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Dos azafatas calientes en Galicia (OpenFly Air, Parte IV)


 


🇬🇧 english version

    El comandante Arias anuncia por megafonía que el avión entrará en una zona de turbulencias y ruega a todos los pasajeros se abrochen los cinturones. Manu termina rauda su café e indica con la mirada a su compañera Vanessa que deben darse prisa. Con la mejor de las sonrisas, Manuela le indica a una joven pareja que dejen de meterse mano bajo la manta y que se abrochen los cinturones, ambos los del asiento, y él, el de los pantalones.

    Vanessa por su parte, ya casi ha terminado con su fila, y se da el lujo de caerse con todo el mostrador, frente al hombre de negocios al que le había echado el ojo hace un rato antes.

    Ups, disculpe, señor… estas turbulencias siempre me pillan con el pie cambiado —se excusa Vane, apoyando las manos sobre su musculado pecho, y asegurándose de restregar sus ricas tetas sobre su cara.

    —No pasa nada —la consuela el atlético hombre mientras la ayuda cogiéndola de las caderas.

    Por supuesto, Vane se vuelve a hacer la torpe, y vuelve a "caerse" esta vez de culo sobre su entrepierna, sólo para certificar la dura y gorda polla que se la ha puesto al hombre bajo los pantalones caqui. De nuevo se disculpa por su extremada torpeza, mientras le alisa el paquete. El hombre sonríe de oreja a oreja. Vane le susurra al oído, que si tiene algún inconveniente en que ella le coma la polla y que le espera dentro de 5 minutos en el lavabo entre las filas 40 y 42 por las molestias. El hombre dice que él nunca ha sido rencoroso y que acepta de buen grado sus disculpas y la mamada.

    El sonido aperdigonado de la lluvia en las ventanillas transporta a Manuela a una aventura algunos años atrás junto a su amiga y compañera de profesión Lucía Cardoso. Dos tetas como dos carretas –se ríe entre dientes al recordar. Vaya fin de semana.

Hace algunos años

    —Estoy cansadísima —le dijo Lucía a Manu-. Esto del camino de Santiago está muy bien, pero tampoco vamos a conseguir una bula papal por hacernos los planificados 119 kilómetros del camino inglés para redimir nuestros pecados. Somos lo que somos y nos harían falta hacer unos cuantos caminos más para poner el contador a cero. Aun así, el que más me atrae es el francés, aunque si hubiera uno cubano me atraería más- dice lascivamente Lucía apretándose las tetazas —Vamos a buscarnos un hotel o una cabaña dónde dar por finalizado tu viaje místico —le decía una alterada Lucía a Manu-. Es más, aquí mi móvil me indica que hay un resort de coquetas cabañas cerca con jacuzzi y todo. Voy a llamar ya mismo.

    —Vale, vale. —afirmaba Manu más que contenta, por no ser ella la que tirase la primera piedra del abandono, vestida de la guisa como estaba y los pies "mataos".

    —Me dicen que les queda sitio, que nos apresuremos que nos puede caer una "chupa" de agua de la hostia -seguía diciendo Lucía, tirando el báculo con la concha de Vieria. —Hala, ahí se queda el palito y la almeja de los huevos.

    Nuestras azafatas tuvieron suerte y la cabaña con jacuzzi cerca de Betanzos era una delicia. Con un entorno natural maravilloso. Con la ventaja añadida de la celebración de unas fiestas en un pueblo cercano que posibilitaban disfrutar de las costumbres gallegas en todo su esplendor. Después de tan arduo viaje, ya sólo querían descansar, Manu terminar de leer el bestseller "Menos lobos, Caperucita" de un prometedor autor novel y estar horas enteras metidas en el jacuzzi en pelota picada.

    —Nada de rabos, sólo nosotras dos —le dijo Lucía aquella vez.

    Pues anda que no se nos fue de madre la situación recuerda pícaramente Manu.

    Llegaron poco más tarde de mediodía y recogieron la tarjeta magnética que les daba acceso a la cabaña. Ésta se encontraba en un buzón marcando un código numérico a la entrada de la oficina del resort. Y como iban con tiempo, al dejar las maletas, ya fueron a entregar la documentación pertinente a la amable y bellísima agente inmobiliaria de origen ucraniano de la oficina. Después deshicieron sus maletas encima de la imponente cama doble y se metieron de inmediato en el jacuzzi desnudas donde pasaron casi dos horas entre risas y el alcohol asaltado al minibar. Al poco de estar metidas dentro, vieron como una partida de siete muchachos llegaban para ocupar la mayor de las cabañas algo más apartada. La agente les había comentado, al recoger la documentación, que esperaba una despedida de soltero y qué si en algún momento hubiese un problema con ellos que la llamasen de inmediato a su móvil. Del mismo modo les recomendó una taberna muy apañada para ir a tomar algo más tarde.

    Ruidosos como eran los muchachos, y siendo Manu y Lucía observadoras, pudieron hacerse un perfil completo de los muchachos al poco tiempo. El que llevaba la voz cantante era el musculado Damián de profesión indefinida junto al coqueto Lázaro. El más remilgado y con cara de gilipollas total debía ser el futuro novio, Abel. Este no cejaba de quejarse de continuo de su mala cabeza. Se casaba de penalti. Descargando el coche estaba Máximo, de profesión fotógrafo de bodas. Este no hacía más que decirle a todo el que quisiera oírle, la infinidad de novias, madres de novias y damas de honor que se había follado en sus sesiones de fotos.

    —A más de una le habré hecho un bombo —afirmaba convencido Máximo, que ciertamente disfrutaba junto a su cola de caballo de una tranca a juego según se podía intuir por la abultada forma en sus pantalones.

    Completaban la partida, Leopoldo, peluquero amanerado, Samir, de facciones árabes y porte anodino y Mariano, un gracioso cubano, con el que se metían todos por el color de su piel y al que le recordaban contantemente que sólo estaba ahí para llevarles las maletas a los bravos y valerosos conquistadores españoles.



Horas más tarde

    Después de acicalarse, nuestras azafatas parten rumbo al pueblo, para terminar a última hora de la tarde tomándose unos ribeiros en la taberna recomendada por la casera. Al poco ven salir fugazmente a Samir, uno de los integrantes de la despedida, a vomitar entre los árboles. Ya no volvería a aparecer el resto de la tarde noche.

    —Si es que algunos no saben beber —dice Manu, vestida espectacularmente con unos ajustados vaqueros desgastados, una camiseta con una frase antisistema que le había regalado su hermana más pequeña, Mar, una chaqueta de cuero rojo a juego, unas botas altas negras de piel y su sedosa melena recogida en una grácil coleta. Lucía, en cambio, viste unos pantalones de cuero negro, tacones burdeos, pelo negro suelto y una camiseta a punto de reventar por sus inmensas tetas copa H con la divertida frase "Mis ojos están algo más arriba, mamón" oculta tras una chaqueta también vaquera.

    Toman asiento en una de las mesas más apartadas. Piden algunas tapas, pulpo a feira con pimentón y Zamburiñas, y una botella de ribeiro. Suena El Mägo de Oz de fondo, pero a un volumen decente. Revisan con la mirada el local. Aparte de los paisanos habituales, aquí también han acabado los muchachos de la despedida de soltero y la agente inmobiliaria. Todos menos el cubano, el fotógrafo y el peluquero que deben de haberse quedado en la cabaña. La agente inmobiliaria está tirándole los trastos al camarero de cuidada cabellera riéndose y tocándose continuamente los pendientes. Por la cara que pone el chico ya le gustaría que se los tocarán a él los susodichos.

    Al ver a nuestras azafatas, la agente suelta a su presa y se acerca a ellas animada desde la barra dónde ligaba.

    —¿Todo bien, guapísimas? Que alegría veros por aquí. Al final me habéis hecho caso… este sitio es de primera, el mejor. Decidle al camarero que venís de parte mía y os hará un descuento. La primera botella de Ribeiro va a mi cuenta, ¿ok? Por cierto, me llama Olena. Disfrutad de la tarde, chicas. 

    Les guiña un ojo y se marcha voluptuosa dirección a echar unos dardos. El camarero ha perdido su oportunidad.

    Manu y Lucía miran curiosas desde una mesa del fondo del bar cómo los restantes miembros de la despedida, envalentonados por la ingesta de alcohol, se las dan de seductores y se acercan a la exuberante Olena que ha empezado a cargarse, con su mala puntería el mobiliario cercano a la diana de dardos. Desconoce que son éstos los inquilinos de la cabaña más grande de su propiedad.

    El más lanzado de ellos, el musculitos, Damián, ha aprovechado que Olena recoge unos dardos del suelo, para arrimarle el cincel al culo. Ella no le hace ni puto caso y le aparta de un codazo. Damián se ríe y le pregunta si la pueden invitar a una copa. Ella asiente complacida. En cambio, Abel, el futurible novio, no quiere sólo una charla y está obsesionado con verle el coño al natural a la señorita Popescu.

    —Te doy 20€, si me enseñas el coño —dice Abel, cubata en mano, sin presentarse siquiera.

    —Anda tío, vete a cagar tú y tus 20€ de mierda —responde Olena mientras termina su combinado.

    —Vamos, tía. Nos lo estamos pasando de puta madre, anda hazme una paja o me la chupas en el lavabo —le dice Lázaro entre bromas a la ucraniana en un arrebato de valor- me corro enseguida, de verdad, y hasta te aviso cuando lo haga. Y te invito a otra copa -mientras no deja de meterle mano entre las piernas.

    Ella cierra las piernas, dejando por un momento la mano de Lázaro atrapada como un cepo entre sus prietas piernas. El calor que desprende su sexo es abrasador. Abel se viene arriba y le ofrece 50€ si le enseña el potorro. Aquí y ahora. Sin rechistar. Se cree, el galán, que es una oferta irrechazable.

    —No te has ganado tú 50€ así de rápido en tu vida —afirma convencido el rey de la seducción y caballero de los billetes.

    Olena le responde que qué sabrá él lo que ella gana al mes, a la semana o a la hora. Abel persiste y saca su billetera, se la cae el carné descuento de la gasolinera y del club Marca, y agita un billete de 50€ enfrente suya. Aquí y ahora —afirma el millonario de pacotilla.

    —Por 50€, sólo os enseño las bragas —se ríe Olena, tambaleándose un poco. Le está empezando a hacer efecto los tres martinis que lleva.

    —Joder con las putas bragas. No quiero vértelas, ya lo he hecho, y también la mitad de la taberna, antes al agacharte. Yo lo que quiero verte es el potorro. 100€, yo no me creo que seas rubia. Tú estás teñida y tienes el coño negro… Cómo hay un Dios. Ya sabes, del color de la ceja, la almeja.

    —Venga tíos, estáis agilipollados. Que esté algo perjudicada no quiere decir que os la quiera chupar. Yo… soy… una… señorita y tengo un novio rumano —balbucea Olena. Soy tan hembra que aun estando así podría con vosotros cuatro sin problema alguno, bueno tres, porque al morito ya le visto echar la raba entre las chaquetas. Os como vivos y os hago que os corráis en 5 minutos. Yo tengo el coño de un color whiskey de 4 años, y además me huele a porro del bueno. Mira, os lo voy a enseñar, listos —afirma la ucraniana, con los pezones duros como piedras, mientras levanta una pierna, se quita las bragas y se recoge el pelo con ellas. Se lo piensa mejor y se las mete en la boca a Lázaro. Dame los 100€ y ponme otro cubata. Y os enseño cómo tienen el coño las chicas de Europa del Este.

    Abel saca el móvil para inmortalizar la escena. Tiene una erección de órdago. Olena se abre de piernas en el sofá y muestra un perfecto y perfilado sexo, entre dos muslos adornados con preciosas medias de encaje. Abel excitado hace una sucesión de fotos, la mayoría las hace desenfocadas, el muy gilipollas, de la pizpireta mata de pelo rubito que adorna como la nata de la tarta más deliciosa.

    —¿Ya estáis contentos? Pues ahora me ponéis otra copa, os vais a tomar por culo y yo me largo —insta la ucraniana subiéndose las gafas. —Tú, atontado. Devuélveme las bragas, guarro —se ríe escandalosamente mientras tira sin querer queriendo un vaso lleno a la entrepierna de Damián.

    —No te vayas, Olena… venga una pajita, una rapidita —ruega Damián. Te doy 100€.

    —Que os den por culo, cerdos. Que te la haga tu amigo, el de los ojos saltones —afirma Olena, mirando a Lázaro mientras deja la taberna con andares de pato mareado y a nuestros Casanovas más calientes que los quemadores del Txistu, convencidos de ser unos seductores natos, cuando no han hecho más que hacer el gilipollas y el baboso.

    Manu se ríe junto a Lucía. Ya visto este tipo de situaciones infinidad de veces. Pollas con patas. Un hombre no puede pensar y respirar al mismo tiempo. Está científicamente comprobado. Los chicos terminan sus copas y se van creyéndose los reyes del mambo.

Al día siguiente por la mañana

    Olena Popescu, está acabando de fotocopiar los documentos nacionales de identidad de los integrantes de la despedida de soltero que han ocupado la más grande de las cabañas de las dos únicas que ha conseguido alquilar este fin de semana. Frunce el ceño, reconoce a los muchachos enseguida. Son los de ayer. Frunce el ceño de nuevo al comprobar por enésima vez que el presumible mal tiempo anunciado para el fin de semana, no variará. Las otras cinco cabañas no se ocuparán bajo un milagro de última hora. Las amigables azafatas de la compañía aérea OpenFly Air ya han abonado la totalidad del importe y han ocupado la cabaña con jacuzzi, en cambio la colección del campo de nabos de la despedida de soltero, aún no han pagado ni un céntimo de la cabaña más grande a pesar de haber recogido ya ayer la tarjeta magnética de acceso. Ya ha llamado al móvil al más espabilado de ellos para que acelere el pago, y le ve bajar junto al musculitos, sendero abajo. Abre la puerta y les saludo con el brazo y un "Ola" en perfecto gallego (estos localismos gustan mucho al parecer) aunque ella sea una imponente ucraniana de larga cabellera rubia oriunda de Kiev.

    —¡Joder, la casera de la agencia es la misma tía del potorro rubio de ayer noche! A la que le hicimos las fotos con todo al aire —comenta un sorprendido Damián al reconocerla.

    —¡Pues se va a cagar, nos dejó más caninos que a Carpanta, no la vamos a pagar ni un puto duro! Que nos deje el fin de semana de gratis, o sacamos las fotos al Facebook, o la hinchamos a reseñas negativas -afirma un resolutivo Lázaro, de profesión extorsionador y cabrón de pintas amarillas a tiempo completo.

    Olena les abre la puerta, vestida con un traje de chaqueta, falda ajustada y medias negras. Los "amigos", no tardan en hacerla participe de sus viciosas intenciones. "Ni un puto duro vas a ver" afirman enérgicamente repetidas veces.

    —Chicos, de verdad, os lo ruego, no me podéis hacer eso. Os ruego que no digáis nada de lo de ayer y necesito también que me firméis el contrato. Abonadme el dinero del alquiler ahora por favor. Mi marido Constantin me va a matar si no traigo el dinero a casa. Es rumano, y tiene muy mal carácter —ruega Olena mientras se ajusta las gafas y aprieta las carpetas contra su pecho adornado con un pequeño crucifijo de oro.

    —Pues, guapa, se me ocurren un par de buenas ideas para llegar a un acuerdo, todo es hablarlo, ¿Verdad que sí, Lázaro? —dice Damián desabrochándose la bragueta y sacando a pasear una nervuda tranca.

    —Eso, querida Olena, tú se buena con nosotros, nosotros pagamos lo acordado y no publicamos las fotos. Prometido, palabrita del niño Jesús —añade Lázaro.

    —Sois unos putos cerdos chantajistas, no voy a caer en vuestra trampa. No soy una puta, yo soy una chica decente de Kiev —responde Olena— mientras muerde el crucifijo. Pero si no queda otro remedio, yo pongo las condiciones. Olena deja a un lado las carpetas, se abre la americana descubriendo unas riquísimas, voluminosas y blanquísimas tetas de duros pezones tras su blusa clara. Acepto vuestras condiciones, pero no me quito las gafas ni el sujetador —dice mientras agarra con la mano del anillo de casada la polla a Lázaro. —No me vais a ver las tetas. Soy muy devota, de buena familia. Esto sólo lo hago obligada. Como se entere Constantin...

    Para ser tan de buena cuna y estar obligada, Olena ya se he metido la gorda polla de Lázaro en la boca hasta los huevos en un pispás. Las gafas están sufriendo para no caerse. Por su parte, Damián ya se ha bajado del todo los pantalones y le está comiendo el culo a Olena. Y para estar contra su voluntad la amiga, también tiene el coño demasiado chorreante y los pezones demasiados duros.

    —Y tú —le indica con un dedo a Damián —sólo me la vas a meter por el culo, nada por el coño, que yo no quiero quedarme preñada de un gilipollas. ¿Lo tomas o lo dejas? Por el coño sólo me la mete mi marido rumano. Y cuidadito con meterme ese pollón tuyo todo de golpe hasta el fondo, que la tienes demasiado gorda y yo tengo marido. Y rumano, os recuerdo.

    Damián tiene su propia hoja de ruta, y le ha metido ya la polla hasta que sus huevos hacen tope con un sonoro plof en el perfecto y frío culo de Olena. Golpea ansioso su trasero al mismo tiempo mientras aparta con esmero la americana a un lado. Nota el roce de sus delicadas medias negras en sus muslos y piensa "Es que las tías de Europa del Este están muy buenas, coño, se cuidan un huevo, no como la gilipollas de mi novia...". Le pega otro pollazo a la señorita Popescu de gratis.

    —Joder, me pones como una moto. Ayer me quedé con las ganas de darte lo tuyo, pero ahora no te escapas —le afirma el deportista, mientras vuelve a pegarle otro salvaje pollazo al ya enrojecido y ardiente culo de Olena mientras que a ella se le escapa un sentido jadeo de placer. Joder con la católica y obligada ucraniana. Ella está disfrutando, aunque no lo quiera reconocer.

    La voluntariosa agente inmobiliaria está muy entretenida lamiendo el glande a Lázaro agresivamente. Como prometió, no se ha quitado ni las gafas ni la americana. Lázaro le ha descubierto las tetas con una temblorosa mano y se las está tocando cómo quien sopesa el peso ideal de un paquete de harina. Las condiciones están para romperlas. El sujetador cuelga vencido a medio altura de los brazos de Olena. Lázaro agarra su propia polla y le pega con ella en las gafas. La señorita Popescu no dice nada, diría que le agrada esa iniciativa, y sube la velocidad de mamada. Le ha agarrado de los duros huevos con la mano derecha, mientras con la otra se acaricia la solitaria y flamígera vulva. Siente las bolas de Damián golpear su anillo de casada y se muerde los labios, mientras se corre casi sin querer chillando como una perra.

    Súbitamente se abre la puerta y, Constantin, el marido camionero de larga distancia, entra en la oficina armado con un bate y con muy malas pulgas.

    —Amor, esto no es lo que parece… dice una asustada Olena, con un Lázaro aún sujetándole las dos tetas, mientras no ceja de masturbar y volviendo a lamerle el duro miembro al muchacho.

    El extorsionador, del susto, eyacula con una aparatosa corrida en sus gafas, que le levanta una de las patillas y le salta un cristal de camino. Mientras tanto, Damián está soltando los primeros latigazos de semen encima del culo de Olena, desgarrando las medias con ambas manos. Quien lo viera diría que está apresado por ellas como un banco de peces en una red de pescador. 

    —Me caguen en la puta de oros —gruñe y decide meterla en el ardoroso coño de la agente inmobiliaria y terminar de correrse dentro, se pongo el marido como se ponga. De perdidos al río. Cálido semen inunda el coño de Olena, desparramándose como descontrolada lava mientras Damián queda rígido de placer.

    El primer palo se lo lleva Damián en las costillas. Un sordo uf es su única respuesta. Lázaro se levanta y grita, brazos en alto ruego, acojonado diciendo que todo es un malentendido. Aún lleva puesto los calcetines y la polla goteante le mancha los calcetines de colores. El segundo palo es para él, en todos los huevos. Damián se lleva otro palo en los riñones y Lázaro, un puñetazo final en toda la boca.

    Olena le suplica, que lo deje estar mientras intenta subirse el sujetador y colocándose las gafas. Constantin, la responde que está muy cabreado, que los va a matar a palos, que no puede estar ni un día fuera, sin que la pille con una polla en la boca.

    —Larrrgaos de aquí, a vuestrra puta cabaña. Vais a pagarr el doble del alquilerr si no querréis que os mate, hijos de puta —grita Constantin con fuerte acento.

    —Constantin, mi amor. Necesitamos el dinero. Aún no has terminado de pagar el camión y estás en libertad condicional por matar a palos a ese chico. No queremos líos con la policía local. Déjalo estar —le ruega Olena, mientras refugia una teta tras otra en su sujetador demasiado pequeño.

    —Te pagamos el doble, sin problema, tío. Mejor, el triple, ¿ok? Y quedamos en paz, ¿ok?—negocia Damián-. Buen rollo, barát ¿ok?

    —Eso es húngarro, pedazo de gilipollas. Ok, perro no quierro verros a ninguno de vosotrros en todo el puto fin de semana -asiente Constantin algo más calmado con la mención del dinero.

    Ambos se retiran semi en pelotas sin mirar atrás, mientras Constantin le guiña un ojo cómplice a su mujer. Una vez que los han pedido de vistas, cierra la puerta y ambos estallan en carcajadas. Despeja la mesa de papeles y sienta a Olena encima mientras le come las duras tetas.

    A Constantin le pone muchísimo que se follen a su mujer delante suya, le encanta ver y oler el esperma de otros sobre el cuerpo de su mujer. Además, con este truco siempre salen ganando un dinero extra. Ahora con el vídeo y las fotos que ha tomado, se la meneará mientras que su Olena se masturba frente suya algo más tarde. Quizás puedan subir el vídeo también a una plataforma porno y sacarse otro pellizco. Al Onlyfans. Nada le pone más que verla follarse a otros mientras ya siente próximo, el voluminoso fajo de billetes en el bolsillo. Luego ya decidirá qué hacer con los españolitos cachondos.

    Constantin, absorto cómo está en adorar al monumento de su mujer, abierta de piernas y correrse frente suya, olvida por completo la tarea pendiente de cargar las baterías auxiliares de las cabañas, en caso de caída de tensión eléctrica... Si es que las mujeres del este de Europa son un caramelito a la vista y él ahora mismo está a otra cosa.



Mientras tanto

    Manuela no recordaba la última vez que estuvo tan relajada. De nuevo en el jacuzzi exterior, desnuda, termina de leer el divertido bestseller que tiene entre manos y se acaba su copa de vino. Ha dejado una amplia camiseta a pie del jacuzzi para no entrar desnuda, después a la cabaña, al salir del agua. Duerme junto a ella, sólo en finas bragas de encaje, Lucía. Sus amplios pero turgentes pechos suben armoniosamente con cada respiración.

    Mira relajada al cielo para descubrir para su disgusto que el cielo se está encapotando. Deberían entrar en la cabaña antes de que empiece a llover. Un sonoro estruendo en el horizonte sobresalta a Manu y el relámpago posterior deja sin luz a la cabaña.

    —Su puta madre, que susto —le dice a una despierta Lucía. Sale del jacuzzi, se viste con la camiseta y al querer entrar, la puerta de la terraza no responde y sigue cerrada.

    —Ay, por favor. Qué es magnética... que va con corriente eléctrica. No podemos entrar —exclama asustada Manu.

    —¿Ya ahora que hacemos, tía? Estamos casi en pelotas... —certifica Lucía.

    —Acercarnos a la cabaña más grande de arriba y resguardarnos ahí hasta que amaine la tormenta o vuelva la luz. Ellos parecen que tienen corriente...

    —¿A la tienda de los tíos, en pelotas? —dice Lucía mientras levanta una ceja y se abrocha la bata —Vale, en peores plazas hemos toreado.

    Manu se viste con la camiseta con la cara de un smiley borracho, y ambas enfilan raudas a la cabaña, caladas hasta los huesos por la lluvia.

    Al golpear la puerta, Máximo les abre la puerta, botellín en mano y porro en la comisura de los labios.

    —La madre que me parió —consigue formular al ver a Manuela con la camiseta mojada pegada al pecho marcando sus grandes aureolas del tamaño de una galleta María y a Lucía, incapaz de cerrar la bata abierta frente suya.

    —Nos hemos quedado sin luz en la cabaña, ¿Nos dejáis entrar? —dice resolutiva Manu, mientras pasa sin esperar respuesta ni permiso al interior de la cálida estancia.

    Como un muelle, Abel que dormitaba en el sofá, se levanta de su letargo y les ofrece 50€ a cada una si le enseñan el potorro. Máximo le suelta una colleja y le dice que se deje de gilipolleces, que no les llegó para strippers (en verdad ni lo pensaron) y que estas tías son las de la cabaña de abajo.

    —Vale tío, no te pongas así... Vosotras dos, 100€ y ¿me enseñáis el potorro? Mira tengo el dinero aquí mismo —insiste el pesado de Abel.

    Manu y Lucía voltean los ojos y le mandan a tomar por culo, mientras se sientan juntas en el sofá, tapadas con la manta que le han quitado a Lázaro que sujeta con una mano, una bolsa de hielo contra su boca.

    —Bueno, ¿aquí tenéis algo para beber y sois tan coñazos como aparentáis? —pregunta una atrevida Lucía.

    —Tenemos de todo y mucho —afirma Máximo, tocándose el paquete. Ahora mandamos al sudaca a por unas pizzas, ¿eh, Mariano?

    —A mandar, patrón. Este negrito zumbón está aquí servir a su amo de culo blanco —responde divertido Mariano ocultando bajo esa capa de chistoso que está hasta la polla de todos ellos.

    —Por favor, séquense, mamasitas. Voy al pueblo con la ranchera a por unas pizzas y algo en la farmacia para Samir... no sé, la B12, está fatal desde ayer, metido en la cama -dice Mariano mientras le ofrece unas toallas a Lucía y Manu -Si quieren pueden ponerse ropa mía después, está limpita.

    —Gracias encanto —dicen al unísono nuestras azafatas.

    —Me voy ya —sonríe el cubano, mientras les besa la mano a ambas.

    —Para el camino —le sonríe Lucía y le enseña una teta de regalo perlada aún con gotas de lluvia mientras se la estruja lascivamente con la mano. Manu no se queda atrás, y le muestra una torneada pierna —Date prisa, nos queremos quedarnos heladas y hambrientas, amorsito...

    Mariano agarra las llaves de la ranchera silbando, más contento que unas pascuas y se marcha bailando.

Al poco rato

    Damián, que se besa constantemente los enormes bíceps, no parece tan gilipollas como parecía y al poco de hablar con él, nuestras amigas se dan cuenta que es todo fachada y un inocentón. Un continuo querer ser guay frente a los otros. Máximo es un hombre muy atractivo, sumamente engreído y necesita exactamente cinco minutos para contarlas que tiene un estudio fotográfico, mucho éxito entre las féminas y que más de una novia, se lo ha pensado muy mucho casarse después de estar en su estudio. Dice que le llaman “The naked Photograph” puesto que gusta hacer sus sesiones a pecho descubierto y descalzo para darle más autenticidad.

    —Y claro, también ayuda un montón este trípode —se agarra la descomunal polla bajo el vaquero — al trabajo bien hecho —mientras mira hipnotizado a bamboleo de las bombas atómicas de Lucía.

    Lucía no puede evitar quedar hechizada con el inmenso paquete y siente que sus pezones se endurecen de inmediato. Madre, debe echarte unos polvazos de la hostia -piensa.

    Lázaro, con la cara algo hinchada aún del sopapo que le soltó el camionero, parece maquinar algo.

    En cambio, Leopoldo no parece tener interés alguno en entablar conversación con Manu o Lucia, y permanece callado en un rincón, fumando. Y de Samir, el adorador del dios de la cerámica, mejor no hablamos.

    —Oye, tías. Está todo muy guay y todos somos muy de puta madre, pero aquí no hemos venido a vernos las caras. Vosotras estáis aquí muy calentitas, estáis de cojones de buenas y demás. Pero nosotros teníamos otros planes esta noche y queremos pasárnoslo de lujo. Nuestro amigo Abel, se casa en una semana, y joder, ya que estáis aquí podrías echarle un polvo de despedida o algo así —dice Lázaro.

    —Os doy 100€ a cada una —añade Abel, sacándose la billetera.

    —Oye, gilipollas, nosotras no somos putas. Y sólo nos follamos a los tíos que nos ponen. Y vosotros, la verdad, sois unos niños que jugáis con vuestras canicas y lapiceros después del colegio y tenéis más de un calcetín agarrotado debajo de vuestra cama -afirma Manuela, mientras le toca las tetas a Lucía -Esto os viene grande, muy grande.

    —¡Y una polla! —se revuelve un ofendido Máximo —Las tenemos como un niño pero de altas. Les ordena a los demás integrantes que se pongan en fila india delante de ellas, mientras ellas permanecen sentadas en el sofá, se bajen los pantalones y saquen las duras pollas.

    Ninguno rechista, y al cabo de pocos minutos, Manu y Lucia disfrutan viendo a cinco tíos con las pollas tiesas frente a ellas como si fuera una exhibición de caballos sementales. Gloriosas pollas, todo hay que decirlo. Nervudas algunas, gordas otras, otras con un glande que asemeja un champiñón, otras descomunales como la de Máximo. Todas erectas, dispuestas a dar guerra, a excepción de la de Abel que aún sigue meneándosela para conseguir una semi erección. Leopoldo le pregunta si le ayuda. La respuesta de Abel es que se deje de mariconadas.

    —Bueno, bueno… esto ya es otra cosa —dice Manu mientras agarra una polla tras otra. —¿Tú con cual te quedas Lucía?

    —Con la de Máximo, es la más gorda y golosa —afirma Lucía, mientras empieza a masturbar al afortunado.

    —Seamos claritos, amigos, esto no va a ser una bacanal romana, dónde nos vais a follar a las dos sin piedad. Esto va a discurrir así. Mi amiga escoge una polla y yo otra. Y los demás podéis mirar y os la podéis menear mientras tanto, me da igual, pero nada de follarnos. No os conocemos de nada. Ven con Mamá —concluye Manu mientras agarra la tranca de Damián. Menos mal que nada de tíos.

    Lucía por su parte ya ha dejado caer su bata, y ha empujado a Máximo contra el suelo y le está haciendo una lentísima paja con las tetas. Manu mira curiosa, y empieza a lamer la durísima polla de Damián, al que ha empujado al sofá. Ella aún lleva la camiseta puesta y el culo en pompa.

    Los demás miran y empiezan a meneársela.

    Leopoldo parece fijar la mirada en demasié en la polla de Lázaro, pero quizás sólo sea una coincidencia por eso de la comparación que hacen los tíos de sus trancas de continuo. Abel por su parte sigue luchando por conseguir una erección.

    —Joder, me pongo muy nervioso —se excusa, pero nadie le cree.

    Manu deja de lamer un segundo la tranca de Damián, y mientras restriega el enrojecido glande en sus amplios pezones sonrosados, le dice a Abel, que a lo mejor debería envolvérsela con un billete de 50€, puesto que eso parece ser para él la solución a todo. Lucía se ríe, y se vuelve a meter la polla de Máximo hasta los huevos en la boca mientras no deja de mover las inmensas tetas y se acaricia la pepitilla con la otra mano. Máximo gruñe de placer.

    Por fin, Abel ha conseguido una erección medio normal, pero termina por correrse en su propia mano a los pocos segundos.

    —Me cagüen en mi puta vida —se lamenta un descorazonado Abel, mientras vuelve a darle a la manivela sin saber aún que la polla no se le volvería a empinar en toda la noche.


    A Damián le están haciendo la mamada de su vida. Manu se entretiene en sus hinchados huevos, se los muerde, les lanza una bocanada de cálido aliento mientras no ceja de masturbarle con ambas manos el falo. Mordisco, lametazo, aliento, paja, larga chupada y vuelta a empezar.

    Esto no hay dios que lo aguante, me voy a correr y punto —piensa Damián, mientras siente de nuevo la lengua de Manu entretenerse en la vena más gorda debajo de sus huevos.

    Mira el ritmo arriba y abajo del perfecto trasero de Manuela, y al posar ambas manos sobre sus caderas, su polla (que ya estaba a punto de izar la bandera blanca) decide que es hora de correrse sin aviso y soltar una inmensa lechada. Manu que ya ha presentido, por el latir de las venas y el endurecimiento de sus huevos, que está a punto de soltar la carga, aún no ha olvidado el tipo de persona que es el figura, y deja de lamer su polla algunos minutos antes. "Que te den por culo" —piensa Manu "por listo".

    Damián desesperado, se la sigue meneando, aunque Manuela ya se ha levantado del sofá y le ha dejado a medias. Y al grito de "¡¿Dónde vas, joder?!" se levanta éste, raudo, se tropieza y se corre él solito. Inmensos chorretones de cálida leche salen disparados hacia su propia cara mientras estira y encoje las piernas sin parar de gritar "¡Me corro, joder!"

    Lucía no está dando tregua a la tranca de Máximo, y al amparo de sus enormes y cálidas tetas y sin dejar de introducirse el resto del trípode del tirafotos en ningún momento, presiente que tampoco le queda mucho al amigo para soltar una sucesión de instantáneas. Le ordena que se levante, y que le eche la lechada encima de las tetas.

    —Vosotros dos, también podéis correros en mis tetas, me dais pena —ordena Lucía, mientras cruza los brazos bajo los pechos y agita las tetas de derecha a izquierda.

    La primera voluminosa corrida es de Máximo y hace honor a su nombre… es una barbaridad. Ocho espesos latigazos de semen alcanzan las tetas de Lucia y se terminan perdiendo en su valle cuesta abajo. Aún esta Lucía, restregando la cabeza de su polla en sus erectos pezones, cuando Lázaro se corre brutalmente también seis veces sobre ellas. Lucía lame las gotas de la cabeza de la polla de Máximo y exprime enérgica la tranca de Lázaro, consiguiendo que vuelva a disparar dos salvas. Por su parte Leopoldo se ha corrido ostentosamente sobre el culo de Lázaro.

    —Perdona tío, no me ha dado tiempo —se excusa, pero sin aparente arrepentimiento.

    Con la última chupada de Lucía sobre el glande de Lázaro, Manu la indica, que ha vuelto la corriente eléctrica a su cabaña. Sin más preámbulos, dejan a los seductores de polla caída, fumando y recuperándose en el sofá y a Damián limpiándose la cara con una servilleta.

    De camino a su iluminada cabaña, Manu le dice a Lucía.

    —Te conozco como si te hubiese parido, pedazo zorrón. Te has quedado con ganas de polla. No te has corrido ni una sola vez y estas pensado lo mismo que yo desde hace una hora.

    —Jajaja, el cubano no va a llegar a la cabaña con las pizzas de ninguna de las maneras. Nos lo vamos a follar toda la noche entre las dos. Y los figuras, se van a quedar a dos velas.

    —Y tanto, mira ya veo colina abajo subir las luces de los faros. Ya pronto vamos a tener salsita caribeña entre las piernas y las tetas —afirma una potente Lucía, mientras le indica a Mariano con la bata abierta (y aún con las tetas pringadas llenas de semen) que pare el coche.

    —Hola, señoritas, ya veo que ha vuelto la luz… dice un triste Mariano.

    Amorsito, aparca y entra en la cabaña con nosotras y las pizzas. A tus "amiguitos" que les den por culo. Vamos a follarte hasta la tercera generación por salado y buena persona. Y no te preocupes por ponerte gomita, te dejamos que te corras las veces que quieras dentro… vamos, que ya estás tardando... no te olvides de las pizzas, estamos muy necesitadas de salami.

    Y así, Mariano, entró en la cabaña con ellas, se dejó desnudar por ellas, comieron las pizzas sobre el pecho de Lucia, se besaron eternamente en el jacuzzi, dónde fueron cayendo botella tras botella de vino, mientras los de la despedida se preguntaban que dónde cojones se había metido el negro de los huevos con las pizzas.

    Que después se volviese a ir la corriente, poco importó, estando los tres dentro de la cabaña. Mariano que era la mar de divertido, se corrió una vez en la boca de Manu en el jacuzzi (esta vez dejaron la puerta abierta del dormitorio), que se terminó como una niña buena hasta la última gota de leche, después echo una lechada capaz de cubrir todo el Malecón en las tetas de Lucía tras una espléndida mamada a dos bandas, y una última como un animal dentro de Manu cuando ésta le cabalgo durante casi una hora en la cama doble mientras el cubano le comía devotamente el melocotón a Lucía. Nada más correrse, ella extrajo su negra y perlada polla del chorreante sexo de su amiga y le dejo la tranca, con la lengua, limpia como la patena. Nuestras azafatas tampoco se quedaron cortas y ambas disfrutaron de la polla salsera de nuestro cubano y de sus hábiles y largos dedos de pianista para correrse más de dos veces cada una.

    Mientras tanto, a los bravos seductores les fueron a visitar a última hora de la noche, Constantin y cuatro fieles amigos más (uno sí que era húngaro) armados con bates, barras de acero y alguna copa de más. Les brindaron un curso acelerado de relaciones internacionales rumano-hispanas a Lázaro y Damián. La paliza que les pegaron, los dejo con poquitas ganas de chantajear a nadie más en la vida. De ver el espectáculo sólo se libró Mariano, por razones obvias y Samir al estar ya malísimo metido en la cama desde el día anterior. A los demás los desnudaron, les ataron unas bridas a los huevos y les sentaron a ver en riguroso directo cuán valerosos eran ahora sus dos amigos que se jactaban de no pagar ni un puto duro. Constantin y compañía, se llevaron al final no solo el triple sino todo el dinero y los dejaron la certeza de que se iban del pico, iban a joderles estuvieron dónde estuvieran el resto de sus vidas.

    A la mañana siguiente, Mariano, ajeno a todo, al despertar entre Lucía y Manu, las besó amorosamente en la frente al irse y las dejo dormir. Entró en la cabaña de la despedida de soltero para salir al rato, coger la ranchera y llevar tranquilamente a Damián y a Lázaro al hospital sonriendo entre dientes todo el trayecto.

Epílogo

    De los siete amigos de la despedida de soltero, a ninguno le fue realmente bien a excepción de Mariano, que montó un pequeño y desenfadado local de salsa que triunfó casi de inmediato. "Amor loco" se llama.

    Los años de exceso de anabolizantes, le pasaron factura a Damián, y sufrió a partir de los 30 años, de continuos problemas de erección.

    La empresa de servicios informáticos de Lázaro se fue a la quiebra y ahora trabaja de gasolinero, pasado de peso y escaso de pelo.

    Abel se casó semanas después, y su mujer le hizo los cuernos al poco del aniversario de boda. Fue muy infeliz, pero al ser su familia muy conservadora nunca se separó y le tocó aguantar carros y carretas. Dicen que su mujer, incluso se llevaba a sus novios a su casa. Él se iba esos días a dar una vuelta para no estar presente. Su mujer le daba 50€ para que pudiera gastárselos en lo que quisiera mientras tanto. También se dice que el techo de su casa está arañado de todos los cuernos que lleva.

    Máximo mordió más de lo que pudo comer y uno de los futuros maridos de las novias retratadas, le pegó una paliza y le quemó el estudio. Arruinado de nombre, ahora sí que era "The naked Photograph", y de dinero, ahora se prostituye entre burguesas de la tercera edad.

    Leopoldo jamás confesó, por el qué dirán, su condición de gay y se quedó en el armario toda la vida.

    Samir dio más vueltas que una peonza y nunca se decidió a sentar cabeza, aunque fue un padre ejemplar para la hija de Abel... Sí, él fue el padre de la niña.


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Banda sonora de OpenFly Air IV -  Dos azafatas calientes en Galicia

Mägo de Oz - Fiesta pagana 
   

Marc Antony - Vivir mi vida


Hazte con todas las aventuras de las azafatas Manu y Vane en el libro recopilatorio de Valentin@ "Madame Le Noir" bajo el siguiente enlace.


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Comentarios

  1. Un relato muy entretenido para empezar el año.gracias por compartir tu sentido del humor y erotismo con nosotros valentin@.esos momentos de olena en la taberna con los chicos.. muy bueno. Espero leerte pronto valentin@.mientras tanto,voy a ir preparando el camino de Santiago 2022.

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  2. -¿A usted como le gusta el sexo?
    Y el poeta le responde sin titubeos:
    -Oral y por escrito.

    *Gonzalo Fragui*

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