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Las Brujas de Zurratemicoño


EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS



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"Las brujas no existen, pero haberlas,
las hay... y muy putas"

    —Nos hemos vuelto a perder con el puto Google Maps —confiesa cabreada Charo, la rubia de bote, chocho morenote, secretaria de dirección y, de entrada, la más avispada del grupito de cinco excursionistas. —Juraría que íbamos bien por este camino, pero se ha vuelto a liar la app y parece que estamos más perdidos que el barco del arroz.

    Su grupo de amigos, todo en torno a la treintena, se miran entre ellos atónitos. Desconocen que desde que entraron en la mágica región gallega de Zurratemicoño han activado fuerzas misteriosas más allá de su comprensión.

    El resto del variopinto grupo lo componen Karlos, de profesión mecánico de coches y sempiterno novio de Charo. Él es un tipo muy directo y divertido. Y también está un poco hasta el rabo de Charo y sus continuos reproches a su forma de enfocar la vida. Luego está Angustias, Angus para los amigos y súperamigui de Charo. Es una asiática adoptada de pequeña por unos padres de Murcia y mega pija, vegana, hippie, muy Zen, afín a la naturaleza y todos esos rollos woke que están de moda actualmente. Como es una esponja desmadrada de influencias y tendencias, todo en ella es un sindiós incluso en su modo de vestir. Lo mismo se pone un pañuelo con monedas a lo zíngaro que, como hoy, una parca militar, pantalones anchos y el pelo pintado a capas de rosa y verde. Para más desmadre, ella sigue tocándole los huevos a los demás, parándose cada cinco minutos para abrazar un árbol, comentar la sinergia y buen flow que se respira en el bosque.

    El atlético Tomás, amigo de toda la vida de Karlos, es vendedor en IKEA, y se folló a Charo la Nochevieja pasada mientras su amigo estaba durmiendo la mona en el sofá. Charo le pidió, poned mejor chantajeó, por todo lo sagrado que no se lo dijera a nadie y menos a Karlos. Que, si se iba del pico, revelando el desliz, pondría en juego su longeva amistad con su amigo y su noviazgo. Tomás le aseguró a Charo que jamás lo haría y, algunas semanas más tarde como refuerzo de su silencio y buena voluntad, la avisó unos segundos antes de correrse en su boca y pelo teñido mientras su novio Karlos iba a por una barra de pan rústica al chino. Las cortinas fueron un extra point en su corrida. Desde ese día, ella se la tiene jurada a Tomás. Aprovecharse de ella de nuevo. De su flaqueza por esa polla nervuda tan groseramente gorda que hace que se le mojen las bragas. ¿Qué se ha creído? ¿En su boca y pelo? ¿Tiene alguna idea acaso, el gilipollas, de lo difícil que es quitar las manchas de leche de las cortinas?

    Carmelo, es quizá el más vulgar de todos, trabaja repartiendo a domicilio pizzas en la cadena Pizza Lord y está como loco por follarse a la chinita Angus. El rollo Zen, el cómo arrastra las palabras, sus ojos rasgados y las tetazas que se gasta la amiga se la ponen más tiesa que la pata de un perro envenenado. Angus no suele ponerse sujetador, dice que es una represión contra su cuerpo y una imposición de la sociedad patriarcal, y eso hace que sus pechos se marquen profundamente en su vaporosa blusa y en la retina del pobre Carmelo.  Él repite formulados de otra manera, todas las chorri-verdades que recita ella en sus viajes místicos, para en una de estas, aprovecharse y meterle un pollazo y quitarle toda esa tontería. Después volverá a comer carne roja, dejar de estar en sintonía con su Yo interior y abandonar las polladas místicas.

    Sin saberlo nuestros incautos excursionistas, a apenas unos kilómetros, Silvana, la bruja Suprema de largo cabello rubio platino, de la temida región de Zurratemicoño, remueve en su caldero un humeante brebaje. Uno que someterá la voluntad del grupo una vez que pisen su posada mágica del interior del bosque. Es su brebaje una variante de la temida Queimada. Más potente y con nigrománticos añadidos.

    Sus dos hijas, Aramis y Paula, que le han salido bastante putas para su desgracia, tienen ya sólo esta noche para quedarse preñadas y, poder de ese modo, escalar posiciones en el selecto círculo brujeril con un retoño que continúe su noble linaje.

    Los años anteriores fueron un sonado y estrepitoso fracaso y su acérrima, y muy puta también, enemiga Lily Roja lleva una delantera apreciable en las simpatías del consorcio habiendo incorporado con éxito, el año pasado, a su aprendiza Dulce de Calabaza.

    —Aramis, ¿has recitado el hechizo que te dije para descoñar todos los móviles cómo te ordené?
    —Sí, Mamá —bufa aburrida la pizpereta Aramis de pelo púrpura y formas contundentes mientras se ajusta los ligueros y las medias enrejadas. Esta mañana ya lo hice, cuando Paula montada en su nueva escoba Nimbus69, vio entrar a los viajeros tan pichis en el bosque.
    —Bien, bien. De esta noche no pasa —se relame en el interior Silvana. Que mis hijas se follen a los excursionistas y estos las preñen como vacas. Somos unas hachas montado escobas, pero más lo somos montando pollas. No se nos resiste ni una. Ella lo sabe bien. Requetebién. Y aunque esta noche a ella no le toque necesite ser tocada por polla alguna, quizás haga una excepción y se dé un capricho. Al fin y al cabo, ella más que la madre parece la hermana mayor de los zorrones de sus hijas. Una que se cuida y se echa sus cremitas.

    Silvana añade un poco de azúcar al brebaje mientras mira con despecho a Otto, el gato. Un viajero austríaco hechizado y transformado a menino que se pasó de listo el año pasado. Se las folló a todas, una tras otra, para luego confesar que era estéril desde que vestía pantalones cortos. También confesó que no era alemán, como dijo al principio, si no austriaco. Lo mismo es. Es cómo comparar un tanque con un vals. Menudo cabreo se cogió la Suprema. Movimiento de varita mágica y ¡zas!, gato negro para el resto de su vida. A tomar por culo. Ahora que se joda, mire y se lama los huevos.

    —Por la barba partida de Mefistófeles, qué salado me ha salido otra vez —gruñe Silvana al probar de nuevo su especialidad que volverá cachondos sin remisión a los excursionistas. 
    
    Grita a Paula para que no se olvide echar una pizca de muérdago, dentro de un rato, cuando se formen las primeras burbujas. Ese añadido le dará un sabor especial, y mágico al mejunje, aparte de potenciar la capacidad reproductiva de los varones. Es fundamental que no se olvide. No sería la primera vez que se le pasa a la gilipollas de su hija.

    Ordena, esta vez, a Aramis que lance el hechizo para iniciar una torrencial lluvia que obligue a buscar cobijo a los pazguatos de los turistas en su posada. Solo pensar en su malévolo plan, la excita un huevillón y no puede evitar llevarse dos dedos a su flamígero clítoris para calmar los nervios. Anda que no se han dejado litros y litros de leche, brujos, magos, algún fontanero y aprendices de tres al cuarto en su brujeril y mágico coño. Ah, esos largos viajes de iniciación por la vieja Europa cuando era aún una moza. Rumanía, Alemania, Croacia, Valdepeñas. Qué recuerdos más gratos.

    Y mientras su hija mayor invoca con éxito, el complejo hechizo climático, nuestra Suprema de larga caballera rubia se corre entre aparatosos jadeos junto a la caldera. Los violentos espasmos casi la hacen verter el contenido del caldero. Menos mal que la da tiempo a agarrarse al borde de la gran olla para equilibrarse. La compungida y lasciva mirada de Otto queda como único y mudo testigo de su desliz. 


    —Madre que chupa está cayendo y nosotros haciendo el imbécil por el bosque... ¿seguro que no responde la mierda esa? —resopla Carmelo señalando el móvil. Tanto móvil y tanta gilipollez para luego nada.
    —¿Y dónde está el tuyo, pedazo bruto? —interroga Charo levantando la vista.
    —Me lo he dejado en casa... cargando —confiesa Carmelo bajando la vista con la urgente necesidad de meterse las manos en los bolsillos del pantalón militar.
    —Pues que Angus se frote con un árbol y le pregunté dónde podemos meternos —le suelta Karlos, autoproclamado nuevo rey de la comedia.
  —¡No va a hacer falta! ¡Ahí veo luz! Vamos —responde animada Charo, la más empapada junto a Angustias que el resto por misterios insondables del bosque.

    Mientras corren a refugiarse, hacia la edificación, la nube les persigue precipitando su lluvia sobre sus cabezas.

    A los pocos minutos, nuestros perdidos excursionistas ya están llamando con los nudillos a la puerta de la posada, El Gato que está Triste y Azul, parcamente iluminada. En un lateral atadas con una cadena Kryptonite, junto a tres bicicletas sin sillín, están apoyadas tres escobas. Les abre Aramis, vestida toda ella de negro látex ajustado, gorro puntiagudo y candelabro a juego. Las tetas se le van a salir en una de éstas y cómo lo hagan les saca un ojo a cada uno. Los pezones los tiene tan duros que podrían rasgar su vestido. Los chicos no pierden detalle y algunas partes de su anatomía varonil ya se están desperezando.

    —¡Pasad mortales! —responde Aramis, sin esperar a qué pregunten y arrepintiéndose al segundo de su siguiente afirmación de igual modo. —¡Os estábamos esperando! ¡Lo tenemos todo preparado!

    Tomás le pega un codazo a Karlos de aúpa en el costado y le susurra entre risitas que han terminado en Hogwarts con el sombrero seleccionador y que él es, fijo, de Slytherin por lo de la serpiente que tiene entre las piernas. Karlos nos sabe ni quién es ese Hogwarts ni Slytherin, pero se ríe igual para disimular. Eso lo hace mucho, reírse para disimular. Karlos, la verdad, es un poco cortito.

    Llega la pelirroja bruja Paula con unas toallas para los hombres y cajas destempladas para ellas. Al igual que su hermana, viste un gorro puntiagudo y un vestido súper ajustado que marca toda su esplendorosa figura. Un culo duro para partir troncos. Viendo los ceños fruncidos de Charo y Angus, se disculpa zalameramente y las invita a ir una habitación aparte para que se puedan cambiar de muda mientras preparan un ágape. Ellas acceden de buen grado. Mientras tanto Silvana, en el piso superior, vestida únicamente con una bata vaporosa se termina su segunda botella de vino. La cosa va bien, se dice y le pisa el rabo a Otto de nuevo sin querer evitarlo. El gato la bufa y Silvana se lo vuelve a pisar.

    —Por favor tomaros estos cuencos de Queimada antes. Para entrar en calor. —les dice Paula tendiéndoles el mágico brebaje, que les pondrá a ellos, la picha más tiesa que un soltero en el día de su boda y a ellas, les volverá tortilleras, muy tortilleras, para que no den por culo durante el próximo y previsto apareamiento.

    Angus se toma el líquido de un sorbo y no deja de repetir; "¡Está buenísima, Charo!" a su amiga mientras se muda de ropa. Charo no puede evitar observar atentamente como su amiga Angus, al desnudarse delante suya, está como un tren. Está para comerle todas las tetas y meterla una lamida en su eco-coño de escándalo. Qué barbaridad, yo no soy así —piensa mientras se relame los labios. Tiene ambos labios húmedos, los de arriba y los de abajo.

    Aramis recoge una a una las toallas mojadas de los muchachos. Por supuesto aprovecha para que se le caigan todas ellas, inclinarse y darles una entrada gratis en primera fila de Culo-Visión. Un indecoroso tanga es lo único que viste y sus gordos labios vaginales abrazan golosos su prenda íntima. Un tatuaje de unas runas adorna su pálido muslo.

    —¡No os quedéis ahí parados, muchachos! Al final vais a coger frío, os tendremos que meter en la cama arropaditos para subiros la temperatura —les recrimina Paula mordiéndose el dedo índice. Acompañadme al comedor y os daremos algo calentito junto al fuego para quitaros esos tembleques.

    Ninguno de ellos se da cuenta que los gorros puntiagudos de las brujas se inclinan y tuercen para pasar por la puerta del pasillo al comedor por motu proprio.


    Cuando las chicas bajan al comedor ya se encuentran a los chicos sentados en una gran mesa con un colorido mantel que besa el suelo. Están extrañamente callados y un poco serios.
    
    —¿Qué tal por aquí, amiguis?  —pregunta Angus mientras se sienta enfrente de ellos.
     —Bien, bien —responde con voz entrecortada Karlos. 

    No está para mucha conversación ya que, tanto a él como al resto masculino, nada más irse Charo y Angus, les han sentado a empujones las dos hijas brujas en la mesa y empezado a comerles el rabo bajo el mantel. Aramis está con media polla de Karlos en la boca y Paula masturba con ambas manos las dos pollas restantes.

    Todo esto tiene un fin. Hay que evitar que vuelva a pasar lo de Otto. Comprobar la dureza de los miembros, su sabor y la calidad de su esperma. No se monta todo este tinglado para que luego le salgan ranas los excursionistas. De hecho, si no dan la talla, su madre Suprema, posiblemente sí les convierta en batracios a los amiguis.

    Carmelo ya no resiste más las cálidas manos de Paula y empieza a correrse agarrando fuertemente un extremo del mantel poniendo los ojos en blanco. Paula rápidamente, como cuando destapas una botella de Coca-cola agitada y sale el líquido a borbotones, abre la boca y se introduce la verga en la boca. Ni una gota puede desperdiciarse y caer al suelo. Mientras tanto, la otra mano sigue con el bombeo de la polla restante del pobre infeliz de Tomás.

    Las chicas, ajenas a todo, parlotean entre ellas del tiempo, del Google Maps y del calor sofocante que hace en el comedor.

    Tomás es el siguiente en sacar la bandera blanca y eyacula. Esta vez, Paula, le dirige la lechada contra sus pechos como si le nombrara caballero. Primer caballero de la mesa putona. Ella, inmisericorde, sigue con el movimiento de su mano hasta que ya no puede exprimir más la cabeza de la serpiente de la casa Slytherin de Tomás. Recoge una muestra, con la punta de los dedos, de la blanca leche que cuelga de uno de sus pezones y la saborea gustosa. Ambos candidatos son válidos.

    —¿Todo bien, Karlos? Te veo un poco pálido —pregunta de nuevo curiosa Charo.
    —Sí, joder, no des el coñazo ahora —responde un bravo Karlos, poco habituado a ser tan descortés con su novia intentando seguir la conversación con escuetos aha, aha sin que se le note que le están haciendo una mamada de puta madre.

    Charo toma nota mental de la inoportuna contestación de su novio y vuelve a acariciar los torneados muslos de Angus. Ella los cierra lentamente, atrapando la mano de su amigui en su sexo, le guiña un ojo y le lanza un beso furtivo. La mano atrapada está en un terreno húmedo y abrasador. Angus tampoco lleva bragas, debe ser también algo relacionado con el patriarcado o no. Qué más da.

    A Aramis le está costando algo más obtener la muestra de su candidato. Lleva ya un rato introduciéndose delicadamente la verga del mecánico en su boca mientras acaricia con sus guantes y suavidad el falo y el saco testicular. Puede ser que Karlos, al intentar mantener una conversación disimulada con Angus y su novia Charo, no esté del todo centrado. También cabe la posibilidad que la cacho puta se esté regodeando. Finalmente, Aramis, decide poner más carne en el asador e introducirse el rabo entre sus pechos. Le baja los pantalones hasta los tobillos y recoge la pobre polla entre sus montañas de carne, la verga desaparece, casi al completo, entre tanta hermosura y sólo asoma cada pocos segundos como si pidiera permiso para tomar el sol. Pero aun así el hijo puta sigue aguantando. A Aramis esto nunca le había pasado antes, nadie le había aguantado tanto. Es desesperante. Hay que hacer algo y terminar. Agarra de nuevo el mástil y empieza a morder delicadamente el glande. Eso ya es demasiado y termina con el poco aguante que le quedaba a Karlos. Alza un poco el culo de su asiento y se corre desmesuradamente en la boca de Aramis. Ella se traga, o al menos lo intenta, toda la lechada. Pero, es demasiado, parece un caballo. Debe capitular y abrir al final la boca, expulsando leche, si no quiere morir atragantada con la simiente del mecánico.

    Pero la muestra es válida y así se lo indica haciendo el signo del ok con su mano a su hermana pequeña. Ella asiente y los gorros también.

    Todo va según lo planeado. Los incautos están completamente hechizados y a merced del akelarre o aquí te la agarré. 

    —¿Y ese ruido que se oyen bajo la mesa, Karlos?  —pregunta Charo.
    —No sé, joder —responde el mecánico con un semblante níveo y con la polla descargada.

    Otto sale disparado providencial por debajo del mantel y responde a la preguntona novia. Paula y Aramis salen a gatas, por un extremo saciadas, aprovechando que Silvana ha entrado levitando, a diez centímetros del suelo, en escena rodeada de vapores. Decorosamente ha sustituido el transparente blusón de antes con una falda, porta ligueros y unas medias negras. Un corpiño ajustado de negro de cuero lame su cuerpo MILF y deja lascivamente sus tetas fuera. Su larga cabellera oculta sus pechos. Ah, y viste un sombrero como demanda la sociedad brujeril para reforzar y remarcar su estatus de Suprema.

    Empieza a hacer mucho calor en el comedor y el grupo empieza a sentir cierto mareo acompañado de una creciente excitación. La queimada está haciendo su deseado efecto.

    Angus se desprende de la blusa, liberando sus tetazas de amplias aureolas, y con ambas manos agarra la cabeza de su superamigui y le planta un morreo de cojones. Charo no se resiste, lleva un buen rato deseándolo. La vegana, acto seguido, sostiene el rostro de su amiga y lo dirige a su húmedo y peludo coño.

    —Y ahora cómeme el coño, puta carnívora —exige una desatada y deslenguada Angus.

    Charo no rechista y se baja a la lonja. En esa posición observa atónita la colección de rabos bajo la mesa.

    Las brujas deciden que ya es la hora de la fecundación y Silvana con un movimiento de la mano lanza por los aires la mesa a un extremo del comedor. Con otro movimiento, arranca la ropa de los tíos como si fueran los GlobeTrotter entrando a la cancha. Ellos ya están de nuevo recargados y con las armas a punto. 

    —Bien, bien —piensa la Suprema que ha decidido, viendo el material, animarse a que le den lo suyo. Solo para ayudar a que salga todo según lo acordado, se dice.


    Posicionadas como en una carrera de caballos, las tres brujas levantan las faldas descubriendo sus húmedos y paganos sexos a las muy erectas pollas de Carmelo, Tomás y Karlos. El juego es complejo y hay que prestar atención. Deben ser penetradas por detrás, a cuatro patas, sin preámbulos y a pollazo limpio. Así han de llegar a la pared opuesta y tocar un inofensivo dibujito de una graciosa cabra danzante dentro de un círculo. El que llegue antes montando a su yegua y sin correrse antes, se le recompensará con un vale AMAZON de 25 euros y un desayuno gratis. Una vez tocado el dibujo, podrán correrse como simios. Bueno, dicho así, no parece tan complejo el juego.

    Silvana, a cuatro patas entre ambas hijas, aprovecha para susurrarlas las últimas órdenes.

    —Recordad, hijas mías que se deben correr dentro, de lo contrario su preciada simiente no servirá para nada y se perderá. Que os olvidáis muy pronto de todo, pedazo putas. Vais al lío, y se terminan corriendo fuera siempre. ¡Te lo digo especialmente a ti, Aramis! ¡No sería la primera vez que la lías! ¡Dentro! ¡Se deben correr dentro, ostias! Ni culo, ni boca, ni pollas. Den... dentro, ¡joooooooder! —balbucea Silvana apenas capaz de mantener el habla tras las salvajes estocadas de carne que le propina Karlos una tras otra sin esperar que se dé la señal de salida. Que se corra dentro, Aramiiiiiiiiiiiiis... joder, qué gusto.

    Mientras reprocha a Aramis, "Karlitos" ya se ha corrido con un gruñido encima del culo de la Suprema. Hábil como es el mecánico engañando y viendo que se ha corrido muy pronto, reboza un poco el rabo por los cachetes de la Suprema y vuelve a meter la palpitante y enrojecida polla en el caliente coño de Silvana. Aquí paz, y después gloria. Silvana, estupefacta, tampoco es capaz de decir nada. No va a quedar mal delante de sus hijas. Se muerde el labio y se hace la tonta. En cierto modo, le agrada el descaro que ha tenido el bruto del mecánico queriéndola engañar y saltándose las normas. Después de todo, lo mismo no le convierte en un sapo al picha-me-corro-ya-y-disimulo.

    Otto con su zarpita toca una fina campanilla e inicia a la carrera.

    —Mamá, eso sólo fue una vez. La leche caliente es buena para mi cutis. Sabes que la tengo muy delicada con esas manchas que me salen. Y sólo si me la trago toda sin rechistar hasta la última gota, se lubrica adecuadamente mi glotis. Con eso tengo una ventaja añadida para luego rechistar los hechizos en latín y en esperanto —responde mentalmente Aramis, más enojada que otra cosa, con los ojos en blanco, tras haberse desplazado del vigoroso pollazo de Tomás entre cinco y seis centímetros por el piso de madera y haber tomado delantera en la carrera.

    —Una vez, dice... ¿qué pasa con el joven molinero que se corrió en tu culo el otro día? ¿Ya se nos ha olvidado? ¡Toda esa abundante leche que salió de tu culo perdida para la posterioridad! Prestad atención —contesta malhumorada la Suprema que sabe que a puta a ella no le gana nadie, pero obligada a dar ejemplo a las casquivanas de sus hijas.
    —Pues el mío está a punto de caramelo. Me da a mí que se corre antes de llegar a la pared —confiesa una aterrada Paula, sintiendo la dura polla hinchada cada vez más inclinada dentro de ella y los huevos de Tomás a punto de estallar.
    —Que aguante como sea, joder, que se estruja los huevos, se la golpee con un canto o toque al gato, pero sólo si se corre tras tocar el símbolo sagrado de Belcezazu, os quedareis encinta —sentencia ya aburrida Silvana, sabiendo que a Paula no hay quién le hable cuándo va de lista y viendo los ojos en blanco de Tomás.

    Para Tomás, todo futuro remedio retardador va tarde y ya se encuentra bombeando cálida leche cíclicamente, entre espasmos, al interior de la gimiente y satisfecha Paula.

    Silvana ordena de nuevo mentalmente a su inepta y muy puta hija, que haga lo posible por llegar a la pared. Pero no llegará, la estúpida de su hija ya ha rendido la plaza. Aramis ronronea como una gata. Se le ha caído el gorro puntiagudo a un lado, tiene los brazos desmadejados de igual modo, cara apoyada contra el suelo, la lengua color carbón fuera de la boca, y está recibiendo la lechada de Carmelo. El repartidor de pizza está entregando su pizza especial a domicilio mientras no para de magrearla las tetas y besarla la espalda tatuada con símbolo rúnicos. Y luego querrá propina y todo, piensa una desesperada Silvana.

    Cerca del símbolo, mientras su amiga Charo le come ávidamente el conejo, Angus toca una flauta travesera más mal que bien. Entre pausa y pausa solloza que hay que estar en sintonía con la naturaleza y que todos son unos mierdas capitalistas. El pañuelo ya se la ha caído junto a la blusa. Las blancas tetazas son un lujo y un acicate para los "corredores". Charo le mete otro mordisco a la pepilla y la manda callar. ¡Qué eres muy pesadita!, dice Charo. Angus responde con una alargada nota arrancada de la flauta mientras se corre presionando la cabeza de su súperamigui con una mano contra su coño.


    Charo, con la cara empapada, ha disfrutado enormemente comiéndole el conejo a su amiga, pero ella también desea tener un orgasmo y exige a su amigo Carmelo que la monte. Es la única polla que le falta por probar del grupo. De hoy no pasa. Carmelo, saca su vencida polla del ardiente y repleto conejo de leche de Aramis, y muy obediente, le arrima el creciente rabo al coño a su amiga.

    —¿Dónde vas? ¿Por el coño? ¡Métemela por el culo, puto desgraciado! ¡Estoy harta de que me follen por los mismos sitios! ¡Tú vas a ser el primero! ¡Y qué el cabrón de mi novio y Tomás miren! ¡Hoy te ha tocado la lotería, chaval! —exige una muy cachonda Charo.

    Y un muy bien mandado Carmelo aproxima, con cuidado, su tiesa polla a la entrada del culo, pero no cuenta con una resuelta Charo que le agarra del trasero y le empuja para que se la meta de una sola estocada. La secretaria chilla de placer, pero sus gritos quedan sofocados enseguida por el peludo coño de Angus que sigue esperando la segunda vuelta de comida de almeja. Mientras tanto le va comiendo las tetas a Aramis.

    Silvana ya no puede más. Toda esta escenita la ha puesto a mil. Se gira hacia Karlos y le exige que se la folle como Belcebú manda. Nuestro mecánico favorito no se hace de rogar. Agarra a la Suprema y la levanta del suelo. Se la va a follar de pie apoyada contra la pared adornada con cuadros de todo el árbol genealógico brujeril. Con ambos brazos levanta sus piernas y se la clava en el culo. Silvana no puede creérselo. El hijo de puta acaba de metérsela por detrás sin respeto.

    —Pero ¿qué haces? ¡Caaaaaabrón! ¡Eso no lo puedes hacer, yo no te he dicho eso, asqueroso mecánico de mierda, soy una suprema de nivel 38! ¡A mí no se me puede meter una polla por el culo así... sin avisar! ¡Aaaaaahhhhhhh! ¡Qué gusto!

    Karlitos va a lo suyo, chucho no te escucho, y sigue haciendo que Silvana bote sobre su gorda polla. Le ha quitado hasta el sombrero que graciosamente se ha puesto en la cabeza. La Suprema rodea con los brazos el cuello de Karlos y se deja hacer. El último que se la folló así fue el padre de sus putísimas hijas. El orgasmo le viene de sopetón en oleadas mientras que él sigue subiendo y bajándole el culo sobre su mástil sin piedad. Silvana empieza a notar las palpitaciones de su verga, él está a punto de correrse también... ¡otra vez!

    La suprema ordena, exige, pide, ruega que se corra en su cara. Lo necesita, necesita sentir ese esperma de macho golpearle en la cara. Que ni se le ocurra correrse en su culo. Ahí no, Prohibido. Eso sólo lo permiten las brujas menores. No una Suprema cómo ella. Pero Karlos pasa de todo y con un sonoro gruñido suelta toda su virilidad en su interior inundándola por completo. Silvana sólo puede agarrarse aún más fuerte con sus brazos a su cuello, gemir de satisfacción, morderle un hombro y dejar que todo fluya para dentro.
    Tras un minuto largo escupiendo blanca lava en su culo, la polla empieza a retirarse del terreno conquistado dejando que el exceso caiga en chapoteos sobre el suelo. Silvana está derrengada.

    Los cuadros del árbol genealógico observan con satisfacción la escena, a excepción del abuelo que no aprueba que se hayan follado a su hija como una perra.

    Silvana mira aterrada, pero en realidad nada sorprendida, que Aramis tampoco haya llegado a la pared. Carmelo está montando a la mosquita muerta de Charo mientras su queridísima hija ha pasado de que le coman las tetas la vegana a estar lamiéndole los huevos al amigo. Le lanza una orden telepática que aparte a Charo y ocupe la posición de esa guarra. Debe quedarse encinta. ¿Somos o no somos unas profesionales?

    Aramis recibe la orden y le indica con otro ok que lo tiene todo controlado. Desconcertada mira a su otra hija, Paula, que se ha unido al grupo y se está dando un homenaje a tetas con la vegana de los cojones. Silvana, desesperada, se lleva dos dedos al puente de la nariz, necesita concentrarse. Apenas ha perdido de vista a Karlos, cuando éste le mete otro pollazo, esta vez en su desprotegido conejo. ¿Pero qué cojones le he echado al brebaje está vez? ¡Nos van a matar a polvos!

    Ya poco se puede hacer la Suprema en la bacanal que se ha desatado. Caos total. Carmelo se acaba de correr en las caras de Charo y su amada hija Aramis. Agarra ambas cabezas con sus manos y las está poniéndolas perdidas de cálida leche. Ambas con las lenguas desatadas reciben gustosa la abundante lechada mientras se besan.

    Otra que no se queda preñada hoy… con qué mi hija lo tenía todo controlado… pollas —suspira Silvana, mientras el semental de Karlos le mete la explosión final de liquida masculinidad en el conejo. Se corre de nuevo al sentir la tranca de Karlos bombear la leche dentro de ella recorriendo su conejo. En fin, qué más da.

    Tomás está azotando con su verga las tetas de Paula y Angus cantado pito, pito, gorgorito. Se detiene a cada silaba para restregar su hinchado glande en sus pezones. Ellas arriman las tetas cansadas del juego y la hacen una cubana a cuatro tetas. Pues normal que se corra como un toro al minuto. Al grito de "¡Viva el Patriarcado!" suelta un latigazo de esperma que cierra una puerta tras suya y descuelga, del golpe, el cuadro del horrorizado abuelo.

    —Esto es un desastre —confirma a su pesar Silvana y con las pocas fuerzas que le quedan lanza un hechizo adormecedor y otro de efecto olvidadizo a los viajeros antes de que un enfilado Karlos, tranca en mano, quiera repetir follársela por el culo.

    Al despertar a la mañana siguiente en sus tiendas de campaña los excursionistas no dan crédito a sus ojos. No recuerdan haber montado las tiendas al lado de unas ruinas humeantes ni a qué hora se fueron a dormir. Vagamente algunos atisbos sueltos de un sueño húmedo. Pero ninguno de ellos tiene la película al completo. Charo hace un poco de café mientras los hombres recogen las tiendas. Angus está abrazándose a un árbol y repite que es maravilloso encontrar tiempo para conocerse mejor todos ellos, aquí en este inofensivo bosque.

    En la guarida de las brujas de Zurratemicoño, Silvana está exasperada con las putas de sus hijas. ¿Cómo se nos ha ido esto de las manos? Ninguna de ellas está encinta ni de lejos. De hecho, tiene ella más posibilidades de haberse quedado preñada que las bobas de Aramis y Paula.

    —¿Cuánto muérdago echaste, Paula? —interroga dubitativa Silvana, incapaz de dilucidar dónde empezaron los problemas.
    —Em, respecto a eso… se me olvidó por completo con las prisas —confiesa una muy avergonzada y gilipollas Paula.
    —¡Joder! ¿Me estás diciendo que el grupo estaba así de cachondo per se? ¡Qué casi nos matan a pollazos, joder!

    Silvana iracunda se lleva de nuevo los dedos al entrecejo. Es que sus hijas son muy putas y ya no sabe qué hacer con ellas.

Epílogo

    Un transmutado Otto le está dando el parte a Lily Roja y a su aprendiza Dulce de Calabaza tras el árbol del ahorcado. La vampiresa asiente complacida.

    —Perfecto, toda ha salido a pedir de boca o de polla —se ríe ostentosamente. —Esto es solo el principio. Sigue informándome y pronto tendrás tu recompensa. Volveremos a saber de esas putitas brujas, no me cabe duda. A Silvana y a sus hijas no las gana nadie a putas, pero no hay subestimarlas... nunca.


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Muchas gracias a Klaus Fernández y a Luis Fernández por su humor "brujeril". Sin vosotros está historia no sería ni de lejos tan divertida. ¡Gracias!

¡Déjame tu comentario si te ha gustado o no la historia! Gracias

Banda sonora de "Las Brujas de Zurratemicoño"

Agata All along Instrumental version


Roberto Carlos - El gato que está triste y azul


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Comentarios

  1. Muy, muy divertida. No puedo esperar a la segunda parte... porque habrá una ¿no?

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  2. Nuestro aportes a la historia de Valentin@ se han limitado a introducir un poco de humor a la historia. Todo el resto es obra de nuestr@ colaborador@. Ha sido una experiencia muy interesante.

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  3. Felicidades a valentin@ y a los colaboradores!Me he reído y puesto cachondo como en otros relatos anteriores ,como manu y vane por ejemplo.para cuando la segunda parte brujeril en zurratemicoño?

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