Los demonios (Ken Russell, 1971)
Los demonios (en el original The Devils) es una película británica de 1971 dirigida por Ken Russell y protagonizada por Oliver Reed y Vanessa Redgrave.
Está basada parcialmente basada en la novela de The Devils of Loudun de Aldous Huxley y en la obra de teatro The Devils de John Whiting.
Ambas se inspiran en las posesiones de Loudon de 1634. Muchos aspectos están basados en hechos reales, como el nombre de Grandier, su condena por brujería y su muerte en la hoguera.
¿De qué va esta tontería de película?
Durante el reinado de Luis XIII de Francia el país está dividido por los conflictos políticos y religiosos. Los hugonotes habían sido suprimidos, y Richelieu ordena la destrucción de todas las fortificaciones que rodeaban las ciudades de provincia con el fin de liquidar los últimos vestigios del feudalismo, limitar el poder de los nobles y evitar el resurgimiento hugonote.
En Loudun, sin embargo, el cardenal encuentra un opositor: el padre Grandier (Oliver Reed), que aboga por la autonomía local y triunfa en su intervención ante el propio rey para desplazar al agente de Richelieu, el barón de Laubardemont (Dudley Sutton). La revancha del cardenal contra Grandier no se hace esperar: Grandier es acusado por la madre Juana de los Ángeles (Vanessa Redgrave), superiora del convento de Loudun, de haber contraído matrimonio ilícito con una huérfana y secretamente enamorada de Grandier
Pronto las monjas del convento son obligadas por el padre Barré, un exorcista, a acusar a Grandier de haberlas embrujado, obligándolas a mantener relaciones con el Demonio.
Dicen que el rodaje fue tan salvaje y desenfrenado como la misma película en sí, incluso se cuenta de comportamientos lascivos en el set de rodajes entre los extras.
Ken Russell jamás llegó a presentar su visión original al público (y la productora Warner Brothers tampoco tenía ni tiene interés alguno en recuperarla) y escenas polémicas como la violación de la figura de un Cristo entre otras son parte de las leyendas de este largometraje.
También se dice que existe una versión sin censurar de 158 minutos (esto no se llegó a demostrar nunca) en lugar de los 105 minutos emitidos en la mayor parte del mundo.
Curiosidades:
- Los decorados de Derek Jarman se inspiran en los de Metrópolis de Fritz Lang (1927). El director Ken Russell deseaba algo diferente al aspecto típico de las películas de época y quería algo mucho más anacrónico tirando a futurista. Un aspecto como de baño público.
- La secuencia en la que las monjas derriban y violan un icono de Cristo de tamaño natural fue eliminada de la película. El crítico de cine Mark Kermode descubrió las imágenes muchos años después y a pesar de que Ken Russell quería recuperar la escena, Warner Brothers no estaba interesada en hacer un montaje para el director.
- Vanessa Redgrave escribió en su autobiografía que consideraba esta película, junto con La carga de la brigada ligera (1968), el mejor ejemplo del cine británico de posguerra y una de las mejores películas en las que había participado.
- Existe una especie de secuela anterior en la película polaca Matka Joanna od Aniolów de 1961 donde ya empezamos a ver a monjas poseídas -pero sin la presencia del diablo- donde hay vómitos y blasfemias con voz diabólica doce años antes de El Exorcista de William Friedkin e incluso aparece un Spider Walk recuperada posteriormente en la versión del director.
A mí me parece una cárcel más que archivo.
Valoración:
⭐de 5. Malísima.
Muy esperanzado iba yo pensando que me iba a encontrar con una pequeña y olvidada obra maestra.
Que si la dirección gamberra de Ken Russell, que si una de las obras cinematográficas más censuradas de todos los tiempos (eso sí que es verdad), que si la sublime fotografía de David Watkins (ganaría años después merecidamente el Oscar a la mejor fotografía por Memorias de África), que si los espléndidos decorados de Derek Jarman, que si unos actores memorables... ¡no os dejéis engañar! Los demonios es un desastre de principio a fin. Muy mala.
Una provocación tan burda, tan infantil que da hasta risa. Por supuesto la crítica especializada dirá que cómo me atrevo a proferir tal herejía, pero es que no he visto esa supuesta denuncia social, ese matiz transgresor por ninguna parte.
Quizá uno ya este harto del tópico de la monja malvada, satánica, mal hablada y que se masturbe con un crucifijo.
Y quizá le esté negando a esta película su valor revolucionario, su valentía, pero es que aun haciendo de tripas corazón, dándole todo el mérito del mundo, posicionándome en el tiempo que se rodó, no hay apenas cuatro secuencias que me hayan gustado.
Reyes afeminados, sacerdotes libidinosos y dementes, aquelarres de monjas masturbándose, enemas vaginales y torturas de todo tipo... un cóctel explosivo para un largometraje que es una gilipollez supina; mal hecha, mal interpretada y muy mal dirigida. Punto.
Desde luego el rigor histórico o la coherencia tampoco están entre las prioridades de este director.
¿Entonces qué le queda a esta película?
Pues ser medio pionera, valiente en algunos aspectos visuales, no casarse con nadie y desnudar las miserias humanas, del clero, de la política y hartarnos a ver pechos de monjas. Si todo esto le vale a uno para perder casi dos horas de vida, adelante.
Al final, solo el título del largometraje ha cumplido con las expectativas; A mí, sí que me han llevado los demonios viendo esta gilipollez...
A continuación, os dejo el tráiler original.
¡Déjanos tus comentarios si te ha gustado la reseña!
Sigue a Luis Fernández en Instagram
Jajaja. Gracias por tan estupenda reseña.
ResponderEliminar