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Vania en "Asignatura pendiente"

EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS



    Lisandra Ortega, natural de Jalisco, Méjico, aun no acaba de entender cómo ha terminado chupándole la polla al profesor Ayuso encima de la mesa, mientras la pelirroja cañón de rodillas junto ella, le está lamiendo los huevos al afortunado docente al mismo tiempo.

    Hace apenas 30 minutos, aún estaba terminando de fregar el pasillo central del instituto "Ana Vergara" cuando la Sra. Guillén, con los tacones en la mano corría pasillo abajo a la clase del profesor. Llegaba tarde a la reunión de control. Lisandra sabe muy bien que las tardonas no le gustan un pelo al profesor, aunque juraría que las reuniones empezaban la semana que entra. En fin, ella por su parte tiene otras tareas que atender y le tocará volver a repasar el pasillo, ahora lleno de pisaditas aceleradas de la pelirroja chingona.

    Poco se podía imaginar la dulce Lisandra que dejar atrás su Méjico natal la iba a deparar tener un trabaja de limpiadora, limpiar por las tardes pasillos y retretes en un instituto de Madrid. Ella, que poseía una carrera universitaria en arquitectura y urbanismo. Pero sus certificaciones aún no se habían validado y tocaba mandar dinero a casa. Su jaino, en cambio, un vago redomado, se había quedado en Jalisco a "solucionar papeles" y vendría a finales de año a la capital. Lisandra sabe muy bien qué tipo de papeleo le queda a su novio por arreglar. Metérsela al putón de su hermana Piedad que estaba como loca por su jaino hace tiempo. Pero Lisandra vale mucho más que la zorra de su joven hermanita. A ella no se la meten así por las buenas. Piel aceitunada repartida en unos prietos 1,60 m de estatura. Largo cabello negro sedoso casi resplandeciente hasta el trasero, voz acaramelada. Con una sonrisa capaz de seducir una guerrilla al completo para deponer las armas. No muy tetona (a su pesar), cintura de avispa. Unas piernas duras y un culo respingón que más de un tortícolis ha causado desde su llegada a España meses atrás. Tanguita que se pone, tanguita que desaparece para siempre en el valle de su gordito culo. Y sin olvidar un olor corporal que recuerda al agua de rosas.

    Ella vale mucho, muchísimo. No hay mujeres más guapas en el mundo que las raciales mejicanas. Lisandra no ha venido a hacer el tonto a Europa ni a encamarse con el primer españolito conquistador que le haga ojitos. Ya en el aeropuerto de Madrid, hubo un tal Don Fulgencio que se la quería meter a toda costa. Le dio calabazas. No puede con ese aire de superioridad y esa mirada sucia que muchos españoles parecen poseer. Méjico es un país orgulloso de sus tradiciones, de sus gentes y ella está muy arraigada a su tierra. Dónde esté un ardoroso hombre mexica que se quite un pestilente europeo. Ella se merece mucho más. Ella ha estudiado. Es culta. Se merece el mundo. Ya lo verán.

    Sumida en sus pensamientos, y dale que te pego a la fregona, llega a la última puerta del pasillo. La clase del profesor Ayuso. Qué curioso... se oyen jadeos entrecortados y rítmicos golpes contra la pared. Irá a echar un vistazo, no vaya a ser que al buen hombre esté sufriendo un infarto. Siempre ha sido un poco metiche y eso ha sido su perdición demasiadas veces.

    Entreabre un poco la puerta para encontrase a la chingona de la pelirroja abierta de piernas, ensartada por la lanza del docente. Menuda chincual tienen aquí montada. La verdad es que el culito depilado y respingón del docente es un escándalo. Parece mucho más en forma de lo que recordaba. Se quedará mirando un poco más escondida tras la puerta. Joder, cómo se le está follando, con qué rabia, con qué frenesí. ¡Orále, que la va a empotrar contra la pizarra!

25 minutos antes.

    —Me conozco de sobra el modus operandi de las mamás, Srta. Guillén. Vienen aquí tarde, apelando a mi misericordia, enseñando un poco de escote, algo de pierna, se hacen las tontas y el gilipollas del profesor, que está más canino que Rataplán, a aprobar al zote del hijo o del sobrino. No, así no —decreta muy digno el maestro mesándose le poblada barba hipster.

    » ¿Quiere ver algunas respuestas a las preguntas del examen? Se va a quedar de piedra. Tenemos una manzana y cuatro niños. Si la repartimos... ¿Con qué se queda cada niño? La respuesta de su sobrino fue; "Con hambre". Qué barbaridad. Cero puntos. ¿Por qué Saturno tiene tres anillos? Respuesta de su sobrino; "Porque se casó tres veces". Otro cero. ¿Sinónimo de oral? Miguelito responde "Anal". Otro cero. Aunque esta última respuesta tenía cierta gracia.

    Vania no puede evitar reírse y mientras se enjuaga las lágrimas de la risa con la mano del anillo de casada, se desabrocha un botón de la blusa viendo que no le quedará otra que poner en marcha el infame, pero resoluto plan B.

    —Yo así no puedo aprobarle. No sé si es tonto, me toma el pelo o es un genio. Yo creo que es más bobo que una caída.

    —Sr. Ayuso, le ruego que sea benevolente. Mi sobrino sólo necesita confianza. Le prometo que me pondré muy dura con él. Y que mejorará. Tiene mi palabra. Usted échame una mano esta última vez con las notas y no se arrepentirá —ruega Vania, mientras se muerde las patillas de sus gafas de pasta. Seguro que podremos llegar a un acuerdo...

    —No lo creo. Su sobrino tiene que ponerse las pilas. Si no le veo catear hasta recreo. Tsk. TskDebe esmerarse, estudiar y prestar atención en clase. No sé a qué tipo de acuerdo podemos llegar. ¿Qué tiene en mente? ¿Quizás clases particulares? —el docente, intrigado, se afianza las gafas sobre el caballete de la nariz.

    —Muy particulares —sentencia Vania mientras se acuclilla y le baja lentamente la cremallera al letrado.

    Guillén hace las matemáticas bien rápido. 3x5 = Pollón del quince. Como un resorte, la cerúlea y tiesa polla del profesor se desmelena y presenta armas frente a sus ojos. Vania abre los ojos desmesuradamente de sorpresa. Hace tiempo que tenía calado al muerto de hambre del docente. Algunas semanas atrás, ya pudo observar que el amigo calzaba muy bien en la cafetería dónde le veía tomar café por las mañanas. Ahora con la inmensa certeza desencadenada frente suya, es hora de ayudar a su sobrino a aprobar. ¿Para qué si no está la familia? ¿Qué no haría una buena tita? Sin quitarse las gafas, empieza a mordisquearle y darle pequeños besos al glande sin desatender de masajearle el paquete con fuertes apretones.

    Daniel, aun sorprendido pero vivaz, no ha perdido el tiempo y ha comenzado a magrearle las gordas tetas a la mamá. Mientras tanto no para de asegurarla que así no va a conseguir nada con esas malas artes. Que le va a suspender al tontaina del niño todas las asignaturas habidas y por haber. Vania niega con la polla del maestro metida en la boca, mientras su mirada le afirma a las claras que él puede decir misa ahora pero que Miguelito aprobará... y con nota.

    —Puta bruja pelirroja. Esto no funciona así —afirma mientras incorpora a la agente de bienes inmuebles y la pone cara a la pizarra. El encerado a punto está de descolgarse de la pared, pero se queda conforme con dejarle marcada a Vania en la mejilla la última derivada no resuelta de clase.

    Con una agilidad pasmosa, le sube la falda vaquera con una mano por encima de la cadera. Con la otra le alza el sujetador y saca a remojo sus blancas tetas. Pellizca enfurecido sus pezones. Escupe acto seguido sobre su erecto miembro y sin quitarle el tanga, se queda sorprendido que lleve esa prenda con lo guarra que debe ser la implicada familiar, le mete a la tía de Miguel una salvaje estocada. El tanga de Vania con el sugestivo nombre de Sunny Sunday se deshace como papel de fumar tras la penetración. Estaba súper húmeda. El plan de Vania está saliendo tal cómo se había imaginado. Abre un poco más las piernas. Éste se me va a correr ya mismo, piensa. Su vagina es como una olla a presión, en 20 minutos, metas la carne dura que metas, la sacas blanda.

    El señor Ayuso, desbocado, por su parte siguen insistiendo que no le va a aprobar nada, que es un profesor integro, insobornable, resistente a las malas artes, mientras la mete un pollazo tras otro. De la rabia con la que está montando a Vania, está empezando a ver motas luminosas por todas partes. Seguro que su mujer estará más que contenta del fervor con el que se dedica a atender las necesidades de los padres de los alumnos.


Ahora.

    Lisandra no puede reprimir deslizar un dedo por debajo de su pantalón color azul de limpiadora y caracolear con su vello oscuro púbico. Se acaricia con suavidad el sexo. Se está poniendo cardiaca. Siempre le ha gustado mirar, aprender. Y este docente es un chipocludo. Desliza un segundo dedo a su volcánica vulva, la perdición de muchos amigos suyos en la universidad de Guadalajara. Es que tiene una pepitilla muy bonita. Si buscas pepitilla en Wikipedia tendría que salir la suya. Sin duda. De lo contrario esa página no está actualizada. Empieza a masturbarse con más intensidad al amparo de la puerta y restregándose con el pomo. No puede evitar lanzar un gemido de placer.

    El sr. Ayuso se queda paralizado al descubrir a la chica de la limpieza en el umbral de la puerta. A esa peruana o mejicana altamente follable. De algún lugar de por ahí. Nunca ha sido bueno en Geografía. Pero sí en Matemáticas. Y ahora se enfrenta a un problemón. Joder, nos ha pillado. Falto de alternativas y viendo que la Srta. Ortega no ha montado un pollo, deja de azotar con su vigorosa serpiente el conejo de Vania, retira su tranca de burro despacio, con un sonoro plof como si descorchara una botella de Moët Chandon, para desesperación de la Srta. Guillén y se acerca a Lisandra. Su miembro aún tieso se bambolea de derecha a izquierda como un botafumeiro soltando salivazos de esperma.

    Echa una fugaz mirada al pasillo y se cerciora cerrando la puerta tras Lisandra, no sin antes pegarle una buena patada al carrito de la limpieza con la polla. Coge de la mano a la mejicana y se la pone en la palpitante polla. La menuda mano de la charra apenas llega a rodear la espada conquistadora española. Se la lleva a la mesa. Ella no ha dejado de agarrar la tranca como una niña de parvulario agarrando de la mano de su educadora.

    —Por la serpiente emplumada de Juxtalahuaca —susurra la joven sin detener el paso. Desconoce quién es ese hombre, desde luego no es el profesor Ayuso, pero eso ahora ya le da igual.

    —Calladita, joder —le reprende Daniel—. No has dicho nada antes y tampoco va a decir nada ahora. Y ahora chúpame la puta polla o despluma la serpiente, lo que quieras, indica mientras se tumba en la mesa despejada, tras tirar sin miramiento de cuatro exámenes al piso, y sin dejar de meterle otra buena chupada a las tetas de la pelirroja putona.

    Lisandra aún vestida con el batín azul, se inclina y se mete de un golpe la venosa polla en la boca. Vania, entretanto, no pierde el tiempo y empieza chuparle los huevos al letrado al unísono. Así sí da gusto atender a las pesadas de las mamás. Que boquita de piñón tiene la mija, piensa el sufrido profesor.

    Vania le ha subido la camiseta a Lisandra por encima de las tetas. Unas tetas duras y pequeñas como melocotones maduros. Sus aureolas caramelo cubre casi la totalidad de sus pechos. La bata sigue dando por culo, pero los pantalones han pasado a mejor vida, colgados del brazo de un esqueleto de plástico de mandíbula descolgada a escasos metros. Las bragas en cambio han tenido más suerte y lucen en el cráneo de Don Huesitos cual parche "piratesco" improvisado.

    —Qué manera de chupar tiene la güey, cómo si no hubiese un mañana —constata satisfecho Daniel—. De arriba a abajo, sin pausa, desde el glande hasta la base. Una técnica milenaria maya, sin duda.

    Vania observa intrigada como una delicada espuma lechosa envuelve la ya de por si gorda tranca de Daniel. La polla desaparece en la boca de María como el oro de los mayas caminito a España. Visto y no visto.

    Viendo que está a punto de correrse, Daniel, hace de tripas corazón, se incorpora polla en mano, y posiciona a Lisandra boca arriba en la mesa. Le aparta con decisión las torneadas piernas más caliente que una señal de tráfico en agosto y la penetra de un golpe sin más preámbulos hasta hacer tope con los huevos. Se va a enterar la güey, tanto chupar, tanto chupar ahora toca follar a la española.

    —¡Soy virgen, hijo de puta, cabrón conquistador! —le miente voz en grito Lisandra gimiendo de placer cerrando los ojos.

    —Tú de virgen no tienes ni el culo— le dice un reencarnado Hernán Cortés cinco siglos y medio después.

    Lisandra se muerde el puño con firmeza para no volver chillar y reventar la poca resistencia que tiene del gozo que está sintiendo. El pendejo cabrón le va a partir en dos con la espada de Hernán Cortés que gasta. Nada que ver con la navajita oxidada de niño de su infiel novio.

    Daniel, como un martillo neumático fuera de control, mete una estocada tras otra mientras le dice que ninguna virgen chupa la polla como la ha hecho ella antes. Que se deje de gilipolleces.

    —Así, cabrón, métesela toda a La Malinche —ordena Vania, poniendo acento mejicano, empujando las caderas al docente con ambas manos y llevando ella el ritmo—. Duro, rómpele el conejo —le susurra al oído.

    La Sra. Guillén tras un rato, le suelta la cintura y atrapa los tobillos de Lisandra, con Daniel aún de por medio. Sus cortos pelos rojizos íntimos. suaves como el roce de una pluma, acarician el culo del muchacho. Ahora sí, la tranca del muchacho no puede estar más dentro del templo de la Sra. Ortega. Su miembro está para reventar y bombea sangre por sus gruesas venas. No ha dejado centímetro del mazapán de Lisandra sin probar. La vulva de la limpiadora es un volcán y el miembro calcinado del docente, necesita verter su bálsamo reparador y protector para no caer abrasado con quemadoras de tercer grado.

    —No... puedo... más. Me voy a correr, joder. Tu coño prieto me tiene loco ¡Viva Méjico, cabrones! —grita Daniel fuera de sí y medio desmayado. Todas las conquistas se hacen a sudor y espada. Eso sí lo recuerda de la asignatura de Historia.

    Durante una décima de segundo, valora si su mujer estuviese de acuerdo en que se vaciara al completo dentro de la mexica, pero él no está para esas nimiedades en estos momentos. Y para rematar, si ya no hubiese estado ya a punto de caramelo, el mordisco de Vania en el culo le da puntilla final y se descarga con cuatro largas salvas que le hacen ver doble durante toda la corrida. Para no perder agarre se sujeta firmemente en las ingles de la mejicana. Tembloroso retira su enrojecido miembro para un último disparo de esperma, que recorre como una exhalación empezando desde la cueva secreta de Joaquín Murrieta pasando el valle de sus pechos para morir en el acantilado de la barbilla de Lisandra. Parece que estuviera tirando un canto a un lago y rebotara sobre sus plácidas aguas. Deja atrás un blanquecino pero muy reconocible sendero.

    —Ahí tienes tu serpiente— dice mientras se limpia la cabeza de la polla en los labios inferiores de la Sra. Ortega. Menudo corridón se ha metido. Y para rematar su conquista vuelve a meter la polla en el enrojecido coño de la nativa. Que termine de morir la serpiente en el cálido cenote. 

    Lisandra tampoco ha podido evitar correrse con el caudal desatado de abrasadora leche que acaba de inundar su patio íntimo y en secreto agradece a Xochiquétzal, diosa del poder femenino, el polvazo que le acaban de meter sin haberlo esperarlo. Daniel respirando como un toro mayor tras un encierro y exhausto se abalanza sobre la silla tras la mesa al tiempo que se le caen las empañadas gafas. Gruesas lágrimas de semen se escapan a borbotones de la enrojecida y conquistada concha de Lisandra. El pinche cabrón la ha dejado a punto de jurar a pleno pulmón la constitución española envuelta en la rojigualda. Seguro que el pendejo tiene raíces mejicanas. Ella al menos ya le ha visto facciones típicas de su tierra. Está "derrotadita". Vania ha empezado a morderla amorosamente en el cuello y dar rienda suelta a sus manos sobre su hiper sensibilizada pepitilla.

    El muchacho, en cambio, ha terminado de limpiarse el rabo con un cubilete lleno de agua al lado de la pizarra, en principio diseñado para otros fines más nobles.

    Lisandra está confundida. ¿Quiénes son esta gente? A la pelirroja la conoce de haberlo visto por el barrio. ¿Pero quién es el güey? Vania la saca de dudas, sin parar de besarla en el cuello y mientras le mete dos dedos en la vulva. 

    —Obviamente este muchacho de aquí no es Don Ayuso. Es mi marido, Daniel Moya. Ayuso está tranquilamente en su casa sin sospechar que su buen amigo Daniel se ha hecho con las llaves del instituto y de su clase. A nosotros nos pone mucho los juegos de rol... el interpretar papeles diferentes cada vez. Que aparecieras tú ha sido un ingrediente picante excepcional —resume divertida Vania—. Nos lo hemos pasado bomba y me parece a mí, que tú tampoco tienes mucha queja de nuestra aventura. Eso no quita que me haya quedado a verlas venir, sin mi orgasmo de rigor. Tú, amiguita, te habrás quedado bien pancha, pero a mí, me queda aún cuerda.

    Daniel asiente repanchingado buscando algo en el cajón de escritorio. Su polla está de nuevo tiesa. Lisandra no quiere detenerse ahora, ha olido sangre y necesita otro buen polvo para quitarse la tensión acumulada. Su pueblo nunca ha sido desagradecido y empezará chupándole el conejo a la bruja de piel rojiza. sabe de sobra cómo hacerlo. En la universidad no pocos coños se ha comido. Entretanto que el demonio rabudo de Danielito se la meta primero a ella y después a su mujer por el culo. Vamos a ver si realmente es tan macho como dice.

    Al mismo tiempo que empieza a sorber y morder la pepitilla a Vania, Daniel ha encontrado una botella de tequila Cabo Rabo en el cajón y vierte casi toda la botella sobre las receptivas tetas de Lisandra y Vania. Ya habiéndole chupado los pezones salados a ambas... ¿pues que mejor que acompañar el sabor salino con tequila? El resto lo vierte sobre su polla y le mete la primera de las muchas estocadas de carne al culo que le obsequiará a Lisandra y a su mujer esta noche.

    Al alcanzar casi de inmediato el primero de sus orgasmos anales, Lisandra no puede dejar de pensar, que sus estudios universitarios bien le podrían ayudar para opositor en la agencia inmobiliario de Vania. Pero eso será después, ahora aún le queda tarea. Se van a enterar lo los españolitos de los cojones, lo que es una mejicana de verdad...  ¡qué gusto, joder!

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¡La banda sonora del relato, pendejos conquistadores!

The Champs - Tequila.


Shakira - Las de la intuición.


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Comentarios

  1. ¡Muy bueno! Deseando leer más de Vania.

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  2. Me gustan estos relatos cortos, explícitos y si me permiten como diría mi madre, "más brutos que un arado".

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    Respuestas
    1. Gracias por tu palabras, estimada lectora. Todo comentario es siempre apreciado. ¡Vania volverá! No olvides suscripirte (arriba a la parte izquierda, con un clic) a mi blog para enterarte de todas las novedades, aunque Luis está haciendo una labor incomiable en FaceBook para darle salida a mis fantasias.

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