Translate

Arsène Putain y el plan infalible (Inspector Arsène Putain II #14)

EXCLUSIVO PARA MAYORES DE 18 AÑOS



Las calientes aventuras en Niza del
Inspector Arsène Putain #2

—Tengo a admitir que algunas veces me sorprendes— jadea Coralina Papillon, la maestra de ceremonias del circo Lupanarelli a su mano derecha, Fifí BoumBoum.

Con la chaqueta carmesí de cola larga adornado con galones dorados de hombreras exageradas desabrochada, las medias de reja desgarradas y las tetas al aire resiste a duras penas las embestidas del inspector Putain. De rodillas y a espaldas a Arsène, cada pollazo ensordecedor -splack- del amigo desplaza a Papillon del centro de la pista circense cinco centímetros entre los asombrados vítores del resto de las integrantes femeninas.

—¿A qué sí? —responde una acalorada Fifí BoumBoum -igualmente de rodillas a su lado- con el maquillaje corrido que no tiene ni puta idea de lo que le está diciendo su jefa.

Bastante tiene BoumBoum con no volver a orgasmar cada vez que le toca el turno de ser penetrada. Arsène es, en ese sentido, la mar de democrático. Pollazo acá y luego allá cual héroe manejando una biga, el antiguo carromato romano de dos caballos.

A este paso terminan las dos con las rodillas desolladas, desmelenadas y fuera de la carpa, cavila Fifí que hace de tripas corazón para no desmayarse de placer.

"Este nos mata a polvos", divaga por la parte que le toca Coralina, pero sin ceder su sitio todavía. Es muy cierto, que se sorteó el tiempo que cada una de ellas iba a estar con mefistofélico jinete en una de esas ruedas de la fortuna, pero ¿quién iba a imaginar la potencia del fauno? y por cierto ¿dónde está mi sombrero de copa?

Por su parte, BoumBoum ya ha rendido la plaza. 

Claudette Pop, la mimo, y Zazie laFolle, la contorsionista acróbata, ambas tirando de una pierna cada una, se le llevan desmayada cual gladiator derrotado con la mala suerte de que cada irregularidad del terreno hace resonar una lastimosa bocina -wup, wup-.

Sin muchos miramientos ni consideración, Claudette y Zazie, la sueltan tras unos fardos de heno.

—Me toca —sentencia LouLou Bijou, la tragasables payaso, levantando un blanco dedo enguantado en señal de atención—. Le voy a hacer al tío ese la mamada de su vida.

Acto seguido zarandea un spray de nata y se atiborra la boca con espuma suave y voluminosa recién agitada. No ha nacido tío que no se corra con su especial truco en cuestión de segundos (pensaba ella toda inocentona).

Con los ojos como platos, tanto Zazie como Claudette se preguntan si el Chippendale -que sin duda ha contratado Coralina- aún le quedará suficiente dinamita después para unos fuegos artificiales fin de fiesta.

—No se le baja ni tras haberse cargado a la jefa ni a Fifí—confirma la muy sagaz Zazie a Claudette—. ¿Tomará Pimmel Power? Nuestro circo es el único que lo distribuye por aquí y no me suena ese tío de nada—. Mírale, ahí de pie, tan tranquilo vestido únicamente con el sombrero de copa de Coralina y unas botas de vaquero mientras la puta de LouLou no da abasto a comerle la polla. ¿Lo ves o no? ¡Mira que animala! ¡No dices nada, joder!

La mimo le responde con una expresión facial y con gestos exagerados inequívocos que se vaya a tomar por culo.

Agotada, desplumada, la maestro de ceremonias descansa junto a unos de los podios de vivos colores de sus desdentados leones. Está destrozada. Pensaba que no lo contaba. Tiene el conejo al rojo vivo. No había orgasmado tantas veces seguidas desde que se le rompiese la furgoneta y tuvo que llevarla a un taller en Madrid regentado por dos gemelos.

A pesar de que LouLou lama, muerda, chupe, toque el vigoroso y nervudo falo de Putain como si tocase un clarinete, la muchacha no puede evitar terminar al poco con los labios del tamaño de una colchoneta. 

Y así, abatida por el primer gran fracaso en su vida, no ve venir la explosiva corrida de Putain que le vuela la peluca y el sombrerito en forma de cono. Acto seguido, con los plomos fundidos y la tensión arterial en el sótano de tanto chupar, da unos pasos del tango del borracho y cae a plomo tras el fardo de heno encima de su compañera Fifí. Wup, wup.

Intrigada por el espectáculo, Coralina se pregunta si los putos cobran por polvo o por tiempo. No será el Johnny Sins ese, ¿verdad?

Qué más da, que lo pague la derrengada de Fifí, aunque por la cara que puso parecía estar igualmente sorprendida, se consuela Coralina, bastante tiene ella con no hiperventilar.

Putain por su parte, se encamina a por Zazie y Claudette con el bien salivado y descomunal miembro -ahora marcado de un color blanco intenso con detalles púrpuras y oliváceos por el maquillaje de Bijou y crema pastelera- dando bandazos de nata como el botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela.

Tumbadas semidesnudas, una encima de la otra, cara a cara, Zazie le ofrece, apartando los cachetes del culo, una señora entrada VIP por su estrecha puerta trasera. Claudette, por su parte, le indica al inspector, como buena mimo que es, que le coma el coño cual mastín bebiendo agua de un cubo.

Y así, sin más dilatación, el inspector accede a la función privada de laFolle de primeras y sin llamar a la puerta. Del gusto, la atea Zazie se le pusieron los ojos en blanco y volvió a creer en Dios en forma de boniato.

Tras tres explosivos orgasmos anales Zazie dejó de contar y se rindió a la evidencia de qué estaba a todo menos a contar y que iba a estar mucho tiempo sin poder sentarse.

A su vez, Claudette, a la que Putain con sus diabólicos falanges no había desatendido en ningún momento, llevaba la cuenta de sus orgasmos clitorianos sin mayores problemas -cinco-. Tenía Arsène más habilidad con los dedos que el guitarrista Joe Satriani en su mejores tiempos.

La última corrida de la noche se la llevó la maestra de ceremonias apartando en el último momento tanto a Zazie como Claudette deseosas de una bien merecida ducha de esperma y llevándose el premio gordo en su extendida lengua.

Horas después, envalentonadas -y despiertas- las cinco féminas por el hecho de que el maromo no las cobrará, pero asustadas puesto que ninguna sabía que cojones pintaba el calvo parisino a esa hora de la noche en su circo, se preguntaban si "quizás" no se habrían ido de la lengua un pelín respondiendo a cada una de las preguntas que sibilinamente les hacia el semental sobre los actividades ilegales de su negocio.

—No le deis tantas vueltas, pedazo putas—inquirió Papillon—. No era más que un pobre diablo buscando trabajo que se lo ha pasado en grande a costa nuestra. Vamos, a la cama, que mañana hay función.


Despacho del capitán Gaston Boulard.
Por la mañana.

El despacho del capitán Boulard tiene al contrario de la anterior jefe de Putain, Babette Fournier, un aire más solemne. 

Domina la escena, tras un gran escritorio y una desgastada silla giratoria de respaldo alto. No hay sillas a primera vista para los visitantes. Se conoce que al capitán le desagradan las visitas largas. En una esquina, un perchero metálico soporta un abrigo largo y el sombrero de plato del capitán. La mesa está despejada a excepción de un cuadro de su joven esposa y un informe de gastos de representación.

—Excelente trabajo, inspector. No solo ha confirmado las sospechas de la inspectora Xanadú sobre el infame circo Lupanarelli, sino que, además, lo ha hecho en un tiempo récord— resume un risueño Gaston Boulard—. ¿Cómo lo ha hecho? ¿Cómo ha conseguido penetrar en su círculo de confianza tan pronto? No me lo dirá, ¿verdad? ¿Sabe? no me importa mientras sea legal.

Frente al capitán se encuentra vestido con un polo azul marino y pantalones blancos, el intachable adalid de la justicia junto a su nueva partenaire Xanadú Monet que no puede ocultar su profundo desagrado por la rápida la resolución de su caso.

—Uno tiene sus mañas— responde Putain que se muerde la lengua para no confesar que de penetrar sabe un huevo y que tuvo un golpe de suerte. 

Husmeando, a última tarde tras la última función circense, una de ellas le debió confundir con alguien que estaban esperando. Entre pitos y flautas, se las terminó follando a todas con la suerte añadida de que fueron yéndose del pico (menos al mimo, ésa no soltó prenda en toda la noche). En apenas cinco horas ya lo sabía todo y había engrosado su colección de bragas en cinco piezas más.

—Inspectora Monet, tome nota de su nuevo compañero. —Boulard se dirige altanero a la mujer con el corte de pelo juvenil estilo Bob cruzada de brazos visiblemente molesta—. Aire fresco desde la capital. Joder, no hacía mucha falta. Parece mentira que tengan que venir desde la capital a decirnos como hacer nuestro trabajo.

Sin responder, Xanadú la de da otra calada a su sentenciado cigarrillo. Tiene un cabreo de tres pares de cojones. El ceñido pullover verde oliva que se vislumbra tras su chaqueta de cuero negra abierta con cremalleras no puede esconder los duros pitones de sus pechos menudos. Siempre se le empitonan los pezones cuando está alterada y este Putain la está poniendo de muy mala leche. 

—Dicho esto, al lío. Obviamente no detendremos aún a la señorita Papillon y a su horripilante circo de variedades para no levantar la liebre, pero tampoco podemos quedarnos cruzados de brazos.

Del interior de un cajón, Boulard saca dos copias de un dossier junto a un casi deshabitado bote de pastillas con el logo de un lobo con tirantes. Enérgico, les entrega los expedientes en mano a cada uno y clava el bote en el centro de la mesa. Pum.

—Salius Kazalauskas alias el Lobo de Riga. Un letón de dimensiones gorilescas muy receloso. No se fía ni de su sombra. Dicen que cacheaba hasta a su madre. Dos veces. A los hombres que negocian con él los obliga a desnudarse en su totalidad para cerciorarse que no escondan armas o sistemas de escucha. El prenda es todo un chollo.

» Ahora es nuestro objetivo número uno, Kazalauskas -ahora tenemos la confirmación gracias a usted Putain- de la entrada de la droga sintética Pimmel Power por toda la Costa Azul. Esta droga es sumamente apreciada por la Jet Set de Niza, incluso más que esa hortaliza que en los privados de Japón se pagan con carretadas de yenes. No hace falta que les recuerde que no podemos permitir que esta mara... —el comisario se detiene bruscamente —, ... porquería anche por sus anchas por nuestras calles.

—¿Qué exactamente diferencia esta droga de otras?

—Una erección descomunal de varias horas. No solo aumenta el tamaño y grosor de una polla al doble, sino que además multiplica su sensibilidad y el volumen de la eyaculación a niveles insospechados —aclara Xanadú deseosa de meter baza y abandonado su boca apretada como el pico de una cafetera Bialetti.

—Eso es, al menos eso dicen los que necesitan de estas pastillitas para echar un señor polvo —afirma Boulard—. Monet válgase de sus contactos para concretar un encuentro con Kazalauskas para dentro de un máximo de tres días. Putain se pasará por un potencial comprador parisino. Le asignaremos al inspector un nombre falso, en clave... no sé, ¿qué le parece Jules Maigret?

Eh, ¿no había otro? —responde Arsène alarmado por la poca originalidad del comisario.

Boulard responde que ése valdrá perfectamente obviando la risa de satisfacción que oculta Xanadú en un mal disimulado ataque de tos.

—Bien, un plan infalible, ahora retírense. Díganle a mi secretaria Rebecca que necesito los informes que le pedí esta mañana. Gracias y cierren la puerta al salir por favor.


Cerca del despacho, Rebecca mordisquea un lapicero intrigada por las imágenes explícitas de una de las tres páginas de citas que visita con regularidad de su móvil. A este ritmo pronto se quedará el departamento sin lápices. Ni el más persistente de los castores canadienses hubiera hecho mayor labor de destrucción maderera en manos tiempo. 

Sobresaltada, por la cercana presencia de Putain, cierra abruptamente la aplicación y responde con un escueto y pero cortés "Gracias, Monsieur. Voy enseguida".

Pero es imposible engañar a una viejo zorro como Arsène y éste no se le escapa ni con alas que la secretaria ha agarrado el primer dossier que encuentra en la mesa. Como tampoco la improvisada coleta que se acaba de hacer con el mismo objeto fálico que tanto mordisqueaba apenas un rato antes.

Se levanta alisándose la falda de cuadros solo para regresar apresurada después a por un paquete de toallitas húmedas de su bolso. Al hacerlo sonríe cómplice y avergonzada al mismo tiempo al inspector. Taconeando como una experimentada modelo se dirige al despacho del capitán.

El azote de la criminalidad, antes de enfilar de vuelta el camino al ascensor junto a la huraña Xanadú, consigue entrever por la puerta del despacho de su nuevo jefe.

Rebecca Lemoine cierra la puerta del despacho tras suya tras preguntar educadamente "¿Me ha mandado llamar, sr. capitán? Una pregunta que no necesita respuesta alguna.

Al amparo de miradas indiscretas, un acelerado Boulard, con una mano en su polla desenfundada, ordena a su secretaria que se dé prisa, que lleva toda la mañana muy tensionado. Con la otra mano aparta y manda a dormir el cuadro de su amada esposa a un cajón del escritorio. Plum.

Solícita, Lemoine, se sube la ajustada falda de tubo hasta la cintura, se baja lentamente las braguitas de un sonriente Bob Esponja y las preferidas del capitán -a Rebecca le gustan estos toque desenfadados a pesar de sobrepasar los cuarenta años- por su enrejada pierna derecha. Al ser estas tan traslúcidas pareciese que el bueno de Bob estuviera encarcelado.

A continuación, levanta esta misma pierna y la flexiona sobre el escritorio. El delicado e intenso aroma de su sexo a pomelo salvaje inunda la habitación.

—Ya estoy moviendo lo de tu plaza de garaje, Rebecca —resopla la borde de sus fuerzas el capitán que impedido por su panza cervecera solo consigue esporádicamente puntear el depilado sexo de su secretaría—. ¡Cada día estás más buena! Ni se te ocurra echarte novio; ya sabes que soy muy celoso. No querrás quedarte sin tu plaza, ¿verdad?

Antes de que pueda negar con la cabeza, y sin dejar de hojear aburrida los gastos de representación pendientes del escritorio, la señorita Lemoine, siente la cálida eyaculación de Monsieur Boulard perfilar su pierna izquierda.

Ni se había enterado de que se la había metido. Normalmente, el capitán le estruja las tetas antes de descargar entre bufidos bovinos. ¿Hoy? Ni eso. Tras adecentarse un poco, abandona el despacho y a su jefe derrengado en su silla giratoria dando vueltas como una peonza.

Ella sí que tiene un plan, uno infalible, como diría el capitán.

Parque móvil de la estación de la Policía.
Algunos minutos después.

El parque móvil de la estación policial de Niza ha visto días mejores. A duras penas se vislumbran las líneas blancas que delimitan los espacios de estacionamiento en el asfalto agrietado de cemento gris. A esta hora de la mañana quedan pocos vehículos estacionados a excepción de un furgón antidisturbios, una potente motocicleta de altas prestaciones aparcada a la sombra de un pequeño edificio administrativo, un coche patrulla que acaba de aparcar con las luces encendidas y el Porsche Carrera de Putain. 

A la derecha de la barrera de entrada, dentro de un minúsculo cubículo, unos aletargados policías gestionan los partes de incidencias y la entrega las llaves a los agentes al inicio de su turno. El más joven de ellos observa curioso como Xanadú, con el casco calado de su motocicleta, se acerca decidida al Porsche de Putain.

—Dejemos las cosas claras desde el principio, Monsieur Putain —intercepta Monet deteniendo su Kawasaki Ninja 650 frente al deportivo del Inspector y obligándole a bajar la ventanilla.

—Por mí, perfecto —conviene Putain que ya se olía algún statement de la joven bajando la música de la radio. Le sorprendió que no lo hubiese hecho ya en el ascensor.

—No le voy a negar su éxito incuestionable en resolver los casos más intrincados, en encontrar esa pista oculta que se le escapa a la mayoría, pero a mí no me la pega. Le voy a vigilar muy de cerca ¿Nos hemos entendido? —sentencia Xanadú apuntando con dos dedos primero sus ojos claros y después los de Arsène—. Usted no es trigo limpio y lo voy a demostrar. No es más que el típico machito sabelotodo de París. Me repulsan los hombres como usted.

—Disculpe, ¿puede repetir lo que acaba de decir? Con el casco puesto, no he entendido nada de lo que ha dicho —miente el inspector sorprendido de que la agente no se percatara de que si la pudo escuchar perfectamente al inicio de la conversación ahora no pudiera hacerlo.

Visiblemente contrariada, pero sin coscarse de este detalle, la agente Monet baja el visor del casco y repite palabra por palabra su oración anterior (tampoco omite el significativo gesto entre los dedos y los ojos). Putain hace como si le prestara atención y tras finalizar Xanadú el discurso replica:

—¿Usted tiene novio? ¿Novia? Dígale por favor que le lleve a cenar un día de estos. Tiene Usted mala cara, como de apio amargado. Seguro que se salta alguna comida por falta de tiempo y duerme más bien poco ¿Necesita que la abracen?

Más cabreada que una mona con bragas de esparto, Monet acelera su motocicleta sin dejar de obsequiar al inspector con un sonoro ¡Gilipollas!, una peineta con el dedo corazón y envuelto en un nube de humo.


Tres días después. 
Superyate de Salius Kazalauskas.

El superyate del criminal letón está anclado, libre de miradas indiscretas, a más de dos kilómetros frente una caleta de aguas turquesas de la Costa Azul.  El aire cálido, pero sin embargo agradable se mezcla con la salinidad y la pausada respiración de las olas acariciando la costa.

Meciéndose con suavidad, nada hace intuir que en la lujosa embarcación fondeado a pocos kilómetros tendrá lugar un suceso que marcará el devenir de la criminalidad de Niza en los meses venideros.

Nada más subir a la popa de la lujosa embarcación de 22 metros de eslora y antes de que Putain pueda percibir el leve perfume mezclado de las crema solar, del cuero caro y la madera barnizada del yate, una guardaespaldas, manda a Putain, a punta de metralleta, desnudarse en su totalidad. Otro custodio -más feo que el abrazo de una suegra resentida- revisa minuciosamente su ropa con cara de malas pulgas. Pareciese que estuviera comprando en un rastrillo por las vueltas que le está dando a las prendas.

Como era de esperar, el semi erecto pollón de Arsène, al despojarse del slip, se descuelga a la mitad de su musculoso muslo -clonc- como el pesado ancla de un barco.

Sobra mencionar que el toqueteo de la guardaespaldas se la estaba poniendo al azote de la ley entre bastante y muy morcillona.

Tras cachearle una segunda, luego una tercera y finalmente una cuarta vez, la decepcionada guardaespaldas acompaña al inspector a la proa del barco en el segundo piso.

Repanchingado como un sultán, Kazalauskas, vestido con un chándal retro arremangado por las piernas de Adidas está sentado junto a su exuberante mujer Sofija tomando el sol en bikini atigrado y oculta por unas enormes gafas de espejo de sol. Su largo cabello moreno revolotea lascivamente con la brisa marina llenando de claroscuros su rostro.  

—¿Desde cuándo consume Usted Pimmel Power, sr. Maigret?

—Uno no consume lo que quiere vender —responde Putain subiéndose el ajustado slip retro color rojo con una línea banda azul lateral que le entrega el León de Riga—, eso sería más tonto que ponerle un retrovisor a una bicicleta estática.

—Entiendo —conviene Salius con una amplia sonrisa y le ofrece a Putain asiento como quien presenta el premio gordo en un programa de televisión—. Mis contactos dicen que es un hombre duro de pelar. Hablemos de negocios.

Tras acomodarse de nuevo el pitobañador, prenda que está a punto de estallar por el descomunal tamaño del arma de Arsène -no hay prenda actualmente en el mercado por muy elástica que sea que soporte 25 centímetros de nudoso rabo justiciero-, el inspector ocupa su butaca de cuero blanco.

—Respecto al porcentaje que pactamos de salida del producto por teléfono, mi mujer me indica que soy demasiado generoso con los extraños y que debería ser aún más cauteloso de lo que ya soy. No me gusta que me tomen por gilipollas.

Refuerza el mensaje el León de Riga retirándose la parte superior del chándal y mostrando su pecho pintarrajeado por una retahíla de tatuajes feos de cojones -parecen las caras de Bélmez- siendo el más benévolo uno de su ¿mujer? estilo disco Penélope de Benidorm.

Sofija por su parte, se incorpora, se sirve una copa de Dom Perignon de una bandeja cercana -que no se termina- y arroja la copa por la borda. Se baja hasta la punta de la nariz sus voluminosas gafas y alza la voz.

—Sr. Maigret, Usted ha venido a nosotros buscando hacer negocios. Le alabo el buen gusto. Nuestro Pimmel Power es algo extraordinario, algo nunca visto, un producto de primera calidad, aunque por lo que veo usted no necesita tomar nada —señalando el miembro semi erecto de Putain.

Putain alza los hombros en señal de ¿Qué se le va a hacer? y responde que es mejor ser un lobo que todos odian a un burro que todos montan.

—¿Ah sí? Debo confesar que me intriga Sr. Maigret. Un caramelito, un guaperas desvergonzado de polla gorda a pesar de estar en presencia de unos desconocidos armados —pregunta Sofija mientras se acerca culebreando a Putain. ¿Al Lobo no le gusta que le monten?

Tras magrear y masturbar el granítico rabo de Putain -sin que éste se inmute- como quién abre un paraguas defectuoso, la letona reformula las condiciones del inconcluso trato sin soltar en ningún momento el nervudo miembro de venas más marcadas que la soga de un pozo.

—Nos gusta ayudar a nuestros clientes con su primera adquisición, pero no somos una ONG. ¿Qué le parece un 15% de descuento de bienvenida? ¿Que será Usted hoy? ¿Lobo o Burro? —curiosea Sofija escupiendo sobre el cerúleo glande de Putain y jugueteando sobre el lustroso bálano con una patilla de sus gafas de sol.

—Eso dependerá... me parece un buen punto de partida, señorita Kazalauskas, pero insuficiente —responde Arsène cuyo miembro no deja de crecer en la menuda mano de la esposa de Salius. Casualidades del destino, el yate se ladea por estribor ese mismo instante. El que correrá con todos los riesgos será un servidor. Ustedes están fuera de la ecuación. Quiero un 40%. 

De ninguna manera —responde airada Sofija soltando el rabo del inspector para acto seguido volver a apresarlo y empezar a chuparlo— 18%.

Impávido el León de Riga contempla divertido la escena con los brazos recogidos tras su nuca.

—30% —renegocia el fauno de nuestro inspector deshaciendo el nudo del bikini de la tetona, (perdón) letona con los dientes y pinzando sus pezones—. Mire, lo voy a dejar en un 25% y a cambio yo me la follo aquí y ahora. Su marido, si quiere, que mire. ¿Tenemos un trato?

¡Qué fácil es negociar cuando uno expone el dinero ajeno y se está en posesión de una polla como la de Putain!

Sofija sorprendida por la audacia del inspector, le aprieta los duros huevos.

—¿Así que te la pongo dura, eh, hijo de puta? ¿A qué te gustaría zarandearme como un saco de patatas y metérmela hasta la empuñadura? Puto señorito de mierda —replica la muchacha entre lamida de huevos y estirajón de polla. Sigue con las gafas de sol puestas.

—No veo dónde pudiera estar el problema —replica el frescales de nuestro protagonista —. Yo bajo mis ganancias y usted se baja las bragas. Una situación Win-Win para ambos.

—Cabrón insolente, vienes aquí, a mi barco y no paras de acosarme cual perro callejero frente a mi marido — rechina Sofija Kazalauskas con la polla firmemente agarrada del agente camino a una tumbona cercana con vistas a la costa—. Yo, una mujer casada, ferviente católica, ¡de misa y confesión diaria! ¿Quién se cree que somos? ¿Animales? —continua erre que erre con su cantinela la negociadora nata de Sofija, abriendo sus largas piernas bronceadas. Su pizpireto y depilado sexo es una invitación en toda regla.

Dando los términos del trato por negociados y aprobados, Putain no tarda clavar su monstruosidad fálica en el desprotegido conejo letón de Sofija. Tiene la mujer un coño pequeño y prieto, poco acostumbrado a salvajadas como el nardo enrabietado de Arsène. 

Luego de retozar con el inflamado corcho de su botella Gran Reserva por los delicados marcos de la delicada entrada de la bodega de Sofija como buen sumiller que es, Putain introduce poco a poco -para desesperación de la letona- su damajuana hasta terminar presentando toda su irrepetible añada. Mordiéndose los labios y con los ojos desajustados, la esposa de Salius no puede estar más satisfecha de la cata.

A pesar del indescriptible placer de la indómita penetración del agente, cercana al dolor de una segunda desfloración por el grosor del pollón de azote parisino, Sofija agazapa con sus piernas los pétreos cachetes del agente.

—¡Sigue! ¡Párteme en dos, lobo hijo de puta! ¡Como las saques, no hay trato, eso te lo juro que se muera la madre de Salius! ¡Sigue! ¡Viva Letonia y la barba de Krišjānis Barons!

Resignado por el devenir de los acontecimientos y harto de ver como el pollón inmisericorde de Putain saquea las riquezas de su mujer cuál Cruzado conquistando Constantinopla y harto de las tonterías lanzadas al viento de su mujer, Salius se retira a ver el partido de fútbol entre el PSG y el OGC Nice. 

"Seguro que pierden los tuercebotas del Niza otra vez", farfulla y en acto de orgullo propio, le grita suplicante a su desmadejada mujer con las piernas descansando sobre los hombros del rompecoños parisino y marcando una improvisada V;

—¡Que no te estruja mucho las tetas, que las tienes recién operadas! ¡Y que no se corra dentro! ¡Que enseguida te echas al monte, joder!

—Pues claro que no, mi indómito León, te lo prometo miente su mujer y le guiña un ojo al inspector ofreciéndole sus exageradas y desproporcionadas tetas de oscuras aureolas a Putain para que se las lama—. Confía en mí, mira tu partido de fútbol. Estate tranquilo.

No han pasado ni veinte minutos, cuando Sofija lleva tres orgasmos (propios) y dos espléndidas corridas (ajenas) metidas en su menudo cuerpo de un metro sesenta. 

Arsène ni la sacó tras la primera eyaculación ¿Para qué? Desde siempre ha podido echar cuatro polvos seguidos sin perder grosor ni vigor. Pues con esto y un bizchocho hasta las ocho.

¿Y qué hay de las gafas de sol de Sofija? Reventadas en el suelo.

Entretanto, Salius alias el León cornudo de Riga, conociendo que a su esposa le queda mecha para rato, no puede dejar de darle vueltas a la cabeza al hecho de que Maigret le ha engañado.

"¡A otra caperucita con ese cuento, ese cabrón se tiene que poner hasta el culo de Pimmel Power, sino ¿de qué va a tener esa polla?

Por supuesto continuará...


Safe Creative 2505161766201
Todos los derechos reservados.








¡La incomparable banda sonora!

Fancy - Flames of Love (wzk remix 2024).


Mando Diao - Black saturday.


No te pierdas todas las aventuras del intachable inspector Arsène Tiberius Putain bajo el siguiente enlace o en su libro recopilatorio.


Sigue a Valentin@ en Instagram


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

OpenFly Air, Part IV - Two hot hostesses in Galicia

Marina en "Noche de disfraces" (Saga Marina Parte 4)

Marina en "Cenas navideñas" (Saga Marina Parte 5)

El pazo de Alcina Benavente (Especial Cthulhu 2022)

Lola en "Donaciones solidarias"

Arsène Putain y el lavadero pecaminoso (Inspector Arsène Putain II #9)

Lucía en "Academia de azafatas calientes"

Regreso al pazo de Alcina Benavente (Especial Cthulhu 2024)

Madame Le Noir

Nicole Moloko y el cinturón de castidad de Mata Hari (Inspector Arsène Putain #1)