène. Michelle perniabierta a pocos metros, observa con suma atención, lamiéndose las tetas y bebiendo a "morro" una botella de Möet Chandon, la clase magistral de arte moderno. Cherry se ha encendido un nuevo cigarrillo. Está creando arte, en la cumbre de su carrera. Queda un último detalle para entregar, lo que, sin duda, será una obra capital en su carrera.

—¡Michelle, ahora! —ordena Cherry acuclillándose de espalda al lienzo y frente a la polla de caballo de Putain. Dupont salta de su butacón, estrella la botella contra la pared y clava las rodillas igualmente. Hole pega una última calada a su enésimo cigarrillo, le echa el humo a la tranca del inspector que queda envuelta como un truco de magia de Morgana Blair y tira la colilla junto a otras muchas al suelo.

Ambas lamen instintivamente la venosa y excitada brocha de Putain. Cherry libera el anillo del falo del intachable inspector, que agradecido se corre explosivamente en la cara de ambas. No podía aguantar ni un segundo más. La corrida es extensa, interminable. Largos chorretones de masculinidad desbordada. Putain, carga y descarga su polla una y otra vez cual escopeta recortada. Un volcán arrojando a borbotones descontrolados cálido magma lechoso. A pesar de los intentos del inspector que las salvas terminen en sus inundados rostros, no puede evitar que la mitad de su lechada salte encima de sus cabezas y alcance el lienzo tras suya. Su cálido y grumoso esperma se mezcla con los recientes colores aún húmedos. El lienzo de vivas tonalidades tras las muchachas queda recortado con la forma de sus cabezas.

Cherry agradecida por la muestra de amor, empieza a lamer el semen de la cara a Michelle, como una gata aseando a sus retoños. Putain exhausto cae rendido en el butacón. Qué pedazo de corrida les acaba de meter a las dos. Un gotelé en toda regla.

Tras terminar de besarse, su ayudante y la artista, se masturban mutuamente frente a un complacido Arsène que ya se ha guardado las bragas de Cherry Hole. La artista desatada separa con sus pegajosas manos los labios íntimos de Michelle y comienza a darse un festín con su ávida lengua. Alza el culo invitando a Putain a una segunda ronda. El inspector, siempre a disposición de la ciudadanía, le mete una frenetica estocada de 25 centímetros de vigorosa polla por el culo prieto. Sabe que Cherry es más de culo. Tras cinco minutos de frenético placer animal, como el mecanismo de un reloj suizo, los tres se corren al mismo tiempo entre jadeos entrecortados. Putain podría haber sacado la polla y correrse fuera pero no todos los días le dejan entrar por la puerta trasera y qué demonios... lo que pasa en Lyon, se queda en Lyon. Agarra a la artista con fuerza de las caderas y le mete una lechada tan violenta, que Cherry acaba hundiendo el nariz en el sexo de Michelle del susto. Eso sí, no apartó y de menear el trasero hasta asegurarse que se llevaba todo del peso de la ley metida en el culo. Dupont algo perjudicada por las dos botellas de champagne y la particular y exótica humareda de los cigarrillos de Hole, no puede parar de reír.

El cuadro llamado "Falo", se subastaría meses después por la suma récord de 68.000 €. Los críticos de arte cayeron rendidos por otra muestra del incontestable arte de Hole. Elogiaron la desconocida técnica utilizada y los materiales utilizados que le habían dado al lienzo una textura grumosa nunca vista. A pesar de las suculentas ofertas económicas para desvelar su técnica, Cherry no desveló su forma de trabajar y donó el importe de la venta en su totalidad a una institución benéfica del cuerpo de policía de París. A ella no le hace falta el vil metal. Incluso el curioso nombre dado al lienzo no arrojó ningún tipo de pista, pero conociendo a la artista Bunny Hole, quizá solo fuera un nombre escogido al azar.

Días después, en su despacho de París, Babette Fournier no puede estar más satisfecha con el devenir de los hechos. El filántropo Ash Hole le ha llamado personalmente hace un rato para agradecerle la incontestable profesionalidad mostrada por Putain y Dupont. Su joven esposa, habitualmente de carácter difícil y poco colaborador, se ha deshecho en halagos y donará regularmente cuantiosas sumas dinero para la formación de futuros agentes como agradecimiento. Conociendo al polla gorda de Putain, seguro que se la habrá follado, pero eso ya no es incumbencia suya. Lo importante es que su departamento no quede expuesto como un lupanar por su propia torpeza meses atrás. Las medidas de abstinencia sexual entre compañeros y el miedo a perder el trabajo, si incumplen esa regla, funcionan. De eso está segura.

Respecto al trato propuesto por la prófuga Moloko de obviar su expediente criminal a cambio de entregarles a Sandy Canard y actuar como un agente encubierto en los bajos fondos de París, le parece una opción muy válida para alcanzar sus intereses personales de ascenso. Un peón fácilmente sacrificable si las cosas se tuercen en el futuro. Que se ande con cuidado Moloko, que no vaya de lista… la única hija de los Fournier no es una gilipollas, un poco puta sí, pero no gilipollas… para puta, Moloko. Puta Moloko.


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Will.i.am feat. Britney Spears - Scream & Shout


Françoise Hardy - Comment te dire adieu


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Comentarios

  1. Me he quedado con ganas de más Cherry Hole. Gran Personaje. Enhorabuena.

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